Adelanto:Satoshi
—¡Chūya, no andes tan deprisa!—chilló Dazai mientras corría para alcanzar al mafioso pelirrojo.
Éste lo ignoró y aceleró el paso, tratando de dejar atrás al castaño mientras llegaba a la puerta de los lujosos apartamentos en los que él vivía. El detective se paró para tomar aire unos instantes antes de seguir su camino tras el pelirrojo.
—¿Por qué no te vas a tu casa?—preguntó con molestia Chūya mientras apretaba el botón del ascensor para que éste bajara.
—Es muy tarde, y además, hace tiempo que no voy al piso de Chūya~ —dijo Dazai de forma cantarina.
—Uno:son las seis de la tarde, el sol sigue iluminando bastante. Dos:claro que hace tiempo, cuatro años nada menos. Tres:en ningún momento te he pedido que vinieras, así que vete—contestó el pelirrojo mientras ingresaba en el ascensor y pulsaba el botón del ático, donde vivía.
Dazai entró antes de que la puerta se cerrara y miró a Chūya con una sonrisa burlona. El mafioso frunció el ceño mientras se aireaba el cuello de la camisa.
Al llegar a su piso, Chūya dejó su abrigo sobre el respaldo del sofá mientas se abanicaba con una mano. Sabía lo que le estaba pasando y se maldecía internamente por no haber pasado por la farmacia antes de ir a casa, pero se encontraba algo débil, y había pasado de la vocecita en su cabeza que le decía que fuera a por aquello.
—Dazai, te lo pido por favor, vete—dijo de manera entrecortada el pelirrojo al mismo tiempo que se quitaba sus guantes.
—¡Oh, vamos, Chūya!—Dazai hizo un puchero e hizo puños con las manos—. ¡No llevo aquí ni tres segundos!
Chūya se dio la vuelta, dejando ver a Dazai su rostro perlado de sudor y enrojecido. En el ambiente comenzó a notarse un ligero olor a vino, lo que hizo remover algo en el interior de Dazai.
El pelirrojo respiraba entrecortadamente. Dejó el sombrero encima de una mesa y comenzó a temblar, a pesar de que no tenía frío.
—Ne, Chūya. ¿Te encuentras bien?—preguntó algo preocupado el detective castaño—. Tienes el mismo aspecto que cuando te has bebido uno de tus preciados vinos caros.
—Dazai, vete—fue todo lo que dijo el pelirrojo mientras daba unos pasos en dirección a su dormitorio.
Emitió un grito ahogado muy parecido a la palabra "Mierda" antes de poner los ojos en blanco y desplomarse de lado en el suelo. Dazai se aproximó a él, comprobando así que Chūya había quedado inconsciente. El pelirrojo comenzaba a respirar agitadamente, seguía temblando y su frente estaba caliente. Balbuceaba cosas indescifrables, presa de un ataque febril.
El castaño se apresuró a tomarlo en brazos y lo cargó para llevarlo a su dormitorio. Lo tumbó sobre la cama y corrió al baño en busca de una toalla y un cuenco o balde para llenarlo con agua fría y bajarle la fiebre a Chūya.
Regresó al dormitorio y colocó la toalla en la frente del pelirrojo. Se sentó en el borde de la cama del mafioso, preguntándose qué es lo que le estaba ocurriendo a Chūya. No podía ser debido a la batalla que habían tenido hacía un par de horas, puesto que la habilidad del enemigo era inexistente y no había manera de que pudiera afectarle al pelirrojo.
Mientras el castaño estaba en su cavilaciones interiores, Chūya abrió los ojos de repente. Se incorporó en la cama, retirando la toalla de su frente y se lanzó sin previo aviso sobre Dazai.
Éste hizo un pequeño chillido, y sus mejillas se tiñeron de carmín al ver el rostro de Chūya muy próximo al suyo.
—Ch-Chūya, ¿qué estás haciendo?—preguntó el castaño.
Apenas hubo terminado esa frase, los labios del pelirrojo atraparon los de Dazai, envolviéndolos en un beso lleno de ferocidad.
Dedicado a SoMoon1
Hoy domingo publico la última parte de mi historia "Niñeros". Este escrito que hay en este capítulo es un adelanto de la continuación de esta historia. Se llamará "Satoshi", como el Oc que he creado como hijo del Soukoku.
Muchas gracias a las personas que habéis estado leyendo, votando y comentando mi historia, se os quiere, de verdad 💖
Ahora sí, doy final a esta historia. Nos vemos en la continuación y en siguientes proyectos 👋
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