CAPÍTULO 12

NINAT'T

Las cosas con Neteyam eran perfectas; él y yo nos comprendíamos sin necesidad de palabras, como si estuviéramos conectados de una forma que ni siquiera podía empezar a describir; cada vez que estábamos juntos me sentía tranquila como si ninguno de los problemas fuera capaz de alcanzarme; él me hacía sentir a salvo y eso tiene un valor incalculable.

En estos días ambos desarrollamos una rutina; nos levantábamos antes del alba, cazábamos, entrenábamos o simplemente nos quedábamos hablando hasta que el sol salía y entonces cada uno regresaba a su respectiva casa; pasábamos la mañana entera realizando nuestras labores y cuando nuestros caminos se cruzaban por casualidad ambos nos molestábamos o jugábamos haciendo al otro reír.

Por la tarde siempre nos reuníamos y ya fuera o no para comer, terminábamos pasando tiempo juntos con Tekay que ahora se encargaba de cometer pequeñas travesuras hasta que Neteyam la elevaba en sus hombros o la hacía girar.

Pasábamos la tarde nadando, jugando con ilu, enseñándole a Tekay a cazar e incluso volábamos; todo era perfecto y a pesar de los problemas que ambos teníamos con nuestras familias, siempre que estábamos juntos, todo desaparecía.

Me gustaba estar al lado de Neteyam; me gustaba escucharlo reír y me encantaba la forma como se sonrojaba cuando lo miraba fijamente; me gustaba que siempre me retara y no me dejara ganar; me gustaba como era con Tekay y como la cargaba en sus hombros mientras mi pequeña hija se reía; me gustaba que siempre tomara mi mano y la forma como acariciaba con suavidad mi palma cuando estaba nervioso; me gustaba como jugábamos en el aire cada vez que volábamos y me encantaba la forma como me miraba, con tanta intensidad que me aceleraba el corazón y ocasionaba que nuestras respiraciones se entrecortaran.

Tenía que admitir que en estos días mis sentimientos empezaron a aclararse y cada vez que estábamos juntos, lo que sentía se hacía más fuerte, pero, así como mis sentimientos empezaban a ser más intensos, también lo era mi miedo; ya una vez me enamoré y perdí a quien amaba, ya una vez tuve el corazón destrozado e incluso ahora el dolor a veces volvía a aparecer; ya una vez sufrí y tenía miedo de volver a pasar por algo así, porque si volvía a ocurrir sentía que no sería capaz de recuperarme.

Estábamos en medio de una guerra y aunque ahora estábamos lejos, no sería así para siempre; eventualmente tendríamos que pelear y los peligrosos serían muchos; yo era y siempre sería una guerrera, siempre pelearía para defender a otros y sabía que Neteyam era exactamente igual que yo, por lo que mis miedos eran muy fuertes.

Muchos piensan que el amor es lo más hermoso e inigualable que existe en el mundo; que puede ser tan impresionante como una puesta sol y tan maravilloso como el eclipse, pero al mismo tiempo el amor puede ser como una gran ola que te arrastra hasta mar abierto dejándote completamente a la deriva.

Enamorarse puede sentirse como llegar al paraíso, pero en cualquier momento puede convertirse en un verdadero tormento; el amor era como el océano y me trasmitía la misma calma que sentía al nadar antes del alba, pero cuando perdí a quien amaba, toda la calma se esfumó y sentí que el dolor me consumía desde adentro; por eso tenía tanto miedo de aceptar lo que sentía, porque el amor es un arma que es capaz de herir profundamente y no quería volver a sentir esa agonía.

-        ¿En qué piensas? – preguntó Tsireya acercándose para sentarse a mi lado

-        En el pasado y en el futuro – murmuré con cansancio

-        ¿No eras tú la que siempre decía que no debíamos aferrarnos al pasado? – cuestionó mi hermana y sonreí un poco

-        Lo sé... pero... hay cosas que me es muy difícil dejar atrás – respondí intentando mantener mi voz firme – No lo entenderías...

-        Antes solíamos hablar de todo – dijo mi hermana con dulzura y me detuve un segundo para mirarla

-        Tengo miedo – admití – Tengo miedo de lo que podría suceder; tengo miedo de perderlos a ustedes, a Tekay y a... - murmuré bajando la voz

-        ¿Y a Neteyam? – preguntó mirándome fijamente

-        Él me hace feliz, Reya; me hace feliz y no creí que podría volver a sentir lo que siento cuando estamos juntos

-        ¿Por qué? – preguntó mi hermana y desvíe la mirada

Necesitaba alguien con quien hablar, necesitaba sacar todas las palabras que tenía atoradas en la garganta, necesitaba que alguien me dijera que todo estaría bien y como dijo mi hermana, antes solíamos contarnos todo, así que me armé de valor y al igual que hice con Neteyam, le conté toda mi historia.

Le hablé de mis primeros días en el bosque, de mi llegada al clan Tipani; le conté sobre lo difícil que fue adaptarme y como Ali'kay estuvo siempre ahí para mí; le conté sobre el fuerte Olo'eyktan que era y lo mucho que me ayudó; le conté sobre como aprendí a volar y lo difícil que fue cambiar la forma en que cazaba; le conté sobre los extensos entrenamientos y las caídas, le conté cuando Ali'kay me enseñó a disparar con el arco y como se emocionó conmigo cuando conseguí acertarle al blanco la primera vez; le conté sobre mi primer vuelo en mi Ikrán y como Ali'kay voló conmigo para asegurarse que nada malo sucediera; le conté sobre nuestros vuelos nocturnos, sobre los paseos por el bosque y sobre como me fui enamorando de él.

-        No deberías alejarte tanto – escuché a mis espaldas y reaccioné de inmediato levantando el arco

-        Parece que se te ha hecho costumbre seguirme

-        Te mantengo a salvo – dijo Ali'kay poniéndose firme y rodé los ojos antes de seguir mi camino

-        Puedo cuidarme sola, lo sabes bien

-        Cierto, ahora eres una poderosa guerrera del clan Tipani – afirmó y eso me hizo sonreír

-        Exacto – acepté con orgullo

-        Aunque hay que admitir que tuviste un maestro estupendo

-        Qué ego para más alto – dije y él sonrío llegando hasta mi lado

-        Solo digo la verdad, pececita – dijo y lo miré indignada

-        Acordamos que no me dirías así

-        Tú lo acordaste, yo nunca lo acepté – respondió y lo empujé para hacerlo caer, pero él fue más astuto y me derribó consiguiendo que ambos cayéramos

-        Eres muy molesto – dije intentando levantarme, pero me retuvo en sus brazos

-        Sigues siendo muy ruidosa – comentó y me quejé con un puchero

-        No soy ruidosa

-        Para ser una poderosa guerrera, tus pucheros son adorables – respondió Ali'kay y fruncí el ceño

-        Repito, eres muy molesto – dije intentando zafarme de su agarre, pero Ali'kay fue más rápido y giró dejándome debajo de él - ¿Qué haces? – pregunté confundida

-        Necesito decirte algo... - murmuró y lo miré sin entender

-        ¿Y por eso estamos así? – pregunté y asintió

-        Es la única manera de mantenerte quieta – comentó y bufé volviendo a fruncir el ceño, pero entonces noté cierto rubor en sus mejillas y los nervios que sentía se hicieron evidentes, así que suavicé mi expresión y sonreí

-        ¿Qué quieres decirme? – pregunté sin dejar de sonreír

-        Yo... - comenzó a murmurar y entonces sus ojos se fijaron en los míos – Te veo, Ninat't – murmuró sin apartar la mirada y mi sonrisa se hizo más grande

-        Te veo, Ali'kay – respondí y noté sus ojos brillar

Le conté a Tsireya cada detalle hasta que finalmente llegamos a ese recuerdo que me cortaba la respiración y que inevitablemente me hacía llorar; le conté sobre ese día, le conté todo lo que sucedió y como fuimos atacados; le conté sobre la explosión, sobre el fuego, la sangre y los gritos; le conté sobre el dolor y el miedo que sentía, le conté como Ali'kay me protegió con sus brazos y como con su último aliento me pidió que me fuera, que subiera a mi Ikrán y me alejara para ponerme a salvo y para salvar a los niños que quedaban; le conté como hice lo posible para volver, pero que cuando lo hice, ya era demasiado tarde y cuando terminé de hablar, volví a romper en llanto sin poder detenerme.

Tal vez los recuerdos no lastimaban de forma física, pero a su manera eran capaces de destrozar incluso a los más fuertes y en ocasiones un recuerdo podía herir mucho más que un golpe, tanto que levantarse era casi imposible.

-        Nina... - murmuró mi hermana con lágrimas en sus ojos y me abrazó con fuerza

-        No sé si pueda soportar perder a alguien más – admití intentando secar mis lágrimas – Tengo miedo de aceptar lo que siento y luego volver a perderlo

-        Las cosas no tienen por qué salir igual – respondió mi hermana – Lamento mucho lo que sucedió, lamentó que lo perdieras, Nina, pero no puedes negarte a sentir por miedo a salir herida; no puedes cerrarte por completo a los demás solo por miedo

-        Reya...

-        Escúchame, Nina – pidió tomando mis manos – Mereces ser inmensamente feliz, mereces que te amen y mereces permitirte amar; Neteyam no es Ali'kay, las cosas no tienen porque terminar en tragedia

-        Lo sé... es solo que...

-        Ali'kay te pidió que vivieras y eso no solo quiere decir que sigas peleando; él quería que vivieras no que solo sobrevivas; estoy segura que él desearía que volvieras a sentir, que te permitieras amar – dijo mi hermana y me quedé en silencio – Neteyam te hace feliz, Nina y tú lo haces feliz; ustedes sacan lo mejor del otro y se quieren, eso es obvio; no dejes que el miedo te frene, permítete vivir

No solía ceder ante el miedo y por supuesto, no dejaba que me frenara, pero esto era diferente y el miedo estaba ganando la batalla; tenía miedo a vivir y a perderlo todo, tenía miedo que la guerra volviera a arrebatarme a quien amaba, tenía miedo de lo que podría pasar en un futuro, pero mi hermana tenía razón; no podía continuar viviendo con miedo, tenía que ser valiente y dejar de simplemente pensar en sobrevivir para comenzar a vivir una vida que me hiciera feliz.

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