Capítulo 41: Liberación
Prólogo
—Hermana, ¿crees que volveremos a verla? —preguntó Julia a Sophie.
—No sé... Esperemos que sí.
—Eso depende de la decisión que tome vuestro padre —respondió Irina con tono serio.
Muy en el fondo, ella realmente estaba preocupada por el desenlace de este último evento. Las alteraciones temporales habían sido llevadas a acabo correctamente, prácticamente estaba todo solucionado y en su sitio, no había guerra más guerra, y la facción rebelde Gardener fue aniquilada. Sin embargo, aún quedaba una excepción: el destino de Nina. El destino de dicha chica se hallaba dentro de una caja al igual que el gato de Schrödinger, al mismo tiempo muerto, y vivo; solo Tomás podría decidir el estado en el cual ella quedaba al destapar la verdad.
"Por favor, Tomás. Confío en ti. Tú mismo me enseñaste que el destino podía ser cambiado si todos trabajamos juntos y creemos en una misma meta; que el destino lo forjamos nosotros mismos; podemos alcanzar el futuro que deseamos si nunca nos damos por vencidos y, aun si somos derrotados, otros cargarán con nuestros valores e ideales. Por favor, que salga todo bien..."
Parte 1
La inmensa nube de polvo provocada por la explosión de energía se estaba disipando. Un domo de Aurora azul protegió a todo el mundo, incluyendo a Kevin, quien valientemente trató por sí mismo de contener el ataque lanzado por Nina (Natasha). Dicha barrera fue levantada por Laura y el padre de Lucia.
—¡¿Podéis levantaros?! —preguntó preocupado.
—Ay, ay. Por un pelo... —suspiraba aliviada Laura.
—¡Tomas, no te mueras! ¡No te mueras!
Lucia, una apaleada Sonia y Erika trataban de mantenerlo con vida ofreciéndole su propia energía vital. Pero estaba perdiendo mucha sangre, y a gran velocidad; el muchacho no reaccionaba.
—¡Tomas, no! ¡Tomas...!
Sintiéndose impotentes, si seguían vertiendo su energía vital en él de esa manera, también acabarían por fallecer; la Aurora no permite traer a los muertos de regreso a la vida. Su pulso era muy débil, y su llama se apagaba, pero todavía no había muerto; aún quedaba esperanza.
—Hay una manera.
—¡¿Cuál, papá?!
—No es segura, pero por probar que no quede —tragando saliva, el padre de Lucia miró a Erika a los ojos. Ella, con gran determinación se enjugó las lágrimas y asintió con la cabeza pese a que no había dicho nada—. Tienes que darle de tu sangre: un pacto.
Un pacto de sangre. Hay dos maneras en las que un vampiro puede convertir a un humano en uno de los suyos, bien mordiéndolos, lo cual no era muy efectivo en el caso de los híbridos, u ofreciendo su sangre. Este último método se usaba a modo de ofrenda, pacto entre señor y vasallo entre los vampiros de más elevado rango. No era común, pero si es posible realizarlo.
—Lo haré. Si es por salvar a Tomas lo haré.
Dicho y hecho, Erika con una cuchilla de Aurora se cortó las venas, acercó su muñeca a la boca de Tomás y le ofreció su sangre. Solo quedaba esperar; había un 50 % de posibilidades de que no funcionara. Una dosis tan grande de veneno, si no convierte al alimento en vampiro, acabaría por matarlo.
Parte 2
—Otra vez en este extraño lugar... Comienzo a pensar que esto es lo que Nina llama el "Abismo". Si aquí es a donde va a parar uno cuando muere o queda cerca de la muerte, este sitio es bastante aburrido y siniestro. No me extraña que quien se quede aquí atrapado desarrolle una personalidad tan retorcida.
—Así es. Y de aquí no saldrás.
Apareciéndose en este nivel de la existencia a voluntad, la Bruja de la Noche se presentó enfrente suya.
—¡Puede que te revivan en el mundo humano, pero yo no dejaré que salgas de aquí! ¡Un cuerpo sin alma no es más que una carcasa vacía!
—¡La Irina malvada!
La brujita extendió sus brazos y se pudo escuchar el repiqueteo de unas campanas. Unos brillantes ojos de color verde aparecieron en el cielo, también por los alrededores, sirviendo como la única luz en este mundo de absoluta oscuridad, carente de espacio y de tiempo. Arrastrando sus cuerpos y mostrando sus zarpas, unos enormes gatos de oscuridad trataron de desgarrar el corazón de Tomás.
—¡No te dejaré!
—¡No te creas, mocoso! ¡He visto el futuro, ganasteis! ¡No os dejarééé!
Tomás dio un enorme brinco, se iba acostumbrando poco a poco a las incoherentes leyes de la física del lugar. Hasta hace poco se encontraba llevando una bata del hospital, sin nada más debajo. Pero fue desear estar con su ropa deportiva y así fue.
—¡Una espada!
De los confines del vacío mundo, una espada surgió y terminó por llegar a sus brazos. Con ella fue capaz de derrotar a los titánicos mininos que lo perseguían con el objetivo de matarlo.
—¡Adelante, gatetes míos! ¡Sus brazos desde el codo, sus piernas hasta la rodilla! ¡Mordisquead y arañad todo lo que queráis, pero dejad el torso y la cabeza intactos! ¡El resto es mío!
—¡Esta perra está loca!
Tomás corrió por su vida. Los gatos incorpóreos como un enjambre o banco de peces se reunieron y formaron una enorme boca, con la muy clara intención de despojar al muchacho de sus miembros. Desde la perspectiva de Tomás, este estaba dentro de la gigantesca boca llena de dientes; era una pesadilla hecha realidad.
Todo quedó negro, y se hizo la luz. Un torrente rojo se abrió a través, y comenzaron a llover gatos muertos.
—¡Ya entiendo! ¡En las paredes de este sitio se encuentran todas las posibilidades que ofrece este universo! ¿Es así?
Por alguna razón, la Bruja se encontraba tremendamente molesta, enfurecida, como si hubiera descubierto su secreto más íntimo. Tomás, raudo, no sabiendo si era valiente o un completo idiota, cargó hacia ella.
—¡No te dejaré!
Abriendo su mano, una espeluznante guadaña de color morado cuyo filo evocaba del de la luna vino al mundo, y chocó con la espada de Tomás. Resquebrajándose, el adolescente realizó un mortal y en mitad del aire se enfundó sus dos garras rojas.
—¡A por ti que voy!
Cada choque hacía temblar aquella misteriosa dimensión. Pese a que la intención de ambos era asesina y sus auras negras se entremezclaban, causando grietas en el tejido de la realidad y destruyendo los familiares que ella misma había dado la vida, las chispas saltaban. Flores de fuegos artificiales surgían en la bóveda celeste, rayos rojos y azules circulaban por todos lados.
Tanto ella como él se deseaban la aniquilación mutua, pero con cada choque de armas, ellos dos sonreían; se estaban divirtiendo. Era como una ridícula clase de baile en la cual los chicos hacían lo que les venía en gana, moviéndose al ritmo y son de la música. El más mínimo golpe podría significar la muerte absoluta, la destrucción del alma, pero no parecía importarles. Estaban concentrados en crear más de esas hermosas chispas de color esmeralda.
*¡CHIN, CHIN, CHIN!* *¡CHAS, CHAS, CHAS!*
—¡Ha ha ha ha!
—¡Ja, ja, ja, ja!
Tomás tenía un límite, pero esta chica podría seguir así por siglos. Podía dotarse de todas las posibilidades que se le ocurrieran, y su resistencia estaba ligada a su estado de ánimo y mentalidad. Si ella mismo lo desease, no tendría un límite. Pero... gotas de sudor resbalaban por su rostro, y su vestido de fiesta negro y morado con descarados ornamentos, abalorios y volantes se encontraba dañado, algo chamuscado y pedazos de telas resultaron arrancados en algunos envites.
—¡He he he! ¡Eres bueno, chico!
—Sí, ¿qué tal si lo hacemos a un único golpe? Hay algo que quiero enseñarte, porque pareces haberlo olvidado. Antes de nada, quiero que me respondas a una pregunta.
El chico estaba sonriendo; se lo jugaba todo a una.
—¡Por supuesto! Puede que no lo parezca, pero soy una diosa benevolente y tolerante. Te concederé tu último deseo, mortal.
Y lo dijo, tocó el tema.
—¿Eres Irina? Lo eres, ¿cierto? Siempre me lo he preguntado. Irina tiene ese inmenso poder que se le fue transferido a ella desde que Nina "murió". El "Poder de las Estrellas" elige a su usuario. Desde ese momento ella no dejó de morir, saltar atrás en el tiempo, y volver a jugar aquella partida. Un juego sin rumbo, sin meta, sin sentido... El Creador de dicho tablero se olvidó de establecer alguna meta, se aburrió y abandonó la partida, abandonó a su pieza a su suerte. Ella lo intentó todo durante 100 años, y se rindió. Tú eres...
—¡Correcto! —afirmó—. Yo soy Irina. Me separé de ella tras 100 crueles años de muertes seguidas y sufrimiento, una muerte cada vez peor que la anterior. Ascendí al rango de un dios y conseguí manipular el tablero. Esa IRINA surgió después. Para jugar al ajedrez se necesitan dos, uno solo no puede.
Desesperación y esperanza. El mal y el bien. Negro y blanco. La dualidad estaba presente en ellas; no, era más correcto decir que ellas dos representaban aquellos conceptos puestos, y que la humana Irina podía elegir qué camino tomar, en quién quería evolucionar. Seguramente, si ella muriese una última vez, se acabara convirtiendo en la Bruja de la Noche... no, desaparecería para siempre en la inmensidad del negro vacío del Abismo.
—¿Estás satisfecho, mortal?
—Lo estoy. Sé lo que tengo que hacer. Hay una cosa que parece ser que has olvidado, que me gustaría recordarte.
Ambos aceleraron a una velocidad indescriptible, mucho más rápido incluso que la luz. Justo cuando la terrible guadaña estaba por cortar a Tomás, este se agachó, apretó su puño con todas sus fuerzas, dejando caer todo el peso de su cuerpo, y lo impulsó hacia adelante.
—¡¡¡Uoooooh!!!
Parte 3
La Bruja de la Noche, quien alardeaba que nada ni nadie podía pisar su sombra a menos que ella lo deseara... cayó. Después de recibir el puño derecho de Tomás directamente con la cara, su pequeño cuerpo se levantó, realizó un tirabuzón en el aire, y cayó. El cuerpo de la Irina Oscura se convirtió en polvo y se reconstruyó enfrente de Tomás. Como si nada hubiese ocurrido. Sin embargo, ella estaba sosteniendo su inflamada mejilla. No pudo deshacer el hecho de que fue golpeada. Por primera vez en cientos de años, ella dejó a alguien pisar su sombra sin desearlo. Su rostro gradualmente se llenó de conmoción. ¿Y la de Tomás?
No podía verse.
Su brazo estirado la bloqueaba, así que su rostro no podía verse.
—Wh... ¿Qué...?
—Recíbelo.
—¿Recibir qué?
Ella no permitió que el siguiente golpe conectara. Ella desapareció como niebla, y entonces reapareció algo más alejada del punto inicial. Pero no lo hizo de manera intencional... sino de verdad.
—Duele... duele... duele... duele...
Finalmente, ella sentía el dolor de haber recibido un puñetazo en la cara. Después de tantos años, ella había perdido el concepto de dolor. Pero... lentamente estaba regresando a ella.
—¡Duele! ¡Duele! ¡¡Duele!! ¡¡¡Aaaaaghhhh!!!
Irina Oscura gritaba en agonía, sosteniendo su mejilla. El sentimiento olvidado durante siglos al parecer había golpeado fuerte. Se sostenía el estómago fuertemente, su cuerpo entero temblaba. Su moral había sido terriblemente resquebrajada, un mero humano había logrado tocarla.
Tomás la miraba. Sus miradas hicieron contacto. Una vez más, ella recordó aquella horrible sensación que olvidó durante centenares de años.
—Duele, ¿verdad?
—¡¡¡...!!!
Él entonces la señaló.
—El dolor por el que tuvo que pasar Irina durante todos estos mil años... no se compara en nada a eso.
Y ese humano ahora se encontraba caminando hacia ella, remangándose la manga de la camiseta, preparándose para arrojar otro fulminante puñetazo.
—Como dije, parece que has olvidado. Deja que te refresque la memoria. Tantos años manipulando a los demás desde arriba, tantos años riéndote de sus desgracias y estando a salvo desde el mundo superior, has olvidado lo que es el dolor.
—¡No te acerques! ¡Aléjate de mí! ¡¡NO TE ME ACERQUES!!
Inmediatamente ella se movió. Aunque sería incorrecto decir que se movió o corrió. Simplemente pensó en salir de allí, y desapareció. Pero un humano estaba siguiéndola. La velocidad era irrelevante. Tomás siempre aparecía delante de ella, todo por su miedo a recibir otro golpe, y la ilusión de que un serio Tomás la podría alcanzar en cualquier momento. Por supuesto Tomás no era capaz de alcanzarla, menos de golpearla. Ella lo esquivaba como un sombra. Lo evadía al instante dejando imágenes residuales. Pero mera teletransportación no sería suficiente para escapar de la feroz persecución de Tomás.
—Déjalo, es inútil.
Cierto era, tratar de golpear a la Bruja era como intentar golpear el reflejo de la luna en un charco con una piedra. No importa cuántas veces lo golpees, nunca podrás romper su reflejo. Sin embargo... Tomás la golpeó. Y otra vez. Y otra vez. Para impedir que la luna apareciese en su superficie de nuevo. Un apedreo brutal causó ondas que rompieron la superficie del agua. Rompió el reflejo de la luna. Rompió a través del agua misma y dejó el charco vacío, mostrando el fondo... rompiendo a través de todo.
Irina Oscura comprendió que no fue un milagro. Una vez es ínfimamente posible; dos, tres veces... ya no. Los milagros no se repiten. Tomás... era capaz de golpearla...
Entonces, ella se cayó... se golpeó contra el duro suelo, y se levantó sobre sus manos y rodillas... y vomitó. Vomitó violentamente una y otra vez. Su cara estaba llena de dolor y vómito y lágrimas y mocos. Entonces, ella miró a Tomás con una furiosa expresión... y aulló. Pero no aulló a Tomás; ella estaba llorando, llamando a alguien para que viniera a salvarla de este matón despiadado.
Arrinconada y sin lugar a donde huir, todo su pequeño cuerpo estaba temblando. No quería recibir más daño. No le gustaba en absoluto la sensación de ser herida. Odiaba esa sensación, odiaba el dolor; tanto, que se olvidó por completo de la capacidad de sentirlo. El puñetazo de Tomás le había recordado esa odiosa y humana sensación a la bruja que alguna vez fue humana.
Temerosa, comprendiendo que el siguiente golpe era inevitable, cerró los ojos y se cubrió la cabeza.
*Pat, pat*
—¿Eh?
—También —dijo él con tono gentil—, olvidaste esto.
Tomás acababa de acariciar su cabeza, y acto seguido la rodeó con sus brazos, acercándola a su pecho. No podía hablar, no comprendía qué estaba haciendo este chico. ¿Estaba chiflado? Pero... por alguna razón su corazón se aceleraba al punto de casi salir de su caja torácica, su temperatura corporal se había elevado algunos grados, sus mejillas se tiñeron de rojo y... lo más extraño de todo, agua salada salía de sus ojos. Pero no era tristeza... era... ¿Qué era...?
—¿Eh?
La Bruja realmente estaba llorando. Y el chico de pelo puntiagudo y estúpido que acariciaba su pelo, también.
—Se siente bien, ¿verdad? Esto... es el amor.
—¿A-amor? Sniff, sniff... Ja, ja... Ja, ja... Ja... Ja...
Las lágrimas inundaron las orillas de sus ojos, y rompió en llanto. Su vestido de fiesta se volvía blanco. El blanco regresaba a su pelo, el rojo a sus ojos negros y apagados desprovistos de vida iguales a los de un pescado muerto.
Todo lo que ella deseaba era un amigo. Su número de bruja mala había terminado; era por eso que ella manipulaba a los demás, les hacía hacía daño, y les hacía sufrir. Era su llamada de auxilio, su manera de llamar la atención. Ascendió al rango de Game Master y jugó sola con el tablero al que alguna vez perteneció cuando se desligó de Irina, con la esperanza de encontrar un amigo, o alguien quien la salvara de su confinamiento. 100 años de soledad y sufrimiento repitiendo tus muertes sin poder evitarlo cambia a cualquiera. Pero esa ayuda nunca llegó, y se refugió en su propio cascarón.
Sin embargo, Tomás pudo tocar su corazón. El de la Irina original. Y no por ello sería incapaz de hacer lo mismo con esta. Una acumulación de sentimientos negativos que se desligó de la Irina original, convirtiéndose en una entidad independiente. Después de todo, IRINA era la esperanza de todas las Irina que murieron en mundos pasados. La esperanza de Irina de poder terminar este demasiado cruel ciclo de reencarnación y muerte.
Con este movimiento por parte de Tomás, ambas cargas que llevaba su amada sola, a sus espaldas, dejarían de existir. He aquí la razón real de por qué IRINA no pudo enlazar con su yo del futuro. No había Bruja ni Diosa en el futuro. Bien porque Irina había muerto definitivamente, o porque estas ya no tenían sentido para seguir existiendo.
Parte 4
Qué mal despertar. Lo primero que veo cuando abro mis ojos son los obscenos pechos de Nina. Pero ella no es Nina, es esta hija de la gran puta, Natasha. Estoy atada a una mesa... ¿Es un altar? Sí, reconozco este sitio... es el convento que destruí.
—Buenos días, has despertado.
No puedo hablar, menos moverme. Mis extremidades se encuentran atadas. ¿Es por esa droga? Hay varios hombres armados protegiéndola, veo por el rabillo del ojo sus movimientos. Es para que nadie venga.
—Reza todo lo que quieras, falsa monjita. Tu querido Tomás está muerto. Sabes qué es lo que toca, ¿verdad?
Preparó su kit de cirujano, cogió un bisturí y se lo mostró.
—Te haré una vivisección. La droga que te administré aún actúa, por lo que no podrás moverte, pero sí sentirás todos y cada uno de mis movimientos. Sentirás cómo te abro en canal y saco tus tripas. Al matarte, tus poderes regresarán a este cuerpo, y con ello a mí. Cumpliré mi deseo de ascender al Olimpo, volverme un dios más. Una tragedia golpeará a esta ciudad, y mi nombre pasará a la historia.
Que te folle analmente un gorila en el infierno, puta asquerosa.
—¿Qué es esa mirada? Cuidado, no vayas a saltarle un ojo a alguien con lo afilada que es. ¡Ja, ja!
Sé que los chicos han sido derrotados. Seguramente estén muertos ahora. De nada me sirve gritar; no puedo gritar. Aguantaré el dolor de mi abdomen ser cortado, y mis entrañas arrancadas como en una especie de bizarro ritual caníbal. Haré lo que nunca pude: grabar a fuego en mi retina, y en mi mente, en mi alma, a esta puta. Su nombre, su verdadero aspecto, y si aún me quedan energías, al menos para regresar aunque sea una semana al pasado, podré alertar a los demás y detenerla. Podremos evitar todo esto.
Siento a IRINA a mi lado. Apenas puedo oírla porque está desapareciendo, está translúcida. Se está disculpando conmigo mientras llora abundantemente. No tenemos poder para realizar un último salto. Este es mi final. Nuestro final. Moriré, y me perderé en mí misma.
Me arranca el hábito que utilizo para no perder mis poderes y amplificarlos y me desnuda. Hay varios hombres viendo, pero no me siento avergonzada por que esté desnuda delante de ellos. Me da igual que vean absolutamente todo. Solo tengo un objetivo en mente: maldecir a esta hija de puta con mi último aliento.
Juro que te mataré en la próxima vida.
—Bien, comencemos. Creo que has tenido tiempo suficiente para rezar. ¿Sabes? La que causó la muerte de tus padres, también fui yo. Ellos no murieron en el accidente. Yo me los llevé al laboratorio del hospital y experimenté en ellos. Lástima que ninguno sobrevivió. ¿Sabes? Tu madre fue la anterior usuaria del poder, pero nunca llegó a despertarlo.
Parte 5
Cerré mis ojos, dispuesta a aceptar mi muerte. Pero escuché disparos y acero chocar. Cuando los abrí, Tomás estaba en pie, y Nina frenando su espada de Aurora roja con la suya propia, de Aurora morada.
—¡No te dejarééé!
Vale, lo que pensé que sería una escena épica, en la que lloraría porque él se encontraba con vida, se tornó un poco... decepcionante... Sigue llevando esa fea, sosa bata de hospital, y se le ve todo.
—¡Llevaos a Irina, yo me encargo de ella!
—¡No ganaréis, mocosos! ¡Guadaña de los Milagros!
Natasha alzó la mano e invocó una guadaña negra y púrpura cuya habilidad principal es arrancar y cosechar los milagros de las personas. Pero dicha arma nunca llegó a sus manos.
—¡¿Qué?!
—¡Esa arma... —Tomás golpeó envuelto en una feroz aura roja su mano— ya no se encuentra en tu inventario! ¡Y al magia... tampoco!
Con una contundente patada en el estómago, Natasha salió disparada como una bala de cañón, atravesó la pared y el edificio se vino abajo. Que la estructura se mantuviera tantos años sin derrumbarse por las inclemencias del tiempo a pesar del incendio era en sí mismo un milagro. Para cuando esto hubo ocurrido, Lucia y las demás se habían llevado a Irina.
—¡No usaré la Aurora negra! No quiero matar a mi amiga. ¡Haré que despierte y luche desde dentro contra ti, maldito virus!
—Je, je, je... Pensándolo menor, ¡te poseeré a ti!
—¡Inténtalo si tienes ovarios!
Sus espadas volvieron a chocar. El estilo de Tomás no era el mismo que el de su madre pese a presentar los mismos relámpagos color cobalto danzando a su alrededor; su postura era ligeramente diferente, encaminada a la armonía entre la Aurora azul y la Aurora roja. Abandonó la espada por sus guantes de gato con cuchillas similares a las garras de cierto personaje de X-Men y dio batalla a la malvada doctora.
—Sé tus motivos, sé por qué haces todo esto.
Con cada colisión las chispas iluminaban la oscura noche en el frondoso bosque de encinas y hayas. Una luz morada y verde chocaba con otra roja, luego azul, luego roja... Era ver una aurora boreal en persona, en la tierra.
—¿Qué vas a hacer, niñato? ¿Un exorcismo?
—No quisiera usarlo. ¡Nina, sé que estás ahí dentro! ¡Despierta y echa a esta zorra de tu cuerpo! O de lo contrario no tendré más sexo contigo, ¡¿me oyes?!
Un fuerte dolor de cabeza asaltó a Natasha. Su aura se desestabilizó, y la espada de energía morada se deshizo en partículas de luz.
—Nggghh... Maldita niña...
—¡Haaaaah!
Con el lateral de su mano, Tomás golpeó su cabeza si se tratase de un bloque de cemento. Una, y otra, y otra.
—¡Te comiste mis flanes de café! ¡Sobaré esos pechos esta noche y haré la motoreta en ellos, ya lo verás! ¡Te haré gemir hasta que no puedas más y caigas rendida sobre la cama! ¡Este será tu castigo! ¡No será agradable, maldita muñeca diabólica masoca exhibicionista! ¡Tsundere encubierta de follamiga!
Cada insulto que Tomás arrojaba desde su boca atravesaban a Natasha como flechas ardientes; realmente no eran insultos, sino halagos, y los verdaderos sentimientos de Tomás por su amiga. Consideraba a Nina su mejor amiga.
"Eres pesada, molesta, demasiado bromista y te quedas con mi dinero y mis postres, pero siempre estás ahí para apoyarme tanto en los buenos como en los malos momentos. De no ser por ti nunca habría descubierto el secreto de mis amigos, ni haberme acercado a Lucia, menos a Irina. ¡Regresa, gilipollas!"
—¡No me creo que tú siendo como eres te hayas dejado poseer por esta jodida inútil!
Propinando un fuerte puñetazo a la inmóvil científica chiflada, la Cazadora cayó rodando por el precipicio. Enseguida sobrevolaba los cielos impulsándose expulsando Aurora por sus pies y disparando bolas de energía altamente explosivas desde sus manos.
Con su brazo, Tomás las repelió y copió la misma técnica para poder volar. No midió bien la potencia con la que saltó y terminó por meterlo un cabezazo en la barbilla, causando que sus ojos se volvieran blancos por unos instantes.
—¡Ghhh...!
—¡Ita...! —se quejó Tomás.
Natasha se defendió, devolviendo al muchacho a tierra con una ráfaga de ki. Pero el muy ingenioso muchacho había atado sus manos con hilos casi invisibles y en el momento que él cayó, el mismo destino le deparó a ella.
—¡Aaaaah! ¡A-aaaah!
El golpe fue seco, cayendo de lleno sobre su estómago, lo que la hizo vomitar incontrolablemente. Su diafragma se aquejaba en forma se espasmos, costando respirar.
—¡Maldito... mocoso...! Te mata... mata... ¡Aaaagh! ¡Tomaaaas! Úsalo, es demasiado fuerte...
—¡No pienso sellarte! —se levantó el valiente joven—. ¡Quién sabe cuántos años volverías a pasar como una inerte muñeca! ¡Podrías no regresar jamás, imbécil!
Esa jugada era demasiado peligrosa. Ahora que ambas Irina buena y mala habían dejado de existir, la magia de Irina había desaparecido y no podría usar un hechizo conveniente para la ocasión, tal y como hizo contra Matt y su otorgada Autoridad. Esta que se veía aumentada en gran medida debido a la retroalimentación de haber dos (diosa y humana) era muy débil. Habiendo perdido casi, si no todo su poder, tendría que esperar a ser adulta y poder recuperar todo lo perdido.
—¡No usaré el Forever Seal en ti! ¡No quiero perderte!
—¡No lo hagas...! ¡Ni te atrevas...! ¡Aaaaaaagh!
Natasha se llevó las manos a la cabeza y aulló del dolor.
—¿Dónde están?
—Tienen que estar por esta zona... El plan no puede funcionar sin esto...
Erika y Sonia, quienes volaban por el cielo, divisaron a Tomás.
—¡Ahí está! —señaló la sirvienta.
—¡¡Tomas!! —gritó la pelirroja su nombre.
Y ella arrojó algo: una katana de plata de ley. Era sin lugar a dudas una espada que él mismo reconocía y le tenía mucho respeto. Se trataba de la katana de Lucia Strawberry, la misma arma que le hizo la cicatriz en su pecho. Aun siendo vampiro, esta no se curó.
—¡Ah! ¡Claro!
¿Qué era eso que había pensado Tomás? ¿De qué se trataba?
—¡No tendré que "matarte", solo he de darle a ella!
"En ni un solo momento he visto que replegara su aura. Incluso estando en reposo sigue vigente como una fina capa que impregna a Nina a nivel cutáneo. Es similar a un demonio."
—¡Activación: Forever Seal!
Alzando su espada, y al ser un esper que empleó magia, sus vasos sanguíneos se rompieron, causando que sus ojos se tornaran rojos, llorara sangre y vomitase algo del ferroso líquido.
—¡Gagh! ¡¡Brrgh!!
—¡Raaaargh!
Natasha atacó, pero Tomás detuvo la brutal embestida con sus dos colas de sangre. Abrió sus alas de demonio para alzar el vuelo y continuar disparando ráfagas de energía.
—Jet Volley Cannon!
Dichas explosiones impedían que ella pudiera acercarse, y el vórtice de color azul seguía drenando el aura púrpura que la rodeaba. Pese a que varios orbes dañinos golpeaban a Tomás, este se mostraba impasible. No podía retroceder, no habría otra ocasión para repetir el hechizo. Su cuerpo estaba bajo mucha presión ahora mismo. Aunque se salvó de la muerte convertido en un vampiro híbrido gracias a que bebió de la sangre de su segunda prometida Erika, y sus heridas sanaron, su energía vital no estaba en su mejor momento. Recién había salido del hospital y casi muere dos veces en la misma noche. Mantener activos la Aurora, los nuevos poderes de vampiro y un hechizo el cual los usuarios de habilidad no pueden usar es simplemente demasiado para el cuerpo. Una arteria principal corría el riesgo de explotar y enviarte al otro barrio.
—¡¡Ahora!! ¡Descenso Meteórico!
Tomás desapareció y, como si él mismo se hubiera convertido en un rayo de electricidad, atravesó a Nina. Realmente no la atravesó, pasó por al lado suya; eso lo hizo la espada, cortando su costado.
—¡Aa-aaah! ¡¡¡Aaaaaaaaaagggghh!!! ¡¡Tooooooomaaaaaaaaaaaaaaas!!
El amasijo de energía negativa fue arrastrado por la espada; era pegajoso pese a ser algo intangible, inmaterial, incorpóreo. Era algo esotérico y no de este mundo, por ello debía ser contrarrestado por algo que no era de este mundo y que no seguía su misma lógica: magia. El sello que Nina e Irina le enseñaron a hacer.
—¡¡¡Noooo!!!
La espada absorbió completamente el alma de la científica y se adoptó un color rosáceo purpúreo más similar a un letal veneno que a otra cosa en el mundo. La espada se oxidó y se ennegreció. Flotaba, tenía vida propia. Se rehusaba a ser clavada en el suelo.
—¡Nggggh! ¡¡Vaaaaamooossss!!
Varias manos agarraron la empuñadura. Al mirar a sus lados, estaban sus amigos. Irina, Erika, Kevin, Lucia, Laura. Todos a una contra el mal que tanto daño les había hecho. Solo faltaba Nina.
—¿Decías, narrador?
—¡¡Nina!!
—¡Venga, pongamos esta espada... EN EL PUTO SUELOOOO!
Entre todos clavaron la espada en una roca, y el masivo torrente de destrucción rosa se disipó. Una onda de choque los derribó a todos, y un último rayo de luz salió disparado a los cielos, desestabilizando el campo magnético de la Tierra y provocando una aurora.
Parte 6
—Oooh... Joder, mis huesos...
—Aaah... dude. Are you OK, bro?
—¡Estoy bien! —gritó Sonia—. Pero me duele el culo...
—Me duele la cabeza... —se quejó Erika.
—Calla, Rias Gremory —dijo Irina—, yo aún no me siento las manos.
—Aaah... no me siento las piernas —rio Lucia.
¿Y Nina?
Al no escuchar su voz, me levanté.
Ella seguía tendida en el suelo.
—¡Nina, Nina, Nina!
—¡¿Eh?!
Kevin al oír mis gritos se dio la vuelta y me vio correr hacia ella. Entendió que algo no iba bien.
—¡Nina no está bien! ¡Llamad a una ambulancia!
La cogí en mis brazos y la abracé. No podía parar de llorar. Estaba fría y su aura apenas se notaba.
—¡Eh, eh! ¡No te nos vayas! ¡Ahora no, idiota! ¡No es el momento!
—He, he... Ha sido divertido, Tomás. Parece que el autor ha decidido matarme al final de todo... Qué palo, ¿no?
—¡No, no, no! ¡Yo no quiero un final agridulce! ¡Tienes que vivir!
—Lágrimas de amistad no sirven en esta historia, Tomás.
Con su mano, retiró mis lágrimas. Lentamente ella fue cerrando sus ojos, y finalmente su mano cayó sin fuerza y suavemente al suelo.
Nina se había ido. Su cuerpo, poco a poco, se fue reduciendo hasta unos 15 centímetros de altura. Lost Form... y a ser posible, permanente.
—¡¡¡Nooo...!!!
Epílogo
Desde que Nina murió no ha sido lo mismo. Esperamos el día en que regrese. Quién sabe si ella tardará días, semanas, meses, o incluso años. Puede que décadas como ocurrió la última vez. 24 años estuvo en esta forma de bella muñeca, esperando a que alguien le brindara energía.
Ahora, con la esperanza de que regrese, la tengo colocada en mi cómoda con su set de picnic, llevando su vestido blanco de una pieza, la pamela blanca y la sombrilla. Han pasado dos meses ya desde que salvamos la ciudad entera y detuvimos toda esta absurda conspiración.
—Oye, con todo esto de los viajes en el tiempo, ¿tendremos que completar el ciclo en unas décadas?
—Es verdad, tú tendrás que hacer ese papel de misteriosa y visitarme a mí de joven para guiarnos a nosotros de jóvenes y que todo salga bien. Menuda paradoja.
—Eso suena muy aburrido, y demasiado lioso. ¡Paso de hacerlo!
—¡RT! ¡ja, ja, ja!
Hemos sido condecorados. Las tres familias liberaron de su yugo a los híbridos. Y AURORA está siendo reconstruida, esta vez con la activa participación del Gremio, es decir, las tres familias, las facciones, y nosotros.
Somos famosos, celebridades en el mundo entero. Aunque la batalla contra Gardener se dio a nivel global y simultáneo, el epicentro de todo tuvo lugar aquí, en nuestra ciudad de unos pocos millones de habitantes, Ciudad Iris. Pero no estoy seguro de si yo debía haber recibido esta medalla. Se la he colgado a Nina. Espero que le guste.
De verdad la echo mucho de menos. Quiero que me moleste...
—Mmm... ¡Hyan~!
—¡¡¡¿Eeeeh?!!!
Ese gemido no es de Erika o Irina...
—No te muevas, que estás calentito.
Esperen un momento...
Desperté por la mañana y me quedé completamente congelado.
Abrí los ojos y vi a una chica durmiendo profundamente a mi lado.
Cabello rubio largo y brillante.
Piel blanca brillante.
Pestañas largas.
No estaba seguro si era porque estaba desnuda, pero su hermosa clavícula era intrigante.
El dejar que mi mirada bajara de la clavícula colocó sus grandes pechos de aspecto suave en mi campo de visión.
El dormir boca arriba creó un fantástico valle entre sus senos y debajo la cubría un protector contra fantasmas apto para todas las edades llamado manta, haciendo una vista imposible.
Cada vez que exhalaba en silencio a través de sus labios entreabiertos de color rosa claro, sus dos voluptuosos pechos se sacudían ligeramente...
Una vista realmente genial estaba frente a mis ojos, pero... ¿esto era un sueño?
Para confirmarlo, me senté y me pellizqué la cara, pero fue muy doloroso.
Básicamente, esto no era un sueño.
Parecía que la situación de mí despertando al lado de una rubia (de grandes atributos) que hacía tiempo que no había visto no era un sueño.
—¡¡¡Aaaaah!!!
De verdad, casi se me salió el corazón por la boca, y de un empujón la tiré de la cama.
—¡Aaaay!
—Oye, Tomas. ¿Por qué estás durmiendo desnudo? No me digas que me estabas esperando...
—¡¿N-nina?! ¡¿C-cómo?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Y por qué?!
—¿Cómo que por qué? Recuperé toda mi fuerza vital, eso es todo. ¿Me disteis por muerta? ¡Ja, ja, ja! ¡Qué divertido! ¡No me jodas que me hicisteis un funeral y todo! ¡Ha, ha, ha! ¡Me parto y me mondo!
Se volvió a subir, y gateó hasta mí de manera seductora; su mirada depravada se centró en mi entrepierna.
—Uy, qué duro estás esta mañana. ¿Tan contento estás de verme?
—¡~~~!
Debido al escándalo que había armado, Irina, Erika y mi hermana entraron en la habitación, solo para ver a Nina desnuda sobre mí en mi cama.
—N-no puede ser verdad...
—Ya me tenías a mí... —murmuró Irina.
—¿Cómo has podido caer tan bajo...? —musitó Erika.
—Podías haberme invitado —dijo mi hermana comiéndose un Chupa-Chups.
—¡¡Eres un maldito traidor!!
Como un perro rabioso, mi albina favorita saltó desde la puerta dispuesta a morderme. Nunca quedaron Erika y ella en ningún acuerdo cuántas veces podía hacerlo con Nina.
—¡Hyan~! —Nina me abrazó fuertemente y me besó—. ¡Protégeme, Tomas! ¡Tengo miedo de la loli!
*¡CHOMP!*
—¡Qué mala suerteeee!
En realidad, todos estábamos muy contentos de tener a esta idiota de vuelta.
Bienvenida de nuevo a casa, Nina.
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