Capítulo 38: Sally


Prólogo

Una enorme explosión había tenido lugar en el laboratorio subterráneo, ubicado bajo el Instituto Norte. Todo el personal había acabado falleciendo, incluyendo a los sujetos de prueba. Habiendo transcurrido varios minutos desde el estallido, dos siluetas podían verse de pie, contemplando el desolador paisaje de las instalaciones totalmente derruidas. Ellos dos eran ni más ni menos que la Bruja y Ron.

La detonación de una granada trucada por parte de un traidor puso punto y final a la experimentación, y se llevó al espécimen exitoso consigo. El búnker estaba tan bien construido que la infraestructura del instituto no se había visto perjudicada en lo más mínimo.

Flotando en el aire, la chica de cabello oscuro y ojos apagados se cruzó de brazos y piernas, y lo miró fijamente.

—No te vi escapar de la explosión. ¿Cómo lo hiciste?

—Salté en el tiempo —respondió el muchacho—. ¿Natasha ha muerto?

—Puede ser. Le pilló con la guardia baja. Bueno, lo correcto sería decir que el mánager del club de baloncesto se la arrojó a la cara.

Había movimiento bajo los escombros. Como un zombi, una mano ensangrentada emergió de debajo de las rocas, y con su propia fuerza, salió a la superficie.

—Natasha, ¿te encuentras bien?

—¡¿Qué preguntas son esas...?! ¡¡Es obvio que NO!! Ese malnacido de Sergio ha intentado matarme. ¿Cómo encontró la base?

Golpeando el suelo totalmente furiosa porque aquel hombre le arruinó su investigación, se volvió con ojos terroríficos hacia la Bruja.

—¡Y tú! ¿Por qué no me avisaste?

—Son las reglas del juego. No puedo interferir directamente sobre los eventos del tablero. Soy algo así como un entrenador que aconseja a sus jugadores: no puedo entrar al terreno de juego.

—¡¡Y UNA MIERDA!!

Natasha se encontraba gravemente malherida. Su regeneración de vampiro no estaba funcionando adecuadamente. Tenía horribles quemaduras en aproximadamente el 60 % de su cuerpo, y su torso y rostro estaban agujereados, resultado de la sucia explosión de la dichosa granada. Las posibilidades de que esa arma fuera una diseñada para asesinar vampiros eran demasiado elevadas, y seguro llevaba plata de ley en su interior para que la metralla fuera letal.

—¡¡Ron!! ¡Encuentra a la chica! Y... asesina a Sergio.

Esa chica de 10 años de edad era un valioso espécimen de su colección, y su carta del triunfo.

La única superviviente del experimento, y el único de todos los sujetos que mostraron el "Poder de las Estrellas" tras haber sido implantados los pensamientos de Irina, en concreto su "afecto".

Ron asintió y acató las órdenes sin rechistar. El muchacho de 18 años de edad pelirrojo se desvaneció en el aire, como si nunca hubiera estado ahí.

—De mientras... acompáñame al Santuario —dijo Natasha aturdida.

—Vale —respondió despreocupadamente la maligna entidad—. ¿Vas a poner en marcha el plan final? Porque aún no eres un vampiro híbrido ni mucho menos, detuviste el proceso de vampirificación con medicamentos para seguir siendo humana pero con las habilidades de un vampiro. Igual que aquella vez que Tomas fue mordido en el dedo por una sedienta Erika antes de la lucha contra Lucia. Por cierto —añadió riéndose—, ¿sabes que en la fiesta en la piscina, Lucia se siente culpable por la cicatriz que ahora él tiene en el pecho? Se la hizo cuando él se interpuso para proteger a una debilitada Erika al final del capítulo 13.

—Me dan igual los rollos que tengan... Mierda...

Parte 1

—Debí... haber imaginado... que esa mujer tramaría algo así... ¿Cómo pude ser tan ingenuo?

—Doctor Sergio, ¿se encuentra bien?

Sergio era el dueño de la clínica subterránea en los tiempos que la investigación de una vacuna antivampiros se llevaba a cabo por las tres familias fundadoras de la ciudad. Pero eso solo era formalmente, Natasha, la excelente enfermera, era quien tenía toda la información y quien personalmente comandaba el proyecto. Pero los resultados en busca de una cura para los híbridos eran insatisfactorios, y mucho dinero público se estaba destinando a fondos no solventes. Por ello, los superiores decidieron cerrar el proyecto.

Para esa sádica mujer, dicha investigación era su vida. Poner fin al proyecto era lo mismo que negar su vida y todo su valor como persona. Y encontró una facción que la apoyaba, que podía usar una cepa mutante del Gen V como arma biológica, y mejorar a los seres humanos hasta alcanzar una nueva etapa evolutiva. Encontró su nicho en Gardener, escisión de AURORA, y escaló puestos hasta la cima.

—Es todo mi culpa por no haber destruido el material...

—Doctor...

Herido, el pobre hombre cayó al suelo.

—¡Doctor!

—No te preocupes por mí... pequeña... —El hombre, sin aliento, estiró su brazo y acarició la mejilla de la pequeña niña para reconfortarla—, sigue corriendo... Sigue esa calle todo recto, y toca en la casa N.º 18. Ellos te ayudarán, Sally.

—¡No! No te dejaré aquí.

—Oh, aquí estáis.

Ron apareció como si se hubiera teletransportado, y fulminó con su mirada al investigador tumbado en el suelo que lentamente se estaba desangrando.

—Parece ser que la metralla jugó en tu contra. Cerca del hígado, ¿eh?

Desapareciendo de su campo de visión, agarró a Sally por el brazo. Pero una presión inexplicable lo repelió y salió volando.

—¿Q-qué...?

Cuando el peligroso muchacho pelirrojo del futuro se quiso dar cuenta, se encontraba a dos pisos de altura, boca abajo, y levitando.

Los ojos ámbar de la chica estaban brillando de color verde esmeralda, y un aura mística la envolvía. Gruñendo y furiosa, lucía más animal que persona.

—¡¡Cae y vete!!

—¡¡Nnghh!!

La gravedad aumentó repentinamente y Ron fue estampado contra el duro suelo, hundiéndose en el asfalto más y más. La gravedad volvió a desactivarse y, tras sentir haber sido disparado por un cañón, el hombre bala se perdió en el horizonte.

—Sally...

—Lo salvaré, doctor... Ah... Ah... Sé dónde está ella... Ah... Ah...

Parte 2

—Cada vez manejas mejor tus poderes, Irina.

—No eres el único que entrena, Tomas. Aunque no sea tan eficiente en combate, puedo usar mis poderes para atacar como un mago.

Eran las 5 de la mañana, y apareció en la puerta esta pequeña llamada Sally con Sergio, el mánager del club de baloncesto. Hicimos bien al final en hablar con él, pero en ningún momento contamos con que él se encargaría del asalto. Los niños murieron en la explosión y se arrepiente por lo que hizo, pero a esos chicos no les quedaba mucho tiempo de vida, a lo sumo unos meses.

El suero de cristal que les administran acorta la esperanza de vida a cambio de un gran poder, si es que tienes ese poder. Al parecer, de alguna forma está relacionado con la sangre. Esta pequeña, Sally, se da cierto aire a Nina. Mentiría si no dijera que Irina y Nina tienen cierto parecido; puede que ahora no se note, pero con la Irina adulta es más que obvio que son parientes de algún tipo.

—Así que... ¿los poderes tienen que ver con una rama familiar?

—Sí... Y es mejor estar las cosas como son. No hay que jugar a ser Dios.

Mi madre puso orden en la sala.

Era muy temprano para lidiar con estas cosas, y no corríamos mucho peligro. ¿Por qué? Sencillo: Gardener no puede hacer nada. De intentar irrumpir en nuestra casa, la cosa solo acabaría en una masacre perpetrada por mi madre. Somos nosotros quienes tenemos la ventaja aquí, al tener a la chica, y Natasha estar contra las cuerdas.

Han perdido el laboratorio, su mejor espécimen, y Sergio sigue con vida.

—Yo no puedo faltar al trabajo, tengo que abrir la tienda.

—Nosotros tenemos que ir al instituto. Alguien va a tener que quedarse con ella.

Mi hermana Silvia tenía razón. Es complicado esto. Y Sergio no está curado del todo. Irina solamente sanó sus heridas, la pérdida de sangre aún persiste; el doctor está pálido, frío y cansado. Hemos de esperar a que su cuerpo recupere su nivel natural de glóbulos rojos.

—Yo misma me quedaré con ella, vosotros id al instituto.

No fui el único sorprendido. ¿Nina ofreciéndose a hacer algo desinteresadamente sin pedir nada a cambio? ¡¿Esto qué es?! A ver si va a ser verdad que el fin del mundo se nos viene encima...

—Bueno, en cierto modo sí que es el fin del mundo, Tomas. Estamos en los arcos finales de la historia, siendo este el arco de Sally —respondió a mi pensamiento mientras acariciaba la cabeza de Sally—. Parece que le gusto a esta pequeña, así que yo me quedaré en casa cuidando de ella.

—De acuerdo. Total, es normal en ti faltar a veces porque te quedas dormida.

Irina y Erika me dieron la razón. Los profesores no se van a preocupar porque Nina falte a clase mañana... Espera, esta mañana que diga. Fu, tío. Se nota que me han interrumpido el sueño, no soy yo mismo.

Parte 3

—¡Bueno! Sally, ¿qué quieres hacer hoy con la tita Nina?

—Quiero desayunar.

—Está bien, ¿qué tal si desayunamos fuera?

Con ojos húmedos, la chica miró a la preciosa adolescente de cuerpo dinamita, ojos esmeralda y largos cabellos dorados.

—¿Eso no sería peligroso?

—No, para nada. A plena luz del día no se atreverán a hacer algo. Y aunque Gardener sean de los malos ahora, tampoco podemos comenzar a matar soldados así porque sí. Eso iniciaría una lucha. Nosotros lo sabemos, y ellos lo saben. Es por eso que no tienen huevos de romper esa tensión.

—¿Pero no la rompió el mánager al salvarme a mí?

—Mmm... ¿Sabes qué? No pensemos mucho en eso y vamos a desayunar a la heladería.

Nina se vistió, y hurgó en el armario de Irina para encontrar algo que le quedara bien a la pequeña.

—Estás muy mona con esa sudadera. Te queda un poco grande, pero no mucho, ji, ji.

—¡Me encanta!

Sin tomarse demasiado tiempo, ella cogió su cartera y marcharon a la heladería, cogiendo asiento en la terraza.

—¿Qué quieres tomar? Trabajo aquí, así que me sé todo lo que hay.

—No sé... Todo tiene tan buena pinta...

—Mira —Nina cogió la carta, le dio la vuelta y comenzó a señalar con el dedo, pese a que desde su punto de vista ella no podría ver absolutamente nada—, las crepes están de infarto, los batidos helados son el punto fuerte del lugar, igual la pastelería artesanal. Yo me voy a coger un batido helado con nata. Los mejores sabores son el de chocolate, el de fresa y el de vainilla.

—¿Cuál es tu favorito?

—El mío es el de chocolate.

—¡Vale! —sonrió—. Me pediré uno también.

Un camarero se acercó a la mesa, sacando el teléfono móvil para tomar la comanda.

—Buenos días, Nina. Hola, pequeña. ¿Es tu hermana?

—No, no. Es la hermana de una amiga que estoy cuidando hoy. Ha sido un imprevisto. Ha tenido que salir disparada a la ciudad de al lado y no tenía con quien dejarla.

—¿Qué os pongo? —preguntó amablemente el mozo.

—Un batido helado de chocolate con nata y un bocadillo de tortilla de patata, con alioli, por favor.

—¡Yo también! Un batido helado de chocolate y un bocadillo de tortilla de patata con alioli.

El joven apuntó los datos en su aparato, levantó el lápiz táctil y preguntó:

—¿Con nata o sin nata el batido?

—Con nata.

Para pasar el tiempo mientras esperaban su desayuno, Nina sintió curiosidad por la pequeña de cabellos negros y ojos ámbar.

—Qué curioso tu pelo. Se está volviendo blanco en algunos lugares, ¿no? ¿Es por ese suero?

—Puede...

—Dime, ¿qué te gustaría ser de mayor?

—No lo sé...

—¿Qué te gusta hacer?

—Mmm... Hablar con mis amigos y divertirme.

—¿Ah, sí? ¿A qué jugabais?

—Pintábamos dibujos y coloreábamos libros.

Era complicado hablar con ella.

Su expresión era triste y aburrida. Sus amigos habían fallecido, y aun si se encontraran con vida, hubieran muerto siendo muy jóvenes. Sergio necesitaba finalizar el experimento lo más rápido posible, así que por mucho que le doliera, tuvo que poner punto y final de inmediato y salvar a quien tuviera más probabilidades de sobrevivir.

Si bien Sally no tenga muchas esperanzas de llegar a la edad adulta, podrá vivir una buena parte de su vida con relativa normalidad.

Aún había que eliminar ciertos aparatos que fueron instalados dentro de su pequeño cuerpo.

El camarero llegó y comenzaron a degustar su desayuno.

—¡Oooh! ¡Está muy bueno!

—Heh. ¿Sí? Tampoco es nada del otro mundo. Tienes que probar el flan casero que hacen en una cafetería cerca del instituto.

—¡Sí, sí! ¡Está delicioso! ¡Nunca antes probé nada tan bueno en mi vida!

"¿Qué clase de mierda le daban de comer?", pensó Nina.

—Te lo has comido todo, wow. Tienes hambre, ¿eh? ¿Qué más te pido?

—¡El bollo de filete de lomo adobado, porfa!

—¡Ohoh! Apuntas alto, ¿eh? Venga, sin problemas. ¡Juaaan!

Un chico pasó por al lado.

Este llevaba una chaqueta de chándal roja, pantalones vaqueros, y su mirada era de pocos amigos.

—¿Hn? ¿Tú qué miras, tío raro?

Nina respondió automáticamente, pero al ver que la gente comenzaba a levantarse de las mesas y salir corriendo o grababan con sus móviles a los hombres con uniforme de jardinero con ametralladoras, supo que estaba rodeada de enemigos. Su objetivo: la chica.

—Hm...

—Un solo movimiento y estás muerta, Nina.

—Sí... Que te lo crees tú.

"No pueden abrir fuego libremente. No pueden dañar a la niña, la quieren viva."

Pensando eso, Nina agarró el servilletero metálico, y golpeó con él a Ron en toda la cara. Mientras este se cubría, gritando del dolor, ella le asestó varios puñetazos rompiendo su nariz, y otros cuantos en la mandíbula, esperando noquearlo. Sin más, este se desplomó en el suelo.

Agarró a la pequeña de la mano y comenzó a correr.

—¡Vamos, vamos, vamos!

La joven terminó por cogerla en brazos y acelerar con su Aurora. Pero el camino fue cortado por Ron, quien apareció enfrente de ellas muy enojado.

Nina echó la vista atrás unos segundos y se lo preguntó:

—Tú... ¿Cómo haces eso? Qué mal rollo, tío.

—¡Dame a la niña!

Una cola de sangre azul salió de su espalda, la cual se extendió y trató de agarrar a Sally. Como Nina esquivaba los movimientos del apéndice de proteína semilíquida, este la bifurcó para atraparlas.

—¡Aaah!

Nina empleó sus poderes, y reunió la energía vital en el ambiente para crear esferas de energía que cayeron sobre Ron, hiriéndolo.

En teoría, este poder era el mismo que el de Irina. Pero un poder muy disminuido, una mera sombra de lo que podrá haber sido si ella no hubiera casi perdido la vida y entrado en Lost Form, estado en el que permaneció durante años. Estado que le costó la pérdida total de su Aurora azul, quedando solo estos extraños poderes que no son en absoluto los mismos que otorga la Aurora. Una mezcla imperfecta e inestable de su propia Aurora azul y la energía vital de los alrededores presente en el aire, similar a una disolución. Si hubiera que llamarlo de alguna forma, ella era la única usuaria de Aurora verde. Perdió por completo sus poderes místicos, y su propia Aurora, teniendo que depender de los alrededores y energía enemiga.

—¡Fuego!

Los soldados abrieron fuego, pero todas las balas quedaron congeladas en el aire.

No se debió al escudo de color verde levantado por Nina, sino a la pura telequinesis que estaba empleando Sally. Sus ojos brillaban, y una espuma blanca salía de su boca mientras gruñía.

Las balas que levitaban aún mantenía su momentum. Y dichas balas fueron enviadas de vuelta a quienes dispararon, perdiendo la vida en el acto.

—¡¿Qué?!

Tanto Ron como ella exclamaron lo mismo. Un único segundo bastó para que esta chica destruyera al pelotón de combate.

—¡Uuuuuh! ¡¡Grrrr!!

Un ala de ángel inestable surgió de su espalda. Ron reaccionó con miedo y levantó un muro de Aurora roja para protegerse. Pues dicha ala blanca que parecía haber sido creada mediante polígonos se extendió como una cuchilla y se dirigía hacia su estómago.

—¡Gagh!

Pero de nada sirvió. Ron escupió sangre a la par que comprobaba con horror lo que Natasha había creado. El escudo no se rompió, es que el ala, simple y llanamente, traspasó el escudo como si no existiera, y atravesó su abdomen.

—N-no... puede ser... cierto...

El mundo alrededor de la pequeña se estaba distorsionando. Los cadáveres de los hombres se estaban convirtiendo en arena, las armas se estaban fundiendo, y nieve y hielo estaban formándose en el suelo de la calle.

—¡Aaaaaaaaaah!

De repente, una fuerte presión golpeó a Nina, estrellándola contra el suelo.

—¡Sally, no! ¡Detente! ¡Tienes que calmarte!

Parte 4

—¡¡¡Guaaaaaaaagh!!!

Nina no era la única siendo aplastada por tan tremenda gravedad. Ron estaba siendo víctima del indiscriminado ataque que afectaba a toda la zona.

Haciendo uso de sus fuerzas, rodeada en un aura verde, ella fue capaz de ponerse en pie. Ron hizo lo suyo con su Aurora roja.

"Acostumbrados" a la supergravedad, ambos comenzaron a pelear; ambos quería llegar hasta la niña. Ron saltó y dividió su cola en dos, pero Nina en lugar de apartarse y esquivar, las agarró y jaló a Ron hasta él. En su mano izquierda, una bomba de energía verde.

—¡Gasp!

Demasiado tarde. La ráfaga de energía fue detonada en toda su cara, y Ron fue enviado volando lejos. Seguramente no estuviese muerto, pero sí gravemente herido.

Rápidamente la belleza rusa corrió en dirección a la niña que gruñía como una bestia salvaje. Pero un escudo la rodeó.

—¡Sally! Escúchame, por favor, ¡tienes que calmarte!

—¡Hyaaaaaah!

El ala de ángel hecho con polígonos se descontroló, y como un tornado comenzó a destruir casas, cortar farolas y derribar muros. Se extendía y contraía rápidamente, recorriendo decenas de metros en segundos.

Justo cuando el ala estaba por aplastar a Nina, esta se detuvo.

—¿Eh?

El ala como la broca de un taladro giraba enfrente de ella; deseaba avanzar y hacerla pedazos, pero no podía. Una invisible la detenía. Ella lo había hecho.

Percatándose Nina de este hecho, ella irrumpió en el domo verde con pura fuerza bruta y la abrazó, logrando calmarla.

—¿Ah? ¿Qué pasó?

—¿No recuerdas nada, Sally?

—¿He hecho algo?

Nina sonrió y acarició su pelo, despeinándola.

—No pasa nada, lo has hecho muy bien.

Entre líneas

—Sí, los hijos de puta nos han atacado. Sí, Tomas, estamos bien. La chica se hizo cargo de todo. Lo se, es de locos, pero ella los ha hecho desaparecer. ¿Has visto alguna vez a las células volverse silicio? Pues eso ha pasado. Os espero en casa, estaré en el centro comercial, en la tienda de tu madre. Sí, lo sé. Qué bien vendría que tu padre no estuviera de trotamundos ahora mismo. ¿A qué se dedica exactamente? Porque eso de que te paguen para ir a X sitios a comer y sacarte fotos, ¡joder, yo también quiero!

Parte 5

—¡Buenas!

La puerta se abrió, y todos nos quedamos helados.

La parca en persona entró por la puerta de mi propia casa.

Leticia... No, llamémosla por su verdadero nombre: Natasha.

—Eh —dijo mi madre para llamarle la atención mientras levantaba el cuchillo con el que estaba haciendo la comida—, ¿quién te ha mandado a entrar?

Antes de poder nosotros siquiera reaccionar, mi madre embistió con Aurora roja a Natasha. Las dos atravesaron la pared de la cocina y la valla del jardín, luchando en el jardín de los vecinos. La hija de estos salió a mirar qué ocurría y proyectó una barrera de Aurora azul con la que golpeó a Natasha. ¿La vecina de al lado es capaz de usarla?

—¡Hija de puta!

—¡Ngh!

Mi madre estaba peleando en serio, pero Natasha podía seguirle el paso. Esta es una de esas batallas entre leonas en las cuales no nos podemos meter; de hacerlo solamente estorbaríamos, o seríamos aniquilados en un instante.

—¡Raikiri!

—¡Patrón de colas!

Varias colas de sangre, ocho en total, todas ellas como afiladas espadas apuntando a órganos vitales de mi madre.

Ambas son capaces de usar la Aurora negra o Aurora de muerte. Pero para ser capaz de usar esa tienes que dominar ambas Aurora y desear la muerte de alguien. ¿Qué tan poderosa es Natasha?

Con su propia sangre solidificada y cubierta de Aurora, ella creó dos espadas de sangre, y está combatiendo a mamá con todo lo que tiene.

Solo somos capaces de observar un rayo rojo oscuro y otro negro saltando por los techos de las casas vecinas y destrozar todo cuando hay en la calle.

—Aurora Web!

La batalla se ralentiza; mamá esquiva la red de Aurora de Nina y Natasha pasa a través. Pero algo ocurre: sus brazos y piernas se separan. Han sido cortados por los hilos verdes, y mi madre aprovecha para que un enorme y devastador rayo de luz azul descienda de los cielos y la aniquile.

Pero lo ha soportado como el monstruo que es. Se ha regenerado, y está en pie.

—Hmm...

—Tks.

Y es cuando nos damos cuenta... de que hubo un grave error. Los miembros amputados... la sangre de los mismos que se había derramado formando un charco de sangre habían tomado forma gracias a la hemokinesis y estaban a nada de perforar el cuerpo de nuestra madre.

—¡MAMÁ!

Con mi Aurora azul acelero todo lo que puedo, y logro empujarla. La raíz de espinas hecha de sangre sólida me atraviesan la parte inferior izquierda del abdomen y caigo al suelo fatalmente herido.

—Tomás... ¡¡Tomás!!

Sus ojos se abren de par en par, y Natasha no es capaz de procesar lo sucedido. Estoy lejos de desmayarme, pero no me puedo mover; todo el dolor que siento ataca mi sistema nervioso como un relámpago. No es sino hasta dos segundos después que Natasha es cortada en cuatro grandes pedazos de carne, y una exagerada cantidad de sangre y vísceras tintan el suelo.

—¡Tomás!

Mi visión se va apagando, y escucho la conversación con eco. Las chicas corren hacia mí. ¿Qué le ha pasado a Sally?

—Sa... lly...

Eso es lo último que fui capaz de decir.

Todo quedó en negro.

Epílogo

—¡Sally!

La pequeña se había desplomado sin razón aparente. Nina logró cogerla antes de que cayera al suelo. Su calor corporal se iba, junto a su energía vital; la jovencita se apagaba poco a poco, y nadie sabía por qué.

—¡Sally! ¡¡¡Sally!!! ¡¿Qué te pasa, Sally?!

—No lo sé... Hace frío... Nina... Tengo mucho frío...

—¡No, no, no! ¡Quédate con nosotros!

La pequeña Sally extendió su brazo y acarició la mejilla de Nina, quien se encontraba llorando.

—Tus poderes... son preciosos... Yo quería... que me implantaran los tuyos...

Y la pequeña murió en los brazos de Nina.

Horas más tarde, descubrirían que Sally había fallecido debido a los aparatos que yacían dentro de la pequeña, optimizados para que, en el exacto momento que el corazón de Natasha dejase de latir, sus constantes vitales se apagaran. Un programa similar al que fue instalado en Irina...  

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