Capítulo 36: ¿Mundo alterno?


Prólogo

*¡Ring, ring! ¡Ring, ring! ¡Ring, ring!*

Ahh... La alarma está sonando...

—Mmm... Pesas...

—Apaga la alarma, Tomas...

—Estás encima mía, pesada... Apágala tú.

Con Erika encima mía no puedo moverme. A duras penas puedo sacar el brazo de la sábana y estirarlo para alcanzar el móvil y silenciar la dichosa alarma de las 7:30 AM.

En respuesta al adjetivo calificativo empleado por mí, me pegó su característica patada en la espinilla.

—Ay...

Qué bien, la apagó.

*¡Pam!*

—¡Au!

—¡No soy pesada! —me gritó—. ¡He perdido 3 kilos esta semana!

—¿Eh? ¿En serio? No he notado nada.

No sabía que estuviera a dieta.

—¡¿Cómo que no?! ¡He estado comiendo más verdura y haciendo más ejercicio! ¡Eres muy malo, Tomas!

—Bueno, bueno. Ejercicio sí que hicimos esta noche, je, je —le dije bromeando—. Venga, vamos a vestirnos que llegamos tarde.

—Mmm...

Mientras cogía unos calzoncillos del cajón, Erika cubrió su pecho con la sábana, hasta la cara. Pude ver que sus mejillas estaban teñidas de rojo y sus ojos algo humedecidos.

—¿Q-qué tal estuvo...?

—Muy bien, me gustó mucho —sonreí—, ¿por qué te preocupas?

—Es que...

Me acerqué a mi prometida y acaricié su pelirroja cabecita tsundere.

—Vamos, Irina y las demás estarán desayunando. No las hagamos esperar.

—¿Eh?

Diciendo eso, recogió su ropa interior, pijama y se fue a su cuarto a vestirse. Bajamos al comedor a desayunar, pero... había algo extraño. Aún no había nadie sentado a la mesa... también la cantidad de comida que había sobre la mesa era mucho menos de la usual.

Mi madre nos había hecho el desayuno hoy: tortitas que podíamos endulzar con mermelada, sirope, jarabe de arce, o con embutido como jamón o pavo cocidos. Sin embargo, no pude ver a Irina o Nina por ninguna parte. ¿Mi hermana aún no ha bajado?

—Mamá, ¿Irina? —pregunté confundido.

Es extraño, ella siempre es la primera en levantarse y sentarse a la mesa. Le encanta comer.

—¿Quién, cariño?

—Irina... mi novia. ¿Dónde está Nina? Es raro que no esté dando la matraca tan temprano.

Mi hermana Silvia bajó junto con Erika, estaban charlando amistosamente, como siempre.

—Chicas, ¿dónde están Irina y Nina?

—¿Has vuelto a fantasear con otras chicas, hermano? —preguntó mi hermana menor con soberana ironía—. Eres todo un playboy. Sí, gigoló.

—¡No soy ningún puto! —exclamé—. Estoy hablando en serio, ¿es que se han ido de fiesta sin nosotros? Sé que ellas dos suelen ir a su bola, pero es raro que colaboren.

—¿Qué estás diciendo, Tomas?

Pude sentir el tono de preocupación en su voz.

—Ya sabéis, Irina y Nina. Irina, nuestra albina favorita. Metro sesenta de altura, cabello blanco y ojos grandes y rojos como rubíes. Y Nina, cuerpo dinamita, larga melena dorada y ojos esmeralda. ¿Es hoy 28 de diciembre y no me he enterado? Estamos en marzo.

—¿Eh?

—¿Qué?

Las dos se miraron fijamente durante unos segundos, y luego me miraron a mí muy confundidas.

—¡Venga, chicas! Viven aquí, con nosotros. Irina y yo estamos comprometidos, peleamos contra vampiros y tenemos que evitar que ella muera. Irina y Nina Kruschev.

—Eh... Tomas, yo soy tu futura esposa.

—Sí... ¿Aún no has despertado del sueño, hermano?

—Cariño —me llamó mi madre con voz seria—, ¿dónde has oído ese nombre? Nina murió atropellada por un autobús cuando tu padre y yo teníamos tu edad.

—...

Espera un segundo...

—¡¿Qué?!

Parte 1

Esto tiene que ser una pesadilla...

Sí, ha de serlo... por fuerza.

Sin embargo, rápidamente me dirigí a las escaleras que dan al sótano...

Y no había nadie allí.

La cama de Nina, el armario, y sus cosas, no estaban.

El sótano se encuentra en las mismas exactas condiciones anteriores a ella mudarse aquí, a esta habitación de la casa. Guardaba sus cosas en el armario junto a las de Irina y Erika, y dormía en mi cama o en el sofá cama del salón.

—No, no, no...

Preocupando aún más a mi novia y mi hermana, me dirigí a la primera planta y abrí con desmedida fuerza la puerta del cuarto del cuarto de invitados (ahora de Erika), dando un estruendoso portazo.

El cuarto no había cambiado en absoluto, pero sí su interior... en el interior del armario solo estaba la ropa de Erika y su material escolar sobre el escritorio.

—¿Es que todo lo que he vivido hasta ahora lo he soñado?

—Tomas, ¿te encuentras bien? Estás pálido.

—No, no estoy bien... Erika, muéstrame tu cola de sangre.

—¿Qué es eso?

Esa pregunta me destrozó por dentro.

—¡Sonríe, por favor te lo pido! —exigí agarrando sus hombros con fuerza; tuvo miedo.

—V-vale... ¿Así?

Sus dientes eran normales, no pude ver los típicos afilados colmillos de vampiro.

Ahora que lo miro, sus ojos no cambiaron de color en ningún momento. Siempre eran verde y azul.

Bajamos al comedor y me puse a desayunar.

—Vale... Nina está muerta... ¿Y qué hay de Irina?

—¿Te refieres a la Irina que es un año menor que nosotros? ¿Qué pasa con ella? Hermanito, no me digas que te has enamorado de ella a primera vista o algo así. Espera, no me digas... ¿eres un lolicón?

—Heh... —sonreí—, ella no es una simple loli, es legal.

Cuando dije eso, mi estúpida hermana menor y Erika se abrazaron temblando como cachorros.

—¡Wuah! ¡Qué miedo! ¡Es como si tuvieras en mente asaltarla sexualmente en los baños!

—¡To-to-totalmente! ¡¿Qué le vas a hacer, Tomas?!

—¿Uh? ¿Yo? Nada, solo quiero hablar con ella. Es una chica muy divertida.

Mi madre terminaba de echar su café en su taza favorita, se sentó a la mesa y me dirigió una mirada asesina. Sentí mi corazón detenerse por dos segundos.

Si le haces algo a cualquier chica, ten por seguro que no te sacaré de la cárcel...

Ay... ¿Por quién diablos me tomáis vosotras tres? Y—añadí—, mamá... ¿de verdad no sabes usar la Aurora?

—¿Qué es eso? —me preguntó antes de dar un sorbo al café—. ¿Es de un juego?

—Tú eres la Legendaria Cazadora, una máquina de asesinar vampiros. Tu aura es eléctrica, dominas los tres estilos de las tres familias que forman el gremio y mueven los hilos de la política en esta ciudad, eres capaz de usar la Aurora Roja y la Aurora Azul, creaste tu propio estilo el cual intentaste pasar a mí, y posees la misteriosa Aurora Negra capaz de anular la regeneración celular de estos seres. ¿En serio?

—¡Ja, ja, ja! Eso es muy gracioso —rio dejando la taza sobre la mesa—. Pero yo solo soy una extenista profesional que ahora lleva su propia tienda de deportes en el centro comercial de la ciudad y cuida de sus dos maravillosos hijos y su futura nuera.

—¿Entonces nada de matar demonios?

—Por supuesto que no —me dio un coscorrón—, tonto, deja de ver tantas series hasta las tantas de la madrugada. Aunque sí que entreno demonios del tenis, haré que vuestro club sea invencible en la pista.

Parte 2

—Mmm...

Salimos de casa y nos reunimos con Kevin, su hermana menor Naomi y Laura, y nos dirigimos hacia el instituto.

—Kevin, ¿cómo lleva Alba el cañón de riel que quiere hacer?

—¿Perdona?

De la sorpresa, se levantó las gafas de sol, y arqueó las cejas completamente perplejo.

—¿Un railgun? Sé que Albita es algo rarita, pero ella nunca crearía un arma tan devastadora. ¿Qué porro te has fumado?

—Kevin, mi hermano lleva así desde esta mañana.

—Sí, ha soñado que estaba prometido con Irina.

—Espera, Erika... ¿la albina esa que todo el mundo adora? ¡Joder, qué buen sueño! ¿Qué hay de las gemelas asiáticas? Oh, espera, ¿hiciste algo pervertido con la albina? Esa Irina es tan mona... me encantaría tenerla en mi cama.

—¡Eh, hermano! —Naomi le pegó un codazo en el hígado—. ¡Que tienes novia, idiota! ¡No puedes hacer eso si tienes una novia, imbécil!

—Cierto, ¿quieres que Camila te mate? —remató Laura.

Mi vecina y quien alguna vez fue mi novia en la secundaria, aceleró el paso y mostró cierto interés por mi sueño.

—Oye, Tomas. Dime, ¿qué más pasaba en ese sueño?

—Verás, pues... Es algo vergonzoso, pero...

—¡Nada de peros, quiero que lo cuentes todo! —me ordenó Kevin.

Como las demás también estaban interesada, comencé a narrarlo camino al instituto.

Al llegar, nos encontramos con el padre de Lucia aparcando enfrente de la puerta para que se bajaran Sonia y sus hijos.

—¡Adiós, papá!

—¡Adiós!

—¡Chao!

Me sorprendió bastante ver que Lucia me saltó encima buscando un besito de buenos días. Sonia comenzó a bromear conmigo acerca de cuándo tendríamos sexo, pero como siempre estaba de guasa, para el disgusto de Erika, Silvia y el hermano menor de la delegada.

Todavía no soy capaz de quitarme de la cabeza que mi hermana es adoptada y le gusto.

Parte 3

—Eh... Joder, estoy desorientado hoy. No me siento como si fuera realmente yo mismo.

Los asientos de clase están como siempre...

No, mentira. El sitio de Nina no está.

Erika sigue estando sentada a mi derecha, Kevin se sienta atrás de Erika, y Laura a su lado.

Pero... ¡¿por qué es Lucia, la delegada, quien se sienta a mi izquierda? ¡¿Su sitio no era en la columna del medio de la clase, en la segunda fila?!

—Hoy he hecho yo mi desayuno, ¿quieres probarlo, Tomas?

—E-eh... Claro, ¿por qué no?

¿Seguro que no fue Sonia en realidad? Es buenísima cocinando, aunque no se encuentra al nivel de Irina.

—¡Oye! ¡¿Por qué aceptas?! ¡Yo te daré del mío, Tomas! ¡Seguro lo hizo su sirvienta!

Bastó eso para iniciar una pelea de gatas en la clase.

Lucia y Erika siempre están peleándose para ver quién se gana mi corazón, pese a que Erika ganó la batalla hace mucho tiempo. Sonia suele picarlas dándome besitos o diciéndome cosas guarras al oído, en público para mi pesar.

Pese a eso, Lucia no se rinde.

Es gracioso que todo esto del matrimonio planeado fuera una chorrada de nuestros padres, que se fueron de bares y con la borrachera quedaron en que nos casaríamos. Años después, Gio se acordó y mandó a su hija a estudiar aquí al cumplir los 16 en lugar de en Nápoles.

Espera... ¡¿Qué mierdas?! ¡Eso nunca pasó!

¡Pasaron años hasta que Giovanni y mi padre se reunieran de nuevo! ¡Gio ni siquiera sabía que yo era hijo de Rebeca!

¿Qué son estos recuerdos?

—Tomas, ¿te encuentras bien? Estás blanco como la pared...

—Sí, tío, ¿quieres ir a la enfermería? Te ayudo, no te vayas a desmayar.

Al escuchar esa voz, todos mis sentidos de alerta si dispararon.

Su voz era la misma voz que una vez secuestró el instituto entero con su banda de vampiros.

Quien se preocupaba por mí era Matt.

—Matt... T-tú... ¿no estabas muerto? Y-yo... te maté...

—¿Perdona? —dijo él sorprendido.

—¡¿Qué dices?! Si eso lo mato yo a él antes por habernos ganado, brother —rio Kevin.

Antes de querer darme cuenta, vi el mundo entero de costado... y después un fundido en negro

Me he caído de la silla, y me he desmayado...

—¡Tomás!

Parte 4

—Mm... ¿Dónde estoy?

Me duele la cabeza y me encuentro fatigado. Es igualito a como si me hubieran metido dentro de una licuadora.

—Oh, despertaste —dijo una voz femenina.

Al girar mi cabeza, pude ver una cara conocida.

Una chica bajita que cursaba 4º de ESO. Piel blanca y sensible, pelo blanco y ojos rojos. Estaba sentada en la cama al lado de la mía. Su pie se encontraba vendado, a juzgar por mí se habría torcido el tobillo en educación física.

—¿Te encuentras bien, Tomas? —me preguntó muy inquieta.

—Estoy bien, Erika. Siento haberte preocupado. Estoy... bien.

—¿Qué miras tanto? —dijo asqueada—. ¿Y qué pasa con tus ojos? Das miedo.

—No, nada... Es solo que eres muy hermosa. Como una rosa blanca.

Cuando dije eso, pude ver cómo toda la sangre se subía hacia su rostro y se tiñó de rojo. ¿Eso que he visto salir de su cara ha sido vapor?

—¡Tomas, no coquetees! Soy tu novia.

—Erika, no pasa nada. Muy pronto nuestros cepillos de dientes estarán en un mismo vaso.

—¿Eh?

Fue un poco lenta, pero cuando lo entendió comenzó a darme golpes en la espinilla con sus puños. No podía parar de reír, eso fue una reacción demasiado linda, y tan de ella.

La puerta corredera se abrió tomándonos por sorpresa y entró una mujer alta, morena y bella. Sus ojos carecían del antifaz de mapache por no dormir lo suficiente.

—Veo que ya estás bien, chico. Os lo estáis pasando en grande, ¿eh?

—Oh, Leticia.

—¿Quién?

¿Eh?

—Te llamas Leticia, ¿no?

—Uh, veo que te has dado un buen golpe, Tomás. Me llamo Natasha, no sé quién diantres es esa Leticia.

Rápidamente cogí la primera cosa que tenía a mano, una regla de madera, y amenacé con golpearla si se acercaba un solo paso más.

—Eh, eh, eh. ¿Qué pasa? ¿Estás delirando? Tenías mucha fiebre.

—¡No teme acerques! ¡No te me puto acerques, maldita psicópata! ¡Irina, sal corriendo!

—Buah, está chalado.

Erika me quitó la regla y me calmó.

Dejé que ella me inspeccionara, no hizo nada raro.

—¿Estás bajo mucho estrés últimamente, joven?

—¿Joven? Solo tengo 10 años menos que tú.

Me estrujó la articulación del hombro haciéndome daño, y sonrió como todo un demonio invitándome a decir lo mismo de nuevo.

—Perdón...

—Perdonado. Por cierto —añadió—, estás bien. No noto nada raro, aparte de esa repentina fiebre. ¿Hay algo que te preocupe?

—N-no, nada... Es solo que me encuentro muy cansado, solo eso. En serio.

—Tomas, si hay algo que te preocupe tienes que decirlo.

—Eso ya lo sé, Erika-chan. Cálmate... Oye, Irina, ¿podemos hablar?

Leticia... Digo, Natasha, estaba muy pensativa, mordiendo la uña de su dedo pulgar.

—Creo que lo mejor sería que te fueras a casa por hoy, a descansar. Tu madre está de camino. Preocupaste mucho a tu hermana, ¿eh?

—Lo siento... —me disculpé un tanto compungido.

—No te preocupes, no es tu culpa que te desmayaras. Eso es algo que queda fuera de tu control —dijo ella.

Un segundo...

Mi hermana, mis amigos, mi novia... ¡Julia! ¡Mi hija Julia, venida del futuro!

—¡Erika, llama a mamá, dile que no venga! ¡Estoy bien!

—¿Qué?

Salí corriendo de la enfermería y me dirigí a la clase de mi hermana.

Abrí la puerta en mitad de la clase.

—¡Julia! ¡Julia Sánchez! ¿Dónde estás? Profesora, ¿sabe dónde está Julia Sánchez?

—¡Hermano, ¿qué haces?!

La maestra estaba asustada y contestó después de tragar saliva.

—No hay ninguna alumna con ese nombre en esta clase.

Salí devastado del aula, no sin antes mirar el reloj de la pared.

Es tercera hora.

Parte 5

—¡Eso sí que fue un sueño extraño!

Sonia se reía de mi sueño.

—¿Te parece si haces ese sueño realidad y nos metemos en el sobre, desnudos? Puedo darte mucho amor.

—¡¡Soniaaa!!

—Ya, ya. Tranquila, hermanita, sé que Tomas es tuyo.

—¡¿Qué decís?! ¡Tomas es mío, mío y solo mío!

No estaba prestando atención a la conversación, mi mente estaba en otro lado, observando a Irina charlar con sus amigas, en especial viéndola interactuar con Almudena Salas.

Se supone que ella odia a muerte a esa chica por haberle jodido la experiencia de una vida escolar normal, y que en represalia Irina le pegó con una silla hasta asustarla de muerte. Sin embargo, son mejores amigas ahora. Se nota a leguas.

Matt está vivo. Nina murió, Julia no existe. Tampoco parece que los vampiros existan, pues ni Erika o Sonia lo son. Mamá y papá no son Cazadores, Kevin y nosotros tampoco tenemos poderes, por ende tampoco más preocupación que estudiar. Irina puede vivir su vida sin la inevitable sombra de la muerte sobre ella constantemente al acecho.

¿Qué es esta tan extraña sensación en mi pecho...? ¿Es... paz?

—Laura, ¿yo perdí la memoria alguna vez?

—No, ¿por qué lo dices?

Tampoco eso, ¿eh?

—Eh, adoptada.

Me metió un puñetazo bien fuerte en la boca del estómago, casi vomito el desayuno.

—¡Eres malvado, hermano! ¡¿Cómo te atreves?! ¡Eso duele!

—Perdona... ¿Mi hermana fue atropellada por accidente por mi madre? —pregunté a Kevin.

—Sí... Fue el padre de Erika quien la salvó, trajo a un prestigioso médico de Italia.

Buena esa, Gio-Gio.

Entre líneas 1

—Hey, Irina.

—Ah, eres tú. ¿Qué pasa? ¿Estás mejor de la cabeza? Eso fue mu estúpido, ja, ja.

—Bueno, no tanto como la manera en la me robaste mi perrito caliente.

—¿Qué hablas? Yo nunca he hecho eso. Ni siquiera te conozco. Je, je, eres raro.

—¿Raro? ¿Qué hay de ti, ángel de nieve?

—Por favor, deja de decir eso, vas a hacer que me sonroje.

Seguí tonteando con ella. Mis amigos me están esperando y cuchichean a mis espaldas. Seguro me están acribillando.

De mi bolsillo saqué un paquete de 4 galletas saladas y se la ofrecí.

—¿Quieres?

—Gracias.

Lo aceptó sin preguntar, es como un perrito abandonado.

—Dime, ¿tener hambre es un pecado? —le pregunté con una sonrisa doblada en mi rostro.

Estaba conteniendo mis lágrimas.

—No... Pero si le roba a alguien su comida, entonces sí lo es.

—Yo no te he dado permiso para coger esas galletas que te estás comiendo. Solo te he preguntado si querías. Eres una ladrona.

—Mentiroso. Me las has ofrecido. Eso no es un pecado.

—Sí lo es.

—Entonces te perdonaré ese pecado —respondió.

—¡Entonces yo juzgaré ese pecado! Eres culpable.

—¿Cómo de culpable?

—Tanto como la fosa de las Marianas.

—¿Eso basta para romper tu clavícula?

—¡Sí!

Ambos comenzamos a desternillarnos de la risa.

—Ven para acá, listilla ladrona de galletas. ¡Te haré zumo rojo sangre, deja que te estruje el brazo!

—¡Ay! ¡Ay, ha, ha, ha! ¡Me haces daño! ¡O-oye, para! ¡Me haces cosquillas! ¡Eres muy malo!

—¡Estate quieta!

—¡No, no, nooo! ¡No importa cuánto lo estrujes, no va a salir nada!

—¡Sí, que tú puedes! —la animaba esbozando una sonrisa malvada; esto traía recuerdos—. ¡Vamos, da lo mejor que tienes!

—Ya en serio, suéltame, chico. Je, je. Eres gracioso. ¿Quieres mi teléfono? Está bien, te lo ganado a pulso.

—¿Quieres que vuelva rojo tomate su blanco trasero ahora?

—¡Oye! Eso es acoso sexual. Hasta yo que tengo buen corazón tengo mis límites, no me provoques.

Un coche se detuvo al lado nuestra y el conductor bajó la ventanilla. Iba una pareja dentro.

—Vamos, cielo.

—¡Sí, papá! Un momento, porfa.

Después de decirle a sus padres que se esperaran, se dirigió a mí.

—Tomas, ¿no? Mañana nos vemos.

—Sí, nos vemos mañana. Te daré otro paquete de galletas.

—Oye, que no soy una niña chica.

Por impulso acaricié su cabeza, lo cual la hizo sonrojar.

—O-oye, no me toques la cabeza. ¿Quién te dio permiso?

—Pero te ha gustado.

—Mmm~...

—¿Qué tal si basamos nuestra relación en esto? Yo te doy galletas y tú me haces favores sexuales.

—¿Eres idiota? Ja, ja. Qué gracioso eres. Me caes bien.

Diciendo eso, se despidió de mí y se montó en el coche. Pude oír a su madre preguntar "¿Quién era ese chico tan guapo?".

Por un lado, me alegro que le haya dado una buena impresión a la madre de Irina.

Por el otro... así que sus padres sobrevivieron al accidente de coche en este mundo, ¿eh?

—Tomas, traidor.

—Eh... ¡No, no! —traté de excusarme, en vano—. ¡No es lo que crees, Erika!

—Entonces sí le gusta Irina —dijo Kevin—, qué gran novio eres.

—Tú no eres quién para hablar, cabrón.

Parte 7

Poco a poco me voy acostumbrando, cosa que no debo hacer.

Estoy seguro que algo ha debido de ocurrir, esto no es normal.

Llevo 5 días en este mundo alternativo.

He visitado distintos lugares donde importantes eventos tuvieron lugar: el monasterio quemado, el laboratorio en las ruinas del castillo, el piso de Julia...

El monasterio no está quemado, es completamente funcional y no torturan ni experimentan en los niños. No hay ningún laboratorio subterráneo.

Las ruinas del castillos están abandonadas, tal y como unas ruinas deberían estar.

He quedado para hablar con Kevin acerca de este embrollo.

—Si lo que dices es verdad, entonces ha debido de ocurrir algo grande.

Quedamos en el club de detectives.

Kevin es el dueño de este club, y junto a Alba, Meme y Nene, se encargan de investigar rumores, cualquier actividad paranormal y, su especialidad, ser contratados por gente del instituto para descubrir si un novio o novia está siendo infiel a su pareja.

Cobran por esto, alucinante. Aunque se veía venir a leguas de parte de mi bro Kevin.

Camila, presidenta del club de fotografía, emplea sus amplia red de contactos para recabar pruebas.

Estos novios son un buen problema. Al parecer, en este mundo yo también los uní.

—He, ¿estás escuchando?

—¡Sí, sargento!

—¡Es comandante, idiota!

Acto seguido Camila me metió un cuadernazo en toda la cabeza.

—Escucho, escucho.

—Tío, si lo que me has contado es cierto, entonces esto debe involucrar algo que hicieron los viajeros del tiempo. Julia era tu hija, y vino aquí para protegernos. ¿Es así?

—Sí.

—Y el otro, "Ron", es de una facción enemiga que no sabemos qué quiere hacer, pero quiere salvar a su hermana a cualquier coste. Un tarado radical para el cual el fin justifica los medios. Sin embargo, ni uno ni el otro existen en este mundo.

—Así es. No he encontrado ningún registro de Julia en esta época. Ella ya me explicó que cuando alguien viaja al pasado, se abren líneas de tiempo o mundos paralelos, que progresivamente se fusionan de nuevo.

—Mmm... Según lo que tú me has contado, Julia es su hermana. Pero quizás se encontrara buscando a la Julia adulta, por su manera de hablar lo intuyo.

—Sí...

Joder, se está marcando él un monólogo como todo un experto en estas mierdas y yo solo me limito a asentir como un imbécil.

—No creo que fuera tan lejos como para borrarse a sí mismo de la historia. Y de haberlo hecho, quizás por error, ha causado una paradoja que ha reiniciado el universo cambiando por completo todas las cosas.

—Cierto, con ese sistema las paradojas están permitidas. Pero el universo rellena los huecos argumentales.

—De ahí, amigo mío —hablaba dibujando un diagrama de árbol en la pizarra—, que tu esposa Irina lleve una vida normal. Lo que causó el punto de inflexión fue la desaparición de Nina. En tu mundo ella "desapareció", pero en este oficialmente murió, tus padres fueron testigos de su muerte. Su lápida está en el cementerio de la ciudad. Sus padres, al igual que en tu mundo, se marcharon de la ciudad. Sin embargo... algo no encaja.

Alba tosió, era su turno, le tocaba explicar a ella.

—Eso no explica por qué diablos no hay vampiros o no existen los poderes. Todos nosotros los teníamos, pero no podemos hacer nada. Al no existir ese poder llamado Aurora, y por ende no haber Lost Form, Nina Kruschev falleció en el acto. No creo que se trate de un efecto mariposa, no es capaz de causar algo así de... gigante. ¿Cambiar destinos? Perfectamente. Pero todas las reglas de un mundo entero, lo dudo mucho.

Meme estaba sentada sobre el pupitre, meneando las piernas.

—¿Y si los poderes de diosa que Irina debe despertar tuvieron algo que ver? En los documentos Natasha se refería a ellos como el "Poder de las Estrellas", capaz de "realizar milagros". Pero Irina no puede perder ese poder.

—No, sí que puede —respondí—, Nina era usuaria de esos poderes al principio, pero tras el accidente en el que casi muere perdió esa habilidad. Entonces, nació Irina.

Kevin se llevó la mano al mentón y murmuró para sí.

—¿Se transfirió la habilidad a otra persona? Y tú mismo mencionaste que ella distorsiona la realidad. Sacar muebles de una pequeña mochila, controlar los elementos a voluntad, alas de ángel... Pero para eso ella debe morir.

Cansados, decidimos dejarlo.

—Algo se nos escapa —dijo Kevin—, lo más seguro es que no se trate del Poder de las Estrellas este. El dispositivo espacio-temporal ese, el TPDD, ¿también sirve para saltar entre dimensiones paralelas?

—No lo sé, probablemente.

—¡Eso es! —exclamó Alba—. ¡Esa es la respuesta! El trasto se averió y tuvisteis que arreglarlo. ¿Y si lo arreglasteis mal y te ha acabado trasportando a otro mundo? Es la única explicación a que llevemos vidas tan tranquilas y que no existan los vampiros ni los poderes.

—Sí. ¿Entonces cómo mierdas regreso a mi mundo? ¡El otro Tomás debe estar ocupando mi lugar!

—A mí no me mires —dijo Alba—, no me mires con ojos de camión, Tomás, que no soy ningún garaje.

Entre líneas 2

Llevo ya 5 días en este mundo.

Vivo en mi casa con mi hermana menor Silvia y con mi novia y prometida Erika.

Lucia lucha por mi amor, pese a que sabe que tiene la batalla perdida antes de comenzar.

Laura es mi mejor amiga, y poco a poco he comenzado a entablar amistad con Irina.

Vivo en este mundo de manera normal, y no se está tan mal, pero no podré nunca acostumbrarme del todo después de todas las aventuras que he vivido: batallas contra vampiros, agentes secretos con poderes, viajeros del tiempo y dioses jugando al ajedrez con personas.

Hoy hemos quedado Laura y yo en la heladería Joseph's.

Hay una chica que es clavada a Nina, idéntica a ella.

La llamé por su nombre. Pero obviamente no era ella, la sexy camarera se llama Lydia.

—¿Y qué piensas hacer entonces?

—No lo sé, Laura. No lo sé...

—Dime, si tuvieras el poder para conceder el deseo más profundo de una persona, ¿se lo concederías?

¿Qué clase de pregunta tan conveniente es esa?

—¿Qué quieres decir?

—¿Y si este era tu deseo y fue cumplido? Un poder capaz de realizar milagros —dijo mientras se estiraba sobre la mesa—, ¿no es eso fabuloso? Llevar una vida completamente normal, sin peligros, sin problemas... ¡Es alucinante! Pero, entonces, el otro Tomas que yo conozco debió desear lo contrario que tú, ir a tu mundo.

—E-eh... Sí. Correcto.

Al incorporarse para dejar que el camarero dejara nuestros batidos helados sobre la mesa, se le cayó el móvil del bolsillo.

—¿Eh?

Un smartphone blanco y negro, idéntico al de Julia.

El de Laura NO es así, el suyo es rosa.

—¡El teléfono!

Ella recogió el teléfono móvil del suelo tranquilamente y me miró directo a los ojos.

—¿El qué?

—¡Dámelo, Laura! ¡Podré regresar a casa con eso!

—¿Qué? Es tan solo mi móvil nuevo.

Lo sacó del bolsillo y me lo dio para que los inspeccionara.

Con todas mis esperanzas desbloqueé la pantalla, en busca de una extraña app con forma de reloj que fuera el dispositivo de transporte espacio-temporal. Sin embargo, no encontré nada parecido al navegar por los distintos menú del móvil.

—¿Qué pasa?

—No, nada. Me he equivocado, eso es todo. Falsas esperanzas.

Parte 8

—Vaya, hombre...

Regresando, me topo con alguien familiar.

Una muchacha que es mayor que nosotros, y muy similar por no decir idéntica a mi hermana Silvia. Metro setenta de altura, buenas proporciones, pelo rubio y ojos carmesí.

—Julia... ¡Julia!

Lo que más me sorprende es verla llevando el uniforme del Instituto Sur. Como podéis deducir, se encuentra al sur de la ciudad. Honestamente, ¿quién fue el imbécil que decidió ponerle los nombres a los cuatro institutos de esta ciudad? Por lo menos los colegios tiene nombres normales, ahí no me quejo.

—¡Julia! ¡Julia! ¡Julia!

—¿Eh?

Nada más verla la abrazo, pero ella me empuja y con miedo se echa hacia atrás.

—¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre?

—¡Soy yo, Tomás! ¡Tomás Sánchez! ¿No te acuerdas de mi?

—No te he visto en mi vida...

—¡No, no, no! ¡Espera, espera!

Le cogí de la mano, tratando de retenerla.

—Escucha, escucha. Por favor, escúchame. Eres la única que puede ayudarme. Eres una viajera del tiempo, ¿recuerdas?

Asustada, salió corriendo.

Una reacción bastante normal. Así que tuve que perseguirla por las calles hasta que logré arrinconarla en el parque.

—No te voy a hacer daño, eres mi hija. Solo quiero saber si puedes ayudarme. ¡¡Por favor!!

Ante mi súplica, ella se quedó en completo silencio. Si fracasaba, aprovecharía que me encuentro ahora de rodillas en el suelo suplicando para huir de nuevo.

—No sé por qué, pero siento que estás diciendo la verdad. Aunque esto es demasiado extraño...

—¿Me ayudarás?

—No sé cómo. No soy ninguna viajera del tiempo. Eso sí, el móvil lo tengo yo, es nuevo. Hace unos días que lo perdí y me cayó una buena bronca porque "nunca tengo cuidado con nada". Me da la impresión de que me fue robado, pero como no lo vi ni noté nada, no puedo decir. Menos mal que siempre tengo una copia de seguridad en la nube que se actualizada cada 24 horas.

Echamos un vistazo el móvil, y allí estaba la misteriosa aplicación que te permite moverte a través de la corriente temporal.

—¡Esa es!

—¿Y esta aplicación? No la he visto nunca. Te juro que no me la he bajado de la tienda. ¿Le doy?

Al hacer clic, se abrió la interfaz. Interfaz que yo mismo creé junto con IRINA dado lo horriblemente complicado que era usar el jodido programa. Junto a ella, se desplegó un mapa GPS satelital a todo detalle, según fecha fecha del año, hora, minuto y segundo, un registro de todos los usos realizados hasta el momento, y los datos del móvil empleado para ello.

—Esa IP es la tuya, ¿cierto? —pregunté.

—Sí... Pero la tarjeta fue desactivada para que el ladrón no pudiera comprar nada.

—Heh, para acceder a una app como esta bloquear el móvil no sirve de nada. Menos si no tienes una pantalla de bloqueo con contraseña, código PIN o un patrón. Y los patrones son fáciles de romper. Miremos el registro.

—La última vez que se usó la app fue hace 4 días. Me gustaría decir 5, pero la activación fue a las 00:00 horas.

—¡¿Dónde?!

Al darle a los datos de activación, una flecha cayó inmediatamente en mi barrio, al lado de mi casa. Ampliando el mapa, el punto de activación claramente indicaba la casa de Laura.

Espera... ¿Laura?

¿Mi mejor amiga ha hecho todo esto?

No, no... ¿Mejor amiga? Primero, ¿cómo es que puedo recordar cómo se llama?

Yo siempre he tenido problemas para recordar su nombre y apariencia, pero, ¿por qué ahora puedo recordarlo todo con tanta claridad?

¿Mis recuerdo están mezclados?

Sí, eso es... ¡No hubo tal cosa como un cambio de universo!

¡Es el universo entero lo que fue cambiado! Todo... menos yo...

—¿Te encuentras bien? ¿Te duele la cabeza?

—Golpea el botón de OK, vayamos a ese momento —dije rabiando del dolor.

—No deja. Está bloqueado. Tampoco funcionan otras funciones —ella picaba el teléfono—, según la aplicación se debe a que la sesión ya está iniciada en otro dispositivo. Vayamos a esa casa a recuperar mi teléfono móvil, Tomás.

Agarré sus hombros y la abracé.

—Muchísimas gracias. De verdad, te quiero, hija mía.

—A-aaah-aaah... ¿Vaaaleee...?

La solté porque noté que se estaba muriendo de la vergüenza al ser abrazada de esta manera por un extraño.

—No te preocupes, te lo devolveré.

Le quité el dispositivo de las manos y comencé a jugar con el programa.

Por favor, esto es algo que YO he creado, sé que el programa tiene sus fallos, así que puedo usar sus puertas traseras y explotarlas para mi beneficio.

—¡Muchísimas gracias!

—¿Gracias por qué? ¿Qué hay de mi móvil?

—¡No te preocupes, te lo devolveré! Si mi plan falla, ¡entonces necesitaré la ayuda de tu yo del pasado, antes de que el mundo cambiara!

Salí flechado en dirección a la casa de mi tierna vecina de cabello plateado dejando a esta versión de mi hija con las manos vacías.

Laura, Laura, Laurita. Siempre desde que nos conocemos dabas la lata, siempre querías ser el foco de atención. Montaste todo esto porque te olvidé, ¿no es cierto, antiguo yo?

Parte 9

—¡¡Laura!!

Grito su nombre, y justo la he pillado llegando a su casa.

—Laura, sé lo que hiciste. Sé que te hiciste de algún modo con el móvil de Julia y cambiaste el mundo. Por favor, deshazlo.

—No puedo... —musitó—, no puedo hacerlo... Desinstalé la aplicación; no hay vuelta atrás.

—Laura, esto no está bien.

Me iba acercando paso a paso, quería darle la mano.

—No tienes por qué hacer eso, no está bien.

—No sé cómo revertirlo.

—Mientes. No quieres hacerlo, porque no quieres afrontar la verdad. Creo que sé por qué no me borraste los recuerdos como a los demás. Porque no querías perderme. Tú aún me quieres...

—Así es... He modificado todo el mundo, y eliminado a esas diosas para estar contigo. Pero aun borrándote los recuerdos... aun así no he podido evitar que eligieras en este mundo a Erika, o impedir que te acercaras a Irina. ¡No es justo!

—Laura... deja que te ayude.

—¡Atrás, Tomás! No me obligues a que te borre la memoria de nuevo, por completo —me amenazó.

—¿En serio? ¿Serás feliz si me borras la memoria y anulas mi voluntad de ser reemplazándome por un Tomás que te ame con los poderes de Irina? Vivirás engañándote. Solo tú sabrás de ese pecado, y todo recaerá en tu conciencia, Laura. No permitas que eso pase, acabará por destruirte.

—Lo haré si lo es necesario. Yo también me merezco mi final feliz. He podido mirar en el Mar de Fragmentos, y en ningún Fragmento de esta historia se me otorga uno. He trabajado muy duro cada día para alcanzar la felicidad, y nunca la he recibido. ¡Me he hartado! ¡Así que he decidido crear mi propio mundo feliz! ¡¡Pero ni eso me sale bien!!

—Conque esa es tu respuesta... Muy bien entonces... Si estás dispuesta a borrarme por completo...

Mostré la aplicación del teléfono móvil, y sus ojos se abrieron como platos.

—Antes de que lo hagas, me borro yo mismo.

Sonriendo, presioné el botón digital de OK y me envié al pasado.

Concretamente, elegí un momento en el que sabía que Julia estaría sola.

El día en el que Naomi se nos presentó formalmente como la hija de Giovanni Copper, y por ende medio hermana de nuestra pelirroja tsundere favorita Erika.

Entre líneas 3

—Aww... Qué aburrimiento, ahora tengo que hacer todo de nuevo porque se me escapó. Qué coñazo, en serio...

"¿Qué demonios? ¿Qué es este lugar? Está todo oscuro, no hay ninguna luz. Es frío y hostil. No hay literalmente nada. Me estoy mareando, y no es solo por la sensación de ingravidez. No soy capaz de distinguir arriba de abajo o izquierda de derecha, no hay dirección en este lugar. Solo sé que me estoy moviendo, pero no sé ni cómo. Mi cabeza da vueltas, ¿me han metido en una licuadora?"

*¡PLAM*

—¡¡Aaah!! ¡¿Pero qué coño?! ¿Tomás?

—Uoh... Qué hostia... ¿He llegado?

—¡¿D-de dónde sales?! ¡Mi otro móvil! Espera... ¿vienes del futuro?

—De dentro de una semana si te soy exacto...

Me levanté gracias a que me ofreció su hombro, estoy demasiado mareado.

—Espera, que no te vomite encima... Buff... Buff... Vale, estoy bien.

—¡¿Qué ha pasado en el futuro?!

—Te cuento. Laura robó tu móvil, y al parecer se hizo de alguna manera con los poderes de Irina y reescribió toda la realidad. Tenemos que impedirlo.

—Vale, voy a llamar a mamá.

Entonces, caí en la cuenta de algo...

—¡Ché! ¿Esta es la razón por la cual llegaste tarde? ¿No es eso una p...?

—¡Chist!

Me mandó a callar más rápido que un taquión.

Llamó a Irina (adulta) y quedamos en el parque.

—Comprendo lo grave de la situación... Hiciste bien en venir aquí al pasado en lugar de lanzarte de cabeza a impedir el robo.

—¿Qué hacemos, cariño?

Colocó su dedo en mis labios para silenciarme, y la hermosa Irina del futuro movió sus labios para hablarme.

—No me digas cariño, no quiero cometer un delito de abuso sexual. Eres tan guapo que debería ser delito —y como si nada, cambió de tema—; iremos al futuro del que provienes y la detendremos. Si ella tiene mis poderes y los logra utilizar gracias a los comandos del dispositivo, solo yo puedo detenerla.

—¡Claro! —exclamó nuestra hija—. Como ella tienes tus poderes, solo tú puedes detenerla.

—Ella debe tener alrededor del 70 %. Es más que el acceso que tiene mi yo de esta época.

—¿Cuánto? Si es que puedo preguntar.

—Mi yo de 16 años acceso a mucho menos. Mi cuerpo no está desarrollado. ¿40 % quizás?

¿No desarrollado y es capaz de hacer ESO? Tengo miedo de ti, mi futura esposa.

—En realidad, esos poderes... No importa. Además, ¡¡ERIKA NO ME GANARÁ!! —afirmó llevándose el puño al corazón.

Julia se me acercó y me susurró al oído lo siguiente: "Mamá y tú estáis separados, te fuiste a vivir con Erika".

—Cuando regreses a casa, recuerda darme una hostia de mi parte —le dije—. Lo digo MUY en serio.

Parte 10

—¡Laura!

Grité su nombre lo más fuerte que pude, que se oyera a los cuatro vientos.

Hicimos el viaje de manera que solo hubiera transcurrido un instante desde que presioné ese botón en la pantalla del móvil. Un segundo había pasado, y Tomás estaba ahora acompañado de la Julia de hace una semana y la Irina adulta, responsable y madura.

—¡¿Eh?!

—Te lo dije, ¿no? ¡No voy a dejar que te entierres a ti misma!

Pude sentir en mis propias carnes un poder explosivo que hundió el suelo, destrozando las lozas. Era una presión casi divina. ¡Qué absurdo poder!

Laura se encontraba rodeada de un aura azul con partículas doradas, similares a cuando un fuego quema la leña. Un ala blanca emergió de un flanco, no de su espalda, y atacó. Dicha ala blanca, que parecía haber sido hecha con efectos especiales y claramente indicaba proceder de otro mundo de un orden inmediatamente superior, destruyó todo con solo impactar.

Julia y yo saltamos para evitar ser atizados, pero Irina (adulta) lo bloqueó como toda una campeona. Aunque "bloquear" no sería la palabra adecuada. Ella lo aguantó, cubriéndose con cuatro alas blancas tan bellas como la esponjosa y mullidita cola de un zorro mensajero.

—¡Tch!

Chasqueando la lengua, creó esferas de rayos que nos atacaban. Pero ni a Julia ni a mí nos dio tiempo a hacer nada más. Con un mero gesto de su mano derecha, una inexplicable presión nos aturdió y Laura estaba contra el suelo, sin alas, sin aura... sin nada. Completamente inmovilizada por alguna extraña clase de psicokinesis o un brutal incremento de la gravedad.

—Ahora.

Bajo su fría orden, Julia, quien estaba a mi lado, cargaba con una Irina (joven) inconsciente y yo disparé la pistola con un dardo especial que previamente se me había entregado.

El dardo se clavó en la piel de Laura, y cayó al suelo "desconectada". Mi hija dejó a Irina con mucho cuidado sobre el césped, durmiendo.

—¿Por qué...? ¿Por qué nunca me sale nada bien...?

Irina (adulta) asintió, indicando que me daba permiso para ir y acercarme a ella.

Laura estaba herida, llena de rasguños, cortes y algo de sangre manchaba su frente.

—Laura...

—¿Por qué soy tan desgraciada? Estoy harta de ser la protagonista de "Mis primeras 50 citas". Solo quería ser feliz... ¡¿No tengo derecho de serlo?! ¡¡¡MALDICIÓN!!!¡¡¡MALDICIÓN!!! ¡¡¡MALDICIÓN!!! ¡¡¡MALDICIÓN!!! Maldición...

Golpeó con sus puños tan fuerte el suelo que se hizo sangre. Estaba llorando, mordió su labio inferior con tanta rabia que pude escuchar sus colmillos cortar la piel.

—Harta de siempre ser olvidada, la desconocida... por eso creé este mundo. Pero ni borrando a Irina del mapa pude borrar tus sentimientos por ella, seguía permaneciendo en segundo plano... nunca era la protagonista...

—De verdad que lo siento, Laura. Pero yo amo a Irina.

—Sniff, sniff... ¡¡¡Buaaaaaaaaaaaahhh...!!!

Irremediablemente rompió a llorar desconsoladamente sobre mis brazos.

No me puedo imaginar por todo el sufrimiento que has tenido que pasar, y todo por mi culpa y mi ignorancia. Porque no soy capaz de recordarlo. Habiéndose ella disculpado, y estando Irina (adulta) aquí para arreglarlo todo como si nada nunca hubiera pasado, devolviendo todo a la normalidad, es muy triste... Todo su esfuerzo no habría servido para nada.

Si todo va a regresar como antes después de esto, yo no seré capaz de recordar. De recordarte... Esta será nuestra despedida.

—Laura.

—Sniff, sniff... ¿Sí...? Tomas... Tomas... me gustaría... un último beso... antes de devolverlos...

—Si es capaz de sanar un poco la herida que dejé en tu corazón, lo haré.

Nuestros labios se juntaron y nos besamos. Una poderosa y cegadora luz azul nos envolvió, y comenzó a tragarse al mundo. Eran los poderes de Irina, reescribiendo el mundo. Esta se tornó blanca y después... un fundido en negro.

Epílogo

—¡Ha despertado!

—¡¿Te encuentras bien, Tomás?!

Abrí mis ojos y vi un techo que no era el de mi habitación.

—¿Esto es el hospital?

—Yo! Compañero.

—¿Kevin? ¿Chicas? ¿Qué ha pasado? Esperad, esto ahora no, tengo algo muy importante que deciros... ¿Qué?

Kevin está sentado en una silla a mi lado, mientras que mi hermana y Erika me abrazan llorando a lágrima viva. Mi madre las empuja y ella es quien ahora me rodea con sus brazos.

—¡Menos mal que despertaste, me tenías muy preocupada...! ¡Los médicos no sabían cuándo despertarías!

—¿Qué me he perdido?

Irina se subió en la cama y me besó. Inmediatamente su seria postura se deshizo y comenzó a llorar también.

—Espera, ¿no recuerdas nada? —preguntó Kevin estupefacto.

—¿Recordar el qué? —dije.

—Estábamos jugando y sin querer Laura te golpeó y caíste por las escaleras del instituto de una manera muy fea.

Con cara de cachorrito, Irina dijo lo siguiente:

—Tus ojos se quedaron en blanco, Tomas. Pensamos que habías muerto.

—¿Cuánto tiempo he estado fuera del servidor?

—¡CINCO DÍAS, IDIOTA!

Esa voz enojada se me hacía familiar.

—¡Nina! Quiero decir, muñeca diabólica. Sí, eso dije.

—¡¿Sabes cuánto tiempo me has hecho perder?! ¡Perdimos el concurso por tu culpa! Te haré trabajar el doble de todo nuestro trabajo, ese será tu castigo por haber estado durmiendo.

—Esto... —me rasqué la cabeza, confuso, pero creo que entendí lo que quiso decir—. Ven aquí y abrázame, gatita.

Y eso hizo.

Obviamente ella como mi mejor amiga estaría muy preocupada por mí. Capaz que en todos estos cinco cías no se haya separado de mi lado ni un solo minuto. Acariciaré su cabeza como recompensa.

—Siento haberos preocupado, de verdad. Os pido disculpas, es mi culpa por ir tan distraído.

—Oye, tío, ¿qué era eso que quería decir antes?

—¿Decir yo el qué?

—Eso, querías decir algo importante.

—¿En serio? Era... ¿Qué era...? Bueno, no importa. Si se me olvidó no es nada importante.

Una chica entró tímidamente en la habitación susurrando un "¿Se puede?".

—Oh, Laura —dijo mi madre—, has venido.

—¿Cómo te encuentras, Tomas?

—No me siento las piernas —bromeé—, pero estaré recuperado en nada. Me duele todo.

—Siento mucho haberte empujado por las escaleras... —se disculpó—, casi te mato.

—Fue un accidente, tranquila.

Eso es lo que yo no tengo muy claro... ¿He soñado todo eso...? ¿Esos cinco días fueron un sueño, o pasó de verdad? ¿Alguien robó los poderes de Irina y se hizo con el móvil de Julia solo para estar conmigo?

—¿Qué miras?

—Nada, Laura, no es nada. Solo tuve un sueño muy extraño en el que una chica bonita alteraba el mundo por amor.

—¿En serio?

Me encogí de hombros y reí.

—¿Verdad que es raro de cojones? Es absurdo, no tiene sentido.

Entonces entró la enfermera, Leticia...

Pero por alguna razón sentía que estaba ante un verdadero monstruo. Esa sensación de amenaza inminente, de cuando saltan todas las alarmas y no sabes ni cómo o por qué. Solo sabes y ya. Esa sensación que activa el instinto de supervivencia de correr o luchar, esa emoción que no sabemos explicar con palabras, pero que todos sabemos lo que es: MIEDO.

Una mano de oscuridad larga y temible estrujaba mi corazón desde dentro de mi caja torácica, amenazando con arrebatarme la vida si alzaba la voz.

El sonido, el olor, el color... de la muerte.

—Na... Na... Na...

—¿Natillas? —dijo Nina.

—¿Nata? —se preguntó confusa Erika.

—¿Nachos? —soltó Kevin.

—¿Qué pasa, joven? Ni que hubieras visto un fantasma. Deberías darme las gracias.

—¡¡Natasha!!

En ese momento al ver su cara recordé todo.

No fue una ilusión.

No fue una ficción.

Todo lo ocurrido fue muy, muy real.

Laura causó todo eso.

Levanté mi dedo y la acusé.

Ella misma lo dijo cuando el mundo fue alterado desde sus cimientos y ninguno de los sucesos de esta historia tuvo lugar, ninguno ocurrió.

Salió de su propia boca.

Cuál era su nombre real.

—¡¡¡Ella es Natasha!!!

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