Capítulo 35: Resolución


Prólogo

—¡Tomas!

Estamos saliendo de casa todos en grupo como siempre, como hacemos cada día.

Kevin y Naomi salen de su casa, y nosotros también. Nos reunimos nos dirigimos hacia el instituto, donde a veces en el camino recogemos a Laura. Una vez llegamos, nos encontramos con Lucia y Sonia.

Sin embargo, las cosas han estado un poco... extrañas. En referente a lo ocurrido los otros días en la piscina con mi hermana y conmigo.

Mi propia hermana, a quien siempre he visto y querido como tal, se me confesó. Soy la persona que ella ama, sin embargo yo no puedo verla a ella como una mujer; para mí ella es mi hermana pequeña. Sigue siéndolo, no puedo cambiar de opinión tan sencillo, solo dándole a un botón en mi cabeza.

Aunque ahora sepa que no estamos emparentados, lo que yo siento no ha cambiado.

—Tomas... ¿sigues preocupado por lo de la piscina?

—Sí, Nina... Sigo igual.

Al parecer quería hablarme de algo importante. Por el tono de su voz, dudo que tenga que ver con los documentos de Natasha que recogió de la morgue del hospital, donde esta una vez trabajó.

Irina se cruzó de brazos y suspiró.

"Esto no puede seguir así, tenemos que hacer algo."

Parte 1

—¡Hay que hacer algo, no podemos dejar que esto siga así! —exigió Irina golpeando la mesa.

—¿Qué es lo que quieres que hagamos, exactamente? —preguntó Lucia—. No es algo que se resuelva tan fácilmente.

—Tiene razón —coincidió Erika—, ponte en su lugar. Es complicado...

—¡Kevin, ¿por qué no dices nada?!

Kevin y Camila se encontraban el fondo del salón de clases apoyando sus espaldas contra el tablón de anuncios a rebosar de pósters y carteles de eventos, con ambos con los brazos cruzados.

—¿Qué quieres que diga? —respondió—. Me gustaría ayudar, pero sin lugar a dudas esto es algo que solo pueden resolver ellos dos. Es un asunto privado.

—Estoy con Kevin —dijo la chica de cabello plateado y ojos azules—, no podemos meternos en su vida.

—¡Pero esto nos afecta a todos! ¡En especial a nosotras! Os recuerdo que Erika, Nina y yo vivimos bajo el mismo techo. Mientras que Silvia hace como que nada ocurrió en el chalet, Tomas no deja de evitarla a cada momento.

—Yo puedo hacer de intermediaria —Naomi se ofreció levantando su mano—, soy su mejor amiga.

—Yo te puedo echar una mano con eso, entonces.

Ciertamente, Erika y ella son las que mejor se llevan con Naomi.

—Bueno, ahora, ¿apoyo para Tomas? ¿Kevin y Nina?

—De acuerdo. ¿Pero cuál es el plan?

Ante la pregunta del agente secreto, se hizo el silencio.

Van a ayudarlos a los dos a reconciliarse, ¿peor cómo?

—¡Un juego! —exclamó Nina—. Podemos hacer un juego.

—¡¿Juego?!

—Claro. Una yincana. Podemos prepararlas en base a ciertas cosas que solo ellos saben, y que terminen por reunirse en un lugar que sea importante para ellos.

Irina volteó sus ojos y pidió que por favor sugirieran otra cosa que no fuera tan infantil.

—¡Lo tengo! —gritó la retorcida Camila—. El peluche favorito de Silvia se lo regaló Tomás cuando estuvo en coma para que le hiciera compañía y lo atesora con gran recelo, ¿no? ¿Qué tal si lo hacemos desaparecer y que para encontrarlo tengan que colaborar?

—¡Eso ya me gusta más!

—Em... Eso es muy cruel, Camila —dijo Erika—. Irina, ¿cómo puedes estar de acuerdo?

—Yo creo que funcionará —respondió ella.

Diversas opiniones se dejaron escuchar en la clase.

Parte 2

—¡No está!

Silvia se encontraba buscando desesperadamente su peluche Señor Bigotes.

Estaba abriendo armarios y cajones por toda la casa, sacando ropa, papeles, álbumes de fotos, discos, etc., y regándolo todo por los suelos.

Es imposible terminar este juego así, ¿eh?

—¡Aquí tampoco! ¡Ni aquí, o aquí!

—¿Qué te pasa?

Mi hermana se volvió con lágrimas en los ojos y sorbiendo mocos.

—¡El Señor Bigotes ha desaparecido!

—¿No estaba encima de tu cama, como siempre?

Negó con su cabeza mientras no dejaba de llorar.

—Ay, qué remedio. Te ayudaré a buscarlo. ¿No está en la lavadora o en la secadora?

—Ya he mirado.

—Voy a mirar contigo, a ver si no te lo has pasado. Ya ocurrió una vez.

Estuvimos buscando en todos los rincones.

¿Se trata de alguna broma pesada por parte de Nina para que arreglemos aquello? Tenía pensado en evitar a mi hermana hasta que los dos olvidáramos lo ocurrido.

—¡¡Ninaaa!!

—¡¡¡¿Quééé?!!!

Pasados unos diez segundos aproximadamente, ella bajó las escaleras.

Estaba vistiendo su pijama, cosa rara, y su pelo estaba aún sin arreglar.

—¿Qué te pica? Si es el nabo, puedo remediarlo enseguida. Puedes liberar tensiones conmigo si quieres.

—¡Déjate de chorradas y devuélvele el peluche a mi hermana! ¿Dónde lo tienes?

—¿Peluche? ¿Te refieres al señor Bigotes? Ah, perdón, es un nombre propio, así que va en mayúscula. Pues no, no he visto al Señor Bigotes.

—¡Hah! ¡Lo sabía, era cosa tuya! ¡¿Dónde lo tienes?!

—¿De qué estás hablando, Tomas? Yo no he hecho nada, que no lo tengo.

—¡¿Entonces cómo sabías a qué peluche me estaba refiriendo?! Mi hermana tiene muchos peluches en su cuarto.

"Mierda, piensa en algo, rápido. No pensé que en verdad fueran a poner esto en marcha, ¿no quedaron en lo otro?"

—¿Qué otro peluche va a ser? Es el que más cariño le tiene. Si no, no estaría llorando así en el suelo.

—Tienes razón, lo siento —me disculpé con ella—. ¿Lo has visto?

—La última vez, en su cama, donde debería estar.

—¡Pues no está! ¡Alguien lo ha cogido!

Al ver a mi gata Luna bajar del piso superior y acurrucarse en el cojín del sofá, preguntó si a lo mejor ella lo había cogido.

—No.

—Vaya...

Entre líneas

—Tú, ¿qué habéis hecho con el peluche?

—Oh, no te preocupes, Nina —respondió con una sonrisa maligna Kevin desde el otro lado de la línea—, el peluche está en buenas manos.

—No, ahora en serio. No lo encuentro por ningún lado. ¿Lo tienes tú?

—¡Ja, ja, ja! No pasa nada, hemos dejado unas pistas. Julia me ha ayudado. Cuando llegue el momento dado, el peluche de gatito aparecerá donde debería estar.

—La viajera del tiempo, ¿eh? ¿Lo habéis mandado al futuro?

—...

—Contesta.

—Se te oye mal, Nina. No escucho... ffff... no se te... ffff... la señal...

—¡Hijo de puta, me ha colgado! Ay, siempre hacen lo que les da la gana.

Parte 3

—¡Estoy hasta los cojones de esto ya! ¡Yincana de mierda!

—Llevamos tres horas dando vueltas por toda la ciudad... Me duelen las piernas...

Cuando llegue a casa, los voy a matar...

La primera tarjeta con pista indicaba la heladería Joseph's. Allí el dueño nos entregó la pista si tomábamos unos helados y hablábamos durante una hora.

La segunda pista estaba en al laboratorio del instituto, donde tuvimos que resolver putas ecuaciones que daban números. Esos números eran coordenadas que apuntaban a la siguiente localización: la pista de tenis.

Allí, había pelotas de tenis con pegatinas de números en el suelo.

Tuvimos que buscarles el sentido, hasta que nos dimos cuenta que se referían al piso de Julia.

Una vez allí, en la puerta de su apartamento ponía que estaba en el parque de los naranjos.

La siguiente, escondida en algún lugar del centro comercial, situado fuera de la ciudad. Esta nueva apuntaba a la tienda de deporte de mamá.

La pista de la tienda de mamá apuntaba a la estación de bus, de nuevo.

Ahora mismo venimos de allí. La misma estación que está a las afueras de la ciudad.

—Aaah... La última pista está en la montaña, donde el convento quemado...

—Tranquila, me los voy a cargar... No se escaparán de esta... Pero... ¿sabes? Ha sido muy divertido, hemos podido pasar el día juntos...

—Sí... Quizás debamos prepararles una buena cena como recompensa.

—¡Ja! Lo que les voy a preparar yo va a ser un pellizco en el culo a cada una, por traviesas. Oh, y a Irina, la embestiré de tal manera que se quedará embarazada.

—¡Eeh!

—Oh, perdón. No debí haber dicho eso en voz alta...

Parte 4

—Tomas, sobre lo de la piscina... No quería estropearlo todo. Lo siento, de verdad.

—¿Por qué te disculpas? No pasa nada, ya lo había olvidado.

—Mentiroso... me estabas evitando.

—¡¿Y tú qué?! Al principio actuabas como siempre, pero luego también comenzaste a evitarme. Es imposible y causa mal rollo, vivimos bajo el mismo techo, ¿sabes?

—A posta, aún no me contestaste.

Lo va a decir, ¿verdad?

—Tomas, te quiero. ¿Te gustaría ser mi novio?

—¡Pft! ¡Ja, ja, ja!

—¡Tómatelo en serio, joder!

—Vale, vale, perdona... Es que me resulta inverosímil. Es que... yo te veo como mi hermana, y solo eso. Eres mi querida hermana pequeña. ¿Nunca me viste como tu hermano mayor?

—¡P-por supuesto que sí! Es solo que...

—¿Qué...?

Me crucé de brazos, presionándola.

—Que... fui creciendo, y dejé de verte como mi hermano mayor... es eso. Siempre estabas conmigo, tanto en las buenas como en las malas, me ayudabas, cuidabas de mí... y comencé a sentirme atraída por ti.

—¡Tonta! Eso es lo que hacen los hermanos mayores.

—Pero no somos hermanos de sangre.

Agarré sus hombros para hacerla entender, que le entrara en esa dura mollera.

—Lo sé... yo también te quiero, pero no de ese modo. Te quiero como una hermana pequeña. De verdad, lo siento. Siento mucho haber estado tan ciego y no haberme dado cuenta que me ambas de esa manera.

Su rostro compungido hizo que me sintiera tremendamente mal.

Pero es que no sé cómo lidiar con esto, es complicado.

Nuestros padres ya habían tratado de intervenir, pero ellos tampoco sabían cómo hacerlo.

Y pensar que nuestros amigos han tenido que preparar toda esta tontería para que hiciéramos las paces...

—¿Qué dice la tarjeta?

—Se encuentra en el árbol bajo el que Erika y tú os quedasteis dormidos juntos, en el capítulo 14. Es un USB.

—Ah, ese. No se nota nada que la ha escrito Nina, es la única que habla de capítulos.

—No es la única —me corrigió—, Irina también lo hace, aunque menos veces. ¿Qué quieren decir con eso?

—Ni puta idea.

Cuando llegamos al árbol, no había nada.

—¡¿Nada?!

—¡Venga ya! ¡¿Es una broma?!

Los dos nos miramos perplejos.

—No me jodas que es una pista falsa para que nos cansemos, demos la vuelta a casa y este se encuentre encima de tu cama. Que lo gratificante del viaje no fue la meta, sino el camino que hicimos. Eso no me vale.

—Lo mismo digo, nos habremos sincerado, pero quiero mi peluche de vuelta.

—Oye —dijo una voz—, ¿estáis buscando esto?

Parte 5

—Oye —dijo una voz—, ¿estáis buscando esto?

Nos dimos la vuelta, y vimos un chico de nuestra edad cuyo "aura" desbordaba peligro por todos los poros. Un chico pelirrojo de piel blanca, con camiseta roja, chaqueta vaquera y pantalones también vaqueros. El famoso Ron del que Kevin nos habló.

—¿Qué pasa, Tomás?

—¿Eh? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres?

—Por supuesto que conozco tu nombre, no es la primera vez que cruzamos caminos... somos enemigos.

—Eh... Creo que te equivocas, no te hemos visto nunca —dijo mi hermana—. A todo esto, ¿quién eres?

—¡No te he visto en mi puta vida, tío! ¡¿Tú de dónde sales?! Eres ese viajero del tiempo, ¿cierto?

—Me presento. Me podéis llamar "Ron". Esta es la tercera vez que nos cruzamos, Tomas... aunque es la primera desde tu punto de vista, claro, no he tenido esto en cuenta. Lo siento mucho, pero necesito esta pista. Dentro de esta memoria USB hay información que necesito para realizar los cambios precisos en la ID de la Realidad Personal. No es solo la ubicación de ese estúpido gatito de peluche lo que hay dentro. Sí, he elegido este aislado lugar para darte muerte, ahora que estás solo y con tu punto débil: tus seres queridos.

—¡El Señor Bigotes no es estúpido! ¡Mi hermano me lo regaló! Habla más despacio, por favor, no entiendo nada de lo que dices —le pidió amablemente mi hermana—, ¿y cómo que sois enemigos?

—¡Eso! Ni te conozco, colega. Además, es solo verte y ya me caes mal.

—El sentimiento de desprecio es mutuo, Tomás. Eres el causante de la muerte de mi hermana. Es por eso que he de acabar contigo y cambiar el futuro. ¡Cueste lo que cueste!

¡Me cago en la puta! Lo que me faltaba ya, un pirado.

—¡¡¿Eres consciente de que si me matas ahora tu hermana dejará de existir?!! ¡¿Y de qué memoria USB hablas?!!

—La pista es este pen. Contiene las coordenadas del laboratorio de DRAGON. DEM es solo una fachada que no sirve de nada. He de encontrarme con la Bruja de la Noche y su Reina si quiero salvar mi mundo. Solo ellas pueden concederme el poder que necesito.

El tipo se rodeó en una potente aura roja y me atacó.

Por suerte pude bloquear el golpe y proteger a mi hermana.

Por el viento que provocamos con el impacto, ella salió rodando por un terraplén hasta el nivel inferior.

—Tendré que eliminar testigos también. Lo siento por ti, Silvia. Me caes bien, pero es necesario.

Una cola de sangre me golpeó por detrás, y acabé por estrellarme contra el tronco de un árbol.

—Mi espalda... Agh.

Espera, ¡no es una cola de sangre! ¿Le ha dado forma de cola de zorro a su aura?

—Perdóname, Silvia. Pero te aseguro que no te ocurrirá nada. En el nuevo futuro estarás viva, reescribiré toda la línea temporal. No recordarás jamás tu muerte; eso es algo bueno, créeme. Yo también puedo manejar los Fragmentos, y no es placentero recordar vidas pasadas o líneas de tiempo alternativas donde sufriste un horrible final. ¿Qué prefieres, morir devorada por vampiros o de un tiro en la cabeza?

—Aa-aaah...

Mi hermana estaba temblando.

Es una humana normal, no tiene poderes ni tampoco sabe luchar.

Contra un tipo con fuerza sobrehumana como este tarado solo encontrará la muerte; correr tampoco servirá de nada, menos pedir clemencia.

—¡¡¡HIJO DE PUTAAA!!!

Por la espalda le metí semejante y salvaje placaje que salió disparado como una bala de cañón contra las ruinas del ruinoso convento, armando una increíble polvareda que nos cegó por completo.

—Gagh... Cof, cof, Buah... Joder...

Seguía vivo, a pesar de que golpeé con intenciones de matar.

—Da igual... tengo lo que vine a buscar... He sido bueno esta vez. No tendré piedad contigo en el segundo encuentro, Tomás Sánchez García, hijo de Strawberry.

Diciendo eso, desapareció.

No hubo un flash, ni una transición o algo parecido. Simplemente dejó de existir, de un segundo a otro. Fue como si un elemento de un videojuego se moviera de manera instantánea sin transición en medio.

En pantalla cuando vemos algo moverse, en realidad es una sucesión de fotogramas que se mueven tan deprisa que crean la ilusión de movimiento; son solo fotografías estáticas colocadas de modo conveniente.

Esto fue igual, fue moverse del punto A (mover pie izquierdo) al punto C (mover izquierdo otra vez) sin pasar por el B (mover derecho).

—Se fue... ¿Y qué es ese sonido chirriante? Ha sido como si una brecha espacio-temporal se hubiera abierto, por compararlo con algo.

No importa, ya me encargaré de este tipo.

—Silvia, ¿estás bien?

Mi hermana estaba en el suelo, aterrada.

Le di mi mano para que se levantara y gimió del dolor.

—Mi tobillo... creo que me lo he doblado.

—Lo tienes bastante hinchado, puede que te hayas hecho un esguince al caerte. Sube a mi espalda.

Me agaché para que pudiera subirse encima mía.

Ahora somos mayores y pesa, no podría llevarla todo el camino sobre mis hombros.

Espera, ¿qué es esta sensación?

—Hermano...

Me abrazó gentilmente, rodeando con sus brazos mi cuello.

—¿Recuerdas cuando me llevabas así a casa, a caballito cuando me cansaba de jugar en el parque con Erika y Kevin?

—Sí... lo recuerdo.

—Eres un mentiroso... no recuerdas nada anterior al accidente en segundo de secundaria.

—No podré recordarlo del todo, pero esos recuerdos están en el corazón. No digas que no están ahí. Si no, ¿cómo pude haber recordado que Erika fue quien te salvó y con quien Kevin, tú y yo jugábamos todos juntos cuando éramos pequeños? Eso sí, qué cabrón de parte de su padre que a los 10 años nos borrara la memoria antes de irse a Italia.

—Je, je. Sí, tienes razón.

Se dejó caer completamente, pero no me molestó; al contrario, me pareció muy lindo.

—Tomas, te quiero.

—Yo también te quiero. Volvamos a casa.

Parte 6

—¿Cómo están los incestuosos? —nos saludó Nina.

Sonia le pegó un puñetazo en el estómago a Nina, lo cual la hizo caer de rodillas al suelo mientras echaba saliva.

—Zorra... eso duele...

—Parece que ha ido bien —suspiró aliviada Lucia—. Qué bonita escena, un hermano mayor cargando a su hermana pequeña.

—Lo sé...

Me agaché para que mi hermana pudiera bajarse y sentarse en la entrada.

—Erika, ¿puedes ir a por una bolsa de hielo y algunas vendas?

—¿Qué ha pasado?

—Ahora os cuento. Kevin, Julia, no podremos mantener esto en secreto por más tiempo. Hay que contárselo ya. El tal Ron Weasly, amigo de Jack Sparrow, nos ha atacado a matar, el muy mamón.

—¡¿Qué?!

—¡Noo!

El peluche del Señor Bigotes estaba sobre la cama de mi hermana. Cuando se lo di, lo abrazó muy feliz. Hablé de lo ocurrido en la montaña, el USB y todo. Esta yincana fue preparada por Kevin y Julia.

Tuvimos que contarles toda la verdad a las chicas. Bueno, casi toda la verdad. Detalles como el que Julia es hija mía y de Irina los omitimos, igual con lo de ciertas muertes. El dichoso Ron es peligroso, y ni creo que se trate de su nombre real.

¿Pero en qué piensa este pavo? Si me mata a mí siendo joven él no nacerá, tampoco Julia. Es que no lo entiendo. ¡NO lo entiendo a este tipo!

—Se lo he comunicado a mi superior —dijo Julia terminando la llamada.

—Vale.

Epílogo

—Natasha, invoca a la Bruja de la Noche.

La mujer se dio la vuelta.

Un chico al que no conoce de nada ha entrado en este lugar, y al parecer no solo conocía su verdadera identidad, sino todo acerca de ella cuando miraba esos ojos de color negro.

—Trae al gato negro.

—Tú... ¿Quién eres y cómo has entrado? Sin la llave...

Del bolsillo de su pantalón mostró con aire chulesco la memoria USB.

—La tengo. Ahora trae a la chica diosa esa. Quiero hacer un trato.

—¿Ohh? ¿Qué tenemos aquí?

Una voz femenina se escuchó provenir del final del oscuro pasillo subterráneo escasamente iluminado.

—¿Un viajero del tiempo? Esto es nuevo, nunca antes había visto uno. El autor debe estar pasándoselo en grande provocándome así. Y tan siquiera soy la villana.

De las tinieblas apareció una pequeña chica.

Mediría aproximadamente metro sesenta de altura, su cabello era negro, liso y largo, llegando a la altura de su cintura, y sus ojos eran de color violeta. Pero... estaban desprovistos de toda vida.

Su atuendo era "peculiar", pues se trataba de un vestido de fiesta morado, y dos alas de ángel negras pequeñas salían de su espalda. Su textura parecían indicar que estaban hechas de un material que no se encuentra en este mundo, pues lucían como si hubieran sido renderizadas mediante CGI.

Su aura era aplastante e impecable, tanto que Ron cayó sobre sus posaderas.

—¿Tienes miedo? ¿No fuiste tú quien preguntó por mí?

—T-tu poder... aumentó...

—Por supuesto. Si Irina ha podido seguir viviendo es porque yo se lo he permitido, me aburrí de repetir siempre lo mismo. Mi poder siempre alcanza su cenit cuanto más cerca ella se encuentre de su muerte. ¿No es intrigante?

—He venido... ¡He venido a hacer un pacto!

—Un pacto, ¿eh? —sonrió el demonio—. Eres valiente, joven. Pero ¿de veras crees estar en la condición de negociar conmigo, una diosa omnipotente? Tus piernas tiemblan, parece que estés a esto de hacerte pis encima.

Nastaha se comunicó con la mirada con ella y asintió. La extraña chica de otro mundo no dijo nada, tampoco se movió.

Se agachó y con su delicada, blanca mano, acarició el mentón del joven de 18 años de edad apodado Ron. Sin embargo, los pies de la misteriosa deidad descalza no tocaban el suelo; parecía desafiar todas las leyes de la física, flotando como si la gravedad no tirase de ella hacia el núcleo del planeta Tierra.

—Mmm... Está bien, será divertido. Porque ellos también tienen un viajero del tiempo, ¿no? No es justo. Obviamente Irina no cuenta, ella al morir regresa su conciencia al pasado, abriendo mundos paralelos. Hagamos de esta última partida un espléndido baile, una maravillosa coreografía de jugadas entre vosotros, las piezas, y un brutal, cruel y majestuoso despliegue de estrategia por nuestra parte, las diosas. ¿No es así, hermanita? ¿Crees que tu Reina podrá con mi Rey?

Ron solo pudo asentir mientras sudor goteaba por su frente, temblando del miedo.

La sonrisa de aquel Gran Demonio apretaba su corazón al punto de que parecía que se iba a detener en cualquier momento.

—Bien...

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