Capítulo 15: Un día de compras

—Wow.

He de decir que no sé por qué digo "wow", a estas alturas debería estar ya más que acostumbrado a que hermosas chicas se cuelen en mi cama para dormir con el gran Tomas.

Esta vez, la visitante era una criatura de la noche, una despampanante vampiresa de cabellos rojos y ojos de color desigual, pero igualmente de hermosos. Llevaba un pijama de una sola pieza blanco con estampado de corderitos. Es tan mona como mi hermana Silvia llevando su pijama de gato. Sí, ese pijama que realmente es un mono de gato muy parecido a un disfraz, y que la capucha lleva orejas de gatito. Me gustaría tener uno de esos, pero me da vergüenza admitirlo. ¿Sería "cute"?

Erika, desde hace unos días, ha cogido por costumbre el meterse en mi cama y dormir a mi lado.

Gracias a mis anticuerpos de Cazador de vampiros, y el verme expuesto a las constantes mordidas de Erika, a quien le encanta mi sangre, he desarrollado inmunidad. Ya no hay riesgo de que me convierta en un vampiro pasadas 48 horas. Si Erika tiene hambre, solo tiene que darme un sensual mordisco en el cuello y beber de mi sangre hasta quedar satisfecha. Con un litro de mi sangre al mes le vale, pero le gusta picar un poquito.

Lo malo es que es vergonzoso: beber sangre es muy excitante, tanto para la víctima como para el vampiro. Se siente como si estuvieras teniendo sexo. De hecho, la primera vez que Erika me mordió en el cuello, casi me corro.

Le contamos a la enfermera del instituto, quien resultó ser parte de AURORA, nuestra teoría acerca de que cierto pegajoso líquido blanco que producimos los chicos podría servir como alimento alternativo para los vampiros, en especial los híbridos. Erika se negó por completo, alegando que era asqueroso. ¡Y chico puñetazo recibió Kevin al decirle que tarde o temprano lo probaría!

Nunca antes vi a alguien atravesar una pared de ladrillos en la vida real, solo en mangas, cómics y pelis de acción. Leticia, la enfermera, quiere hacerle unas pruebas a Erika, pero no me fío demasiado de esta tipa tan siniestra; honestamente es capaz de usarla de conejillo de indias. Aunque obtener información es importante: apenas existen híbridos, y es hasta plausible que si los hay, no los podamos detectar (son invisibles al Aurora Radar) y ellos no sepan que son medio vampiros.

Estamos ya a mediados de diciembre, y se acerca mi cumpleaños. Hoy domingo vamos por la mañana al centro comercial a comprar ropa y otras cosas; yo iré a ver si hay alguna que otra rebaja y me compraré algunos juegos. Y de paso encargaré la consola nueva a nombre de mi padre. Sí, es mi padre quien quiere la consola, pero obviamente yo haré más uso de ella que él, quien se pasa todo el tiempo volando alrededor del globo.

—Despierta, Erika. O te comeré la oreja. No... to tocaré la jalea...

Puse mi mano sobre su hombro y la zarandeé para espabilarla, pero estaba durmiendo plácidamente después de haberse dado un festín con mi líquido vital.

—Te la voy a comer...

Acerqué mis labios a su oreja y suavemente mordí su lóbulo. Como vi que no se despertaba, me tumbé de nuevo, me di la vuelta y me tapé con la manta. Aunque me costó robársela, puesto que la tenía pisada.

—Vaya...

Decepcionado con que no se despertase, intenté volverme a dormir hasta que el despertador sonara o mi hermana tocara y nos levantara, lo que sucediera antes. Pero sentí una suavidad repentina envolverme por todos lados. Erika solo estaba jugando, fingió que dormía y esperó a que bajara la guardia, y me abrazó por detrás.

—¡E-erika!

—¡He, he! ¡Pillado! —rio divertidamente—. Oye, ¿qué es eso de besar a una chica dormida?

—Glup.

Tragué saliva. Estoy acostumbrado a jugar con chicas, ¡sin embargo no estoy nada a acostumbrado a ser yo el que es jugueteado!

Abrazándome una hermosura de chica como ella desde atrás me pone muy nervioso, y parece que mi corazón vaya a salirse de la caja torácica, aparte de que se eleve el mástil. El solo sentir su agradable fragancia, y sus pechos siendo presionados contra mi espalda...

—Di algo, Tomas.

—Algo.

—Mmm...

No lo pude ver, pero seguro hizo pucheros.

—¡Dialga!

—¡Presión!

Los dos estallamos con una estúpida risotada. Aprovechando mi despiste, se subió encima mía como una gatita mimada.

—Woah.

Estábamos tan cerca. Sus labios se encontraban a milímetros de los míos, y de no ser porque detuve mi respiración, ya nos habríamos besado en los labios.

¡PAM!

De golpe, se abrió la puerta de mi cuarto, y cierta chica estúpida que tengo por hermana menor gritó enérgicamente "¡Levanta de una vez, cacho vago! ¡Nos vamos de compras al centro!".

Sin embargo, el resto de su monólogo se vio interrumpido en cuanto se percató de la existencia de la chica pelirroja echada sobre mí, besándonos desde su perspectiva.

—...

Durante unos segundos, se quedó en absoluto silencio. Luego, logró reaccionar.

—L-lo siento mucho... siento haber interrumpido. S-seguid...

Mi hermanita Silvia agarró el pomo y salió cerrando la puerta sin decir nada más.

—¡¡¡MAMÁÁÁÁÁÁ!!!

—Me ha dicho un pajarito que ya os habéis puesto las pilas... ¿Cómo fue? Recordad usar protección.

Mi madre ya nos está molestando de nuevo. Silvia, ¿no podía haberte callado un poco la boca? Después servirás de saco de arena, prepárate.

—Mal, mi hermana irrumpió y nos cortó el rollo.

Erika estaba tan cortada (y sonrojada) que no sabía dónde meterse.

—¡¿Eh?! ¡¿Se estaban liando sin mí?! ¡Oye, Tomas! ¡Pero invítame!

—¡No, tres son multitud! —le grité a Nina.

—Hermano, pervertido. Haber esperado a que no hubiera nadie en casa.

Y quería yo una mañana de domingo tranquila... Al menos vamos a ir al centro comercial con mamá.

—Por cierto, Tomas. ¿Cómo va el proyecto de clase con Lucia?

—Tenemos que quedar. Es para dentro de dos semanas, así que hay tiempo.

—Oh, comprendo, comprendo —asintió la odiosa muñeca cruzándose de brazos—, estás intentando usar esta ocasión para acercarte más a la chica que te gusta. ¿Teniendo ya el corazón de Erika? Ciertamente eres un chico despreciable.

—¡Solo somos amigos, nada más! —respondimos los dos al unísono.

—Fu, fu, fu. Hasta donde yo sé, unos amigos no hacen eso. ¿Qué tal si lo dejamos en mucho más que amigos pero menos que amantes?

—Yo lo dejaría en casi amantes, mamá —guiñó Nina un ojo a mi madre.

—Tomas, préstale un poco más de atención a Nina, ¿vale?

—Lo que voy a prestar atención es a mis estudios y a mis partidas.

—Creo que por una vez estoy de acuerdo con mi estúpido hermano playboy.

—Silvia, no sé por qué, pero desde que he comenzado a relacionarme más con chicas de mi edad, te noto algo celosa. ¿Es que en realidad estás enamorada de tu hermano de sangre?

Erika casi se atragantó cuando hice esa coña, y Nina tuvo que darle palmaditas en la espalda.

—¡Por supuesto que no, gilipollas! ¡Soy tu hermana!

—Pero... no te estás sintiendo un poco norteña, ¿verdad? ¿O es que temes que tu onii-chan se vaya de casa? Porque mamá parece que tiene ganas de que me independice ya, y todavía no tengo ni los 18.

—¿Qué? Yo no he dicho eso, pero sí que me gustaría que me presentaras ya a tu novia. Aunque, qué tonterías digo, ¡la tengo aquí enfrente!

—...

—...

Vapor blanco comenzó a salir de la cabeza de Erika, y Nina se quedó un poco en la parra.

—Er... ¿Me dices a mí, mamá Rebeca, o a Erika? —preguntó Nina señalándose a sí misma con el dedo—. Que me he perdido, estaba pensando en otro lado.

—¡¿Mamá Rebeca?! ¿Qué es eso, Nina? Tú llámame mamá. Eres la hija que siempre quise tener, je, je.

Mi hermana cayó de la silla. Un golpe crítico.

—¡Aaah! ¡Silvia, aguanta ahí, Silvia! ¡Te la has cargado, animal!

—¡Silvia, ¿te encuentras bien?!

Erika y yo la ayudamos a incorporarse, pero no había remedio. Ese golpe fue demasiado eficaz y mi hermana menor se encontraba sin vida en el suelo, totalmente pálida y con los ojos en blanco.

—¡Rápido, el gatito de peluche! ¡Todos los que puedas de su cuarto! ¡El Señor Bigotes y el Señor Guantes!

—¡Sí, sí!

—¿Pero qué hacéis, vosotros dos...?

Nina flipaba en colores.

—Entonces, ¿qué vas a hacer tú, Tomas?

—Voy a irme a mirar unas cosillas, y vosotras tres supongo que iréis de compras, ¿no? ¿Nos encontramos sobre las 12 en la cafetería de la plaza?

—¡Claro! —asintió mi hermana.

—Sí, venga —estuvo de acuerdo Erika—. Me gustaría probar un pastel que vi la otra vez. Le eché el ojo.

—Al igual que yo te he echado el ojo a ti, preciosa pelirroja mía.

De respuesta por jugar con ella, una patada en la espinilla. Haciéndome el fuerte aguanté el dolor, pero estaba llorando por dentro.

—Haz como quieras, Tomas. Oye, ¿luego vamos al cine? Hay una peli de terror que quiero ver. Hasta que no pasen unas dos semanas no se encuentra subida en las redes en buena calidad.

—Vaya, tenemos otra piratilla por aquí. ¿No, Nina? Quizás debería amarrarte al mástil del navío, o que te hagan pasar por la quilla.

—Oh, no. Yo lo que prefiero es afilar su espada, mi capitán. ¿Me dejará quedarme en su nave si le saco brillo?

—Lárgate, Nina.

Y con eso, nos dividimos en dos grupos: Nina, Erika y Silvia, y yo en solo.

Mi objetivo estaba la mar de claro: la planta 0.

El mapa del centro comercial es simple:

Los sótanos -1 y -2 son los aparcamientos, nada que ver aquí.

La planta baja es la zona de relax, con multitud de cafeterías, fuentes, tiendas de golosinas, peluches, sección de videojuegos, floristerías, libros, etc. Mi zona favorita, es como un supermercado a lo grande. También se puede encontrar aquí la sección de electrónica y música, electrodomésticos incluidos. Es una gran plaza.

La planta 1 es la que está llena de restaurantes, tanto de alta gama como de comida rápida. Unos situados en un ala, y los otros en otra. Curiosa repartición, ¿no?

La planta 2 está llena de tiendas de ropa y hay galerías de juegos retro y piscinas de bolas. También hay una bolera. ¿Una ronda?

La planta 3 son los almacenes, y en alguna parte se encuentran también la zona de Recursos Humanos y Atención al Cliente. Según mi madre, subiendo una escalera de caracol algo escondida en un rincón de la planta 2. En mi opinión, mejor usar las escaleras de emergencia para llegar, o en su defecto preguntar a cualquiera de seguridad.

Paseando por la sección de videojuegos, hice la reserva de "mi" consola y compré los videojuegos. Aunque de momento no puedo jugarlos porque no tengo consola hasta que llegue, siempre puedo irme a casa de Kevin y ponerlos en la suya. La partida está en el cartucho, así que da igual qué consola sea, si tuya o de tu vecino, la memoria está ahí.

Tras hacer mi parte del trabajo, subí en escalera mecánica y me topé con con una bella y hermosa chica de cabello rubio y ojos azules: Lucia.

Vestía un mono vaquero y un jersey amarillo de lana. Un lacito rosa decoraba su cabeza. Y se había arreglado su largo pelo en dos coletas. Ji, ji, qué graciosa. ¡Es tan linda!

Lucia estaba rondando las tiendas de ropa, pero al parecer no encontraba nada que le gustara. Yo, con mi vergüenza, me oculté a plena vista para que no me viera y me di un paseo por la planta. Tengo que hablarle, he de decirle algo. ¡¿Cómo puedo estar muerto de la vergüenza y rojo como un jodido tomate cuando tengo que ir a su casa a hacer el proyecto de historia?!

—Oye, preciosa. ¿Quieres darte una vuelta con nosotros?

—Sí, venga. Vayamos a la bolera, te lo pasarás bien.

—¿Eh?

Esas voces me sonaban claramente sospechosas, con evidentes segundas intenciones. Y lo que es peor, reconozco quiénes son estos dos capullos. Mientras que yo voy al Instituto Norte, esta gente es del Instituto Sur. Nos llevamos como el perro y el gato. Son famosos por molestar a las chicas y, aunque nunca ha ocurrido nada serio, Lucia se ve intimidada. Cosa extraña dado que ella es alguien muy valiente. ¡Al punto de matar vampiros día sí y día no! ¡Que es una Cazadora, joder!

Introduje la mano por el asa de la bolsa con los juegos, de manera que colgara de mi brazo. Así podría meter ambas manos en mis bolsillos y caminar de forma "chulito machirulo". Nadie me notó ni me vio, y me mimeticé perfectamente con los dos personajes sacados de una mala comedia.

—Mira, te invitamos a un café.

—Puedes pedir lo que quieras.

—Em... Er...

Lucia estaba totalmente trabada.

—Tranquila, solo queremos tocarte las tetas. Venga, tía, no seas siesa. Déjanos tocarte las tetas. ¡Venga, vamos!

Mientras Lucia cruzaba sus brazos para proteger sus pechos, los dos chicos volvieron sus cabezas hacia la persona extra cuyo diálogo resaltaba por encima del de los demás, o sea, yo.

—¡Tomás!

Lucia corrió hacia mí y se ocultó detrás de mi espalda, apoyándose con miedo. En cambio, yo agarré a esos dos gilipollas por el cuello y choqué sus cabezas. Terminaron en el suelo viendo las estrellas.

—¡Dejad en paz a mi chica, soplapollas!

Grité eso, pero en realidad estaba muerto de la vergüenza. Y tenía algo de miedo. ¿Y si tengo que pelear ahora contra estos dos mindundis? No quiero hacerles daño. Pudiendo hacer uso de la Aurora, puedo hacerles la pascua, y no controlo del todo mi fuerza en estos momentos. Perfectamente de una hostia mal dada los dejo más retrasados de lo que ya están.

—¡Coño, que tiene novio!

—¡Corre, tío, corre!

Despavoridos, se levantaron y huyeron con el rabo entre las piernas. Lucia hizo una fea mueca jalando del ojo con su dedo y sacando la lengua. Si mal no recuerdo, hace poco tiempo leí que este gesto se llamaba "akkanbe", y es sin duda un gesto de burla inmaduro.

—Gracias, Tomas, me has salvado. No me gusta decirlo, pero, ¡eres mi héroe!

Esa sonrisa angelical, este cálido abrazo... ¡¿Estoy soñando?!

—E-espera, Lucia. ¿Cómo acabas de llamarme?

—Tomas. Sin el acento. ¿No es así como quieres que te llamen?

Seguía agarrada a mi brazo. Oye, espera, ¿no es así como van las parejas enamoradas o los novios?

—Has estado genial, en serio. Eres muy valiente.

—S-sí, ya... Ja, ja... Eso o que los tengo cuadrados. Oye, Lucia, ¿qué te pasó? ¿Matas vampiros y te quedas bloqueada con esta tontería?

—...

Parece que dije algo que no debía.

—Tuve problemas con acosadores en el pasado, es por eso que he reaccionado así.

—L-lo siento... No sabía, de verdad.

—Mm... —negó ella con la cabeza—, no te preocupes. No tienes por qué disculparte, no es tu culpa. No lo sabías. ¿Vamos de compras juntos?

¡¿Una citaaa?!

Diciendo eso, se aferró aún más a mi brazo. Pude sentir cómo podía tocar y sentir la calidez de sus pechos, hundiéndose lentamente mi brazo en esos hermosos malvaviscos. ¡Me encanta esta sensación! Podría acostumbrarme.

—¡Ah, mira qué bonito!

Y Lucia me arrastró a una tienda de lencería. Ay, Dios, ¿qué hago yo aquí? Y todas estas mujeres no dejan de mirarme y cuchichear acerca de mí, seguro. Estarán diciendo "¿Qué hace un chico tan joven aquí?". Quiero morirme, ¡¿por qué has tenido que entrar en una tienda de lencería, Lucia?! ¡Podrías haber escogido una de trajes de baño! Espera, no hay demasiada diferencia entre una o la otra. Y, ahora que caigo, ¿por qué las chicas se molestan tanto cuando las ves en ropa interior, pero en cambio van mostrando su cuerpo tan contentas en trajes de baño? En ambos casos van casi desnudas...

—Tomas, ¿qué te parece este conjunto?

—¿Eh?

Regresando de mis pensamientos mientras revisaba las redes sociales (no había nada interesante, y apenas gente conectada), Lucia sostenía delante mía un picardías negro.

—Aaah...

El móvil cayó al suelo y se desmontó. Por suerte es algo resistente, por lo que fui capaz de rearmarlo y hacer que funcionara como si no hubiera pasado nada. Llega a caer de pantalla y me quedo sin dispositivo. Hubiera perdido toda mi galería de fotos para uso personal nocturno.

Nota mental: subir esas fotos a la nube, YA.

—¿Te gusta? Es precioso, ¿verdad?

—Em... Lucia, ¿puedo preguntarte algo?

—Sí, ¿qué es?

Me llevé mi mano a la frente y pregunté:

—¿Por qué me has arrastrado a mí a esto?

—¿Eh? ¿Que por qué? Porque me gustas.

¡BAM!

Una bala directa al corazón.

"Me gustas", esa bala de la verdad me ha llegado.

—Quería hablar contigo y no sabía cómo acercarte a ti. Por eso te propuse hacer el proyecto de historia juntos, pero ya que estabas aquí...

—Y-ya veo, así que aprovechaste la ocasión y me acorralaste aquí, en esta tienda.

—¡Sip! —sonriente como unas castañuelas, me sonrió—. Yo te gusto, ¿verdad? Lo llevas escrito en la frente.

—A-así es...

Wow, ¿no es esto demasiado conveniente? N-no sé, es que... me parece demasiado sencillo. ¿Así de fácil? Pertenecemos a dos mundos distintos: soy en clase media, y ella es de clase alta. Además, ella es sobresaliente en todos los aspectos, yo solo en Educación Física.

¡Estoy que no quepo en mí de gozo! ¡He de contarle a Kevin!

Tras asentir, Lucia se dirigió al probador. Estaba fantástica. ¿En serio estaba eligiendo un picardías solo para mí? Tengo que ir a la farmacia a comprar.

—Tomas, ¿eliges uno por mí?

¿Un sujetador? ¿Que elija yo un sujetador por ti? Uff, eso es muy complicado, no entiendo nada de estas cosas.

—Esto... ¿Qué color te gusta más?

—Me da igual, el que tú quieras.

Entonces, vi uno bonito. Era uno azul oscuro.

—Este.

—¡Ok!

Por fin salimos de la tienda. Juro que he oído a una de esas señoras decir "¡Qué linda pareja hacen!". ¡Estoy más rojo que un tomate!

—¡Nos vemos el finde!

—S-sí, nos vemos.

Mi tono de llamada sonó. Pensando que sería mi hermana o las chicas para preguntar dónde estaba, lo cogí sin mirar, y al principio no reconocí la voz al otro lado de la línea.

—Mentiroso.

Me sorprendí un poco, la verdad. Entonces, la voz de Irina me reventó el tímpano.

—¿Quién llama? ¿Eres tú, chacal?

—¡Eres un mentiroso! ¡Me prometiste que me enviarías un correo y que me llamarías todos los días! ¡¿Qué has estado haciendo?!

—¡Perdón, perdón! He estado ocupado. Y sabes que he estado ingresado en el hospital.

—Mmm... Vale, te perdono. Pero solo si me invitas a comer. ¿Dónde te encuentras?

—Pues ahora estoy en el centro comercial.

—¿Qué planta?

Esa pregunta era demasiado específica. No me digas que estás aquí.

—Estoy en la segunda.

—¡Ah, espera ahí! ¡No te muevas! ¡Estamos en la misma!

—¡Date prisa, antes de que me esconda!

Colgué, y no tardé mucho en ver esa preciosidad albina corriendo hacia mí. Había salido de los recreativos.

—Yo! ¿Qué hay, perrito?

Acaricié su cabecita nevada, y ella me abrazó.

—¡Mira qué tengo!

Extendió sus brazos y me quedé perplejo: un móvil de nueva generación completamente nuevo.

—W-wow... Pero si es mejor que el yo tengo. Esta basura es del 2016. ¿De dónde sacaste el dinero?

—¡Lo cambié por un milagro! Ayudé a la dependienta y el gerente de la tienda. ¿A que es bonito? Mira, me han regalado esta funda de gatitos rosa.

—Irina, bonita, ¿no puedes cambiar uno de esos milagros para conseguir ropa?

—Más me gustaría. Por cierto, ¿qué tal te funciona el anillo, Tomas?

—De maravilla. Estoy rodeado de chicas preciosas, y la chica que me gusta se me acaba de declarar justo hace unos minutos.

—¡No me fastidies! N-no pensé que fuera tan poderoso ese hechizo.

Sus ojos grandes como platos lo decía todo. Creía que iba en broma con lo del anillo, pero tiene toda la pinta de que se trataba de todo lo contrario, se lo tomaba muy en serio.

—Por cierto, he estado mirando en Internet. Al parecer esto también se usa para invocar un ángel de la guarda. ¿Me explicas cómo diantres me tocó un demonio?

—¿Mmm? —me miró con una mirada que decía "¿Lo dices en serio?" y trasteó con el anillo de materiales reciclados—. ¿Está roto? ¿Hice algo mal?

—No, no, no. No hiciste nada mal, me arreglaste la vida. Solo por eso te mereces un premio, vente conmigo. Bajemos abajo. Si te portas bien, te llevaré a un motel.

—Si quieres subimos para arriba.

Realmente eres una chica la mar de interesante y divertida, Irina.

Dicho y hecho, en la cafetería pedí un café; ella, un batido de chocolate bien frío y una tarta de Selva Negra. ¡Qué pinta!

—¡Mpf, mpf, mpf! ¡Delicioso!

—Me alegro que te guste.

Entonces, aparecieron las tres.

—Oh, ¿quién es la nueva? —dijo mi hermana con cierto tono condescendiente.

—Irina, os la presento. De izquierda a derecha son Erika y Nina. La hermosa vampiresa pelirroja es Erika, la rubia con cara pervertida es Nina. La idiota sobrante es la estúpida de mi hermana Silvia.

La puse de mal humor al instante, de no estar en público me hubiera saltado encima dándome de arañazos en la cara cual gato salvaje.

—Que te den, hermano.

—¡Oh, me acuerdo de ti! —exclamó Erika—. Tú eres la chica que me regaló este anillo. Gracias a ti encontré a Tomas de nuevo.

—¡No hay de qué!

—Sí... Y gracias a tu anillo fue como pude liberarme de mi Lost Form tomando prestada la Aurora de Tomas. Te debo una y gorda.

Como si fuera una niña chica, las tres se la fueron turnando y abrazándola.

—Irina, ¿serías mi hija?

—¿Eh? —ella se dio la vuelta y con tono enérgico respondió—: ¿Estás tonto? ¡Yo sería tu esposa!

Creo que eso sentó como un disparo de escopeta a las tres.

—¡Sí, así es! —dijo inflando su (pequeño) pecho con orgullo—. Tomas me dijo que me haría su esposa cuando nos conocimos. De hecho, ahora estamos en una cita. Íbamos a culminar yendo a un motel.

—¡Lo siento, pero no pienso perder! ¡Lo seré yo!

Erika manifestó sus intenciones.

Nina, no dando mucha importancia al tema, dio un trago a su refresco que no tengo idea de dónde lo sacó. Lo llevaría en el bolso.

—Yo soy primera amante, ¿queda claro?

—¡Tú te callas! —replicamos ferozmente entre todos.

—Además, Lucia me ha pedido salir. Quien se case conmigo ya se decidirá, aún queda muuucho tiempo. ¿De acuerdo, chicas?

Ha sido divertido ver la reacción de estas tres al conocer a Irina. Tras eso, fuimos a la bolera, donde me dieron un gran repaso. Pero la situación se dio la vuelta como una tortilla cuando fuimos a los recres y les pegué una paliza yo a ellas.

Nos divertimos mucho juntos, ¡y quién fuera a decir que Nina fuera tan buena jugando a los bolos! Irina, madre mía, qué manos tiene. Es buenísima jugando al Street Fighter. Erika es la ama de los juegos de baile, y mi hermana ha mejorado su récord en el de los topos. Es imbatible, da miedo. Si alguna vez ella maneja un martillo para defenderse, desde luego no quiero estar en el pellejo de la víctima.

Llegando la hora de comer, cogimos el bus de vuelta a casa.

Continuará...

Curiosidad: La pasta, tarta o torta Selva Negra es una tarta típica de la cocina de Baden y uno de los dulces más preciados en la cocina alemana. Es un pastel de entre 25 y 30 cm de diámetro, compuesta por varias capas de bizcochuelo de chocolate embebido en kirsch e intercaladas con crema batida y mermelada de cerezas

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