Capítulo 10: Incursión nocturna

—No puedo dormir.

Eso fue lo que dijo Tomás Sánchez, un chico normal y corriente de 17 años de edad que acababa de comenzar su primer año de bachillerato.

—Puf, estoy inquieto. ¿Qué pasa conmigo?

Algo perturbaba su sueño, así que se incorporó y estiró el brazo izquierdo, intentando coger el teléfono móvil que se estaba cargando.

Una vez lo hubo cogido, presionó suavemente el botón del lateral derecho del celular, y la pantalla LCD brilló tenuemente.

Al ver el número, hizo una mueca.

—Mm... 10 %. No es suficiente —murmuró.

Al no disponer de suficiente batería, se levantó de la cama y caminó hasta su escritorio.

Se estaba a oscuras en su habitación, pero una tenue luz de las farolas de la calle se habría paso a través de los minúsculos huecos de la persiana, ayudando un poco a dar con el dispositivo.

Cogió su portátil, los cascos, y una caja de pañuelos.

Y se sentó en el suelo de la habitación.

Muchos conocerán este ritual que muchos jóvenes adolescentes realizan a altas horas de la madrugada antes de irse a dormir.

—Oye, apaga esa luz —dijo una voz.

Pero Tomás se encontraba muy entusiasmado en el vídeo de contenido para adultos y no se había percatado de la existencia de una segunda persona en su habitación.

—Eh, te estoy hablando. ¿Se te volvió a olvidar hacer una parte de un trabajo? ¿Quieres que te eche una mano?

La chica apoyó su mano sobre su hombro y dijo su nombre.

—¿Eh?

—Oh, vaya. Pero serás guarro, mira que hacer esto estando alguien más en el mismo cuarto.

Una bella chica de apariencia extranjera.

Pelo rubio hasta la cadera.

Grandes ojos verdes y largas pestañas.

Piel blanca como el mármol.

Y unos frutos maduros.

Iba vestida con un vestido blanco veraniego de una pieza y una pamela blanca, la cual sujetaba con su mano derecha y acababa de dejar en el suelo como si le molestara.

La expresión de Tomás era de desconcierto, se quedó bloqueado.

—3, 2, 1... —contó ella burlonamente.

—¡Aaah!

Tomás se dio la vuelta y se echó para atrás del susto, desenchufando sin darse cuenta los cascos del ordenador portátil, de esta manera dejándose oír los descarados y pervertidos sonidos de la página web.

—Heh, stepsis —soltó una risita de superioridad—. Así que te interesa esta clase de contenido, ¿eh? ¿Quieres que te eche una mano con eso? —dijo ella señalando a su cosa mientras veía a la chica del vídeo tomar cierta vara de carne con su boca.

La chica con tranquilidad usó su mano para cerrar la tapa del portátil y colocarlo en suspensión.

—¡¿Q-quién eres tú?! ¡¿Cómo has entrado?!

Ella suspiró y se llevó su mano a la frente.

—Nina. Me llamo Nina, ese el nombre que tú me pusiste. Me pusiste ahí arriba, en la cómoda. Me ayudaste mucho, así que decidí recompensarte.

Silencio. Incómodo y denso silencio.

—Oye, ¿vas a terminar? ¿O quieres que te ayude?

—¡¿Pero no tienes vergüenza?! ¡No te quedes mirándolo tan fijamente!

Avergonzado, Tomás se puso los calzoncillos y se subió los pantalones.

—¿Sabes? Realmente estuve a punto de lanzarte una maldición cojonuda cuando me vendiste, pero sentí una conexión contigo en el primer momento en el que te vi, por lo que decidí esperar a que volvieras a por mí. Y no me equivoqué.

"Esto no puede estar pasando. Esto no es verdad.", esas eran las palabras que cruzaban por la mente del muchacho que negaba la existencia de la magia y cualquier cosa que tuviera que ver con lo sobrenatural.

Sin embargo, la muñeca que había encontrado en el trastero de su casa día atrás, limpió y ofreció un sitio de su habitación, había tomado forma humana gracias a su gratitud y se encontraba hablando con él tan naturalmente.

—¿Q-qué está pasando?

—Pues que por una vez que logro romper el sello no estás durmiendo, tarugo.

Al decir ella eso, Tomás recordó aquella sensación que sentía a despertar cada mañana, como si todas las noches una chica se hubiera acostado a su lado y hubiera pasado la noche abrazada a él.

Sintió sudor frío bajar por su espalda, tragó saliva y quiso salir corriendo.

¡No puedo moverme! ¿Qué pasa?

—Sabía que intentarías hacer eso. Escucha, quiero que te calmes. No voy a hacerte daño, solo quiero darte las gracias. Te soltaré si me das galletitas de arroz y una cerveza bien fría. ¿Te hace?

—¡Mmm...! ¡Mmm...!

¡No puedo hablar! ¡¿Qué demonios está ocurriendo?!

—Oh, creo que los he tensado demasiado. Así no puedes hablar.

Tras chasquear los dedos, Tomás pudo hablar.

—Gracias. ¿Qué fue eso?

—Un mago nunca revela sus secretos —respondió con una sonrisa—. ¿Y bien? ¿Y mi birra fresquita? Galletas de arroz no te culpo si no tienes, es un producto raro que a mí me gusta. Pero creo que unas regañás sin duda servirán.

—Eres rara. ¿Realmente eres esa muñeca?

—¿Necesitas alguna otra prueba, bobo? —dijo ella con tono arrogante mientras tiraba su pulgar hacia atrás.

Encima de la cómoda, en el lugar donde se debía encontrar la muñeca, no había nada.

—¿O conoces a otra Nina? No, claro que no.

—Bueno, la abuela de un amigo mío se llama...

—¡¿Qué has dicho?!

—N-nada...

Mi teléfono está sin batería, y es capaz de hacer cosas raras. Si grito pondré a mamá y mi hermana en peligro. ¡Ya sé! Kevin, él sabe pelear. Aunque puedo igualarme a él, si se pone en serio ni de broma le gano. Le daré lo que quiere y me escabulliré para pedirle ayuda.

—Oye, Tomas. No intentes nada raro. Puedo leerte la mente.

De repente, al irse poniendo en pie el chico, sus mejillas se tiñeron de rojo.

—¡Tú! ¡¿Cómo es que no llevas nada?!

—Oh. Es que no llevaba nada debajo del vestido.

—Argh —gruñó el chaval—, da igual. Ya te compraré algo.

Entonces, ella cayó en la cuenta.

—Tomas, pervertido, ji, ji —rio ella haciéndose la inocente—. Si quieres mirar, solo tienes que pedirlo. Y tocar, también puedes. Do you wanna touch my pussy that much?

El joven se dio un palmetazo en la cara.

No sabía si iba a poder soportar esto.

—Oye, ¿tienes algo de embutido? —preguntó mientras daba un trago de la lata—. ¡Aaah! ¡Qué fresquita que está! ¿Quieres algo? —meneó la lata—.

—No, no tolero bien el alcohol. ¿Y qué es eso de querer darle alcohol a un menor?

—¿Qué? Qué aburrido eres, y con un corazón más frío que esta cerveza, desde luego. ¿No beben los chicos y chicas de tu edad hasta llegar al coma etílico? Por beber un poco no te va a pasar nada. Venga, coge una de tu padre y siéntate aquí conmigo —decía alegremente dando palmadas a la silla.

—Elige. ¿Jamón cocido, pavo, pollo relleno, jamón...?

—Difícil elección. Una media baguette tostada con pollo relleno y mayonesa. No, espera. Con aceite. No, no... Oye, Tomas, ¿cuál es mejor?

—No lo sé. Aunque me gusta mucho la mayonesa.

Ella esbozó una sonrisa mala, y trató de no reírse en voz alta.

—Borra esa sonrisa de tu cara. Sé qué estás pensando, que si soy gay. Y sabes la respuesta a eso.

—Sí, si no, no te habrías ruborizado al verme ir en comando —rio ella despreocupadamente.

—Un segundo... ¿Cómo me has llamado?

—Tomas. Eso estaba escrito en tu diario, ¿no? Te gustaría que una chica linda te llamara así en vez de tu nombre. Cumplí uno de tus sueños. ¡Venga, halágame por ello! Acaríciame la cabeza, o dame un besito.

—Lo que te voy a dar es una patada en el culo, engreída. Tienes la cara más dura que el cemento armado.

Tomás, a regañadientes, le preparó el bocadillo y se alejó de la cocina.

—Hey, ¿adónde te vas? Vente aquí, vamos a compartirlo juntos. Un snack nocturno, cariño.

—No me llames cariño, y voy a mear. No me sigas.

—¿Para qué iba a seguirte? Sé de sobra que vas a continuar con el juego de la caja.

¿Qué demonios es eso?

—¿Eh?

—Ya sabes. Irse al baño y hacerse una paja. ¡Ja, ja, ja!

Enojado, Tomás entró al baño, echó el pestillo y salió por la ventana. Corrió hacia la casa de su vecino y tocó a la puerta, pero no hubo respuesta.

—¡¿Qué cojones?!

Tomás aporreó la puerta como si no hubiera un mañana, tocó al timbre y gritó su nombre y el de su novia Naomi, pero nadie contestó.

—Mierda... Mierda, mierda, mierda. ¿Ahora qué hago?

—Oye, Tomás. ¿Cómo te gusta el pan? ¿Tostado, muy tostado o sin tostar?

Al ver que Nina se encontraba detrás suya, instintivamente comenzó a correr.

—Ah, se fue.

La muñeca se encogió de hombros y escupió al suelo.

—Tío, ¿en serio me vas a hacer correr? Que voy descalza.

En la zona cercana al instituto una batalla tenía lugar.

—¡K-0301, ¿dónde estás?! ¡Necesitamos refuerzos, cambio!

—¡A, aquí K! Estoy un poquito ocupado con estos capullos. Cuando pueda voy follao para allá, ¿vale? Cambio y corto.

Un grupo conformado por cuatro adolescentes luchaban contra un monstruo.

Un monstruo de pesadilla, algo que la iglesia clasificaría sin lugar a dudas como un demonio. Criaturas de la noche, habitantes de las sombras. Seres sedientos de sangre y conocidos por su lujuria, así como su orgullo.

Vampiros.

Rodeada de una energía brillante de color azul, la chica de pelo azul se movía a elevadas velocidades, casi teletransportándose, disparando balas, y la chica de pelo verde rodeada de un aura roja, empuñaba una tubería que había arrancado de alguna parte y, de sus extremos, como sopletes, salían llamas de un extraño color rojo y blanco.

—Oye, Nene. ¿Qué poder tiene? —preguntó la chica de cabello azul—. N, no ataques todavía.

—Espera que use el radar para ver por dónde va Kevin, Meme... —respondió la joven de cabello verde—. Esto es malo... ¡Y es un Clase S!

—¡Meme, Nene, salid de ahí hasta que llegue Kevin, es una trampa! —gritó A por el pinganillo.

—¡De acuerdo, Alba! —respondieron las dos.

Al mirar las gemelas el radar, sus rostros palidecieron. No porque varios puntos rojos (vampiros) se dirigían hacia ellas, sino porque algo inusual vieron en el radar: estos desaparecieron de repente y sin previo aviso. El grito que A dio por la comunicación inalámbrica se debió a ello.

—Hey, pequeñas ratitas, ¿ya os vais? Pero si la fiesta acaba de comenzar...

Ante esa escalofriante voz, las dos chicas no retrocedieron. Nene con su aura roja creó una barrera y estampó al demonio contra la fachada del instituto, causando que sus entrañas y sangre se derramaran como quien estruja un dulce relleno de crema.

—¿Qué demonios?

Derrapando con su skate Kevin llegó manchado de sangre.

—¡Eh! ¿Habéis visto esa anomalía del radar? Qué puta locura, colega. Han desaparecido unos cuantos de la nada.

—¿Eh?

—¡Graaagh!

El pálido ser se abalanzó sobre Kevin, pero este le metió una patada giratoria en toda la cara, sacó del interior de su camisa su pistola 9 mm y disparó dos veces sin mirar.

—No lo has matado —señaló Nene.

—Eso ya lo sé, querida —sonrió Kevin—, eso ya lo sé.

Kevin se envolvió en un aura azul, y adquiriendo una postura de batalla.

—¡Sabía que un hijo de puta como tú no caería tan fácilmente! ¡No por nada eres un Clase S!

El hombre vestido en un traje negro, como un empresario, dejó salir una especie de alas de color rojo oscuro, y venas comenzaron a envolver el traje, cubriendo los brazos y formando pinzas. De su coxis emergió una cola de escorpión.

—¡Gagh! ¡Qué asco! ¿Armadura de Sangre?

—¡Tu sangre es mía!

Kevin cruzó sus antebrazos en forma de X y resistió el fuerte impacto de la cola, que hundió el suelo 15 centímetros.

—¡Ngh! ¡Escucha, mañana tengo que ir a clase, no me toques los cojoneees!

Agarró la cola y comenzó a girar sobre su mismo eje, solo para mandar a volar al vampiro por las alturas y aparecer arriba del mismo.

—¡Haaaaaah!

De las manos de Kevin una ráfaga de energía azul y blanca impactó contra el ser, estrellándose en el campo de fútbol y abriendo un cráter.

—Sigue con vida aunque haya reventado la mayor parte de su cuerpo. Mientras no destruya su corazón...

—¡K! ¡Tu vecino va en dirección al instituto!

Kevin al escuchar eso, su rostro cambió de color.

Y se llevó la mano temblando al comunicador.

—¿Qué dices, Nene?

Chasqueó la lengua y maldijo su mala suerte.

Su mejor amigo se dirigía de cabeza a una batalla donde el único vencedor era aquel que esquivara la guadaña de la muerte.

—¡Meme, intercéptalo y bórrale la memoria!

Dicho y hecho, Meme se teletransportó y apareció delante de Tomás.

—¡Coño, Meme! —dio un brinco del susto—. Me alegro de verte. Mira, no sé de dónde sales, pero tienes que ayudarme. Una chica que parece ser un demonio me está siguiendo y...

—Vale, te ayudo. Yo me encargo de ella. Tú solo estate quieto y...

—¡Ah! ¡Tu mano! ¡Tu mano, está brillando! ¡Está brillando azul! ¿Es eso ki?

—Quédate quieto, mira el bolígrafo.

—¡No dejaré que me borres la memoria!

Y emprendió la huida.

—¿Eh...?

Tras un sonido extraño, similar a un chirrido agudo, Meme apareció delante de Tomás.

¿Cómo lo hizo?

Estaba hace un segundo detrás suya, no pudo haber tenido el tiempo suficiente como para rodearlo y estar frente a él, mirándolo a los ojos.

La habría visto sin ninguna duda.

Sus ojos se abrieron como platos ante la visión de que su amiga de la clase de su hermana estirase el brazo en dirección a su sien.

*ZAP*

—¡Aaau!

Tomás apartó la cabeza, y la mano de Meme estaba humeando. Ambos habían recibido un potente chispazo de color azul verdoso.

Rechazo.

—¿Aurora? T-tomás... ¿Eres un Cazador?

—¡Sí, claro! ¡Ni sé qué es eso! ¡Quita, coño!

Y de un empujón, la apartó de su camino.

En dirección al instituto.

—¡K, Tomás se dirige al instituto!

—¡Quita, coñooooooooo!

Expandiendo la barrera a su alrededor, un pilar de energía ascendió a los cielos, y luego cayó sobre el vampiro, causando bastantes daños materiales.

—¡¿Qué dices, Meme?!

—¡No le puedo borrar la memoria! ¡Ha entrado a la zona sellada!

Se suponía que estaban en una zona sellada, una dimensión donde pueden pelear cuanto quieran sin causar estragos en el mundo real, una zona en la que el uso de Aurora provocaba ultrasonidos imperceptibles para los humanos, los cuales infundían una sensación de temor, y por eso se alejaban de la zona en cuestión. Impidiendo así la entrada al domo que abarca el área afectada.

Casi sin aliento, Tomás había dado un gran salto, dio una patada contra el grueso barrote de metal y pasó por encima de la puerta metálica que se deslizaba horizontalmente, entrando en el recinto.

Kevin agarró el comunicador, se lo sacó del oído y lo aplastó.

—¡Kevin, ¿qué haces...?! ¿Qué ha sido esa luz?

—Entró... ¡Tomás, sal pitando de aquí! ¡YA!

El monstruo de la noche sonrió al ver un tentempié gratuito aparecer cerca suya.

—¡¡¡Tomááás!!!

No le dio tiempo a terminar de formular la pregunta, el bicho había lanzado su cola de sangre extensible hacia él, para perforar su corazón.

*Squish*

De un puñetazo, Tomás rompió el órgano.

—¡Uaaaaaah!

El vampiro se retorció de dolor.

Su puño brilló en vivo color rojo durante unos segundos al igual que sus ojos.

—¡A-aaaah! ¡Sangre, sangre! ¡Es sangre! —gritó Tomás alarmado.

—¿Qué puta mierda...?

Kevin no pudo sino levantar sus gafas de sol, estupefacto por lo que acababa de ver.

—¿Aurora...? ¿Él es capaz de usar Aurora? ¡Y roja ni más ni menos, ja, ja! ¡Qué cabrón!

—¡Maldito humano!

Se abalanzó sobre él a gran velocidad, pero de un puñetazo en el mentón sus ojos pasaron de rojos a blancos.

—Buehh...

Una mirada feroz, como la de una animal, un depredador.

Kevin nunca vio esa amenazante mirada en Tomás ni una sola vez.

Ni cuando este se enfadaba.

Era algo completamente distinto, antinatural en él.

—Pft.

El joven de 17 años escupió al suelo expresando su disgusto.

Cada vez que el chupasangre iba a golpearlo, una chispa de Aurora lo protegía y el malévolo ser recibía un contundente golpe.

Sus movimientos eran torpes pero potentes, y sobre todo, efectivos.

—¡Ah!

Le metió un tremendo cabezazo al vampiro, forzándolo a retroceder.

Tras un fogonazo de luz azul, Meme y Nene aparecieron detrás suya.

Y fliparon con cómo Tomás peleaba mano a mano con tan peligroso ser.

La criatura de la noche dio un gran salto, y desde las alturas proyectó cristales de un color rojo oscuro como si fueran balas.

Tomás rugió como un tigre, y con su propia Aurora creó dos guantes que se asemejaban a las garras de un gran felino.

Con ellas repelió el ataque, y de un zarpazo en el pecho hirió de gravedad al no muerto.

—¿Cómo es posible...? ¡¡¿Cómo es posible?!! ¡Solo eres un humano!

Nene examinó a Tomás.

Sobrepasaba las 3,500 unidades por momentos. Su poder fluctuaba; subía y bajaba por momentos, como pequeñas explosiones de fuerza al igual que las que se suceden dentro de un motor de gasolina.

—Eres increíble, Tomás —dijo para sí misma Meme.

—Esos movimientos... Tú le enseñaste, ¿no, Kevin? —preguntó Nene sin apartar la vista de la batalla.

—Es cierto que lo usé como saco de boxeo, pero esto está a otro nivel... ¿Enfrentar a un Clase S con pura fuerza bruta? Realmente me has sorprendido, Toma-yan...

Dos zarpazos tan brutales y sanguinarios, con semejante ilimitado deseo de muerte que fue capaz de cortar a través de la gruesa armadura de sangre del vampiro y arrancar sus miembros,

—¡Muere!

Esa mirada de un asesino, de alguien quien no tiene miramientos por la vida.

Tomás apretó bien fuerte su puño izquierdo, y asestó un poderoso gancho con Aurora ofensiva y lo decapitó.

Como un balón, la cabeza salió disparada y rodó por el suelo.

El cuerpo del vampiro comenzó a arder y volverse cenizas; las garras de Aurora se deshicieron y Tomás respiraba fuertemente, casi sin aliento.

—¡...!

Un sonido sordo, grueso y horrible, como si rompieran una hoja de papel por la mitad.

Todos gritaron su nombre.

—¡TOMÁÁÁS!

En un último momento de llevarse la vida de su enemigo con él, el purasangre dio a su cola amputada que estaba tirada por el suelo la orden de apuñalarlo.

Y la punta de esta, como una letal daga, se clavó bien profundo en su pecho, perforando vasos sanguíneos importantes y el pulmón, antes de convertirse en cenizas y desaparecer.

Un noqueo mutuo.

—¡Gaagh!

Tomás Sánchez tosió sangre y cayó sobre su propia espalda, desangrándose.

Acto seguido, durante unos pocos segundos, ellos pudieron ver un verdadero ángel.

Una chica hermosa, de larga melena rubia y vestido blanco, envuelta en un relámpago de luz verde cogió al moribundo compañero...

Y desapareció.

—¡Retiraos, es peligroso estar ahí! ¡Noto una gran interferencia, pero no es vampiro ni humano!

"¿Entonces qué era?", se preguntó Kevin, mientras se quitaba sus gafas de sol, preocupado por su viejo amigo.

Tumbado en el suelo, desangrándose y apagándose, Tomás murmuraba algo.

—T-tú... Eres tú...

El joven, cada vez más pálido por la pérdida de sangre, alzó la mano y acarició con suavidad su mejilla, sonriendo.

—Lo sabía... Quédate a mi lado, yo te haré feliz... No me importa si eres un demonio...

Nina lo sostenía en sus brazos y le prestaba su Aurora para sanarlo.

—¡No, no, no! ¡No cierres los ojos! ¡No te duermas, idiota! ¡Te estoy curando! ¿Ves? ¡¿Ves?! ¡Tu herida está cerrada, ya no sangras! ¡Oe! ¡Oe! ¡Despierta, Tomás! ¡Si te me mueres no te lo perdonaré! ¡Idiotaaa!

Pero era demasiado tarde, el muchacho se había desmayado.

—¿Tomás?

—Zzz...

Nina se llevó la mano a la frente y suspiró.

—Ay... No me contestes con un ronquido, hijo de...

—¿Alguien me quiere decir qué coño fue eso?

Kevin estaba muy serio. Esa chica de antes poseía un poder increíble y, sin embargo, el Aurora Radar no fue capaz de leerlo y mostrarlo numéricamente.

Una situación completamente anormal.

—No parece estar roto. Funciona perfectamente bien —dijo Alba mientras lo probaba en ella—. ¿Qué demonios fue esa longitud de onda?

—He estado pensando en una cosa, en esos rumores... ¿Qué? ¿A qué viene esa cara?

Todos miraron a Kevin con expresión de incredulidad y preocupación.

Y se echaron a reír.

Continuará... 

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