Capítulo 18 "El Invitado"

El señor Santos no daba respuesta hasta que porfin le recibe la mano —Mucho gusto—. Richard intenta soltar la mano pero aún lo sostenía con firmeza. Se quita los lentes y el señor Santos sentía esa sensación extraña que sólo aparece en los momentos más complicados de su trabajo y le daba una amarga curiosidad de saber porqué lo siente ahora.

—¿Puedo pasar?—. Se da cuenta que su mano apretaba la suya, pestañea varias veces y asiente —Claro, adelante.

Él entra y lo primero que hace es abrazar a Nima. La tenía poseida bajo sus brazos  y ella con un tono distante dice —Vaya, que, sorpresa—. No perdía de vista a su padre que se hallaba con los brazos cruzados y el rostro duro —Si, parece que sí— dice Richard a punto de besarla pero siente una firme presión en su pecho, eran las manos de ella que le advertían detenerse. Richard la livera pero suavemente cierra los puños y baja los hombros. El señor Ángel con una cordialidad envolvente lo invita a la mesa y luego le pregunta —¿No tuviste inconveniente en el camino?

—No— afirma el joven mientras se sentaba. Lo primero que ve es el reflejo de un cuchillo de punta redondeada. Cómo si fuera un niño curioso acaricia esa curvatura fria y tiesa que reflejaba sus ojos, luego levanta la mirada y allí estaba el teniente con el rostro duro y la cabeza levantada—¡Osea que el retraso es algo habitual en ti!

El señor Ángel intercede diciendo —De seguro se le olvidó el camino. No tengas miedo joven, a todos nos ha pasado ¿Cierto hijo?— el señor Santos se queda en silencio mordiendo sus labios.

Richard cierra un puño justo en el mango del cuchillo. El señor Ángel observa el detalle y devuelve la punta de su siguiente paso hacia él, mete la mano dentro de su bolsillo dónde guardaba una pequeña navaja. Richard suelta el cuchillo y suspira diciendo —El restraso fue porque tuve que recoger la moto del taller. Lo siento, si los he ofendido.

El señor Santos estaba apunto de decir algo hasta que es interrumpido —Para nada joven. Sólo que mi hijo está acostumbrado a la puntualidad que se le olvida que todos somos vulnerables a los percances —. Desvía su mirada hacia él y el silencio del señor Santos era tan duro como la expresión de su rostro, Nima siente que la mesa tiembla un poco, eran los pies inquietos de su novio. El señor Ángel se dirige a la cocina y el silencio se volvió implacable. Nima se levanta de su silla, Richard y su padre se voltean hacia ella. Observa la mirada suplicante de su novio, pero en estos momentos no podia rescatarlo y se limita a decir —Voy a buscar los cubiertos. Ya vengo—. Ambos bajan la mirada y allí estaban los cubiertos.

El señor Ángel se serciora si la lasaña que estaba en el horno se puso dorada, tarareando una melodía de Beethoven. Agarra sus guantes y baja la puertilla del horno y mientras que el vapor se escapaba, aparece Nima con la misma expresión de su padre —¿Por qué lo invitaste?

El señor Ángel levanta la nariz y se deleitaba con una sonrisa del exquisito aroma de la ocasión—¿Por qué no debía hacerlo?—inquiere con una dulce mirada.

—Porqué lo odias.

—¿Odiarlo?—sonríe con un gesto de burla en su mirada— Creo que estas equivocada.

Nima no contiene sus sospechas y ataca de frente —¿Qué estas tramando?— . El señor Ángel, con sus dos guantes coge las hazas de la bandeja cuadrada y la coloca con delicadeza sobre la mesa. Se quita los guantes y dice — Pensé que querrías que conozcamos al futuro padre de mis bisnietos.

Nima no le complacia mucho su respuesta,  sonaría más coherente si esas palabras provinieran de los labios de su padre, pero de alguien sin sentimientos cómo su abuelo, era sospechoso. —Sabes cómo se pondrá  mi padre, ahora me prohibirá verme con él.

El señor Ángel se quita su delantal y lo lanza con fuerza sobre la mesa. Luego gira a la ventana y coloca sus dos manos sobre el filo del lavabo y dice — Si de veras quieres que confíe en él, lo mas justo es que me des la oportunidad de conocerlo al igual que a tu padre—ahora gira la mirada hacia ella — ¿No lo crees?

Nima no sabía como replicarle, en su interior presentía una motivación diferente, pero es un zorro viejo, diestro con las palabras y habilidoso a la hora de controlar a los demás, sus características mas sobresaliente que lo a destacado como psicópata . Agacha la mirada y regresa al comedor hasta que escucha a su abuelo —Oye— voltea—Creo que se te olvido esto—le entrega un par de cubiertos.

Lo único que sonaba en el comedor era el tictac del reloj que marcaban las nueve, todos los demás eran los bullicios de la tensión que desprendía el señor Santos. Nima se sienta y observa que la mirada de su padre seguía rigida y vigilante, lo único que recorria sus ojos era su reloj de pulsera, el reloj de la pared y por último cada movimiento de dedos por parte del invitado. Hasta que sólo bastó la presencia de Nima para animarse a seguir interrogando —¿Desde hace cuanto conoces a mi hija?

Richard levanta la mirada hacia ella y luego hacia el teniente —Hace como dos meses, mas o menos—. El señor Santos hincha su pecho y se recoge de brazos diciendo —¿Son compañeros de canto?

—No.

—¿Compañeros de clases?

Estira las comisuras de sus labios y un gesto burlón se le escapa de los ojos —Tampoco —. El señor Santos coloca sus dos brazos sobre la mesa y como si estuviera en un interrogatorio se acerca hacía él, le cambia la voz con más fuerza y dice — ¿Cómo conociste a mi hija?

Antes de que Richard dijera algo interviene Nima diciendo —Fue casual, nos vimos y solo conversamos. —El señor Santos con una mirada muy poco complaciente se recuesta en el espaldar de su asiento, cruzando los brazos e hinchando su pecho.

Richard alcanza a ver que detrás del teniente estaba colocada la foto de un joven vestido de uniforme militar. Nota su ceja gruesa y la barbilla partida, además, no era la única foto, a sus costados habían otros parecidas, se le iluminan los ojos por aquel descubrimiento y dice —¿Ha estado en la marina?

El señor Santos sin soltar los brazos gira hacia atrás y asiente —Sí, cómo por cinco años.

—Wow, es fantástico. Mi hermano mayor estuvo en combate, en un escuadrón en la selva. Luchando contra el narcotráfico.

El señor Santos ablanda la tensión de su rostro—¿Así? Vaya, yo también— suelta sus brazos y desinfla su pecho —¿Cómo se llama tu hermano?—. Richard agarra con fuerza el tenedor y juguetea con el hasta que responde —Dario Ramírez— el teniente se soba el mentón y dice —No lo conocí, de seguro era de otro escuadrón.

—El murió en su primera semana—dice con suspiro y agacha la mirada —Pero era un hombre muy valiente. Qusiera ser como él  señor.

En ese momento el señor Ángel coloca la bandeja en medio de la mesa y el vapor junto con el aroma a queso derretido, carne y jamón haumado envolvió todo el interior de la ocasión —Espero que les guste la lasaña. La comida italiana es mi delicioso encanto culinario.

El señor Santos ignora el aroma y la comida, estaba más atento en decir —Escuchaste papá, este joven quiere ser un marine— dice con una sonrisa. El señor Ángel observa a su hijo, la expresión de sus ojos era completamente diferente ahora, logró seducirlo —Vaya, quién lo diría.

—Bueno, quisiera iniciar en la milicia  y después quiero entrenarme en las fuerzas federales. Me gustaría ser detective — Aquella respuesta le abrieron los ojos de la emoción al señor Santos —¿Asi? Vaya, eso es una buena meta.

El señor Ángel interviene diciendo —Oye, adivina ¿Quién es detective y teniente a cargo de la ciudad?—. Richard observa al señor Santos y hace un gesto de asombro —No puede ser, es increíble señor.

El señor Santos levanta el pecho y finge con un gesto de que no era necesario el elogio, hasta que su padre dice —Sabes Richard, mi hijo es conocido por ser el sabueso de hierro. Ningún asesino es inmune a su olfato.

De repente observa que la mano de Richard cierra un puño pero la expresión de su rostro era cómo la de un niño conociendo a un supehéroe—¿Asi? Vaya señor, es todo un honor. De verdad es un héroe, quisiera ser alguien como usted.

—Gracias hijo, pero el honor se lo llevan todos los hombres y mujeres que trabajan conmigo en atrapar a esos criminales. Todos son heroes.

—Pero usted debe ser el cerebro de todo. De seguro ya debe tener en mente quién podría ser el Monstruo de la noche.

El señor Santos desinfla su pecho y desvía la mirada diciendo —Si, tengo algunas hipótesis.

La mano de Richard seguía cerrada y rigida, pero el resto de su cuerpo expresaba soltura y gentileza—Genial, qusiera escucharlas. Porqué yo también tengo algunas ideas.

El señor Santos comienza a reírse, pero el señor Ángel se queda quieto observando las expresiones ocultas y rapidas de su rostro. Richard muerde su labio inferior y medio levanta un gesto de desprecio y cierra el otro puño. La mirada de emoción exagerada  que resaltaba era tan solo una cortina de humo para ocultar el filo penetrante de sus ojos airosos, se queda quieto observando las manos y la garganta que temblaba de la risa del señor Santos. Sospechaba que estaba analizando un ataque, hasta que se relaja cuando el teniente dice —Adelante hijo, quisiera escucharlas. —El señor Ángel medio inclina la cabeza hacia Nima esperando que pudiera descubrir el verdadero rostro ante esa máscara, pero nada, solo se mantiene en silencio y distraida. Tan joven y de poca experiencia en la interpretación del microleguaje.

—Creo que el monstruo de la noche no es una sola persona, debe ser una organización. —Dice Richard con una seguridad tan firme como si conociera al verdadero asesino. El señor Santos se queda en silencio con un brillo de emoción en su mirada, la teoría del joven no era muy diferente a la suya —Pero hay otra cosa señor— Añade. El señor Santos con la absoluta atención se inclina hacía él y dice —Que cosa, dime.

El señor Ángel lo observa con la misma atención y Richard estira una media sonrisa con un aire malicioso, desvía levemente sus ojos hacia el señor Ángel y dice— Debe haber alguien que los esté organizado, un asesino con una larga trayectoria.

Nima se incomoda por el rumbo de la conversación hasta que dice —Sospecho que sería bueno hablar de trabajo en otra ocasión—. Observa a su abuelo esperando un apoyo, pero el señor Ángel la ignora completamente. Interviene diciendo —Curioso, mi hijo sospecha algo parecido, pero nosotros estamos convencidos que debe tratarse de un asesino posiblemente joven, que sapa manipular a otros pero no a todo el mundo.

Richard sonríe pero su sonrisa era exagerada y desafiante cómo burlándose de su inteligencia en su misma cara y casa. El señor Ángel observa sus ojos y eran feroces y hambriento de control. Richard suelta los puños, se inclina para atrás y dice — Posiblemente sea alguien que ha vivido manipulando a todos sus seres más cercanos casi toda su vida y pronto se le acabará la farsa que tanto a vivido.

El señor Ángel cierra un puño pero lo esconde en su bolsillo, no quiere demostrale a Richard que cedió a la trampa de su provocación, tiene que mantener su compostura y demostrarle que el tiene el control sobre esta casa y nadie más. Asiente con una sonrisa afirmando lo último— Tu lo has dicho.

El señor Santos estaba exitado, sorprendido y era la única persona que disfrutaba de la conversación y dice —Wow, eres un joven muy inteligente. Vas a llegar muy lejos cómo detective. Veo tu entusiasmo y es como verme a mi mismo.

—Muchas gracias señor—dice Richard con cortesía sin abandonar su sonrisa burlona y se lo clava directamente hacia el señor Ángel. El señor Ángel dejó de sonreír, ahora era la única persona que cargaba el silencio de su seriedad. Richard agarra el cuchillo de punta redonda y lo clava como un puñal hacia la lasaña y hace un corte lento, recto y profundo hasta cortar un gran trozo y por último dice —Estuvo delicioso las intenciones de esta velada.—Muerde el bocado de manera lenta, saboreando el momento y mientras masticaba le lanza una mirada desafiante hacía el señor Ángel. En el transcurso de la hora el único amical y conversador de la ocasión era el señor Santos, mientras que el señor Ángel se mantenía en silencio y no perdía de vista cada movimiento de dedos por parte del invitado. El reloj de la pared hace sonar una pequeña alarma indicando que son las once, Richard se limpia la boca y dice—Me encantó la cena y la grata conversación pero se me hace tarde. Le prometí a mi madre llegar temprano, le preocupa mucho mi seguridad, señor.

El señor Santos asiente varias veces—. Eso lo comprendo perfectamente hijo y que bueno que seas obediente. Fue un gusto haberte conocido.

Nima lo acompaña a la salida y le dice con una sonrisa —Tu no tienes madre—. Richard se ríe hasta que dice —Hoy será nuestra bien guardada excepción—. Le intenta dar un beso pero observa que el señor Santos los estaba vigilando, alza la voz diciendo —Señor, le puedo pedir un favor.

El señor Santos se acerca —Si, dime—. Con un brazo rodea los hombros de su hija.

—Qusiera para la próxima pedir de su tiempo para unos consejos o quizas indagar sobre su investigación.

—Seguro— Afirma y de repente suena su teléfono desde el piso de arriba y sube.

—Le iba a pedir su número—. Le confiesa a Nima pero aparece el señor Ángel y le entrega una nota de papel —Aquí tienes.

Richard observa el papel y estira cada vez más su sonrisa y le clava su mirada particular hacía el señor Ángel, diciendo— Muchas gracias por todo.

Cuándo el teniente coge su teléfono ya se había colgado la llamada, observa el número y era el de su padre. Baja las escaleras diciendo —Oye papá ¿Me estabas llamando?

—No ¿Porqué?

—Tengo una llamada perdida tuya.

El señor Ángel se golpea la frente y dice—Ese pedazo de chatarra. De seguro se marcó solo. Lo siento hijo.

—No te preocupes y ¿El muchacho?

—Se fue, pero ya le di tú número, no te preocupes.

—Ha ok, está bien

El señor Ángel tenía su máscara bien puesta, mientras que seguía soportando a su hijo hablando del joven como si fuera alguien especial y dotado. Pero por dentro se sentía humillado, furioso como si le hubieran escupido la cara en su misma casa. Su compañero silencioso, que podía controlar y dormir, estaba inquieto y muy hambriento. Rasguñando el duro caparazón de lo humano para poder liberar al monstruo contenido durante años y tenía un enorme y filoso motivo para hacerlo pero el momento era incorrecto, por ahora.

El viejo cazador decide dejar el camuflaje, ya basta de buscar, ahora hay que atraer. Un jugoso y delicioso sebo tenía preparado. El depredador por excelencia busca y luego atrae, caza y al mismo tiempo pesca. Cada presa es diferente y la técnica es distinta. Pero para pescar a un monstruo se debe lanzar su mayor debilidad, lo único que le da vida en ese agujero frío y oscuro, dónde se resguarda su mundo y se ve a si mismo como el rey invencible.

El señor Ángel piensa y sin ningún motivo gira sus ojos hacia la ventana dónde entra la luz hacia su taller de arte y allí observa el enorme, jugoso y delicioso sebo que el mosntruo de la noche no podría contener.

La luna se estaba levantando hacia lo más alto del cielo iluminando la silueta de la casa abandonada de la vecina, la pobre y desgraciada señora Doris. Su muerte aún se hacia latente en la comunidad y nadie se atrevía acercarse a una casa donde ha ocurrido la peor de las desgracias. De repente llega un motorizado y se quita el casco, de su bolsillo saca el teléfono y escribe <<Estoy aquí>> observa la casa que bien pudiera ser como todas las demás. Suena una respuesta que lo invitaba a entrar.

Para un asesino en serie, visitar la escena de un crimen es el mayor éxtasis con que pudiera embriagarce. Es cómo volver a vivir la experiencia y sentir todas esas sensaciones salvajes que lo hace sentir libre  de romper el duro caparazón de lo humano. El control, para Richard no hay mada más hermoso que el control salvaje, el poder de poseer la vida y arrebatarcela en cuestión de minutos.

El interior de la casa estaba oscura, escapando el olor a encierro que se hallaba apresado durante meses. Richard aún percibía el aroma cenil de una mujer viuda que vivía sola. La piel se le eriza y su miembro se levanta, sigue adelante y pasa su mano sobre una repisa y observa la ausencia marcada por un objeto grande y aparentemente pesado. Por un momento se le olvida la razon de la visita y se deja llevar por las sensaciones de sus recuerdos, guiandolos hacia la sala. Pero detrás de él lo seguía una sombra de ojos brillantes, cómo la hoja filosa que reflejaba la luz que se inmiscuia desde la ventana por parte de un testigo silencioso, la luna.

Richard se queda quieto y baja la mirada, allí  veía el cuerpo de la pobre señora Doris, acostada en un charco oscuro que seguia expandiéndose. Aún cargaba los ojos abiertos y tiesos cómo las de un muñeco pero con una expresión de terror desgarrador, la vida se le fue tan rápido que los ojos no pudieron cerrarse.

Richard estaba agitado, exitado, su pecho subía y bajaba, su respiración era mas densa y una gota de sudor se le deslizaba a un costado de la frente. El señor Ángel estaba allí, observando, cerciorandose que tenía razón, ahora era el momento de actuar.

Tan silencioso como la fria brisa de la noche que entraba a través de la ventana abierta de par en par, jalando las cortinas blancas con bordados de flores. Se desliza hasta sujetarle un hombro y con una habilidad impecable presiona los dientes de la hoja triangular a un costado de la garganta dónde se resguardaba la arteria carótida —¡Hasta aquí!— dice la voz monstruosa del señor Ángel.

Richard levanta la barbilla y comienza a reír a carcajadas, su  garganta comienza a temblar, sólo faltaba el grosor de un hilo para abrir un corte y dice —Si, estoy de acuerdo — extiende las dos manos de extremo a extremo —Felicidades, lo has encontrado.

El señor Ángel escucha unas pisadas detrás de él y siente un brazo que le rodea el cuello y una mano presionando su nariz, luego le tapa la boca con un trapo verde oscuro y húmedo. El olor era tan fuerte que sentía que lo estaban ahogando, pero el aroma le era tan familiar que se convenció de que se trataba de una trampa. Cae al suelo y todo se estaba poniendo borroso, lo último que vio eran los ojos negros y brillosos del verdadero monstruo de la noche.

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