La figura flotaba por entre el campo, oculta por la oscuridad de la noche. En esa ocasión su víctima estaba algo alejada de la ciudad, pero Yubin había delatado aquella ubicación donde otro maldito criminal tenía ocultas a varias jovencitas iguales a ella.

Pero él sabía que su víctima no sería juzgada, era un nombre importante en la política de la ciudad, era casi seguro que saldría impune, al igual que el resto de ellos.

Tuvo que bajar al suelo una vez que llegó a la puerta, para poder utilizar su poder y abrirla sin hacer ruido.

La casa era grande y poco amueblada, lo más probable era que se tratara de un escondite improvisado, luego de que algunos de sus compinches murieran. Además, ahora que La agencia sabía de su trabajo, era probable que esa información se filtrara hasta esos estrados.

Pero les sería imposible escapar, pues por mucho que lo intentaran no podrían evitar dormir, y entonces serían presas de su poder.

Avanzó con cuidado, no quería despertar a su víctima, necesitaba sus sueños para poder descubrir en ellos la verdad. Y, en caso de que fueran culpables, poder ejecutar allí mismo su sentencia.

Logró llegar hasta la habitación que seguramente era el dormitorio, podía escuchar la respiración acelerada de alguien allí adentro.

Abrió la puerta con cuidado, aún sin tocarla, y entró a la habitación sin necesidad de encender la luz.

Él no lo hizo, pero alguien encendió la lámpara que había junto a la cabecera de la cama.

En esa misma cama estaba sentado Chris, mirándolo fijamente.

—Al fin llegas —dijo con voz tensa, decepcionada.

—¿Qué...? —por inercia, intentó retroceder.

—Por favor, no intentes huir, será inútil, todo el equipo está dentro de la casa. Entrégate sin oponer resistencia ¿sí?

No pudo evitarlo, la sonrisa apareció en su rostro casi por voluntad propia. Si querían detenerlo, no se los dejaría tan fácil.

—Supongo que ya no tiene sentido mi disfraz, ¿no? —se pasó una mano por el largo cabello negro, volviéndolo a su habitual color claro.