Nightmare

El sujeto corría con toda la fuerza que le permitían sus piernas, lo cual parecía ser demasiado poco. No podía ver casi nada a su alrededor, todo era oscuridad con excepción de aquella extraña y única luz blanca que se veía al frente y que se esforzaba por alcanzar.

Parecía que no lo alcanzaría nunca, ya tenía la respiración demasiado agitada y apenas podía mover las piernas, su pecho dolía, pero era mejor intentar llegar que permanecer en aquella aterradora oscuridad. Así que siguió avanzando por un tiempo que le pareció inestimable.

De pronto logró alcanzar la luz, y terminó cayendo en un pequeño cuarto completamente blanco. No tenía ni idea de dónde estaba, aquel cuarto no tenía ninguna manera de escapar, solo cuatro paredes completamente blancas. Al voltear hacia arriba se encontró con una imagen aún más aterradora que la oscuridad exterior:

Todas aquellas chicas a las que había mandado al otro lado del océano para ser vendidas, se encontraban observándolo desde arriba de las paredes. Aunque no eran mujeres tal cual, parecían cadáveres con su piel verdosa, ojos blanquecinos y cabellos crespos.

Ni siquiera tuvo oportunidad de hacer nada, todos los horridos fantasmas abrieron entonces la boca, enormes círculos negros de los que comenzó a brotar agua de forma desmesurada, a la par que un estridente chillido llenaba el lugar.

Aterrado, el hombre intentó buscar alguna manera de escapar, no había ninguna puerta o ventana, nada más que las blancas paredes lisas, y el cuarto comenzaba a llenarse con el agua pantanosa que los fantasmas seguían vomitando.

El agua pronto le llegaba a la cintura, y él seguía sin poder salir. Gritaba y maldecía pero de nada servía, el agua seguía creciendo sin que pudiera escapar.

Al final, incluso rogaba por ayuda, les pedía perdón a las fantasmas para que lo dejaran vivir, pero nada cambió, y el agua verdosa pronto lo cubrió por completo. El hombre pudo sentir el sabor horrible conforme entraba a su boca y lo llenaba, sus pulmones colapsaron a causa del asqueroso líquido.

Su cuerpo cedió al terror y el hombre murió en medio de horribles dolores, sin llegar a despertar de la pesadilla.

En la realidad, el traficante se encontraba en medio de su sucio cubil, su cama estaba completamente revuelta por la manera en que había luchado contra la pesadilla de forma inútil, para ese momento ya todo estaba en silencio, incluso su corazón había dejado de sonar, pues había estallado a causa del estrés provocado por el sueño.

Y a un lado de la cama, mirando todo con impasible frialdad, estaba aquel que había ocasionado todo aquello, la figura masculina de largo cabello negro miraba el cuerpo en la cama. Terminó por esbozar una sonrisa satisfecha antes de abandonar el lugar, sin ser visto por nadie más.

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