Capítulo 4
Chris y el mayor Choi caminaban por los pasillos de la agencia, mientras el menor le daba todo el reporte de lo que había ocurrido.
—... Lee Know llamó entonces a los servicios de La agencia, pero al parecer algún vecino escuchó los disparos y también llamó a la policía. Como sea, nuestros agentes llegaron antes.
El mayor Choi revisaba también el reporte impreso-
—Comprendo. ¿Cómo está tu herida?
Chris se levantó la playera, dejando a la vista su piel impoluta. El mayor silbó.
—Vaya, ni una cicatriz quedó —dijo el mayor
—El poder de IN es formidable. Así que, ¿sabemos quiénes eran los hombres?
El mayor Choi revisó una vez más el reporte, antes de pasarle una hoja a Chris.
—Al parecer también eran traficantes, del mismo grupo que el sujeto que fue asesinado. Por lo que suponemos no tienen relación con nuestro justiciero.
Chris asintió solamente, pensativo. De pronto frunció el ceño.
—¿A dónde vamos, mayor?
Había sido convocado a la sala de juntas para presentar su informe, pero en cuanto llegó, el mayor Choi le había dicho que lo siguiera.
—A la sala de castigos, supuse que querrías ver cómo estaba el joven Hwang luego de su castigo.
—¿Su castigo? Pero Han y Lee Know dijeron que su acción era necesaria, ellos nos estaban disparando, era la única manera de salir todos vivos de allí —se quejó de inmediato Chris, aunque se detuvo por la mirada gélida del mayor.
—Lo sé, por eso fue solo un castigo. Sabes que si fuera otro caso, sería juzgado y sentenciado por homicidio.
Chris apretó los puños, sí lo sabía, pero aún así le parecía injusto. En lugar de decir nada, apuró el paso hasta la sala mencionada. Se trataba de un cuarto oscuro con varios pupitres, y un gran pizarrón.
Al frente de la sala, deteniéndose del escritorio, estaba Hyunjin sin playera. A su lado, un corpulento hombre de la agencia blandía una larga vara de madera, ya para entonces ensangrentada.
Los azotes atronaban contra la espalda de Hyunjin, aferrado a la orilla del escritorio sólo soltaba algunos sollozos y quejidos, todo su cuerpo temblaba con violencia y mantenía la cabeza caída entre los brazos.
Chris entró de forma apresurada, estaba a punto de intervenir y ordenar al hombre que se detuviera pero no fue necesario, él hombre dejó la vara ensangrentada sobre el escritorio y, en su lugar, tomo una tablilla con algunas hojas.
—Hwang HyunJin, treinta y siete golpes correspondientes a la edad de su primera víctima, cuarenta y tres golpes correspondientes a la edad de su segunda víctima. Ha cumplido su castigo —sentenció el hombre.
Le tendió la tablilla a Hyunjin, quien como pudo se movió para tomar la pluma y firmar la hoja, aunque dejó algunas manchas de sangre sobre la misma debido a las gotas que habían resbalado por sus hombros y brazos.
El hombre revisó la hoja una vez que terminó, cuando estuvo satisfecho se dio la vuelta para marcharse, sin decir nada más. Chris pasó a su lado, sin poder evitar dedicarle una mirada de odio por lo que había hecho.
—¡Hyunjin! —exclamó, atrapando a su amigo antes de que cayera al piso.
—Ah, Banchan, ¿qué haces aquí? —preguntó con un hilo de voz.
Tenía el cabello pegado a la cara por el sudor y las lágrimas que aún caían por sus ojos.
—Estoy aquí por ti, ¿cómo estás?
Hyunjin le dedicó una mirada irónica, como preguntándole si era en serio su pregunta.
—Lo siento, no me habían dicho nada de esto. Pensé que con lo que pusimos en los reportes y los testimonios...
Hyunjin suspiró y le puso una mano en el hombro.
—Tranquilo, sé que pudo haber sido mucho peor. Tú mismo lo dijiste en la camioneta, ¿no? "Un asesino es un asesino, no importa a quién mate".
—Jinnie, no me refería a eso, lo siento...
—Tranquilo, lo entiendo. Anda, mejor ayúdame a llegar al cuarto ¿sí? Quiero descansar.
—Deberíamos ir a curarte.
Hyunjin negó con la cabeza.
—Sabes que no se puede, debo cargar con mi castigo yo solo.
Como pudo Hyunjin se puso de pie, de inmediato Chris lo tomó con cuidado del brazo para ayudarle. Mientras avanzaban, Chris tuvo oportunidad de ver mejor las feas heridas que cruzaban la espalda de su amigo, de muchas de ellas aún escurría sangre hasta manchar su pantalón.
Una vez que llegaron a la habitación de Hyunjin, este se soltó de su agarre y se dispuso a entrar solo.
—¿Estarás bien?
—Sí, no te preocupes. Y gracias.
Chris soltó una risotada irónica, con la que no pudo ocultar su pesar.
—¿Por qué me agradeces?
—Por preocuparte sinceramente, y por estar al pendiente. Pero en serio, no te inquietes demasiado, ni te culpes, estaré bien —le dio una palmadita en el hombro antes de entrar a su habitación.
Una vez solo, Hyunjin se movió por su habitación sin siquiera prender la luz, no lo necesitaba en medio de la limpieza y las pocas cosas que tenía en su cuarto. Con movimientos lentos se quitó el pantalón y la ropa interior, lo que quería era solo tirarse en su cama, llorar y descansar por fin, pero sabía que podía ser contraproducente a la larga.
Tomó una toalla blanca y fue hasta el baño anexo a su misma habitación. Allí abrió la llave de agua fría y muy poco de la caliente, sabiendo que con una temperatura extrema sería aún más doloroso.
Respiró profundo, reuniendo valor antes de entrar bajo el chorro de agua tibia, aún así el ardor le hizo sisear; apretó los puños contra los azulejos, mordiendo sus labios para evitar gritar. El agua que bajaba por sus piernas hasta el desagüe era de color rosado.
Pasó casi diez minutos así, no tenía la fuerza ni el valor para tallarse verdaderamente, así que solo dejó que el agua lo limpiara lo mejor que se pudiera. Salió de la ducha cuando el agua que caía era tan transparente como el resto.
Secarse fue otra pequeña tortura, lo hizo con todo el cuidado que pudo, pero al terminar la toalla también terminó manchada de sangre. Al final solo se puso el pantalón de pijama y se dejó caer boca abajo en la cama.
Estaba a punto de dejar salir todas las lágrimas que había estado conteniendo, cuando la puerta de su cuarto se abrió.
—¿Hyunjin hyung? ¿Estás despierto? —preguntaron con un susurro.
—¿Qué ocurre, Jeonginie? —contestó, igual de bajo aunque sin moverse.
Pudo escuchar que el menor entraba y cerraba la puerta. Se acercó a la cama y encendió la lámpara en la mesita de noche, fue entonces que lo escuchó soltar un jadeo preocupado.
—¡Hyunjin! ¡Eso es horrible! Déjame curarte.
—Te meterás en problemas, los castigos son para que reflexionemos sobre ellos, nos lo han repetido muchas veces. Además, ya utilizaste mucho tu poder el día de hoy.
—No me importa —dijo IN con valentía.
Antes de que pudiera decirle algo más, Hyunjin sintió el tibio consuelo de su tacto en la espalda, con cada roce de sus dedos el dolor iba desapareciendo, logrando que el mayor suspirara de alivio.
—Gracias Jeonginnie, en serio —dijo cuando el dolor se detuvo por completo.
—Ni siquiera las des, ahora descansa.
Hyunjin tampoco se movió para ver al menor salir, no quería que él viera sus ojos llorosos o su gesto cansado, quería solo cerrar los ojos y dormir.
La segunda presencia en su cuarto no la alcanzó a percibir, de un momento a otro ya tenía a alguien acostado a su lado en la cama. La luz de la lámpara había sido apagada pero no la necesitaba para saber de quién se trataba.
—Félix —susurró, mientras se giraba para quedar de lado y poder abrazar al menor—. ¿No estás muy grande para venir aquí?
Cuando eran niños y Félix recién había llegado, solía colarse de igual manera en su cama cuando tenía miedo o se sentía triste. Hyunjin siempre lo recibió gustoso.
Félix se movió para acurrucarse en sus brazos.
—Lo siento, cuando nos dijeron de tu castigo estaba muy asustado, quería saber que estabas bien.
Hyunjin acarició su cabello claro.
—No te preocupes, estoy bien. Además, IN ha venido a curarme, ya estoy como nuevo —No serviría nada hablarle de la tristeza, del dolor psicológico de verse así tratado y de sus ganas de llorar, lo único que ganaría con eso sería preocupar a sus amigos.
—Puedo quedarme aquí, ¿verdad? —preguntó Félix entonces con una vocecita baja y aguda que hizo sonreír a Hyunjin.
—Sabes que sí.
En realidad, el calor de Félix logró eliminar sus ganas de llorar, se sentía bien tenerlo así, entre sus brazos y pegado a su pecho. Con aquel contacto pudo dormir profundamente.
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