𝟬𝟭𝟭 | Preparation Night
011 ┆✧* 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗘𝗟𝗘𝗩𝗘𝗡 ──
⎯(noche de preparación )
La casa de los Myers nunca estaba vacía, pero ese día, la única persona en ese lugar era Alessia Myers, y en realidad había sido una suerte que la carta de la chica rubia hubiese llegado a sus manos y no a las de su hermano.
Alessia sabía perfectamente que las cosas y sentimientos de su hermano no le incumbian en lo absoluto, pero cuando leyó el contenido de la carta le fue inevitable responderla. Si Jack la hubiera leído probablemente Amélie nunca recibiría su respuesta.
Mel:
Me sorprende que compares a los chicos con un montón de gallinas, ¿en verdad? ¿No crees que es un poco absurdo?
Eres una chica con los estándares muy altos y tal vez deberías bajar de las nubes y pisar tierra. Deja tu orgullo atrás y dale la oportunidad a un chico. De seguro la pasas bien con alguno.
J. M
Alessia ató la carta en la pata de la lechuza y cuando ésta emprendió vuelo su hermano menor acababa de llegar a casa.
—¿Qué haces? —preguntó.
—Apreciar el paisaje —mintió Alessia con naturalidad—. ¿Dónde te has metido? Mamá estaba que se moría de la preocupación. Sabes que no puedes salir sin mencionar a dónde vas.
—Sí, he salido ha acompañar a Isabelle —dijo Jack—. ¿Han llegado cartas de Mel? Hace tiempo no escribe.
—Nada —respondió Alessia, mordiéndose el labio por su mentira—. Espero que pronto escriba. Tal vez y regrese para la navidad.
—Eso espero —murmuró Jack—. Debo darle su regalo…
Alessia dejo aparecer una pequeña sonrisa en sus labios ante la mención de el regalo.
—¿Qué le darás?
—Nada importante —contestó Jack, evitando a toda costa la mirada de su hermana—. ¡Alessia!
—Mejor y apresúrate —lo alentó la pelirroja—. Sería lo mejor… a menos que Isabelle…
—Me voy —dijo Jack, saliendo del lugar con un resoplido, provocando que Alessia riera.
Deseosos de impresionar a los visitantes de Beauxbatons y Durmstrang, los de Hogwarts parecían determinados a engalanar al castillo lo mejor posible en Navidad. Cuando estuvo lista la decoración, Amélie estuvo completamente encantada: a las barandillas de la escalinata de mármol le habían añadido carámbanos perennes; los acostumbrados doce árboles de Navidad del Gran Comedor estaban adornados con todo lo imaginable, desde luminosas bayas de acebo hasta búhos auténticos, dorados, que ululaban; y habían embrujado las armaduras para que entonaran villancicos cada vez que alguien pasaba por su lado.
Amélie había decidido tomar el consejo de su mejor amigo, y se propuso en aceptar la primera propuesta que le llegara, claro, tratándose de alguien que le generara confianza.
—¿Ya te han invitado? —cuestionó Hanna a la rubia.
—Por ahora nadie —respondió Amélie con tranquilidad—. ¿Tú? ¿Rolf ya tomó confianza?
—Claro que sí —rió la Hufflepuff—. Tengo todo listo para mañana.
—Lo dejaras completamente enamorado —bromeó Amélie.
—Que cosas dices. Somos como hermanos, nada más que eso.
—Claro, lo que digas, Han.
Hanna rodó los ojos divertidamente—. Mejor que nos apresuremos para la cena. Vamos.
La castaña tomó a su amiga de la mano y decidió arrastrarla hasta el Gran Comedor. Coniciéndola, sabía que Amélie era capaz de quedarse apreciando el decorado del castillo antes que ir a cenar.
Para cuando ambas chicas estaban subiendo la escalinata que las llevaría directamente hasta el comedor, una voz masculina retumbó tras de ellos. Sonaba cansado, agotado.
Amélie y Hanna se volvieron al instante y se encontrarán con nada más que Harry Potter, parado en medio del pasillo, cargando su mochila al hombro, de la cual colgaba su capa de Gryffindor.
—Te busque por todas partes —dijo Harry desde su sitio, sin dar ni un paso—. ¿Podemos… hablar?
—Lo entendí, Harry —sonrió Hanna, susurrando algo al oído de su amiga y alejándose de ellos.
—Dime, ¿qué pasa, rayito? —preguntó Amélie, avanzando hasta su amigo—. ¿Cuál es el motivo para que me buscarss por todo el castillo?
Harry sonrió ante el comentario de su amiga—. Yo… bueno, yo quería…
—No muerdo, Harry —lo alentó Amélie con burla.
—Queria saber si quieres ir al baile conmigo. —Todo lo soltó tan de repente que para Amélie le fue difícil comprender de manera rápida lo que le había dicho.
La rubia pestañeó unas cuantas veces, procesando la información. Parecía ser una buena propuesta, además, era su amiga. Y aunque le hacía mucha gracia ver lo nervioso que se encontraba Harry, aceptaría.
—Claro —respondió Amélie.
—¿De verdad? —Harry la observó sorprendido.
—¿Por qué no lo haría? —rió Amélie—. Así me daré cuenta si mis clases de baile han valido la pena.
—Verás que sí —dijo Harry con una sonrisa de lado—. Gracias, Mel.
—No hay por qué, eres mi amigo, rayito.
—¡Dime! ¿Quién te invitó?
—No te lo diré —sonrió Anne ligeramente—. Da igual.
—Vamooooos —pidió Mélanie, balanceando a la princesa adelante y atrás—. ¡Ann!
—Es información irrelevante —dijo, en el tono que generalmente usaba frente a su madre. Luego rió—. Ya lo verás, no hay por qué perder la cordura.
Mélanie se alejó un poco de su amiga, poniéndose frente a ella con una expresión de incredulidad—. Eres la princesa, futura heredera. No soy la única que pierde la cordura.
—No seas dramática —Anne rodó los ojos—. Mejor ven y ayúdame.
Mélanie se acercó hasta el mundo de fotos que Anne tenía tirado sobre su cama. Todas y cada una de ellas eran sobre Amélie, su prima, cuando bebé. La pelirroja sabía que su amiga había buscado en libros y en todo el castillo fotos de ella, y las había conseguido.
—El baile de mañana… —susurró Annie, organizando las fotografías—, me ayudará a encontrarla.
—Entre todo ese revuelo, ¿estás segura que la encontrarás?
—Tengo que, es una enorme oportunidad.
—Si la encuentra, ¿qué harás? —cuestionó Mélanie.
—Comprobar que sea ella realmente —respondió la pelinegra—. Amélie y sus ojos son algo único entre todo el mundo mágico. Es la única manera de saber que sea ella.
—Tu madre estará furiosa, ¿no crees? Siempre he creído que está obsesionada con que tomes el trono.
—Realmente es un fastidio —asintió Anne—. Pero no me importa, se lo he dicho un millón de veces: el trono es de Amélie, no mío.
—Eres una gran persona —sonrió Mélanie—. Al contrario de cómo cree la gente, tienes un gran corazón. Cualquier otra persona ya habría tomado el trono.
—La verdad es que ser una princesa no es la gran cosa —suspiró Anne—. Mi madre tiene controlada toda mi vida. Lo más seguro es que este momento este echando fuego porque no apareci en el castillo.
Mélanie rodó los ojos vagamente—. ¿Tienes en la cabeza lo que usarás mañana? —decidió cambiar el tema.
Anne levantó la mirada, observando a su amiga con la intención de intimidarla—. Soy la princesa, tengo todo en orden —bromeó.
—Lo veremos mañana, Laurent —rió la pelirroja, colocando su capa sobre sus hombros y saliendo de la habitación de la princesa.
El día de Navidad Amélie se despertó con unos cuantos regalos al pie de su cama, y como siempre, ninguno pertenecía a su familia. No siquiera su madre.
Cada unos de los paquetes le pertenciam a los Myers y sus compañeras de danza. La rubia ya estaba acostumbrada a la actitud de su familia, pero lo cierto era que nunca perdía la esperanza de que algún día cambiarían.
En la habitación ya no se encontraba nadie, por lo que Amélie pudo abrir sus regalos con calma y sin presión alguna. La mayor parte de ellos eran prendas de ropa, y la otra, perfumes o maquillaje. El de Jack, sin embargo, había cambiado un poco; su regalo se trataba de una pulsera con un corazón por la mitad, junto a un dije con la inicial de su nombre.
—Lindo gesto, Jack-Jack —murmuró Amélie para sí misma, colocándose la pulsera en su muñeca.
Sin nada más que hacer, y después de arreglarse, la rubia salió a dar una vuelta por el castillo, y así de paso aprovechaba para tomar el desayuno.
—Nos enteramos que ya tienes pareja —susurraron los gemelos Weasley en las orejas de Amélie, sacándole un susto.
—Pues claro —sonrió Amélie con egocentrismo—. Ustedes se tardaron mucho, ¿no creen? Me moriría si seguía esperando.
—Decidimos dejar el campo libre —aclaró Fred—. Supongo que funcionó.
—¿Ustedes con quién van? —quiso saber Amélie.
—Será una sorpresa —sonrió George—. No te desesperes, rubia.
—Lo averiguaré —afirmó Amélie, tomando una tostada de la mesa de Gryffindor—. Si me permiten —dijo, abriéndose paso entre los pelirrojos—. Los veré en la noche, zanahorias.
Lo que restó de la tarde Amélie paseando por el castillo junto a Hanna y Marc, jugando con la nieve y cambiando el color de su cabello a un castaño para que los copos que caían sobre ella se notaran y resaltasen más. En ningún momento de la tarde vio a Harry o a sus amigos por los terrenos del colegio, pero no sé preocupó, ya los vería en la noche.
—Tengo que irme —anunció Amélie, levantándose del suelo, sacudiendo su cabello y limpiándose la capa.
—¿Dos horas? —se extrañó Marc, reincorporándose—. No creí que te arreglabas.
—Deberías tomar mi ejemplo, Brown —sonrió—. Espantas a la primera que se acerca. Tal vez sea la razón por la cual conseguiste pareja en el último segundo.
—Muy gracioso, Bennet —dijo Marc con sarcasmo—. Mejor vete ahora, Potter podría salir corriendo.
—Todos caen en mis encantos —bromeó Amélie, guiñando el ojo.
Se alejó a paso lento, permitiéndose disfrutar de la nieve que caía sobre ella. No tenía apuro, simplemente quería ayudar a Hermione Granger de alisar su esponjado cabello.
Cuando menos lo notó, Amélie ya estaba dentro de la sala común, la cual era un total revuelo: chicos y chicas corriendo de un lado a otro, con expresiones nerviosas reflejadas en sus rostros, peinándose y pidiendo opiniones sobre los tales.
—Estas aquí —suspiró Hermione al observar entrar a Amélie—. Has tardado una eternidad.
—Creía que la dramática era yo —rió Amélie—. Dime, ¿cómo ayudo?
Hermione le indicó con lujo de detalle como se usaba la poción que usaría sobre su cabello esa noche. Amélie comprendió luego de unas cuantas veces, pero al final lo hizo, y ayudó a Hermione a acabar su trabajo mucho más rápido de lo esperado.
—¿Qué usarás? —preguntó Hermione, observando su reflejo en el espejo.
—Eso —Amélie señaló el vestido que usaría con su cabeza.
La castaña dejó caer su mirada sobre el vestido en la cama: se trataba de un vestido largo, con una hermosa caída, con detalles plateados brillantes y en encaje en los hombros que definitivamente haría resaltar los ojos y cabello de Amélie.
—Ahora te ayudaré yo —dijo Hermione, tomando el vestido y empujando a Amélie hasta el baño—. Vamos, arréglate, queda menos de una hora.
Amélie hizo una mueca divertida antes de aceptar su vestido y comenzar a arreglarse. Parecía mucho más tiempo el que se tomó, pero lo cierto fue que en menos de una hora ya estaba completamente lista para salir al baile.
—Te ves bellísima —halagó Hermione con una gran sonrisa.
Amélie se acercó para apreciar su reflejo. Si era cierto que siempre decía que se veía bien, esa noche en especial lucía mucho mejor que siempre. Su rubio cabello levemente recogido caía sobre sus hombros descubiertos, sus morados ojos resaltaban y contrastaban con el plateado de su vestido. Su cuello y muñecas eran adornados por unas delicadas joyas y en sus pies se encontraban unos bajos tacones blancos.
La rubia sonrió para sí misma y para Hermione mientras observaba su reflejo. Jamás creyó verse tan arreglada en su vida pues, en realidad, ella no era una gran fanática de las grandes celebraciones.
—Harry estará esperando ya —anunció Hermione, sacando a Amélie de su burbuja—. Hora de ir.
Amélie asintió, y junto a la Gryffindor, salió de la habitación y bajó las escaleras que llevaban a la sal común. La verdad era que sentía extraño tener tantas miradas por encima, muchas más de lo habitual, pero terminó por acostumbrarse al final.
El vestíbulo estaba igual, e incluso más alborotado que la sala común de Gryffindor. Estaba abarrotado de estudiantes que se arremolinaban en espera de que dieran las ocho en punto, hora a la que se abrirían las puertas del Gran Comedor. Los que habían quedado con parejas pertenecientes a diferentes casas las buscaban entre la multitud, y Harry estaba entre todas esas personas.
—Ya llegará —intentó tranquilizarlo Ron.
—No la he visto en todo el día.
—Actuas como si fuera tu novia —se burló Ron—. No seas impaciente, todavía queda tiempo.
—Se ve… bellísima.
Al escuchar el susurro de Parvati Patil Harry se volvió hasta la cima de la escalinata, dónde dos bellas muchas bajan con cuidado de no tropezar. A Harry le fue inevitable no reconocerlas: Amélie y Hermione. Ambas se veían preciosas, pero los ojos del azabache estaban fijos en la rubia que bajaba saludando a cada alumno que reconocía. Si de por sí ya era linda, esa noche se veía mucho más linda que de costumbre.
—Ann… —murmuró Mélanie, dándole un costillazo a la princesa, que estaban tan ocupada observando a cada estudiante rubia que entraba—. ¡Anne!
—¿Qué pasa? —preguntó la pelinegra un tanto molesta.
Mélanie le indicó con la mirada a la rubia muchacha que decendia justo en ese momento por las escaleras. Anne entornó los ojos, acercándose un poco más a la escalinata. Observó a la rubia con lujo de detalle, desde su cabello hasta su forma de caminar, pero sus ojos… esa era la unica manera de estar segura.
Pero le fue imposible visualizar más de cerca a la chica, pues fue arrastrada por Harry Potter lejos del lugar.
—¿Es…?
—No lo sé —la interrumpió Anne—. Puede que no.
En ese momento los llamó la voz de la profesora McGonagall:
—¡Los campeones por aquí, por favor!
Sonriendo, Amélie tomó la mano de Harry. Ella y Harry se despidieron de
Ron y Padma, y avanzaron. Sin dejar de hablar, la multitud se apartó para
dejarlos pasar. La profesora McGonagal, que llevaba una túnica de tela escocesa roja y se había puesto una corona de cardos bastante fea alrededor del ala del sombrero, les pidió que esperaran a un lado de la puerta mientras pasaban todos los demás: ellos entrarían en procesión en el Gran Comedor cuando el resto de los alumnos estuviera sentado.
—Te noto extraño —le dijo Amélie a Harry, ladeando la cabeza—. Dime, rayito, ¿qué tienes?
—Nada —contestó rápidamente.
—¡Ya sé! ¿Muchas miradas?
—¿Qué? —Harry observó a su alrededor: era cierto, tenían demasiadas miradas encima, pero no era eso—, ¡no!
—¿Nervioso? —cuestionó Amélie, soltándole la mano—. Ya te lo dije, rayito; tienes a la mejor maestra de baile. Todo estará bien.
—Sí, por supuesto —sonrió Harry tímidamente.
*・῾ ᵎ⌇ ⁺◦ ✧.* ↶*ೃ✧˚. ❃ ↷ ˊ-
…author's note…
Tenía planeado subir la parte del Yule Ball ayer, pero estuve demasiado ocupada, así que espero publicarlo entre hoy y mañana.
—mel 💗
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