𝟬𝟬𝟭 | Amelie's life
001 ┆✧* 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗢𝗡𝗘 ──
⎯ (la vida de Amélie)
¿Qué es lo que harías tú si perdieras a tu hijo de un día para otro?
Hay muchos caminos que tomar luego de la desaparición de un hijo, y el camino que tomó la familia real fue resguardarse totalmente. Salían cuando era necesario, hablaban cuando era importante.
Albert y Brigitte Laurent buscaron a su hija por todo Francia, pero fue imposible encontrarla, no había ni rastro de la pequeña princesa.
Ahora, doce años después de la desaparición de la princesa real, los Laurent seguían aislados de su pueblo, y continuaban con la búsqueda de su hija. Pero ahora no eran los únicos. Chris Laurent, el hermano menor de Brigitte había tenido una hija mucho antes de la desaparición de Amélie.
Anne Laurent era una muchacha muy guapa, pelinegra, con sus ojos color avellana, y quien apenas descubrió lo que había sucedido con su prima no había descansado en su búsqueda.
Los tacones de la princesa resonaron en el pasillo cuando ésta se dispuso a ir con su madre, la cual se encontraba fuera, tomando una taza de té.
—Ire a Inglaterra —informó a su madre cuando llegó junto a ella.
—No puedes —se negó su Céline, nerviosa.
—Claro que puedo, madre —insistió Anne—. No es por mí, se trata de mi prima. La verdadera y legítima heredera al trono.
Céline no podía permitirse el que su hija encontrara a Amélie. Claro que ella se mantenía informada al tanto de su sobrina, y sabía que ahora estudiaba en el colegio de magia de Inglaterra. Cosa que arruinaba sus planes cada vez más.
—Soy tu madre, y harás lo que te digo, Annette —la reprendió Céline.
—Soy tu hija, y si tú no me lo permites, de seguro mis tíos sí —repuso la pelinegra—, después de todo, se trata de su hija desaparecida.
—¡No iras, Annette! —gritó su madre.
—¡Claro que lo haré! —objetó Anne—. Me tienes como tu prisionera en este enorme castillo, ¿crees que me harán daño? ¡No! Soy lo suficientemente astuta como para disfrazarme y buscar a Amélie.
Como siempre, Céline se negó rotundamente a la idea después de todo, pero Anne no se quedaría de brazos cruzados. Con ayuda de su padre logró salir del castillo, y, después de asegurarle de que se encontraría bien, partió hasta Inglaterra.
El pequeño reloj acababa de marcar las doce de la noche, y Amélie se estaba cayendo del sueño. Pero no podía dormir, y no porque estuviera realmente ocupada, simplemente se encontraba hablando con su mejor amigo mediante el celular del hogar.
—Mel, ve a descansar.
—¿Qué? —se extrañó Amélie—. ¿Por qué lo dices? Estoy fresca como lechuga.
—Díselo a tu voz —rió Jack—. Sé que estás cansada, mejor hablar cuando te encuentres en tus cinco sentidos.
—¿Me espías?
—No, solo te conozco.
—Mentiroso —masculló Amélie—. Que te quede en claro, Jack-Jack, que si me voy es porque tengo que bailar.
—Ya no sabes lo que dices.
—¿Baila a la medianoche? —se escuchó una voz en el fondo. Seguramente era Alessia, la hermana mayor de Jack—. Es más, ¿por qué hablan a la medianoche? Estuvieron juntos todo el día.
—Debo practicar… —se excusó Amélie.
—Mejor te dejo —rio Jack nuevamente—. Te veo mañana, Mel.
—Nos vemos, Jack-Jack —se despidió Amélie, colgando el celular y colocándolo en su escritorio.
La rubia se puso en pie, bastante adormilada, y a tientas se colocó la pijama y se metió a la cama.
—Estelle, hazme el favor y duérmete ya —Calissa, la hermana mayor de Amélie acababa de entrar en su habitación y se veía bastante fastidiada.
—Lo siento —se disculpó Amélie.
—Guarda silencio —pidió Calissa un vez más antes de salir de la habitación.
—No guardaré nada —dijo Amélie con una mueca cuando su hermana la dejó sola.
Pero lo cierto era que su amenaza no duró mucho pues en menos de un minuto la rubia ya se encontraba profundamente dormida (o eso parecía) y lo único que era capaz de ver era un destello azulado.
Amélie, extrañada, se acercó hasta aquella luz, y cuando estuvo apunto de tocarla esta se movió, dejando a la vista una mariposa azul brillante. La mariposa era la luz. La rubia la siguió por largo rato, hasta que algo la hizo detenerse.
❝ Solo abre tus ojos y lo notarás.
Eres astuta, eres inteligente, eres valiente, eres capaz de encontrarlo...
Ábrete a los demás y lo encontrarás.
Te necesita más que nunca, y lo ayudarás si alguno comienza a entenderlo ❞
Amélie parpadeó
—¡ESTELLE!
Amélie despertó, sobresaltada.
—¿Qué pasa? —se quejó la rubia, frotándose los ojos con sus muñecas.
—No hables en ese tono —la reprendió Calissa—. Mamá quiere que nos acompañes al mercado.
—Bajo en un segundo.
Amélie se arregló lo más rápido que pudo, claro que su rapidez tenía un poco que ver porque su mente volaba en otro lado. Ese sueño había sido tan... extraño, en todos los sentidos.
Amélie decidió dejar ese asunto de lado por el momento y bajó corriendo las escaleras hasta la sala de estar.
Su madre y su hermana ya la esperaban ahí, y juntas salieron al mercado, cargadas de algunas canastas.
—¡Mamá! —se quejó Calissa—. Puedo saber por qué razón Estelle tiene los privilegios, siempre.
—¿Qué privilegios? —se extrañó la mujer.
Amélie estaba un poco adelantada a ellas, por lo que no las escuchaba. La rubia iba con un sólo objetivo: encontrar las fresas (lo cual estaba siendo bastante difícil).
—Su trato especial —explicó Calissa—. Ni siquiera es su hija…
—Calissa —dijo su madre entre dientes, dándole a la pelinegra un mala mirada.
—Pronto lo sabrá, ¿lo tienen claro, no?
—Guarda silencio, Calissa Bennet —la reprendió la mujer.
—¡Ajá! —exclamó Amélie de pronto—. ¡Mamá, por fin...!
Amélie se quedó callada al darse cuenta que ya no veía a su madre ni a su hermana. Comenzó a caminar de regreso, cuando de pronto chocó con alguien.
—¡Ay, perdón! —se disculpó Amélie.
—No hay problemas —dijo una voz femenina, muy dulce y delicada, la cual, después de arreglar su capa, siguió con su camino.
Un error.
Amélie decidió apoyarse en una pared del mercado y esperar a que su madre o hermana pasaran por ahí, ya que estaba segura que si seguía caminando se perdería aún más.
La rubia decidió jugar con un mechón de su cabello, hasta que vio algo peculiar ante sus ojos. La misma mariposa de su sueño, la misma mariposa que veía desde muy pequeña, apoyada en su cabello.
Ésta, luego de unos segundos emprendió vuelo, y Amélie se vio tan tentada a seguirla, y lo hubiera hecho, de no ser por su madre.
—¡Amélie! —dijo, abrazándola—. ¡No vuelvas a hacer eso! No sabes lo que...
—Estoy bien, mamá —la calmó Amélie—. Ah, mira, encontré las fresas —señaló al puesto de fresas frente a ella con la mirada.
De aquel puesto estaban saliendo un montón de pelirrojos junto a una chica castaña y alguien más que Amélie no logró ver bien. Sí, eso era lo malo de su tradición. No conocerá a la persona hasta que ella la guíe hasta él.
Después de comprar las fresas las tres mujeres volvieron a su hogar, listas para preparar el postre de la cena de aquella noche, después de todo, era de las pocas noches que le quedaban con Amélie, pues el nuevo curso en Hogwarts comenzaría dentro de poco.
Para cuando la noche llegó, todos estaban reunidos en la mesa, cenando. El padre y abuela de Amélie habían llegado de sus trabajos, y, después de lo que fue una muy divertida cena, todos se sentían muy adormilados.
Había resultado un día agradable y extraño a la vez, pero era una lástima que la felicidad no durara para siempre.
*・῾ ᵎ⌇ ⁺◦ ✧.* ↶*ೃ✧˚. ❃ ↷ ˊ-
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top