𝟬𝟭𝟬 | In search of the princess
010 ┆✧* 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗘𝗡 ──
⎯ (en busca de la princesa)
Todos, absolutamente todos, estaban eufóricos por la reciente noticia.
Aquel año, los alumnos de cuarto en adelante estaban invitado al Baile de Navidad. Todos tenían permitido a invitar alumnos de años inferiores o de los colegios invitados, con la condición de que se comportarían como una persona digna de ser llamada estudiante.
No era de esperar ver a chicas cuchicheando de un lado a otro sin parar mientras les tiraban miraditas a los chicos que, muy probablemente, esperaban que las invitasen.
Pero para Amélie un baile no venía siendo razón para perder la cordura. O bueno… al menos eso quería creer ella.
—¡Todos busquen una pareja, vamos! —la irritada voz de la profesora McGonagall se hizo presente una vez más cuando ningún chico había tenido las agallas de ponerse en pie—. Esto es sólo un ensayo, no están invitando a las señoritas a casarse de por vida.
—¿Quién quieres que te invite? —le preguntó Amélie a Hermione, tomando el puesto a su lado.
—¿Qué? —se extraño la castaña por la repentina pregunta—. Nadie… —Amélie alzó las cejas con diversión—. ¿Y tú? ¿A qué clase de príncipe esperas?
—Ninguno, puedo ir sola si los leones parecen haber perdido todo su coraje —explicó la rubia, observando los temerosos rostros de todos los chicos de Gryffindor—. Mejor tomar la iniciativa por mi misma.
Amélie se levantó abruptamente de su silla, marcando el camino hasta su objetivo en su mente. Pero para su mala suerte alguien se cruzó en su perfecto camino de llegada.
—¿Por quién vas, eh, Ly? —Fred Weasley detuvo a su rubia amiga en su camino y la llevó lejos del lugar, hasta el centro del salón—. ¿A quién le pusiste el ojo? ¿Quién es el afortunado de tener el amor de Amélie Bennet?
—Que cosas dices —rió Amélie entre dientes, fijando su vista en los torpes pies de Fred—. Nadie tiene mi enamoramiento, solo quería hablar con mi amigo.
—¿Todo Gryffindor? —Amélie expresó total confusión en su rostro—. ¿Qué? Eres amiga de todo Gryffindor.
—Mejor olvídalo —intervino la rubia—. ¿A quién vas a invitar, zanahoria Weasley?
—Todas son muy buenas opciones… —Amélie lo miró con una expresión divertida—. Tal vez contigo, digo, es obvio que todos te querrán como pareja de baile.
—¿Sabes a quién querrán todos como pareja? —repuso Amélie— a la princesa de Francia. Eso sí es obvio.
—¿Apuestas Bennet?
—Ganaré como siempre, Weasley.
—20 galeones a qué más de diez chicos te querrán invitar.
—Acepto.
—¡Hora de cambiar! —la profesora McGonagall habla justo en el momento en que la apuesta fue cerrada por una promesa típica entre los Weasley y Bennet—. Dado que ninguno ha querido levantarse e invitar a una chica, yo formaré las parejas. No, Bennet, no estarás sola.
Amélie abrió la boca en una gran "O" con aire ofendido.
Mcgonagall fue nombrado uno a uno a las parejas que practicarían esa tarde. Muchas chicas parecían muy disgustadas por su pareja de baile (al menos para las prácticas) mientras que otras no podían ocultar su notorio sonrojo y sus risita nerviosa.
—Weasley y Granger.
—¿Qué Weasley? —interrumpió Amélie.
—Ronald —contestó la profesora McGonagall con naturalidad.
Hermione se puso de pie de la manera más normal posible. La rubia entorno los ojos y tenía muchas ganas de echarse a reír cuando Ronald parecía muy incómodo de querer poner sus manos en la cintura de su amiga.
—Potter y Bennet.
—¡Rayito! —exclamó Amélie con felicidad cuando Harry y ella se acercaron al centro del salón junto a las demás parejas.
—Mel —Harry sonrió y se removió incómodo en su lugar.
—No tomes la actitud de tu amigo Weasley —le advirtió Amélie cuando las parejas al fin fueron asignadas para todos y la profesora McGonagall indico que la música comenzará a resonar—. No muerdo, rayito.
Harry asintió repetidas veces mientras miraba a su alrededor y las parejas. Todos ya habían tomado el valor de bailar con su pareja, menos él, y claro, Ron.
—No es difícil, Harry —Amélie suspiró y con su habitual sonrisa en su rostro tomó las manos de Harry con cuidado y las colocó en su cintura—. ¿Los ves? ¡Listo!
—Mel…
—Si Jack alías pies izquierdos pudo bailar tú también. Vamos, yo te guio.
Acto seguido Amélie colocó sus brazos en los hombros de Harry, y, al ritmo de la música, guío a Harry: lo hizo hacer algunos pasos ridículos, pero fue hasta el regaño de McGonagall que la rubia dejo de jugar y se puso en su papel de bailarina; hizo que Harry le diera algunas vueltas y coordinara su pies.
—¿Lo ves? —preguntó Amélie cuando la clase dió por terminada—. ¿Fue difícil? No.
—Sí.
—¡Rayito! —protestó Amélie con risa—. Tuviste como maestra a la cuatro veces campeona nacional, no puedes pedir nada más.
—¿Campeona en qué exactamente? —quiso saber Harry, curioso.
—Baile —respondió Amélie de manera obvio, observando a Harry de la misma forma.
Harry entonces hizo memoria: en las vacaciones había visto un cartel sobre una competencia de danza y en ese momento se vio tan incapaz de quitar la mirada de ese panfleto. ¿Era Amélie a quien había visto dicha vez? ¿Ella era la chica por la que se había visto incapaz apartar la mirada y la causante que Ron echara humo por las orejas?
—¿Potter? —lo llamó Amélie pasando su mano por los ojos del azabache—. ¿En qué piensas tanto?
—Nada importante —mintió Harry.
—En ese caso, vamos a comer —propuso Amélie—. Una maravillosa cena está en mi espera y no pienso dejarla plantada.
Harry sonrió sin los dientes y acepto ser arrastrado por su rubia amiga. A veces decía cosas tan incoherentes cómo esa, pero esa escencia era lo que más llamaba la atención en ella. Ser amigo de Amélie Bennet había sido un gran regalo en su vida y estaba muy agradecido de haberse encontrado con ella.
¿Annette Laurent estaba feliz de pasar la primera prueba con un puntaje perfecto? Por supuesto, estaba muy orgullosa de sí misma, pero al parecer, como siempre, su madre no lo estaba.
Has perdido la cabeza Annete.
Eres tan irresponsable que te desconozco como mi hija. Tu temperamento está poniendo en riesgo tu puesto en la corona.
Briggite y Albert casi sufren de un paro cardíaco al enterarse de tu posición en el castillo, ¿crees que eso es bueno?
No esperaba más de ti, pero te pedí que pusieras en el alto tu nombre. Pero tal como me lo imaginaba no lo has hecho. Una decepción total, como siempre.
Retirate ahora.
Un cuarruaje estará a tu espera en Beauxbatons para traerte de vuelta al castillo. No pienso permitir que mi hija arruine la poca imagen que le queda a la corona por culpa de la hija de Briggite.
—¿Irme, madre? Si claro —Anne rió sarcásticamente mientras quemaba con su varita la carta que acababan de entregarle.
—¿Pasa algo? —Mélanie Fourner hizo acto de presencia en la habitación de la princesa—. Adivino, ¿tú madre otra vez?
—Así es —asintió Anne colocándose la capa por los hombros—. Quiere que regrese a Francia en este momento, y dice que yo soy la loca. Sé que mi prima no le importa en lo más mínimo, pero a mí sí, y voy a buscarla por cada rincón de este castillo.
Mélanie asintió de acuerdo, colocándose unos mechones del cabello por detrás de la oreja con sus manos cubiertas por unos guantes de fina seda de color blanco—. ¿Vamos? —preguntó.
—En camino —Anne cerró la puerta de su habitación y sacó del bolsillo derecho de su capa la foto de su prima cuando era una bebé; era una foto única, pero Briggite y Albert había aceptado que su sobrina llevará la foto con ella si eso significaba poder encontrar a su hija.
Ambas muchachas salieron con sigilo del inmenso carruaje y, sin que nadie las viera, saltaron al frío y oscuro cesped con sus zapatillas deportivas.
—Madre ogro te mataría si te viera ahora mismo —rió Mélanie cuando observó a su mejor amiga; Anne llevaba puesto un vestido como siempre, pero por debajo, llevaba unas zapatillas deportivas negras muy cómodas—. Por cierto, Ann, te enteraste sobre el bai…
Pero la pelirroja de repente se calló cuando la princesa se cubrió los labios con un dedo y le indico que guardara silencio.
Un ruido de ramas rotas y pisadas se había hecho presente muy cerca de ellas, y si las veían ahí, Anne estaría metida en graves problemas.
—Vamos, apresúrate o moriré jóven —escucharon decir a una voz desconocida. Era una mujer, una chica.
—Te dije que no era necesario…
—Y yo te dije que no acepto no por respuesta.
—Mejor regresar, Ann —musitó Mélanie retrocediendo con cuidado.
—No —Mélanie la miró con sorpresa—. Es solo una estudiante de Hogwarts, no nos tomará en cuenta. Es más, parece estar muy ocupada con un chico.
—¡Ann! —le reclamó Mélanie frunciendo el ceño cuando se vio arrastrada por su amiga—. Testaruda…
—Mi prima es mi prioridad, Nie —explicó la princesa—. Ver a una chica jugando por los terrenos no es razón para regresar sin buscarla.
—Ya, como quieras —se rindió Mélanie.
La pelirroja fue arrastrada una vez más por la princesa por todo el camino que conducía al castillo. Sin saberlo, ambas dejaron a quien buscaban muchos metros atrás con su amigo.
Anne hubiera deseado saberlo en ese momento. Si tan solo hubiera tenido la oportunidad de encontrarla en ese instante las cosas hubieran sido diferentes para todos.
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¿Cuándo será el día en que Anne y Amélie tengan una interacción? Solo les puedo decir que pronto, muy pronto.
Por otro lado, no me encanta este capítulo pero fue lo mejor que pude hacer.
—Mel 🦋
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