Capítulo 3: Intentos

—¿Qué está pasando? —preguntó mi madre, quien se encontraba en el pasillo cuando salimos corriendo.

—¡Mi habitación está llena de niebla! —exclamé—, quise aparecerme en el patio y no pude, pero...

La mirada de mamá demostraba preocupación de que me había vuelto loca.

—Es cierto, señora —intervino Nat, mientras abría un poco la puerta de mi cuarto—, ¿ve?

Mi madre entró y se encontró con que no quedaba ni un solo rastro de niebla. Ya se desvaneció.

—¿Ver qué? —inquirió mamá, luego miró a mis amigos—. ¿Y ustedes dos cuándo llegaron?

—En realidad ya nos íbamos —se apresuró a decir Luke mientras sacaba su varita—. ¿Verdad, Natalia?

Ella asintió y ambos se desaparecieron. Mi mamá parpadeó perpleja y volteó hacia a mí.

—Necesito que me expliques dos cosas, primero ¿qué fue eso? Segundo, ¿por qué invitas a tus amigos sin permiso?

Ignoré la primera pregunta, ya que no tenía ninguna buena explicación.

—Yo no los invité ellos llegaron sin avisar.

Escuché una risa en el fondo del pasillo, me di la vuelta y vi a un hombre con el cabello largo hasta los hombros y una barba color castaña. Era mi tío.

—¡Billy! —exclamé emocionada. Le había enviado como mil mensajes pidiéndole que viniera, teníamos mucho de qué hablar.

—Hablando de venir sin avisar —murmuró mamá dirigiendo su atención a su hermano—. ¿Qué te trae por aquí, Billy?

—No sé, pregúntale a Gabriela.

Mi madre me miró esperando a que le dijera por qué, pero decidí quedarme callada.

—Bueno... un gusto verte, Billy —se volvió hacia mí—. Tengo que hacer unos mandados, cuando vuelva quiero que me expliques todo.

—De acuerdo —dije, sabiendo que no le explicaría nada.

—Entonces —habló mi tío, en cuanto mamá se perdió de vista—, déjame adivinar, ¿lograste hacer magia?

—¡Sí! ¿Cómo lo supiste?

Él se encogió de hombros. Mi tío sabe mucho sobre la magia, sus secretos, trucos y demás. Él más que nadie ha tratado de ayudarme a encontrar mis poderes, y muchas veces cuando llegaba al punto de pensar que todo era inútil y que yo no era hechicera, él siempre me aseguraba lo contrario, me ayudó también a no perder la esperanza.

Le conté lo que pasó en el colegio, y lo que pasó hace unos minutos con la niebla.

—Talvez tienes problemas para controlar la niebla...—examinó—, ¿era de un color específico?

—Pues blanco transparente, del color que suele ser la niebla. Pero qué importa eso, ¿cómo puedo hacer para controlarla?

—Bueno, eso no lo sé —dijo—, ni si quiera es algo en lo que se piensa al realizar magia.

—Entonces debo descubrirlo yo misma —repuse con amargura.

—¿Por qué no intentas algo simple como prender y apagar la luz? —sugirió—, y recuerda: concéntrate en la niebla.

Asentí mientras sacaba mi varita; apunté al bombillo del techo de mi cuarto y murmuré: enciéndete.

Solo había una cosa en la que pensaba en ese momento y era: niebla, niebla, niebla, niebla, niebla, niebla, poca niebla, por favor.

Apareció niebla alrededor del bombillo, pero el bombillo no se encendió.

—Al menos aparecí niebla.

—Está aumentando —dijo mi tío.

Y entonces digamos que volvió a pasar lo mismo, poca niebla se convirtió en mucha, y otra vez mi habitación quedó repleta. Pero sin duda valió la pena, porque cuando entré el bombillo estaba encendido.

—Wow. Lo hice.

—Lo hiciste —Billy sonrió—, aunque tienes serios problemas con la niebla.

—Sí... Talvez... ¡Ahora quiero apagar la luz! —apunté al bombillo con mi varita nuevamente y dije: apágate.

El bombillo se apagó, y no apareció niebla.

—¿Es normal que no aparezca niebla a veces?

—Solo en algunos hechizos de duelos.

No me importó, solo me dediqué a apagar y encender el bombillo como diez veces más. Y para nuestra sorpresa, la niebla aparecía ahora en niveles normales.

—Creo que ya el bombillo entendió, Gabriela —repuso mi tío, ya harto.

—Tengo que decirles a Luke y a Natalia, ¡me voy a aparecer en sus casas ya mismo! —anuncié emocionada.

Admito que tengo una pequeña obsesión por las apariciones.

—Gabriela, prender un bombillo es algo fácil, pero aparecerte no, por algo solo se les permite a mayores de quince.

—Tengo 16, tío.

—Sí, pero tu experiencia en hechicería es menor que la de una niña de cinco años.

Ouch.

—¿Qué tiene de malo intentarlo?

—Solo... No lo hagas —parecía bastante empeñado en evitar que lo intentara.

Cuando me dicen que no haga algo, es como si me dijeran: hazlo. Mi tío está exagerando, primero iré a casa de Luke y luego a casa de Natalia, ambos lo sabrán hoy.

Saqué mi varita.

—Gabriela, no creo que funcione...

—Al cuarto de Lukedije.

No pasó nada, pensé que no iba a funcionar, pero unos segundos después mis alrededores cambiaron e inmediatamente reconocí la habitación de Luke.

¡Funcionó! ¡Logré aparecerme!

Este sería el momento más emocionante de mi vida, si no fuera porque acaba de convertirse en el más incómodo. Verán, Luke se encontraba sentado en su sofá a la par de una chica, y por las expresiones en sus rostros podía afirmar que acababa de interrumpir algo.

—Gabriela —dijo sorprendido—, ¿cómo...?

—¿Quién es ella? —preguntó la chica. Era morena, de cabello largo ligeramente ondulado, hermosa, y definitivamente algunos años mayor que nosotros.

—Es una conocida —respondió Luke.

¿Una conocida? ¡Soy su mejor amiga!

—Yo... ¿Interrumpí algo? —me di mil bofetadas mentales por haber preguntado lo obvio.

La chica solo se encogió de hombros y Luke asintió molesto.

—¿Cómo puedes aparecerte si no sabes...? ¿Y por qué no avisaste que te ibas a aparecer? —me preguntó.

—¿Qué la niebla no es suficiente aviso? —dije orgullosa. Él me había dicho exactamente lo mismo hace un rato cuando decidió aparecer en mi cuarto.

—No hubo niebla —se cruzó de brazos. Se nota que no está de humor para bromas, y quiere que me largue.

—Bueno... Solo venía a decirte que pude hacer magia, y creo que ya sé por qué antes no podía... Lamento mucho esto... Adiós —tomé mi varita para desaparecerme lo más rápido posible—. A casa.

No pasó nada.

Oh, no por favor no ahora, no quiero hacer el ridículo, necesito desaparecer ya mismo. ¡Funciona, estúpido hechizo!

Me aclaré la garganta y lo repetí, no pasó nada nuevamente.

Si Luke no estuviera tan molesto y desesperado porque me vaya, apuesto a que se estaría riendo de mí con ganas. Sin embargo, lo que hizo fue suspirar y tomarme del brazo.

—A casa de Gabriela —dijo, y nos aparecimos en mi sala de estar inmediatamente.

Esperen. Aparecer a otra persona se supone que está más allá de su poder.

—¿Cómo hiciste...?

—Me tengo que ir, después hablamos ¿sí? — con un chasquido se desapareció de inmediato.

Me tapé la cara con las manos recordando el incómodo y humillante momento que acabo de pasar.

—¿Te pasa algo? —me preguntó una voz masculina, era Kendall mi primo.

—No, no —mentí—. ¿Billy sigue aquí? ¿La casa quedó llena de niebla? —me aprenderé a preguntar.

—Sigo aquí —sonó la voz de mi tío—, y solo en tu habitación apareció niebla.

Vi cómo Kendall se estremeció al oír la palabra niebla, acto seguido se retiró.

En ese momento me acordé de lo que nos había contado de su madre, que la niebla la había matado como si fuera un veneno. Me sentí mal por haberle preguntado por niebla hace un minuto, y surgieron muchas interrogantes en mi cabeza, la predominante ahora era cómo la niebla causó la muerte de su madre.







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Gracias por leer :)

Pd: Luke en multimedia.

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