Y ella se encontraba confundida después de aquel beso y la reiterada confesión del chico que, en esos momentos, seguía aferrándose a ella como si fuera lo único que realmente importaba.

Eso volvió a hacerla sentir una calidez tremenda en su pecho, sus mejillas volvieron a tomar la tonalidad rosa casi roja, atreviéndose a darle un beso en la mejilla, correspondiendo al abrazo y cerrando sus ojos.

Una parte de ella quería negarse a ser cómplice de aquello, negarse a todo lo que significaba darle una oportunidad al amor que le quería entregar el azabache.

Y su otra parte, esa que amaba con toda su existencia el color oscuro que definía a Fred, quería aceptarlo y tenerlo sólo para ella.

¡Incluso si debía cortarle las piernas y dejarlo amarrado a su cama!

-¡Fred, tu deberías estar en la cama!-gritó el castaño, alterado y preocupado por el nombrado acercándose a ellos con rapidez.

-¡Perdón Freddy! Pero no soportaba estar allí-mencionó el de ojos metalizados, haciendo un puchero y soltando poco a poco a la chica.

-¡Aún así idiota, tu estado es delicado!

-¡Lo sé maldición, sólo dejame olvidarme de ello por un rato!

¿Fue idea de Meg... o la conversación se había tornado demasiado seria?

¿Los ojos del azabache... estaban aguados?

¿Él de verdad estaba llorando?