🌙11🌙
Fred había llegado a la escuela unos días después, cuando las clases ya habían finalizado.
Había tenido que escaparse de la casa, aun estaba con algo de fiebre por la enfermedad pero se había arriesgado a empeorar con tal de salir.
Pero no importaba lo que hiciera, de todas formas su enfermedad iba a seguir avanzando hasta acabar con él, pero no quería que todo terminará así, por ello se quedo ahí, esperando la salida de la albina de mechón rosa.
Y ella, ajena a todo mal y pesar del azabache estaba con sus dos amigos, practicando un poco, cantando y poniéndose al día con algunas cosas para no sentirse tan fuera de lugar en su propia banda.
Media hora después ya había terminado con sus deberes, era libre de irse a casa. No dudó en tomar sus cosas y salir del salón de ensayos, caminando tranquilamente por los pasillos.
A penas salió de la escuela, sintió unas manos sujetando sus brazos por detrás, debido al susto que le dio no pudo reaccionar para defenderse.
Pero, para su suerte (y desgracia), sólo era el azabache sonrojado acorralándola y besándola en los labios, sujetando sus manos con firmeza, dejándola sin oportunidad alguna de escaparse.
Meg sintió sus mejillas ardiendo en rojo, no podía procesar muy bien lo que estaba sucediendo, aunque sabía que era su joya oscura quien la estaba besando.
¿Cómo debía sentirse, si el chico que supuestamente la amaba y la dejó plantada ahora la estaba besando?
-M-Mgh...-un leve jadeo escapó de sus labios cuando se separaron.
Fred también jadeaba pero sonriéndole levemente y con un rubor casi igual de intenso en sus pálidas mejillas juntando sus frentes.
-Te amo... en serio...-susurraba el mayor, cerrando levemente sus ojos y abrazándola con fuerza.
No quería perder aún a la primera chica que le daba una oportunidad y además lo trataba pese a todo como a un igual.
Sentía que con ella podría hacer cosas nuevas, sentir y probar cosas nuevas...
La albina de mechón rosa y llamativo ojo dorado era especial para él, había sido la primera que le movía el piso de aquella manera.
La primera que hacía latir tan rápido su bendito y enfermo corazón.
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