Capítulo 5
Ayano fue incorporándose poco a poco mediante despertaba. Al ver que Budo la tenía abrazada, abrió sus ojos como platos. Miró a todos lados, para recordar que estaba en la habitación del chico, después regresó su vista a la cara de Budo y se le quedó mirando unos minutos. El chico abrió un ojo.
—¿Tan guapo soy para que te me quedes mirando tanto tiempo?
—¡Ah! —Ayano bufó— Cállate.
—¿Quieres decir que no soy guapo?
—... —la chica guardó silencio—. Yo nunca dije eso.
Budo soltó una carcajada.
—¿Qué hora es? —se preguntó Budo mientras sacaba su celular—. Oh, mira. Parece que ya te tienes que ir a casa.
—¿Aún no es de mañana? —Ayano miró la ventana.
—No. Son las siete.
—Ah, bueno —la pelinegra miró por debajo de las sábanas—. ¿Puedes soltarme, por favor?
Budo no dijo nada, solamente le hizo caso.
Ayano se sentó a la orilla de la cama y se pasó una mano por la cara. Tenía sueño. Budo pegó sus labios al cuello de Ayano mientras ella estaba pensando en quién-sabe-qué. No la besó, simplemente dejó sus labios ahí.
La pelinegra lo miró sobre su hombro.
—¿Qué haces?
—Tengo sueño —respondió Budo sin despegar su cara del cuello de Ayano.
—¿Y?
—No sé —se enderezó y se sentó al lado de Ayano—. Tengo sueño.
—Cómo sea, ¿me acompañas a casa?
—Ajá —Budo se talló los ojos.
Ambos ya estaban fuera de la casa de Ayano. Ella dejó su mochila en el suelo y sacó las llaves de un pequeño bolso.
Ayano metió la llave en la cerradura, le dio vuelta y abrió la puerta. Se giró sobre sus talones.
—¿Nos vamos mañana juntos al colegio? —preguntó Budo.
—Sí.
Budo tomó las mejillas de Ayano y acercó la cara ajena con la suya para darle un breve y tierno beso en los labios.
—Te amo, Ayano-chan. Buenas noches.
Ayano bajó la cabeza y tomó el pomo de la puerta para entrar a su casa.
—Gracias. Yo —Ayano lo miró—... Yo también te quiero.
Y fue volando hacia su habitación.
Dejó su mochila en el suelo y bajó de nuevo a la sala para poder ver si Budo ya se había ido. Y, la verdad, no se fue.
Ayano, como acosadora de excelencia, lo miró sin que él se diera cuenta. Budo se metió una mano al bolsillo del pantalón y sacó un paquete de cigarros. De otro bolsillo sacó un mechero.
Antes de que Budo encendiera el cigarro, Ayano abrió la ventana.
—Te había dicho que dejaras de fumar, ¿no?
—¡Ah, Ayano! —Budo dio un respingo— Sí, sí, lo siento —tomó el cigarro, lo tiró al suelo y lo pisoteó—. ¿Qué haces ahí? ¿Me estabas espiando?
—Quizás.
—¿Te van a encargar tarea hoy?
Ayano rió.
—Perdona, pero creo que no.
—Qué mal.
—Anda, sí.
—¿Lo dices en serio?
—No sé —Ayano se encogió de hombros—. Me gusta pasar tiempo contigo.
—Vaya —Budo levantó ambas cejas.
Ayano, al darse cuenta de lo que había dicho, se tapó la boca y desvió la mirada. Budo dio una leve carcajada al ver la reacción de la pelinegra.
—¿Sabías que te quiero mucho, Ayano-chan?
—De hecho.
Budo pasó su brazo sobre los hombros de Ayano. A ella no le pareció una molestia por un tiempo. Ayano desvió la mirada para encontrar un tema del cuál hablar. De repente ella quitó el brazo de Budo violentamente.
El chico se quedó parado un momento, confundido del porqué ella había hecho eso. Siguió la mirada de Ayano para encontrarse con Taro, quién la miraba con curiosidad. Taro se dio cuenta de que él lo observaba, y le dirigió la mirada. Budo frunció el ceño y retomó el paso para quedar a la altura de Ayano.
La chica tenía la mirada baja.
—Ayano-chan, honestamente, ¿qué le ves a ese chico?
Ayano se giró rápidamente frunciendo el ceño.
—¿Qué tipo de pregunta es esa? —Ayano levantó la voz, haciendo que toda la escuela la viera— Mierda —masculló.
Budo se acercó aún más a Ayano.
—No me levantes la voz, ¿sí, cariño?
—No —Ayano bajó la voz—... No me llames así.
—¿Y si yo quiero llamarte así, qué?
Ayano apretó los puños y la mandíbula, dio media vuelta y fue hacia su clase.
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