Capítulo 04
Hard To Say I'm Sorry // Chicago
Nickolas Ødegaard
Le otorgué el tiempo y espacio necesario, pero cuando me topé tres veces consecutivas con Claire el lunes por la mañana, no soporté que no me dirigiera la palabra, ni siquiera un leve vistazo.
Era una mujer frustrante.
¿Tanto le costaba perdonarme?
Bien, sabía que la había cagado y que esta vez iba en serio.
Estaba consciente de que no me perdonaría pronto.
¿Pero ignorarme? Eso ya rebasaba el límite.
—¿En serio te vas a comportar así?
No respondió.
La seguí hasta su aula y entré a pesar de que llegaría tarde a mi clase.
—Ya entendí Claire, te lo contaré todo, no más secretos. Te lo juro —quizá comenzar con una mentira no era la forma más efectiva de arreglar las cosas, pero si de llamar su atención.
—Ni tus promesas, ni tus disculpas, ni tu palabra tiene ningún significado para mí. Hazte el favor y retírate.
Eché un breve vistazo a nuestro alrededor, todos estaban al pendiente de cada palabra que salía de su boca y al parecer, su compañero de laboratorio se burlaba de mí pues su rostro dibujaba abiertamente una sonrisa socarrona en mi dirección, la cual le borraría pronto si continuaba colmando mi paciencia.
—¿Podemos hablar más tarde? —imploré.
—No lo creo —ni siquiera se lo había pensado.
Claire tomó asiento, miró hacia su carpeta unos segundos y finalmente alzó la vista desde su posición, dedicándome una mirada con toda la pesadez del mundo, como si mi simple presencia la fastidiara. No iba a irme de ahí sin antes convencerla.
—Luego —bien, eso me bastaba—. Ahora mismo tengo clase, Nick. Y tú también.
En el momento que terminó de hablar el profesor entró al aula y asentí.
—Te esperaré para acompañarte a casa —aseguré, una vez obtuve de su parte la respuesta que quería.
Claire se removió incómoda.
—Luego hablamos —concluyó, dándome un ápice de esperanza.
Terminé saliendo del aula, echándole un último y breve vistazo.
Habían pasado a penas unas cuantas horas desde la pelea, ni siquiera se podían considerar días, pero la extrañaba más de lo que me costaba admitir.
Terminé llegando tarde a mi clase de física, tal como lo había previsto, pero eso me importaba poco.
No quería darle más vueltas a lo inevitable, sabía de sobra que Jensen sería el detonante que arruinaría la vida que había reconstruido lejos de casa, de eso no me cabía duda. Pero me negaba a dejarle hacer lo que se le viniese en gana sin poner resistencia.
Claire era quien me mantenía firme, ella era lo único bueno que había obtenido después de largarme de casa y la había atesorado como mi objeto de redención. El perdón que la vida me otorgaba para poder seguir adelante luego de todo lo que había dejado atrás.
Pero Claire había destruido con unas pocas palabras la cajita de cristal en la que la había guardado.
Jamás la toqué, incluso cuando mis deseos se volcaban en mi contra.
La había mantenido inerte, una pieza hermosa que estaba ahí para ser adorada bajo llave. Pero Claire quería más, necesitaba mi amor y yo no sabía si podía dárselo.
Jensen lo sabía perfectamente y no necesitó mucho para derrumbar el pedestal en el que la había posicionado.
Él era perfectamente capaz de destruirnos a ambos sin pestañear y estaba convencido de que ya había comenzado, desde el momento en que pisó mi casa lo hizo siguiendo un plan premeditado.
Y no podía imponerme ante sus deseos de destruirme, pero Claire era preciada para mí y no iba a permitir que se viera envuelta en toda nuestra mierda familiar. Ese era un asunto que solo él y yo debíamos resolver.
Aunque claramente, Jensen no pensaba de la misma forma.
Cuando Peter me abordó al finalizar las clases para la hora de práctica me abofetee mentalmente. No sabía dónde se encontraba mi cabeza, pero definitivamente no donde debía.
—¿Crees que el entrenador se dé cuenta de mi ausencia? —inquirí intentando zafarme de su brazo alrededor de mi cuello. Detestaba que hiciera eso y el cabrón lo sabía, apretujó más y me dejó libre luego de soltar una carcajada ante mis vanos intentos de deshacerme de él.
—Que buen chiste, ese hombre tiene ojos en todos lados Nick, si hoy no vas, no compites, así de simple.
—Tengo algo que hacer —repliqué frustrado.
—¿Muy urgente?
Dudé.
—Puedo llamarla, pero no es mi mejor opción.
—¿Una chica, hombre? ¿Desde cuándo una chica te descarría de tus prioridades?
—Es Claire, ha estado malhumorada últimamente y a penas me dirige la palabra.
Ya me había rendido, Peter tenía razón.
Si quería conseguir la beca deportiva de la universidad debía mejorar mi marca para el próximo torneo, quizá si esta vez le llamaba y avisaba antes de simplemente desaparecer, Claire entendería.
—¿Te ha dicho por qué?
Le miro con mala cara, ¿es enserio?
—Si lo supiera, no estaría tan preocupado.
—¿Quieres que yo te lo diga?
Me dio unas palmaditas en el hombro y negó, creyéndome tonto.
—No soy estúpido, claro que sé por qué está enfadada. Lo que no sé es cómo arreglarme con ella —solté con frustración.
—No puede ser tan difícil, es tu mejor amiga. Te adora y lo sabes. Claire solo cedería ante un chico y ese eres tú mi amigo.
Peter tenía un punto.
Y no es como si me creyese el centro del universo, obviamente no lo era. Mi ego no estaba tan inflado. Pero debía reconocer que poseía cierto poder de convencimiento con Claire y era recíproco. Solo no sabía qué tanto y si sería suficiente esta vez.
Al final, gracias al cielo la práctica se canceló, por lo que me negué a darle un aventón a Peter y prioricé. No podía dejar tirada a Claire, no de nuevo.
Le esperé en el aparcamiento y cuando salió acompañada de Andrew le hice un gesto con la mano, saludándoles. Esta vez no se me iba a escapar, ni siquiera cuando fingiera no saber dónde aparcaba mi destartalado automóvil.
Andy se despidió de ella y me lanzó una seña grotesca con el dedo, de lo cual no pude evitar sonreír y devolvérsela.
Cuando Claire caminó en mi dirección recordé lo idiota que me había comportado los últimos días con ella. La estaba lastimando, pero no sabía de qué otra forma hacer las cosas, tampoco podía corresponder a sus sentimientos sin antes poner en orden mis asuntos.
No habló al subirse al auto, simplemente guardó silencio y posicionó su mochila entre sus piernas, abrochando el cinturón de seguridad y esperando a que arrancase.
—Hola —saludé, tanteando el terreno.
Claire no contestó de buenas a primeras.
—Habla rápido, Nick. No vivimos muy lejos.
Su respuesta amarga inevitablemente me hizo sonreír, en otro momento, le habría reprochado y contestado con la misma ironía para continuar con un juego que nunca nos cansaba. Pero su semblante me advirtió de que no era el momento, por lo que guardé silencio unos instantes.
—¿Vas a estar enojada conmigo mucho tiempo? —suavicé el tono, esperando que de esa forma pudiera disminuir su molestia.
Claire miró hacia la ventanilla a su costado, evitando darme la cara. Pero pude darme cuenta a través del retrovisor que lo que me ocultaba eran sus ojos empañados de lágrimas.
—No sé.
Solté una de mis manos del volante y la acerqué levemente a su rostro, alejando el cabello que me impedía observar su perfil.
¿Qué me impedía amarla?
—¿No me extrañas?
Se alejó levemente de mis caricias y continúo mirando hacia la calle, estábamos a punto de aparcar y no quería dejarla ir todavía, ni siquiera habíamos resuelto nada.
La quería, ¿era eso lo mismo que amar?
¿Sería suficiente?
—A penas ha pasado nada y ya te extraño muchísimo. Me haces falta —proseguí.
Claire se giró rabiosa. Mis palabras al parecer no habían surtido el efecto deseado.
—¿Y hasta cuándo será eso?
—Claire...
Ya habíamos aparcado frente al edificio y rogaba al cielo poder terminar con nuestra disputa antes de que decidiese que esto había sido suficiente de nuevo.
—¿Te haré falta también cuando decidas que no soy suficiente y necesites de otras para pasar la noche? ¿Te hago falta o simplemente no quieres estar solo? No quiero estar cerca de ti, ya te lo había dicho. Me haces mal, me lastimas constantemente con tu indiferencia, no entiendo por qué no me puedes dar una respuesta simple. ¿Me quieres o no me quieres? Es muy sencillo de responder.
—No cuando la respuesta no es la que esperas.
—¿Por qué me harás sentir peor de lo que ya lo hago? —inquiere amargamente—. Es mejor cortar de raíz estos sentimientos si lo que quieres es que todo continúe como si nada, puedo fingir estar bien, puedo fingir que no me molesta que salgas con otras o que me ocultes cosas, siempre y cuando respondas a mi pregunta, porque de otra forma solo estaré pensando y sobre pensando que quizá, tenga alguna esperanza. Así que, ¿me quieres?
—No —respondo.
Claire me mira detenidamente y asiente.
¡Pero sí la quiero!
—Sí —rectifico después.
¿Pero la amo?
—No lo sé. Solo no quiero que te vayas. No quiero volver a estar solo. Y tú eres..., no lo sé, quiero explicarte. Déjame explicarte.
—Pues dilo, es la última vez que habláremos de esto.
—No te di una respuesta porque... por que aún no sé qué es lo que siento por ti. Sin duda hay algo Claire, lo siento —acerco mi mano a su mejilla y esta vez me lo permite, suavizo mi tacto y acerco su rostro, se ha encargado de evaporizar todo rastro de llanto. Claire es fuerte y valiente, más de lo que yo lo seré nunca—. Todo el tiempo he querido saber lo que se sentiría tocarte, besarte... —sus labios se entreabren a mi toque, llevo el pulgar a su labio inferior y lo mantengo ahí, intentando manejar mis impulsos—. Pero sé que no puedo llevar esto más allá sin antes decidir lo que realmente siento por ti, te quiero, pero sé que todavía no es suficiente porque no quiero contarte mi pasado, ni lo que hace Jensen aquí, me da miedo que lo sepas y dejes de quererme, porque entonces todo habrá acabado, lo sé.
—Nick, no tiene por qué ser así...
—Lo será, todo habrá terminado para mí aquí si alguien se entera. Por eso te suplico que te alejes de Jensen, él no es bueno. Todo lo que busca es destruirme. Y sabe que tú lo eres todo para mí, eres mi familia y mi hogar. Me has dado esperanza y no quiero que arruine lo único bueno que conozco.
—De hecho, hay algo de lo que quería hablarte, por eso decidí que me trajeras —dejo que prosiga y lo hace, alejándose a una distancia considerable en su lado del coche—. ¿Estás seguro de que tu hermano es la persona horrible que describes? ¿Qué tal que lo abdujeron los alienígenas y le hicieron un cambio de cerebro?
A pesar de que su cambio de humor es un avance enorme, no me río ante su ocurrencia.
—Lo conozco y sé que no me ha encontrado por pura casualidad.
—¿Entonces no dejarás que viva contigo?
—¿Cómo sabes tú eso?
Claire duda y mira sus manos antes de darme una respuesta.
—Lo vi el sábado, recogiendo sus cosas en la conserjería. Hablamos un poco.
—Claire, aléjate de él. Es enserio, no busca nada bueno y te puede meter en problemas.
—¿Qué clase de problemas?
—De todo tipo.
—¿No estarás exagerando?
—Sé que lo que digo puede parecerte una exageración, pero en serio está metido en problemas y no quiero que te arrastre consigo.
—Pues es demasiado tarde para eso.
—¿A qué te refieres?
—A nada.
Claire desciende del auto y aunque intenta escabullirse rápidamente, la sigo.
—¿Qué quieres decir con eso, Claire?
Ella se detiene a mitad de las escaleras y me deja alcanzarle.
—Está viviendo conmigo, Nick.
Todas mis alarmas se activan en cuanto termina la oración.
—No puede ser tan hijo de puta...
Me encamino a su departamento, y sin darle la oportunidad a reaccionar comienzo a tocar la puerta.
—No está. Salió a buscar trabajo.
—Ah, ¿eso te dijo?
—Eso dijo y le creo, entonces, ¿cambiarás de opinión? ¿Ahora que sabes que está quedándose en mi departamento le dejarás volver al tuyo?
—¡No! Jamás dejaré que ponga un pie en el edificio de nuevo.
—Eso es una lástima, porque no puedes decidir nada por mí. Se queda conmigo y punto.
No la comprendo...
—¿Por qué me haces esto?
—¿Por qué te hago qué, Nick? Estoy ayudando a tú hermano, me debes un favor.
¡Pero no es lo que quiero!
Maldita sea, Jensen.
—No quiero que lo ayudes. Deberías estar de mi lado, ¿por qué vas a dejarle quedarse? Confía en mí, por favor. No es alguien bueno. Te puede meter en problemas.
—Lo siento Nick, ya lo he decidido. Él se queda.
—Claire... no lo entiendo.
—Es fácil, piénsalo. ¿Soy una tonta, Nick?
Frunzo el ceño ante su pregunta, ¿a dónde quiere llegar?
—No.
—Así es, no lo soy. ¿Me vas a contar la verdad?
—No.
—Entonces debo buscar respuestas, yo también puedo jugar a este extraño y retorcido juego, ¿sabes?
—Claire no sabes en lo que te estás metiendo.
—Lo tengo perfectamente claro, gracias a tus advertencias. Te dije que si me dabas una respuesta todo sería igual que antes y así será. Ya no te recordaré mis sentimientos de nuevo, puedes estar tranquilo, volveré a ser la misma chica de antes, la ignorante. Pero tengo una condición.
—¡Pues no la acepto!
—Qué raro, porque yo acepto todo lo que venga de ti, eso no es muy equitativo de tu parte.
—No me hagas esto, Claire —suplico una última vez, esperando a que ceda, aunque es inútil. La determinación con la que me mira es indestructible, no va a dejar pasar la oportunidad.
—Lo siento, Nick —abre su departamento y me quedo ahí, congelado.
No puede ser...
Jensen le dirá todo. La perderé.
Claire cree que puede, pero esto la consumirá.
«¡No! ¡No quiero!»
Tengo que encontrar a mi hermano. No voy a dejarlo ganar.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
A medianoche decido que ha sido suficiente, dejo la ventana de mi habitación sintiéndome un puto acosador y salgo con las llaves del auto en mano.
Me temía que en realidad Jensen se encontrase en lo de Claire, pero el resto del día no escuché ruidos desde su departamento que me alertaran que estuviese alguien con ella. Decidí creerle, esperar el momento oportuno y salir a darle alcance.
Conocía bien el área y aunque hacía mucho tiempo que no me mezclaba en los bajos barrios de la ciudad, no era un ignorante del tema.
Era simple como una persona podía llegar a la zona del pecado si se iba con la idea en mente.
Hertford no era especialmente peligroso, pero había un sitio a las afueras que solo algunos pocos conocían, era el cruce entre una ciudad y otra, el punto de encuentro.
Estaciono el auto en una de las estrechas calles y desciendo.
Camino con seguridad, cómo si supiera hacia dónde voy. Jamás hay que dejarse intimidar en un sitio como éste, hay ojos en todos lados, incluso donde parece que no hay nadie observando.
A estas horas de la noche, la calle está desértica por lo que la policía probablemente no tarde en hacer el patrullaje nocturno, si es que lo hace.
A pocos metros de la última intersección, hay un sendero oscuro que por la noche pasa desapercibido para posibles fisgones, camino siguiendo el lejano sonido de la música y localizo luego de unos cuantos minutos un bar en medio de la nada. Bill me saluda desde su moto y sus amigotes me miran con curiosidad, susurrándose el uno al otro y soltando risillas conforme me voy acercando.
—¿Como has estado hijo? —Bill me tiende un cigarrillo y le doy una calada.
—Bien, ¿tú qué me dices?
—Sin novedad, cariño. ¿A qué debemos el honor de tu presencia? —sonríe, peinando su bigote y echándome un vistazo desde lo alto.
Para su desgracia, no estoy aquí para lo que sea que se esté imaginando.
—Solo venía a tomar una copa —suelto la peor mentira que se me pudo haber ocurrido.
—Que gracioso —él y otros hombres han dejado de sonreír y me abren paso, indicándome la entrada —. Pasa. Beatriz ha estado preguntado por ti.
Asiento y le hago caso, esperando a que el grandulón de la entrada me abra la puerta.
Nada me indica que sepa algo sobre Jensen, pero debo confirmarlo por mí mismo para poder dormir tranquilo las próximas veinticuatro horas. Sino, me volveré loco.
Red Point no es un pub nocturno para niños ricos, pero si para ricos adictos. El que entra al bar conoce las consecuencias a las que se atiene, sin embargo, como mi cuenta está saldada puedo darme el lujo de entrar, echar un ojo mientras bebo algo y largarme sin necesidad de hacer de camello.
Saludo a Beatriz al final de la barra, y me alegro de que sea ella quien atiende esta noche y no su hija, pues así es más fácil que suelte la lengua en caso de que haya visto a mi hermano, con suerte, Jensen, no habrá cometido la tontería de venir hasta acá y resulte más sencillo simplemente desaparecerme en un par de horas.
—Pero a quien tenemos aquí. Tanto tiempo sin verte Nickolas —Beatriz se acerca y me planta un beso en la boca nada más verme.
—¿Como estás guapa?
—Tan bien como se podría estar, ¿a qué se debe el honor? —regresa sobre sus pies y continúa limpiando las copas desde su sitio, al otro lado de la barra.
—Simplemente me apetecía romper la rutina.
La mujer alzó una ceja escéptica y soltó una carcajada.
—Espero que encuentres lo que buscas, guapo.
Sonreí pesadamente.
Si Jensen se dejaba ver, nos metería en un problema y sería difícil sacarse a Bill de encima.
Intenté ser lo más discreto posible, bebí dos tarros de cerveza y me paseé entre las mesas con chicas para pasar desapercibido.
Agradecí que no hubiera rastro de Jens, pero aún no podía dar por sentado que no se fuese a aparecer cualquier otra noche.
Pagué la cuenta dos horas y media después, y cuando me disponía a salir, una chica cayó a mis pies de una bofetada.
El hombre que la acompañaba se burló de ella y le dio la espalda.
Más que nadie sabía que no debía meterme en asuntos ajenos, pero no podía ignorar algo así.
Si me hubiese encontrado en otro momento y otro lugar, le habría dado la paliza de su vida a aquel mal nacido, pero había mucha gente esperando verme tambalear, Beatriz y Bill los principales de la lista, por lo que simplemente tuve que conformarme con levantarla del suelo con cuidado, pese a las ganas de partirle la cara al idiota que la había dejado caer al suelo mugriento.
La chica se sostuvo de mi brazo con una mano y con la otra sostuvo su rostro hinchado, sin embargo, cuando logró estabilizarse pude notar tres cosas que me hicieron acelerar el pulso de puro coraje.
Número uno, la mano del tipejo se había dibujado completamente en su mejilla.
Número dos, sus ojos se encontraban completamente empañados en lágrimas.
Y número tres, la más importante, es que la conocía.
—¿Nick? —hipó entre sollozos contenidos.
No dejé que prosiguiera.
—Te llevaré a casa.
—No es necesario —echó un vistazo a su alrededor, notando que nadie le prestaba atención particularmente, ni siquiera el hombre que la había abofeteado hasta el punto de dejarle en el piso—. Conseguiré un taxi.
Recompuso la postura y ajustó su ropa con ambas manos.
¡Qué terca era!
—Sabes que en este lugar lo que menos abunda es un transporte seguro, te llevaré a tu casa y fingiré no conocerte.
—Pero...
—Tienes tres segundos antes de que cambie de opinión.
Salí del bar y me encaminé derecho y sin mirar atrás hacia el sitio donde había aparcado el coche. Escuché sus pasos a mi espalda e intenté modular mis emociones, pero simplemente no podía hacerlo tan fácil.
La habían golpeado frente a mis narices, ¿en qué estaba pensando al entrar a un lugar así? ¿Ya habría traído a Claire antes? No quería ni siquiera imaginarlo.
Abrí la puerta para ella y entró al coche sin a penas mirarme.
Solté un suspiro profundo y rodeé el cofre hasta situarme en mi asiento.
—¿Estás bien?
Me abofetee mentalmente, claramente no estaba bien.
—Sí.
Ambos éramos estúpidos.
—Déjame verte.
Evie cerró sus ojos y soltó el aire lentamente, algunas lágrimas resbalaron por su rostro y las limpió con rabia luego de unos segundos.
Esperé pacientemente a que hablará.
—Estoy bien, en serio. Solo por favor, no se lo cuentes a nadie.
—¿Quién era él?
—Nadie.
—Mira sé que no debo entrometerme en tus asuntos, pero podrías denunciarlo, no puedes dejar que esto se quede así, si no quieres ir sola, puedo acompañarte o buscar un modo.
—Nick, no soy estúpida. No te preguntaré qué haces tú aquí, ni tú le dirás a nadie que me viste hoy. ¿Qué crees que me ganaré denunciándolo? Sería como ponerme las esposas y meterme a una celda yo solita.
Ambos nos sumimos en silencio.
—Bien, fingiremos que hoy no pasó nada —respondo con tranquilidad, pero es esa misma calma la que desata la tormenta.
Evie suelta un bufido.
—Cometí un error al seguirte.
Acelero el coche, alejándonos a ambos del sitio y me enfado con su respuesta.
—¿Qué dices? ¿Preferirías que te hubiera dejado ahí, qué fingiera que no te conocía?
—¡Sí!
—¿Pues sabes qué? Yo también me arrepiento. Muchos problemas tengo ya, como para añadir otros que ni siquiera me incumben. Ahora para colmo, debo guardarle otro secreto a mi mejor amiga por tu culpa.
—Para el coche.
—Y una mierda.
—¡Qué pares el coche!
Acelero a setenta en cambio.
—¡Estás loco!
—¿Me vas a dar tu dirección o esperas qué la descubra yo mismo?
Evie se cruza de brazos y las lágrimas comienzan a manchar su rostro con maquillaje de ojos.
—No vamos tan rápido, tranquila —intento modular mi tono, de nada sirve enojarme con ella, ni siquiera hay razón—. Lo siento, no debí alzar la voz.
—No es eso... —suspira.
—No le diré nada a Claire tampoco —cedo.
—Gracias.
—Pero no deberías estar en un lugar así, de esa gente no se huye por mucho tiempo.
—Eso no es muy tranquilizador, ¿eh?
—Ni siquiera un poco, pero es la verdad.
—¿Qué hacías ahí, Nick?
—¿Esperas que te lo cuente? —negué con una sonrisa burlesca—. Tendría que estar loco.
—Lo mismo digo.
—Pero quieres hablar de ello, ¿no?
Evie no contestó, pero al menos se relajó un poco sobre su asiento.
La hinchazón en su rostro había disminuido, pero un feo moretón comenzaba a formarse en su pómulo, eso la haría dar muchas explicaciones al llegar a casa.
Cuando llegamos a Hertfordshire me indicó el camino que debía tomar. Eran las dos de la mañana, pronto amanecería y a mí se me había olvidado por completo vigilar a Jensen. Sin embargo, Claire no me perdonaría que dejase a su amiga varada en medio de la nada por una estupidez, no iba a obtener respuestas incluso si encontraba a mi hermano y tampoco haría cambiar de opinión a Claire sobre no dejarle vivir en su casa. Era tozuda cuando se le proponía.
—Aquí es —Evie señaló una esquina, allí donde se ubicaba una de las pocas tiendas de conveniencia nocturnas de la ciudad.
—¿Aquí?
Evie asintió, y abrió la puerta del coche cuando aparqué.
—¿Quieres una cerveza? —ofreció desde la ventanilla y sonreí brevemente, asintiendo.
—Claro.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Lamento mucho la demora, espero compensarles pronto con nueva actualización.
Por el momento, ¿qué les ha parecido el capítulo?
Dejénme por acá sus teorías, me gustaría saber qué piensan :)
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