Capítulo 02
EASIER // 5 Seconds of Summer
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Nickolas Ødegaard
«Claire Jones, oficialmente eres la chica más tonta que he conocido en toda mi vida».
No podía creer lo que veía, o tal vez sí, dado que estaba ocurriendo justo frente a mis narices, mientras el idiota de mi hermano sonreía socarronamente tomando de su mano y dejándose guiar hacia mi habitación.
Peter soltó́ una risilla burlona y me encargué de hacerlo callar antes de comenzar a seguir a Jensen junto a Claire.
Comenzaba a arrepentirme de haber aceptado que se quedara a vivir conmigo. No iba a ser nada fácil convivir el uno con el otro de nuevo.
Les seguí́, consciente de que Claire creía que él era yo pese a las múltiples diferencias que nos caracterizaban. Porque por una mierda, ¡era muy fácil distinguirnos!
Yo era mucho, muchísimo más guapo.
Miré sus manos entrelazadas, Jens notó ese pequeño detalle y apretó aún más su mano.
Entorné los ojos, exigiéndole que la soltará. Pero eso solo le divirtió́. ¿Cómo podía ser posible que Claire no se diera cuenta de la diferencia? «¡Tonta y mil veces tonta!»
Le riñó a Jensen el que yo no le hubiera contado que tenía un gemelo y él aprovechó la ocasión para desenmascararse a sí mismo y otorgarme una mirada cargada de burla y cinismo.
Tenía que actuar antes de que fuera demasiado tarde.
Sé lo que está pensando y no se lo voy a permitir.
—¿Así que no le has hablado de mi a tu novia? —alza sus cejas, haciéndose el ofendido. Ambos sabemos que no le pega nada—. Eres envidioso.
Por supuesto que sí, idiota. Y no pienso compartir contigo.
Miro a Claire, quien se ha soltado bruscamente del agarre y ella me devuelve la mirada a la vez que evalúa mis rasgos.
—No es mi novia —confieso e inmediatamente los ojos de Claire suben desde mis pies hacia mi rostro para conectar con los míos.
Maldita sea, Claire. ¿Justo hoy tenías que verte así de bien? ¿No pudiste usar uno de esos viejos y horribles harapos que usas por pijama?
Soy un jodido imbécil, y sé que la he cagado en cuanto aparta la mirada. Me gustaría acercarme y decirle que nada de esto tiene que ver con ella, pero mientras más convencido suene, Jensen la dejará en paz.
Además, no somos nada. Es la verdad y necesito dejársela bien en claro a mi hermano.
—Que sutil eres, idiota —bufa ella, claramente molesta por mi respuesta y mi falta de sensibilidad.
Jens nos mira el uno al otro y sé que sabe que solo nos estamos montando un numerito. O que al menos yo lo estoy haciendo, y si es así, con eso le basta y sobra para comenzar a utilizarlo en mi contra.
—Es la verdad —rectifico, a pesar de todo y sus futuras consecuencias.
Claire asiente y noto como pasa saliva.
Está aguantándose las lágrimas y reconozco que es todo por mí culpa, igual que todas las otras veces por las que le he hecho pasar malos ratos.
Solo que soy idiota y no sé manejar la situación y ella es tonta por no ver lo mucho que me importa su seguridad, a pesar de que debo recurrir a estas medidas extremas. Hago esto por su bien, después va a agradecerme cuando se dé cuenta de lo que es capaz Jens de hacer con tal de darme una lección.
—Voy afuera —avisa cabizbaja.
No, esto no se puede quedar así.
Le sujeto con delicadeza antes de que abandone la habitación.
—¿No te vas a ir, cierto? —susurro, solo para que ella me alcance a escuchar.
Claire me devuelve una mirada cargada de furia y se separa de mí con brusquedad, como si mi toque le incordiara. Automáticamente la dejo ir, sintiéndome una mierda por lastimarla cuando esta debería de ser la oportunidad de rectificar lo qué pasó en la mañana.
No fue mi elección dejarla esperando, pero admito que tampoco recordé avisarle que debía ir al aeropuerto. Simplemente olvidé que ella estaría aguardando por mí para ir a desayunar como siempre hacemos.
—No, voy a ir a beber algo —aprieta los dientes conforme habla.
Por poco y quiero sujetar su rostro y borrar con mi pulgar ese ceño fruncido que le marca las líneas de expresión en su frente, pero me contengo.
Asiento y se marcha, empujando mi brazo al pasar por mi costado.
Jens no deja pasar la oportunidad para burlarse de mí.
—¿No le contaste? ¿Es enserio? —su tonito de burla ya me está sacando de mis casillas.
—¿Y a ti que jodidos te importa? —gruño.
—No me importa, pero no deja de sorprenderme.
—No eres tan importante como para irte presumiendo por la vida.
—Oh, créeme que lo que menos hago es hacer alarde de ti tampoco —su voz se vuelve ácida conforme escupe las palabras.
—¿Entonces a qué viniste?
—Vine aquí porque me lo debes —se encoge de hombros—. Además, mamá ya no me aguanta en casa y sabes que cualquier lugar es mucho mejor que ir a lo de Franz.
—Será porque son iguales.
Jensen suelta una carcajada amarga.
—Tú no eres mucho mejor que él.
Yo niego, recuperando la calma.
—Eso ya no es así, he cambiado.
—Oh sí, tú noviecita es interesante.
Aprieto la mandíbula.
—Ella no es nada mío.
Jens se pasea por la habitación, dándome la espalda y le sigo.
Toma uno de los portarretratos que se encuentran sobre mis repisas y me golpeo mentalmente por no haberme desecho de ellos antes de recogerlo al aeropuerto por la mañana.
—¿Estás seguro?
Me lo muestra y en el aparecemos Claire y yo sonriendo frente a la cámara, con un montón de mierda de torta sobre la cara. Es de hace unos pocos meses, en el festejo que organizó para mi cumpleaños.
—Sé lo que estás pensando y no te lo voy a permitir —amenazo.
—No sabía que habíamos desarrollado el poder de la telepatía, déjame intentarlo ahora a mí —su rostro se torna serio, borrando cualquier ápice de sonrisa—. ¿No lo has adivinado? Tú no me dices que hacer.
—No te voy a permitir ponerle un dedo encima, Jensen —advierto, acercándome a él y tomándolo del cuello de su camisa.
Me aleja de un empujón, acomodándose la ropa.
—Ya veremos si no es ella quien me busca primero. Te habrás dado cuenta— cambia a un tono burlón— que ni siquiera ha sabido distinguir entre los dos, pero cuando lo haga, te apuesto lo que sea a que consigo enamorarla primero —sisea—, va a estar tan loquita por mí, Nick. Que se va a olvidar hasta de que existes.
—Yo no pienso hacer ninguna estúpida apuesta. No estoy interesado en ella de esa forma.
—Es una lástima —palmea mi hombro, chasqueando a la vez que se aleja en dirección a la salida—. Es bonita.
—Inténtalo y olvídate de que te deje vivir en mi casa. Me importa una mierda si te vas a la calle o con el mismísimo Franz de vuelta a Oslo, pero al menos aquí, no vuelves a poner un pie —advierto y rueda sus ojos.
—Hablas mucho igual que mamá, pero nunca actúas.
—Estas aquí por una razón, no te olvides de ello —corrijo y borra su sonrisita de superioridad.
Esto es un desafío, lo sé de sobra por la mirada cargada de rencor que me brinda antes de desaparecer.
—Y tú tienes todo que ver, tampoco te olvides de eso.
Jensen sale de la habitación y por un corto momento, me mantengo en silencio, recordando todo lo que dejé atrás y el precio que costó haberlo hecho.
Suspiro y luego de dejar el retrato en su lugar, abandono la habitación en busca de la chica que se dice llamar mi mejor amiga entre los invitados.
Cuando la localizo, me alivia al menos saber que se ha mantenido alejada de mi hermano y que se ha rodeado de los chicos del equipo.
Busco a Jensen y cuando lo encuentro, me cruzo con sus ojos desafiantes, sostiene un vaso de cerveza en las manos y eso solo incrementa mis nervios, pues la audiencia a su alrededor se encuentra abstraída en todas sus historias sobre Oslo, sobre mí y por, sobre todo, sobre sí mismo. Incluso a mí me han preguntado más de un par de veces sobre el porqué́ de mantenerle en el anonimato. A lo que no he respondido, por obvias razones.
Me paseo cerca suyo, convenciéndome a mí mismo de que mi paranoia se trata únicamente por Claire y su bienestar y no por la razón principal de mí temor a ello. Al menos debo de darle el crédito a Jens de no soltar la lengua a buenas y primeras, eso arruinaría mi reputación.
Consciente de que no todo lo está perdido con respecto a la tonta de Claire, ubico a Madison en la zona cercana a mi habitación, cerca de la salida.
Ella puede ayudarme a que Jens se olvide de Claire, o al menos, de que dude respecto a mi interés hacia ella.
Me acerco a la rubia y sujeto su mano al aire libre mientras se encuentra discutiendo con una de sus amigas, al verme, borra su rostro eufórico y me mira de arriba abajo, sin soltar nuestros dedos entrelazados.
—Vaya, vaya, ¿eres tú Nick? —se burla, incluso ella me ha sabido identificar. Me decepcionas, Claire Jones. Clávame una estaca, eso sería menos doloroso. —¿O acaso su imitación barata?
—Así que ya conociste a Jensen —doy un sorbo amargo a la cerveza y relamo mis labios. Me está costando muchísimo no ir y sacarlo del cuello a la salida.
—Es difícil no hacerlo —lo señala—, parece tan abierto a recibir atención como tú, cosa de gemelos, supongo.
—Te equivocas —le corto. Aunque no podría estar más de acuerdo.
Madison eleva sus cejas, jamás le he hablado cortante. Nunca. No funciona esa técnica al momento de ligar. Aunque, para todo hay una primera vez. Recompongo inmediatamente mi ánimo inicial y sujeto el borde de su blusa suavemente, rozando muy a penas su piel con mis dedos.
—¿Y para que me has buscado? Si tú lo único que me traes son problemas —riñe, sin embargo, ya ha mandado volar a su amiguita, por lo que es mi hora de empezar con el espectáculo.
Me acerco otro paso, halando de su cuerpo hacia el mío con mi palma abierta sobre su espalda desnuda.
Madison no se queja, incluso reacciona positivamente ante mi cercanía, mirando directo a mis labios, para después relamer los suyos.
—Jamás te has quejado. No sabía que te provocaba problemas con tu novio —me acerco peligrosamente y rozo muy a penas su comisura.
—No tengo novio.
—¿Ah no? —enredo mi mano sobre su cabello, acercando su rostro hacia el mío. Lleva tacones, y pese a ello, sigo sacándole media cabeza, por lo que debo alzar su cuerpo con mi brazo firme en torno a su cintura.
—No —tontea, acercando su rostro al mío.
Sonrío y miro de reojo a donde Jensen, que se las ha arreglado para acercarse a la mesa donde se encuentran las bebidas, la cual convenientemente se encuentra entre Claire y yo.
—Excelente, porque tengo muchísimas ganas de hacer esto —tomo sus labios entre los míos en un movimiento astuto y certero, enredando nuestras leguas posesivamente. Con ella esto funciona así, Madison no es una chica que busque suavidad, entre nosotros es una lucha de posesión, de demostrar quién es mejor y quien toma el control.
Esta vez no dejo que me enrede en sus provocaciones, debo mantener la cabeza fría y entretener con el espectáculo a mi hermano.
Demostrarle que se equivoca, que entre Claire y yo no hay ni habrá absolutamente nada.
Continúo devorando los labios de Maddie, hasta que perdemos el aliento y me separo.
—Debo irme, Nick —avisa, peligrosamente cerca. Es una señal, de que debería echarlos a todos y quedarme a solas con ella, sin embargo, eso no va a ser posible por hoy, a pesar de que lo desee.
—¿A dónde? —inquiero y me mira obvia. Ah, sí, su otro amigo con derechos—. Bien, ¿quieres que te lleve?
Intenta no demostrar su decepción, aunque ya tenga mi reemplazo a la vuelta de la esquina y se encarga de separar mi mano de su rostro para mirar la hora en mi reloj.
—Seguramente ya terminaron de tocar —es una última advertencia, me cuesta rechazarla, pero me mantengo firme.
—¿Y qué, no quieres que te vea conmigo?
—Henry no tiene ningún problema con que me líe con otros chicos —me mira, esperando alguna reacción por mi parte: ¿tú tienes algún problema? Leo la interrogante entre líneas y sonrío burlón.
—Mientras él pueda liarse con Claire, ¿no? —murmuro, buscando a mi amiga de donde la había visto por última vez, y me sorprendo de encontrarla relativamente cerca, sosteniéndose de Jens y mirando fijamente el sitio donde se encuentra descansando mi mano: en el trasero de Madison, claro. Automáticamente retiro mi mano, sintiéndome culpable de alguna forma por herirla con justificada razón.
Madison se encoge de hombros llamando de nuevo mi atención.
—Eso supongo. Aunque jamás la tendrá, ella está coladita por ti y lo sabes.
Evado el tema incómodo, pues la mirada de Claire aun sobre mí me ha puesto nervioso.
—¿Aún siguen dando sus conciertitos? —inquiero, intentando recuperar los estribos.
Madison ríe, tirándome una cachetada juguetona.
—Sí —se encoge de hombros—, y ya debo irme —me recuerda, finalmente apartándose de mí.
—¿Quieres que te acerque? —recuerdo el plan y el motivo por el que me acerqué a ella, esperando a que Jensen se encuentre presenciándolo todo.
—Sí no es mucha molestia —acepta para mi suerte.
Ambos nos giramos en el momento que alguien se tropieza a un costado de nosotros. Es Claire y Jensen la toma en brazos, evitando que se estrelle contra el suelo antes de que yo sea capaz de reaccionar.
De un segundo a otro, Claire se gira de nuevo a donde Madison y yo nos encontramos y su mirada conecta con la mía. Estoy a punto de ir y separarla de mi hermano, cuando, sin aviso previo, le toma del cuello y estampa sus labios sobre los suyos.
Madison sonríe con suficiencia y me brinda una palmadita en el hombro.
—Quizá Henry no tenga oportunidad, pero con él, ya tienes competencia.
Estoy a punto de ir y separarles, sin embargo, me recuerdo que a mí nada me incumbe si Claire quiere ir y liarse con Jensen.
Él no tuvo siquiera que buscarla, solita se abalanzó a sus brazos. Que les den.
¿Dónde quedó aquello que decía sobre gustarle?
«¡Tonta y mil veces tonta!»
Me repito un millón de veces hasta que logro sacar a Madison de la fiesta y estamparla de nuevo contra la pared del pasillo hasta el ascensor y besarla con ferocidad.
Una vez que dejo a Maddie frente al club nocturno y la veo marchar hacia el pelirrojo, me devuelvo a mi coche con prisa.
Dejar sola a Claire con Jensen no ha sido la idea más astuta de mi parte, no cuando lo que menos quiero es que esté cerca de ella.
No debí invitarla en primer lugar a la fiesta, soy un imbécil. Pero tampoco quería afrontar el volver a ver a Jensen sobrio, sin tener un apoyo a mi lado.
Todo me ha resultado mal desde el principio por egoísta.
Imaginándome el peor de los escenarios conduzco hasta casa como un loco. Al llegar al departamento me doy cuenta de que Peter se ha encargado de despedir a los invitados y al verme niega de un lado a otro su cabeza.
—¿Ya se fue Claire? —es lo primero que sale de mis labios.
—Hermano, la dejaste con Jensen, ¿qué esperabas?
—¿De qué hablas?
Echo un vistazo rápido a la puerta de su casa y Peter me detiene antes de que cometa una locura y los obligue a salir de ahí dentro.
—No está ahí.
Le observo confundido.
—¿Entonces dónde?
—Claire no se veía muy bien, y los he visto a ambos ingresar a tu habitación. No han salido de ahí desde hace un rato.
—¿Por qué́ lo permitiste? —me exaltó, haciéndolo a un lado y entrando a mi casa.
—Oye, Claire es una adulta, yo no puedo ir e intervenir en sus asuntos. Tú eres su amigo y él es tu hermano, es algo que te corresponde.
No ocupa decir más, empujo la puerta en su cara y entro corriendo hacia mi habitación.
No sé qué era realmente lo que esperaba, pero definitivamente jamás creí que Jensen fuera capaz de hacer algo tan horrible.
Lo que encuentro me hace tambalearme y maldecir a mi hermano, pero conforme me acerco en la oscuridad dispuesto a sacarlo de mi cama, de mi habitación, de mi vida y de mi casa, la imagen que al principio parecía ser la peor de mis pesadillas se transforma en otra completamente distinta pero no por eso menos amarga.
Los observo por unos segundos e inmediatamente compruebo primero que Claire se encuentre bien.
Jensen no la ha tocado, al menos es algo que me consuela. Mi hermano jamás haría algo sin su consentimiento, me recuerdo. Y Claire podrá no ser la más lista pero que al menos continúe conservando su ropa puesta es todo un alivio.
Me alejo unos pasos de ambos, que se encuentran recostados en un abrazo, profundamente dormidos.
Siempre creí que yo tenía el control en nuestra relación, pero Claire también es capaz de romper mi corazón.
Tiro de mi hermano y este cae al piso de a una, automáticamente despertándose por el golpe.
Claire gruñe bajito y se reacomoda sobre la cama, da una media vuelta y finalmente nos da la espalda.
Jensen talla sus ojos y cuando me enfoca suelta un bufido, le hago una seña para que me siga y salgo de la habitación en silencio para no despertar a mi amiga.
—¿No puedes ser más amable? —bosteza.
Aprieto mis puños y lo estampo a la pared en cuanto lo tengo cerca.
—Dime que no la tocaste.
—No puedo decir mentiras —se limita a responder, llevándome al límite de mi paciencia.
Mi puño se estampa en su rostro y él se lleva la mano al golpe, frunciéndome el ceño con recelo.
—Suéltame.
—¡Te dije que ella no!
—No. Tú dijiste que ella no significaba nada para ti, pero si ella es nada, supongo que la rubia es ¿qué? Deberías aprender a identificar el significado correcto de las palabras que utilizas.
Sin soportarlo más haló del cuello de su camisa y lo arrastro fuera del departamento.
—Te dije que te irías de esta casa si llegabas a tocarla, y yo cumplo mis promesas.
—Te molesta que te digan la verdad en la cara, pero sabes que todo esto es culpa tuya, alejar a Claire, el que yo esté aquí y que todo se haya vuelto una mierda en casa. Ojalá jamás se enteren de lo que hiciste, porque si lo hacen, lo pierdes todo. Y espero que recuerdes que yo no estoy precisamente de tu lado, así que más vale que te cuides porque de aquí no me vas a echar, el que se irá esta vez serás tú.
Por segunda vez consecutiva, le estampó la puerta en la cara a alguien.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
A penas he podido dormir.
La amenaza de Jensen ha cumplido su función.
Más de la mitad de la noche la he pasado lamentándome de mis decisiones, recordando una y otra vez que está persona que intento ser puede que no sea tan diferente a la de hace dos años.
He herido a Claire y la he decepcionado por partes iguales, lo reconozco.
Y he sido un imbécil, pero sé que me perdonará y esa es la peor parte, porque tampoco puedo prometerle no volver a herirla cuando ella sabe la clase de persona que soy.
Cuando escucho a Claire removerse sobre la cama, recojo las latas de cerveza y me pongo de pie en busca de algo que alivie su resaca.
Sin embargo, cuando estoy a punto de servir un vaso de agua, escucho el seguro de la puerta de entrada.
Corro detrás de ella abriendo la puerta que acaba de cerrar y la encuentro lidiando con sus llaves frente a su departamento, el cual convenientemente colinda al mío.
Claire me ignora y cuando encuentra la llave correcta la inserta y sin girarse hacia mí, ingresa.
Detengo la puerta con mi mano y la empujo hacia dentro. Claire alza la vista y frunce el ceño cuando me ve.
—¿Qué crees qué haces? —inquiere con indiferencia, en un tono que jamás le había escuchado usar.
Demasiado seco, demasiado vacío.
Está cansada de mí, de mis estupideces, he agotado su límite.
Pero va a perdonarme, así somos nosotros.
Vamos y venimos. Somos amigos, los amigos están en las buenas y en las malas, ¿no?
Mi confianza tambalea al encontrarme con su rostro imperturbable. Es casi como si fuera una persona distinta.
—Claire, lo siento.
—¿Y ahora cuál es la razón de tus disculpas? —alza una de sus delgadas cejas. Ella espera por unos segundos y suspira cuando no obtiene una respuesta de mi parte, no sé ni por donde comenzar—. ¿Te vas a disculpar por no haberme hablado de Jensen? ¿Por haberte ido con Madison sin tener la menor consideración de lo que siento por ti? ¿Por dejarme plantada ayer? ¿O por decir que yo no significo nada para ti?
—Claire... —estoy a punto de tirar la toalla, de alojarme en mi lugar seguro, de lanzarme a sus brazos y prometerle que voy a cambiar, cuando a cambio me para en seco y continúa hablando.
—Estoy cansada de todo esto. De ti, de mí. No me había dado cuenta hasta ahora de lo mucho que te avergüenzo. Pero quizá sí que doy vergüenza y siento lástima por mí misma cuando pienso en todo el tiempo que he perdido creyendo que me querías, porque eso parecía, pero quizá fue parte de mi propia imaginación. Me lastimaste Nick, y creo que sabes que ya no podemos ser amigos, así que, dame mi espacio.
Ya está, la he perdido.
Está vez de verdad la cagué.
Debería apartarme, respetar sus condiciones y, sin embargo, Jensen tiene razón, cuando parece que no puedo arruinar más las cosas, me gano la corona al más imbécil de todos.
—Vine a disculparme por lo que pasó anoche con Jens, no tenía derecho a aprovecharse así de ti.
Ella suelta una risita irónica que me causa escalofríos. ¿Qué le he hecho?
—Típico —niega y hace amago de cerrar la puerta de nuevo, pero antes de hacerlo, añade: —Ni en mis peores sueños me pedirías que me alejé de ti, eres demasiado egoísta para dejarme ir a pesar de que sabes que solo me causas dolor.
En el momento que la puerta se cierra con lentitud frente a mí, me doy cuenta que este ha sido su cierre definitivo.
Claire acababa de sacarme de su vida como si de un trapo sucio se tratará. Y lo peor de todo es que es todo lo que merezco de ella.
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