Capítulo 01
SAY YOU LOVE ME // Jessie Ware
Créditos de banner a @jmxstyls
Claire Jones
«¡Nick Ødegaard es el idiota más grande del mundo! ¿Qué digo del mundo? ¡Del puto universo!»
Había pasado más de dos años enamorada de ese bastardo, pero claro, si la culpa de que me gustara tanto no era suya, sino mía. Yo le había permitido colarse hasta cada pequeña fibra y molécula de mi ser.
Y aceptaba las consecuencias.
Pero carajo, ni un puñetero mensaje era capaz de enviar para avisarme que se había ido sin mí.
Llevaba cerca de una hora esperando por él en el estacionamiento a que saliera de ducharse luego de la competencia, pues me había dicho que viniera y como buena mejor amiga había incluso faltado a las clases del día. ¿Y todo para qué?
Para que se sintiera con el maldito derecho de plantarme cuando se le diera la puta gana, solo porque alguna chica guapa se le presentaba en el camino.
¡Nunca más, Nick! ¡Nunca más!
Ya no iba a permitirle continuar jugando conmigo de esta forma, mucho menos ahora que me confirmaba que mi estúpida idea de confesarle mis sentimientos la semana pasada se la había pasado por las partes más oscuras de su cuerpo de nadador buenorro.
Era doloroso quitarse la venda de los ojos, pero era un bien doloroso que iba a asumir.
Al menos de esa forma, al fin me daba cuenta de que yo no significaba para él, lo mismo que él para mi.
No quería llorar y ser la patética chica que llama la atención con sus lágrimas, pero tampoco es que fuera buena reprimiendo mis sentimientos, por lo que, por el camino hasta el tren subterráneo, siento varias miradas encima, sobre todo luego de que pateara un tacho de basura e insultara a Nick en voz alta.
Pero como poco me importa lo que los demás piensen de mí, o si me postean en las redes sociales con la etiqueta de 'loca', reproduzco mi lista con el repertorio de canciones sobre desamor que llevo nutriendo desde el día en que conocí a Nick y me suelto a llorar durante todo el recorrido hasta mi estación, con ambientación de fondo para fomentar mi tristeza.
En algún punto he dejado de lagrimear por la impotencia de saber que jamás voy a gustarle a mi mejor amigo, para reemplazarlo por un sentimiento más amargo y que me gusta mucho más: la ira.
Estoy furiosa y quiero continuar golpeando algo, específicamente a alguien.
Pero como reconozco que no tengo las agallas ni para dar una bofetada decente, recurro a Evie para, de esa forma, al menos tener a alguien que odie a Nick conmigo mientras hablamos mal de él.
Rápidamente doy un repaso a su horario de clases y al confirmar que se encuentra libre, marco a su número y le pido que me espere para almorzar juntas.
Cuando llego y la localizo en una de las mesas de la cafetería y lo mejor, sola. Inmediatamente corro hasta donde se encuentra y casi caigo de culo al colocar la silla y tirarme sobre ella enfadada.
—Chica, ¿qué te sucede? —me tiende de sus patatas fritas y acepto un par antes de mirarle a los ojos, ella dice que, con solo mirarlos, le digo todo sin necesidad de palabras—. ¿Y ahora que te hizo ese desgraciado?
Amo que me conozca tan bien.
—¡Que es un idiota! ¡Y lo odio Evie, lo odio mucho! —no hay necesidad ni de mencionar su nombre para que sepa de quien estamos hablando. Algo que agradezco.
—Lo dices tan intensamente, que nadie te lo cree, Claire.
—Es que no me entiendo, llevo toda la vida pasando de los chicos y llega él y me fastidia la existencia con una simple sonrisa. ¡Lo odio! Y más me odio a mí por no odiarlo de verdad.
Sé que lo que digo me hace contradecirme, pero es que realmente mi cabeza es un remolino en estos momentos. Y más aún si estoy furiosa y muy triste.
Evie suspira. Ya la tengo cansada con la misma cantaleta, lo sé. No sé ni cómo me aguanta, a penas y me aguanto yo misma, y es por eso, que debo cortar con estos sentimientos de raíz de una vez por todas.
—¿Qué fue lo que te hizo? —inquiere y sé que está teniéndome paciencia al preguntar por él, porque, contrario a mí, a mi mejor amiga realmente no le agrada Nickolas.
—Me pidió que fuera a su competencia con tanta insistencia que creí que querría hablar sobre lo que le dije la semana pasada, pero en cambio, me dejó plantada.
—Pero ¿qué no eso ya se había resuelto?
—Sí, pero... —me meto otra papita a la boca, deteniéndome, porque sé que incluso haberlo pensado fue estúpido—, creí que habría cambiado de opinión con lo de seguir siendo solo amigos.
—Ay, Claire —me compadece.
—Soy patética, ¿verdad?
—Él no te merece —responde en cambio y niego.
—Eso es lo que todos dicen únicamente para consolar mi ego.
—No, es la verdad.
—Tú no le conoces, Evie. Es un buen chico, y si tan solo yo no le viera en la forma que le veo, sería genial simplemente aceptar tener a un amigo como él. Pero estoy enamorada hasta la médula y él no, y no puedo hacer ya nada para revertir eso. Ojalá no lo hubiera conocido nunca.
Soy dramática, por lo que dejo caer mi cabeza sobre la mesa y me cubro con mis manos el rostro.
Escucho a mi mejor amiga suspirar y me hundo más sobre mi sitio, sintiendo que nadie comprende realmente lo que siento.
—¿Y qué vas a hacer? —rompe el silencio o bueno, el hilo de mis pensamientos, pues el sonido de todas las voces de los demás estudiantes hablando a la vez mantiene la cafetería en un ruido constante, distorsionando nuestra conversación.
Repito su pregunta en mi mente varias veces: ¿qué voy a hacer?
Es obvio que no puedo pasar toda mi vida colada por el mismo chico, pero tampoco tengo idea de cómo dejar de sentir lo que siento. Lo he intentado todo, he seguido casi al pie de la letra las guías sobre 'cómo superar un enamoramiento' de cada página de internet a la mano, pero simplemente nada parece funcionar. O quizá soy yo la que no lo hace funcionar, pero esta vez va enserio.
Ya lo intenté, me batearon y ahora debo seguir con mi vida.
Suena más fácil decirlo que hacerlo.
—Creo que voy a pedirle un poco de distancia, necesito dejar de verlo y de hablarle todo el tiempo para poder enfriar mi cabeza. Ya sabes que cuando lo tengo cerca me vuelvo un poquito irracional —mi amiga me mira divertida y sé que está pensando que un poquito no le hace justicia a como me comporto a su alrededor en realidad.
—Me parece buena idea, el problema es si realmente podrás hacerlo.
Una llamada entrante me interrumpe de discernir a su respuesta, sin embargo, al instante que leo su nombre en la pantalla, mi corazón comienza a latir emocionado.
«Tonta, ¿de qué estabas hablando? ¡Mantén la cabeza fría!»
Descuelgo e inmediatamente escucho su voz del otro lado de la línea y sé, porque conozco cada pequeño detalle suyo, que está sonriendo.
«¡Le voy a borrar esa sonrisa suya como me diga que...»
—Claire —maldita sea. ¿Cómo puede ser que cada que pronuncia mi nombre me quedo sin aire ni habla?
—¿Estas libre está noche? —prosigue, en vista de mi silencio.
Pero claro, ¿por qué de nuevo le di tanto crédito?
Creí que iba a disculparse por ser un idiota y dejarme plantada por irse con sus amigotes y sus conquistas, pero me he equivocado, de nuevo. Evie nota mi decepción, de nuevo. Y me trago las ganas de llorar por él, de nuevo.
¿Cuántas jodidas veces necesito repetirme que él no es tan perfecto como quiero pintar?
Simplemente no me quiere y punto. Ya métetelo en la cabeza, Claire.
Y es por eso, que esta vez pondré mi distancia de verdad. Empezando a la de ya.
—De hecho, no, y para ti mucho menos después de lo de esta mañana.
—¿De qué hablas?
«Pero ¿es que es imbécil o qué?»
—De que me encanta levantarme a las seis de la mañana, faltar a mis clases e ir a verte competir para que al final me dejes plantada —respondo irónica.
—Y por eso mismo estoy tratando de compensarte, tonta —rebate. Odio que me diga así, él es el tonto—. Perdóname —cambia el tono y sé que ahora mismo está poniendo ojos de cachorro, aunque yo no pueda verlo—, estuvo mal lo que hice y no se repetirá, lo prometo. ¿Me perdonas? De verdad quiero que vengas esta noche.
Mi corazón de pollo me exige que le perdone, pero mi orgullo me grita que ya he tenido suficiente de sus disculpas, por lo que paso de ellas.
—¿A dónde?
—Los chicos quieren celebrar que ganamos en relevos y me convencieron de dar una fiesta en mi casa.
¡Lo que me faltaba!
No dormí lo suficiente y me desperté temprano para ahora, no poder dormir gracias a su ruido.
Oh, porque además de ser mi mejor amigo y amor platónico. Nick Ødegaard es mi vecino de al lado. Lo que hace más difícil seguir las estúpidas guías de internet sobre dejar de quererle.
Así que ni falta hace que me invite, porque quiera o no, siempre se las apaña para arrastrarme a sus fiestas incluso en pijama cuando me he negado.
—¿Acaso tengo opción?
Evie me entorna los ojos y evito su mirada de 'te lo dije' porque sé que, de nuevo, he cedido ante él y que ella tiene razón.
—No, no la tienes tonta.
—¡Que no me digas así! —le reprendo con molestia, porque sabe que detesto el apodito, tanto como adoro la confidencialidad con la que me lo dice.
—Tonta, tonta, tonta —ríe y es música para mis oídos.
—Ay, cállate —sonrío.
—Entonces, ¿te veo en la noche?
—Como si no nos viéramos todos los días.
—¿Eso es un sí?
Vuelvo a sonreír.
¡Estúpido Nick! No me dejas odiarte.
—No —y cuelgo, porque ese 'no' es lo único que él necesita de mí, pues para interpretación de todo el mundo, mis 'no' para él son un: ¡Claro, por supuesto! ¡Por ti lo que sea!
Miro a mi amiga con culpa y ella me devuelve la mirada con evidente fastidio fingido.
—¿Decías algo sobre poner distancia?
—Soy débil —me excuso.
—Claire, tú le permites que crea que estás disponible las veinticuatro horas del día para él y dejas que juegue contigo —me regaña y agacho la cabeza, comiendo otra de sus patatas solo para tener algo que hacer—. Mira, hazte la difícil y verás como todos tus problemas se resuelven.
Alzo la vista sorprendida y capta la conmoción que me ha dejado escuchar ese consejo de su parte. Por segunda vez me entorna los ojos, esta ocasión divertida.
—¿Qué? —inquiere medio riéndose. —Que me caiga mal no quiere decir que no vea cómo te mira, puede que le gustes, como puede que no. Pero por lo que he visto, no le eres indiferente, solo que es listo y un idiota, y sabe que mientras babees por el suelo que camina no tiene que esforzarse por ganarte.
Escucharla decir la verdad es duro y aunque no quiera reconocerlo, muy dentro de mí sé que me he vuelto una chica a la que Nick puede manejar a su antojo.
—¿Y qué me aconsejas? —inquiero en un suspiro derrotado. —¿No debería ir a su fiesta de hoy?
Evie niega y aunque no tenía muchas ganas de ir en un principio, me decepciono.
—Debes ir —su respuesta vuelve a sorprenderme—, y presentarte con la ropa más sexy y provocativa que tengas. No se te ocurra ir en pijama otra vez.
—¡Solo fue una vez!
—Suficiente para que tenga que recordártelo —continúa burlándose.
—Pero Evie, no tengo nada que ponerme —le hago saber decepcionada y sonríe, alzando sus cejas. Tiene un plan.
—Tú no, pero yo sí.
Ambas nos miramos cómplices y por primera vez, intuyo que su plan realmente va a funcionar.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Es la primera vez en mucho tiempo que me he sentido así de guapa.
Evie me ha prestado un top negro sencillo que he combinado con unos pantalones cargo ajustados con bolsos a los costados. Me he planchado el cabello y delineado los ojos, sé que me he esmerado y que, en lugar de verme femenina con un vestidito, soy más bien la impresión de ser una chica dura pero provocativa. Lo que hace que ame aún más mi elección de vestuario, pese a las réplicas iniciales de Evie.
Hago video llamada rápida con Andrew y luego de que él también dé el visto bueno y me aumente la autoestima, Evie decide marcharse pese a que le continúo instando a que me acompañe, por lo que al final, lo único que me queda es dar un retoque final a mi maquillaje, que se ve interrumpido cuando comienzo a escuchar el jaleo en el departamento de al lado.
Cuando el límite de repasos frente al espejo se excede de lo normal, decido que me veo lo suficientemente guapa y que estoy lista para la acción.
Toco a la puerta y no es mi mejor amigo quien me recibe sino otro chico que reconozco de su equipo de natación.
—Hola Claire, vas muy guapa —elogia y le sonrío cuando se hace a un lado dejándome pasar.
—Gracias, Peter.
—¡Eh, Nick! —llama a mi amigo e inmediatamente le localizo cuando éste se gira hacia nosotros, me palmeo el hombro mentalmente cuando hace un repaso completo a mi cuerpo y vuelve sus ojos a los míos con una sonrisa en sus labios y se acerca.
—Así que siempre si viniste, tonta.
—No me pierdo una fiesta y lo sabes.
—Ahora no tuve que sacarte en pijamas —reconoce y besa mi mejilla, acariciando levemente mi piel con sus labios. —Te ves bien.
Y eso es todo. Tres palabras y un roce me han vuelto loca.
Observo fijamente sus ojos color celeste claro, embelesada. Y entonces siento que está tan compenetrado en sostenerme la mirada, que a penas y se da cuenta de que alguien detrás suyo nos mira con fijeza. Alcanzo a verle por el rabillo del ojo, pero lo cierto es, que no quiero ni puedo alejarme de Nickolas, que ahora parece tan abstraído en mi como yo lo he estado de él todo este tiempo.
—¿No me vas a presentar?
No es precisamente la pregunta lo que llama mi atención, sino la voz que la ha pronunciado, pues suena exactamente igual a la de mi amigo.
Cuando Nick se hace a un lado me quedo alucinando con la imagen frente a mis ojos.
En mi defensa, no he probado ni una sola gota de alcohol como para estar viendo al chico frente a mi doble.
—Claire, él es mi hermano Jensen —presenta a mala gana.
Y eso es, porque yo tenía razón. Son dos Nickolas, o en su caso, un Nick y un Jensen, que no sé de dónde jodidos salió.
—Tienes un gemelo —murmuro bajito, sorprendida y tendiéndole la mano cuando el chico me la ofrece.
—Sí, tengo un gemelo —chasquea. —Lo mejor siempre viene al dos por uno, ¿no?
¿Se puede describir un rostro de decepción? Porque ése seguramente es el mío ahora mismo.
Dos puñeteros años creyendo que éramos los mejores amigos y al parecer, cosas irrelevantes como tener un hermano gemelo eran pasadas por alto en nuestras conversaciones.
Suelto el aire y me enfoco en mirar las baldosas del suelo con concentración, decidiendo qué hacer a partir de ahora. No estoy segura siquiera de si molestarme sea una reacción normal, pero lo cierto es que esto ha llegado al límite de mis consideraciones. Me siento como una tonta.
Cuando alzo de nuevo el rostro, decidida a ofrecer mis disculpas y marcharme de una vez, veo su rostro engreído y mi molestia aumenta a niveles estratosféricos, quizá debido a que esto ha llegado al límite de todo lo que yo misma he permitido que sobrepase.
Tomo de su mano y tiro de ella hasta su habitación, de pronto siento que aprieta aún más sus dedos entre los míos y frunzo el ceño, ahora mismo no estoy de humor.
Adiós al plan de Evie, esto se terminaba aquí y ahora.
—¿Por qué nunca me dijiste que tenías un hermano, Nick? ¡Y no cualquiera, uno idéntico a ti!
Jensen, como lo ha presentado, nos sigue a la retaguardia e intenta acercarse a nosotros, Nick, que aún no ha soltado mi mano, sonríe, volteando a ver a su gemelo.
—¿Así que nunca le hablaste de mí a tu novia? Eres envidioso.
Inmediatamente me suelto del agarre.
¡Seré idiota!
—No es mi novia —es lo primero que Nick rectifica mirándome fijamente. Auch.
Si antes me habían quedado dudas, esto descartaba cualquier mínima posibilidad.
Finjo que su indiferencia no me afecta a tal grado que resulta agotador, no quiero demostrar que me importan sus palabras. No después de que él ya sabe lo que yo siento. No voy a darle ese poder, ya me ha destruido lo suficiente.
—Que sutil eres, idiota —murmuro, intentando mirar a cualquier cosa que no sea él o su réplica. Como si no fuera ya difícil, ahora resultaba que había dos de ellos.
—Es la verdad —me mira asombrado.
Su hermano disfruta del espectáculo mirándonos a uno y luego al otro con una sonrisa que no ha borrado de su estúpido rostro perfecto. Noto el aro que adorna su oreja e incluso que sus ropas difieren en estilo, aunque siguen siendo del mismo tono oscuro y me doy cuenta de que aquí la única tonta soy yo. Gracias Nick, por el apodo. Me pega perfecto.
—Voy afuera —informo, aunque no tengo qué. Únicamente quiero salir de la habitación.
Nickolas me detiene de la muñeca.
—¿No te vas a ir, cierto?
¿Y qué piense que voy a largarme a llorar? ¡Ni en sueños! Ahora me quedo.
Ya he secado todas mis lágrimas por la mañana. Ya no más.
—No, voy a ir a beber algo.
Me zafo con rudeza y desaparezco por el pasillo.
Él y su hermano vuelven a la sala después de un rato metidos en la habitación donde les dejé, les ignoro y continúo charlando con Peter y Mathew sobre música, mientras aumentamos el sonido de los parlantes y nos ahogamos en chupitos y cerveza.
La fiesta se ha animado con el pasar de las horas y es poco el espacio que existe entre un cuerpo y otro, por lo que comienzo a sudar luego de bailar por un rato junto a los chicos. Me despego un par de mechones que se han fijado en mi frente y cuando me vuelvo por algo de beber, entre tambaleos y pasos inconstantes, me encuentro con una imagen que no resulta para nada nueva, pero que me genera un vuelco en el estómago.
Es Nick y no está solo, como siempre.
Él y Madison se encuentran tonteando y besándose con todo y lengua, tan inapropiadamente que resulta asqueroso y repulsivo.
Lo peor de todo no es el hecho de que me he quedado como boba frente a ellos viéndolos, sino que escucho su conversación. Así que además de mirona, soy una metiche.
Me sujeto de la camisa del tipo que me da la espalda para mantener el equilibrio y agudizo mi oído para alcanzar a escuchar por sobre la música.
—¿Quieres que te lleve? —le ofrece él.
—Es tarde, seguramente ya terminaron de tocar.
—¿Aún siguen dando sus conciertitos?
Madison ríe y yo me encuentro renegando entre dientes. ¿Cómo puede hacerle eso a su novio?
¡Lo está engañando descaradamente frente a todo el mundo!
Estúpido Nickolas. No tiene escrúpulos ni siquiera para meterse con chicas tanto solteras, como con novios o con tres cabezas. ¡Con cualquiera! Con todas menos conmigo.
Observo como posa su mano sobre su trasero y esta vez creo que sí voy a echar fuera todo lo que he bebido.
El chico de quien me he estado sujetando me sostiene antes de caer de bruces al piso y me endereza sobre mis talones. Le agradezco, o al menos eso intento, pues todo lo que digo suena distorsionado y raro.
Nickolas se da cuenta de mi estado y me mira con el ceño fruncido, pero no se acerca, aún continúa sujetando a la rubia de curvas despampanantes.
Quiero exigirle que se vaya, que no me vea pues seguro estoy horrorosa, pero entonces recuerdo que él es un idiota, que me he arreglado y a pesar de estar borracha luzco sexy. De esa forma me convenzo de llevar a cabo mi plan, el original: distanciarme de él.
Así que, imitándolo, tomo del cuello de la camisa al chico frente a mí quien continúa sosteniendo mi cuerpo y mirándole de reojo, poso mis labios sobre los suyos.
Enseguida siento como las manos grandes y firmes del desconocido se posan sobre mi cintura y al toque, mi piel quema con la intensidad. Cierro los ojos, permitiéndome disfrutar del beso profundo que me está dando. Creo que jamás había besado a nadie de esta forma, ahora entiendo de lo que hablan. Es tan excitante, que de inmediato mi cuerpo me incita a tener más de él. Paso mis brazos alrededor de su cuello y continúo devorando esos labios que me besan con experticia, pegando mis caderas a las suyas y anclándome a su cuerpo como si mi vida dependiera de ello.
Cuando me alejo, siento el mundo dar vueltas. El chico continúa sosteniéndome, pero lo único que soy capaz de mirar es a Nick, saliendo de la mano de Madison con las llaves de su coche en alto.
—Creo que voy a vomitar —advierto.
—¿Qué?
A penas y soy capaz de contestar, pues las arcadas comienzan a precipitarse desde mi estómago.
Me alejo del cuerpo del chico de un manotazo y salgo dispuesta a encontrar un baño antes de que cometa alguna otra locura. La fiesta aquí ha terminado.
En algún punto cierro los ojos, mis párpados pesan toneladas.
De pronto estoy frente al váter y unas manos sujetan mi cabello sobre mi cabeza.
Vomito.
Y luego vuelvo a vomitar.
Creo que incluso lloro.
¿Cómo dejé que esto pasara?
Agh, me siento horrible, jamás volveré a traspasar mi límite de alcohol.
De pronto siento mi cabeza descansar sobre una superficie suave, abro los ojos levemente y veo a Nick frente a mí mirarme con genuina preocupación.
Me pregunta si estoy bien y asiento, tomando de su mano con una sonrisa.
—Creí que te habías ido —murmuro.
Nick toma asiento a un lado de mí.
—¿Te quedas conmigo? —inquiero, no queriendo que se vaya.
—Debo ir a atender a los invitados hasta que regrese mi hermano.
—Peter prácticamente vive en tu casa, él se encargará de ellos. Quédate.
Abro levemente mis ojos, le miro sonreír levemente y sé que le he convencido.
—¿Me haces un espacio?
Inmediatamente me hago a un lado, rodando y permitiéndole inundar con su calor y su aroma la cama.
Vuelvo a forzar a mis párpados a abrirse, miro sus ojos azules, con leves motitas verdosas mirarme fijamente. Sus cejas arqueadas adornan su bello rostro, acerco mi mano y dibujo su mandíbula con mi índice, luego escalo más arriba, rodeando el aro que adorna su oreja entre mis dedos.
—¿Es nuevo?
Nick asiente, sin dejar de observarme.
—Me gusta.
Él también acaricia mi rostro con su mano izquierda, estamos muy cerca el uno del otro, como jamás lo hemos estado. Su toque hace que suelte la respiración muy levemente entre mis labios entreabiertos. Distingo el sabor de la menta en mi lengua.
Así que me ha lavado incluso los dientes.
¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta?
¿Qué otra cosa estoy pasando por alto?
—Eres muy hermosa —el susurro de su voz cerca de mis labios me pone los vellos de punta.
Ja, está más borracho que yo si cree que soy hermosa luego de haber vomitado hasta lo que desayuné.
Aun así, que lo diga hace que automáticamente me torne melancólica.
—Jamás me lo dices.
—Porque soy un idiota.
Sonrío.
—En eso tienes razón.
Él detiene sus caricias sobre mi mejilla y frunce levemente el entrecejo.
Intento continuar despierta, no quiero perderme ningún detalle de este breve instante.
—¿Y entonces por qué te gusto?
—No lo sé —respondo para no dar largas. Inconsciente o no, no voy a repetir mis sentimientos por él, mucho menos en voz alta—. Pero ya no quiero que lo hagas. Solo sabes lastimarme y confundirme.
Evalúo su expresión, ha retomado sus toques en mi mejilla y mi corazón aleteando de nuevo ante su toque eléctrico me pide que me lance a sus brazos, pero mi mente me recuerda el plan. Debo guardar mi distancia. Debo guardar mi distancia, debo guardar mi...
Nick me acerca hacia él con su mano en mi cintura, evitando tocar mi piel y pasando de ella hacia el dobladillo de mi pantalón.
¿Encendió la calefacción? Tengo calor, mucho calor. Pero quiero que me toque.
—¿Y podrás?
Mi mente está dando vueltas. Estoy soñando.
—¿El qué?
—¿Dejar de quererle?
¿A Nick? No, probablemente no.
—No.
Sonríe de medio lado y aún en la oscuridad, reconozco sus ojos brillar.
—Te voy a demostrar que sí es posible.
Atrapa mi labio inferior entre los suyos y juguetea con él, para luego instarme a abrir la boca y recibir su lengua, que inmediatamente se enreda a la mía en un lento y seductor vaivén. Acaricia mi cabello mientras me besa, desde la raíz, pasando por cada hebra hasta las puntas. Su otra mano me sujeta de la cintura y entonces enredo mi pierna por encima de la suya cuando me canso de esperar a que me toque. Jadea levemente aún sobre mis labios y me separo para subir encima suyo, halando del borde de su camisa hacia arriba.
Sus labios se posan sobre mi cuello y cierro mis ojos, dejándome llevar.
Paso mis piernas a cada lado de su cuerpo, balanceándome sobre su cadera.
Desliza su mano por debajo del top lentamente, abro los ojos y muerdo mi labio inferior cuando vuelve a rozar con la punta de su lengua detrás de mi oreja.
—Necesito...
—¿Sí? —susurra.
Me apoyo sobre su pecho y me aparto levemente, necesito respirar.
—Esto no está pasando. Estoy soñando, ¿cierto?
Él no responde.
—No —niego—, mis sueños nunca son tan buenos —vuelvo a acercarme a su rostro con una sonrisa que me devuelve al instante y cierro los ojos a la vez que él se encarga de atrapar de nuevo mis labios entre los suyos.
—Ni los míos —responde y juega con la orilla de mi top.
Sonrío y me abraza levemente.
—Deberías dormir —insta y acepto, solo porque mis ojos se encuentran empañados y mi juicio nublado.
El toque de sus labios aún se siente palpable sobre los míos y mi cuerpo no se ha recuperado completamente, sin embargo, las chispas que recorrían mis venas hasta hace pocos segundos comienzan a extinguirse debido a la pesadez del sueño y me tumbo a su lado, con mi brazo por encima de su pecho, y mi mano puesta sobre el latido constante de su corazón, mientras siento como me rodea él mismo con sus fuertes brazos.
—¿Por qué no te fuiste con Madison? —inquiero en medio de un bostezo.
Tarda en responder y mi consciencia comienza a imaginar escenarios donde él y yo no debemos preocuparnos del mañana, de nuestra amistad, ni de mis sentimientos. Es un sueño donde todo nos sale bien.
—Porque yo no soy él.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
¡Hola, he vuelto!
¿Qué les ha parecido esta primicia? 🤩
Espero que puedan disfrutar mucho de esta historia, es lo primero que escribo después de meses desaparecida, espero no haber perdido el don.
Háganme saber en comentarios qué piensan de mis nuevos niños, ¿les agrada Nick? ¿Quieren conocerlo más? Tengo algunas sorpresitas preparadas para esta historia, así que no se olviden de votar y agregarla a sus bibliotecas para que les lleguen las notificaciones ❤️
Edit hecho por @-DontXAngel @EditorialSalem ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top