P4: Tales de Mileto.
—¡Nos morimos de hambre!—se quejó Erick apenas llegaron hasta la señora Melrouse.
—¿Cómo va ese experimento?—cuestionó la mujer sonriente.
—Bueno, yo ya sé que el color favorito de Julieta, que ahora en realidad me gusta llamarla Juls es el negro, que tiene diecinueve años igual que yo y que le va a los Bengals de Cincinnati pero vamos, son mucho mejor los Steelers de Pittsburgh—acotó frunciendo los labios—¿O usted qué piensa?—Julieta rio—En fin, cuando seamos más amigos trataré de explicarle de buen fútbol pero por el momento se puede quedar con esos gustos raros, ah...y la cosa más importante que sé sobre ella...es una pésima jugadora te tiro al blanco...—añadió y los ojos de la mujer se abrieron de golpe.
—¿De verdad está funcionando?—preguntó completamente sorprendida ante cada una de las palabras de Erick—Julieta, dime tres cosas sobre Erick...—demandó.
Julieta llevó sus ojos hasta el muchacho y soltó un suspiro.—Tienes de donde elegir, Juls...—alardeó él. Ella entornó los ojos divertida y negó.
—No es tan idiota como le suele hacer creer a la gente, su color favorito es el negro porque hace que sus ojos verdes resalten, y eso no es algo que diga yo, en realidad eso es algo que dice él mismo...—comentó frunciendo los labios—comentarios demasiado ególatras si me lo preguntan pero bueno...es cosa suya, también aprendí que el verde de sus ojos lo heredó de su madre y que a pesar de que destrozó las ventanas de la escuela porque se creía un bad boy es bastante...tranquilo. —murmuró.
Y para sorpresa de ambos de los ojos de la mujer comenzaron a escurrir pequeñas lágrimas. Julieta y Erick se miraron entre sí totalmente conmocionados y suspiraron al mismo tiempo.—¿Por qué está llorando...?—preguntó Erick frunciendo las cejas.
—Es que de verdad que no puedo terminar de creer que los dos se estén comenzando a llevar bien...es decir, sabía que se odiaban pero jamás se me pasó por la cabeza que podría funcionar tomando en cuenta que los dos parecían completamente reacios a aceptar venir...—masculló.
—¿Entonces llora porque está orgullosa?—cuestionó Juls llevando sus ojos brevemente hasta Erick.
—Por supuesto que si...
(...)
—¿Estás seguro que es por aquí?—cuestionó Julieta caminando a la par de Erick. Desde hacía diez minutos el chico que se encargaba de llevar a los participantes al laberinto se había marchado. Ambos eran capaces de escuchar los gritos excitados de las personas a su alrededor que se divertían en los juegos mecánicos y hasta se podían imaginar a la señora Melrouse que con un esfuerzo sobrehumano se habían controlado de soltar lágrimas durante la comida.
—No lo sé. Estamos dentro de un laberinto y no importa cual camino tomemos si al final de cuentas todos llevan a donde mismo—explicó Erick soltando un suspiro. Luego miró a la chica con el ceño fruncido y se echó a reír.
—¿Qué te causa tanta gracia, Colón?—preguntó ella colocando su mano libre sobre su cintura.
—Bueno, en primer lugar...tener una esposa colocada en la muñeca, es decir...cuando era pequeño tenía una lista de deseos para cuando fuese mayor y una de ellas era pasar una noche en una estación de policía...esto no es estar en una estación de policía pero tengo una esposa que es como si lo fuera, en segunda, porque si alguien me hubiese dicho que el día en el que mi padre se le ocurrió la maravillosa idea de hacerme parte de toda la locura del club de teatro iba a ser el hincapié para estar el día de hoy aquí contigo, realmente me hubiese reído—expuso.
Julieta suspiró—Si, de todas maneras no es como que hubiésemos podido hacer algo ¿sabes? Y no te sientas tan importante, Erick—se burló ella—La señora Melrouse me hubiese jodido la vida aunque el Romeo hubiese sido cualquier otro—comentó y Erick rio.
—¿De verdad te gusta ser parte del club de teatro de la universidad?—cuestionó—No pareces el tipo de chica que se interese en esas cosas, da más bien la impresión de que eres una good girl que pasa el día entero leyendo libritos románticos donde la protagonista es una mortal y él un vampiro que brilla a la luz del sol—Julieta rio.
—A mí no me gusta Crepúsculo así que déjalo por la paz, ese es terreno de Mariana, mi mejor amiga...
—¿Te gusta Romeo y Julieta entonces?—preguntó el chico sin dejar de caminar.
—No—respondió Juls de inmediato—De hecho, no sé por qué todo el mundo sueñan con tener un amor como el de Romeo y Julieta si al final de cuentas ellos murieron...—comentó frunciendo las cejas.
—Pensé que te llamabas Julieta por...por esa Julieta—murmuró Erick.—Es decir, realmente es una bobería pero...tú también eres boba así que...—se encogió de hombros y los dos rieron.
—¡Estúpido!—masculló ella.—Pero no, mis padres me llamaron Julieta en honor a mi abuela...ella si era una romántica empedernida a la que su madre llamó Julieta en honor a la Julieta de Romeo...—explicó.
—Entonces al final de cuentas si te llamas Julieta por la Julieta de Romeo—comentó Erick con diversión. Ella rio.
—Pues supongo que al final de cuentas es un poco por eso...pero en si fue por mi abuela...—añadió encogiéndose de hombros.
—Es un lindo nombre, o al menos lo sería si no lo llevases tú—bromeó Erick. Julieta lo miró entornando los ojos y negó un poco.
—¿Qué hay de ti?—preguntó ella y Erick apartó la mirada.
—Mi madre murió cuando yo nací—confesó y automáticamente el rostro de Julieta se contrajo—Así que siempre fuimos sólo mi papá y yo...—susurró.
—¿En serio...?—murmuró. Erick la miró de nueva cuenta y asintió.
—Si...el único recuerdo que tengo de ella es una fotografía que mi padre dejó...el resto están guardadas en el ático de mi casa...de haber sido posible esa también hubiese terminado ahí pero...supongo que tiene que ver mucho el hecho de que casi le supliqué de rodillas para que me dejase conservarla...—Julieta jadeó.
—Realmente no tenía ni idea de que tu madre había muerto...—Erick negó.
—Eso nadie lo sabe, Juls...cuando hablo de mamá lo hago como si realmente estuviese viva...me gusta pensar que es así...—murmuró.
—Mi abuela solía decir que cuando amas a un persona realmente nunca muere...siempre vive a través de ti...a través del amor que le profesas...—susurró ella sonriéndole débilmente.—Tal vez tu mamá físicamente no está aquí pero...vive a través de ti...
—Es una manera linda de decir que se murió por mi culpa—masculló él apartando la mirada de nueva cuenta.
Julieta frunció los labios y con su mano libre lo obligó a mirarla. De inmediato sintió como la punta de sus dedos hormiguearon y apartó su mano de la barbilla de Erick.—Sabes muy bien que eso no es cierto—replicó.—Erick...el hecho de que ella se haya marchado no fue tu culpa...—explicó.—En realidad no es culpa de nadie, fue cosa del destino y ya está...estoy muy segura que tu madre estaría decepcionada de escucharte decir que fue tu culpa...
—Estoy muy seguro que mi padre lo ha pensado—inquirió él en medio de un suspiro.
—Es obvio que no, Erick—susurró Julieta sonriéndole un poco.—La verdad es que no entiendo cómo es que terminé metida en todo el lio de la obra escolar cuando yo odio el arte y todo lo que tenga que ver con ello...—Erick frunció el ceño y la observó fijamente esperando a que ella continuase hablando—Mi madre murió cuando era una nena y lo hizo precisamente mientras conducía para ir a una obra de teatro...mi obra de teatro...
—¿Qué?—murmuró Erick.
—Era una obra de teatro de navidad en la primaria pero yo estaba completamente emocionada con que ella fuese que le insistí demasiado para que lo hiciera porque era la primera vez que participaría en algo así...ella dijo que iría pero jamás llegó...—explicó lentamente.
—Lo siento, Julieta, yo...en realidad no quería hacerte recordar cosas tristes—comentó en voz baja. Ella negó.
—¿Sabes la cantidad de veces que me culpé por ello?—cuestionó sin dejar de mirarlo—Realmente sé de lo que hablas cuando dices que te sientes culpable por lo que pasó con tu madre pero no tienes la culpa, Erick...por Dios, eras un bebé recién nacido...
—¿Sabes una cosa?—musitó Erick y ella negó.—Creo que después de todo una amistad entre tú y yo no es tan mala...
—Pues creo que no...
(...)
—¿Puedes dejar de reírte?—cuestionó Julieta mientras Mariana trataba de controlar su risa. La chica negó frustrada y Mariana apartó la mirada para evitar seguir riéndose.—Realmente no veo nada de gracioso, créeme...
—Es que de verdad que sólo a ti te pasan estas cosas—se burló la chica de cabello rizado.—la señora Melrouse es la mejor, me hubiese gustado estar ahí para presenciar eso...debió haber sido todo un espectáculo verte a ti y a Erick esposados el uno al otro...—masculló entre carcajadas.
Julieta negó.—La verdad es que no es gracioso—replicó de nueva cuenta.—La verdad es que...Erick y yo somos algo parecidos ¿sabes? Me di cuenta de eso hoy mientras caminábamos buscando una salida del laberinto en el que la señora Melrouse decidió ponernos...bien, la verdad es que no es un poco, es demasiado—se corrigió a sí misma.
—¿Cómo fue?—cuestionó Mariana sentándose con las piernas cruzadas encima de la cama de Julieta.
Su mejor amiga la observó un largo segundo y suspiró—Fue...entretenido—admitió.
—¿Lo ves? No les cuesta nada tratar al menos de tolerarse el uno al otro mientras Romeo y Julieta se lleva a cabo, si después de que eso pase deciden volver a adoptar esa misma actitud tonta de nenes de dos años berrinchudos que no se soportan pues bueno...al menos lo habrán intentado ¿no lo crees?—preguntó cruzándose de brazos.
—Supongo que si...—murmuró la chica.
Mariana la miró fijamente y esbozó una amplia sonrisa.—La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos, la más fácil es hablar mal de los demás...
—¿Qué?—susurró Julieta completamente confundida.
—Tales de Mileto...
—No entiendo...—confesó.
—Es mucho más fácil hablar mal de las personas que darse el tiempo de conocerlas ¿no? Tú jurabas que odiabas a Erick y ahora no sólo van a protagonizar una obra de teatro escolar juntos sino que además de todo el día de hoy pasaron el día juntos y ya se dieron cuenta que pueden ser grandes amigos si se lo proponen los dos...—explicó—Juls, lo que estoy tratando de decir es que a partir de hoy entre Erick y tú está creciendo algo...no precisamente amor pero por lo menos una pequeña pizca de tolerancia ya hay entre los dos...son unos malditos tercos pero al final de cuentas son parecidos...por eso chocan...y se complementan en otras cosas, por eso hoy pudieron pasar el día juntos sin matarse el uno al otro...
—¿Estás psicoanalizándome?—cuestionó Julieta y Mariana negó.
—Te estoy dando un consejo...—respondió.—Y eso es algo que las dos sabemos que no puedes ignorar... en el fondo creo que Erick no es más que un chico que lucha por tener un poco de la atención de su padre...es decir, el rector es su padre y Erick puede que lo sienta más como un hombre que dicta reglas a más de mil alumnos y no como su padre...y él lo ve más como uno más de los alumnos a los que rige y no como su hijo...
—Ahora estás psicoanalizando a Erick—se quejó Julieta.
—¡Y tú lo estás defendiendo!
—Claro que no—replicó de inmediato.
—¿Sabes una cosa? Creo que al final de cuentas la típica frase de "del odio al amor hay un solo paso" es completamente cierta...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top