P3: Experimento llamado amistad.

—¿Podemos saber qué es lo que estamos haciendo aquí...?—cuestionó Erick sin dejar de observar a la señora Melrouse sentada en la silla giratoria detrás del escritorio de su padre—Porque ni siquiera han comenzado las clases...entonces no hay razón aparente para recibir cualquier tipo de advertencia...—agregó llevando su mirada hasta Julieta que permanecía completamente muda con la mirada clavada en el filo del escritorio de caoba.

—Eso es porque el día de hoy ustedes no asistirán a clases...—soltó y los dos gimieron.

—¿Qué?—susurró Julieta—¿Y se puede saber cómo porque rayos van a enviarnos de vuelta a casa?—cuestionó la chica.

Una sonrisa traviesa se formuló en los labios de la profesora y negó de inmediato.—Tampoco van a volver a casa—anunció.

—¿Entonces nos vamos a quedar aquí o en el salón de teatro?—preguntó Erick en voz baja. La mujer rio completamente divertida y negó de nuevo.

—En ninguna de la dos...vamos a salir...—los dos la observaron fijamente sin dar crédito a la locura que acababa de salir de los labios de la mujer.

—¿A salir?—preguntó Julieta todavía más confundida que antes.

—Si.—les sonrió.—En realidad la salida es para ustedes dos, verán...he estado pensando que realmente no pueden ser ni Romeo ni Julieta si no se llevan bien, es decir...ustedes son compañeros de clases y por más que he tratado de encontrar una buena razón por la cual se lleven mal...no logro entenderlo...¿esta absurda enemistad se debe a que se prestaron un lápiz entre sí y jamás lo devolvieron?—cuestionó. Los dos chicos se miraron entre sí y negaron.—Oh, bueno...de todos modos esa era la menos probable—confesó la señora Melrouse.

—La verdad es que no veo como eso va a ayudarnos—comentó Julieta soltando un largo suspiro.

—Estoy de acuerdo con ella—soltó Erick y automáticamente otra sonrisa se formó en los labios de la mujer.

—Pues al menos ya están de acuerdo en algo, no es lo que esperaba pero al menos es un pequeño avance—celebró.—El punto chicos es que yo los llevaré al parque de diversiones...esto es algo que quiero probar en ustedes—anunció.—Se llama, experimento llamado amistad...así que espero que después del día de hoy se hayan convertido en al menos buenos compañeros para después dar el primer paso...

—¿Llevarnos a un parque de diversiones como si fuésemos niños de kínder va a hacer que seamos buenos compañeros?—se burló Erick.

—Pues no son niños de kínder, señor Colón  pero al menos se comportan de esa manera y sí...esa es la primera parte. La segunda parte es que como sé que tienen demasiados problemas para comunicarse entre sí y Romeo y Julieta no los tenían, van a estar atados el uno al otro—explicó.

—Yo ya no estoy entendiendo nada. ¿Cómo por qué tendríamos que estar atados?—cuestionó la chica con las cejas fruncidas.

—¿Atados dije?—inquirió la señora Melrouse—Discúlpenme mi confusión, quise decir esposados el uno al otro—corrigió.—No sé donde tengo la cabeza el día de hoy...—comentó para sí misma.

—Pues claramente donde debería ir no—respondió Erick en un apenas audible tono de voz. Julieta llevó sus ojos hasta él y rio en voz baja mientras Erick le correspondía la sonrisa con una todavía más débil y algo falsa.

El hecho de que la chica le estuviese sonriendo a él era todo un milagro.—ahí está otra señal de que en verdad pueden ser amigos...el señor Colón cree que no lo escuché pero al menos funcionó para que se sonrieran el uno al otro. Ya tenemos dos puntos buenos, se pusieron de acuerdo el uno con el otro y se sonrieron...—exclamó completamente feliz.

—Sí, si, como sea. El punto es que seguimos sin entender que es lo que tiene que ver un parque de diversiones con esto—observó el pelinegro cruzándose de brazos.

—Dentro del parque de diversiones hay un laberinto...al que tendrán que entrar en algún momento...la finalidad de este experimento es que luego de que comiencen a compartir tiempo el uno con el otro tendrán que pasar esta última prueba de entrar en el laberinto y después salir de él...tendrán que hablar, pensar y encontrar en pareja una buena estrategia para que esto funcione y les prometo que al final de día serán la pareja de actores con mejor comunicación que haya existido en el mundo de la actuación—masculló lanzándoles una mirada soñadora.

—¿Si sabe que no somos actores, cierto...?

(...)

Julieta realmente no se podía terminar de creer su suerte. La idea de un parque de diversiones era completamente atractiva. Desde que era una niña siempre le habían gustado los juegos mecánicos, de hecho la parte que más le gustaba de sus cumpleaños era sin duda alguna el pequeño homenaje que ella, su padre y su hermano le hacían a su madre cuando tomaban el álbum familiar y se ponían a rememorar los momentos en los que aquellas fotografía habían sido tomadas.

Amaba los parques de diversiones y sin duda alguna su fotografía favorita era aquella donde los cuatro estaban posando para la cámara frente a una enorme rueda de la fortuna. Pero el hecho de tener que ir a un parque de diversiones esposada a Erick no era para nada atractiva.

Eso sin duda alguna los obligaría a pasar tiempo juntos y a tener que hablar con entre ellos y eso definitivamente no estaba dentro de los planes de Julieta. Ella prefería pasar desapercibida y de nuevo odió a Mariana por hacerla pasar por todo aquello.

Soltó un largo suspiro apoyando su cabeza en la ventanilla del auto mientras la señora Melrouse hablaba y hablaba tratando de tener un buen tema de conversación sin darse cuenta –o tal vez sin querer aceptar realmente- que el par de jóvenes que estaban acompañándola estaban ignorándola por completo.

—¿Qué va a pasar cuando quiera ir al baño?—cuestionó Erick de repente. Julieta apartó la cabeza de la ventanilla y miró a Erick con el ceño fruncido mientras la señora Melrouse le sonreía.

—Pues supongo que eso lo tendrán que arreglar entre ustedes, mis niños—masculló la mujer. La chica inspiró profundamente, negó y cerró sus ojos tratando de controlar las incontrolables ganas que tenía de comenzar a gritar.

El resto del viaje fue silencioso a excepción de las voces de una banda juvenil en la radio pero Julieta estaba completamente concentrada en respirar correctamente que ni siquiera le prestó atención a la música.

Cuando llegaron se quiso morir pues para su mala suerte el parque de diversiones estaba en funcionamiento. La señora Melrouse de inmediato los llamó para que se acercasen a ella y ellos obedientemente lo hicieron, no porque les entusiasmara la idea pero ambos sabían que entre más rápido terminasen con todo eso, entonces mucho más rápido podrían irse y si algo deseaban los dos era precisamente eso, irse.

—¿A dónde quieren subir primero?—cuestionó la mujer mientras unía sus manos con las esposas de metal.

Julieta se sintió toda una criminal cuando sintió la presión de los aros de metal entrelazándose entre sí y ajustándose a su muñeca.  Inspiró profundamente y sintió un leve cosquilleo cuando la mano de Erick rozó la suya accidentalmente.

—Creo que a donde sea es exactamente lo mismo si tenemos que ir juntos—comentó ella soltando un pequeño suspiro.

—¿Y tú, Erick...?—inquirió la mujer. Erick observó a las dos mujeres que lo acompañaban y una sonrisa maliciosa se formó en sus labios.

—¡A la montaña rusa!

(...)

Julieta realmente no daba para más. Le dolían las piernas y todo lo que deseaba era tener una cama cerca para acostarse y dormir por el resto del día. Llevó su mirada hasta la señora Melrouse que hablaba por teléfono sentada cómodamente afuera en una de las bancas del restaurante temático  sin apartar sus ojos de ellos.

Erick se quedó estático observando el puesto de tiro al blanco que tenía frente a él. Se sentía completamente tentando en acercarse pero teniendo a Julieta esposada a él era completamente imposible. Ella casi no había hablado con él y Erick tampoco había intentado hacerlo hablar. De vez en cuando habían compartido uno que otro comentario luego de bajar de los juegos mecánicos pero claramente eso no era suficiente para que el experimento amistad de la señora Melrouse funcionara.

—Tiro al blanco—masculló ella y dio un paso en dirección al puesto. Luego se frenó recordando a Erick y negó un poco.

—¿Te gusta el tiro al blanco?—cuestionó él frunciendo los labios. Julieta llevó sus ojos hasta los verdes de Erick y asintió débilmente.

—Si...con mamá lo jugábamos cuando era niña y veníamos a los parques de diversiones—comentó descuidadamente y Erick se sorprendió al percatarse que ella le había dicho aquello.

—Debió ser lindo, supongo—murmuró Erick caminando a la par de ella para acercarse al puesto donde un hombre de aspecto cansado esperaba pacientemente a que una pareja terminase sus disparos.

—La verdad es que si...—respondió la rubia.—¿A ti te gusta el tiro al blanco?—preguntó Julieta y Erick sonrió.

—Sí. De hecho no sé si sea exactamente lo mismo pero en mi habitación tengo una diana y dardos...—confesó—Me gusta practicar tiros cuando siento estrés o me siento muy ansioso y eso...pero por lo regular no soy tan bueno...—murmuró encogiéndose de hombros.

Julieta rio en voz baja y centró su atención en la pareja frente a ellos.—¡Eres un fallo en la vida, Erick!—se burló Julieta. Erick la observó un momento y luego se echó a reír.

—¿Y tú si eres buena?—cuestionó enarcando una de sus cejas.

—¡La mejor!—respondió sonriéndole ampliamente. Erick se quedó estático observándola fijamente y negó un poco.

—¡Entonces demuéstramelo!—le espetó lanzándole una enorme sonrisa de arrogancia. Julieta enarcó una de sus cejas ofreciéndole una sonrisa maliciosa.

—¡Pues entonces acompáñame!—pidió.

—Quiero ver esto...hagamos un trato. Si yo gano y tú fallas entonces tú tendrás que convencer a la señora Melrouse que somos los mejores amigos del planeta luego de este absurdo paseo, pero si tú ganas y yo pierdo, lo tendré que hacer yo—murmuró mirándola fijamente.

—¿Qué pasa si los dos perdemos, Erick?—cuestionó Julieta.

El corazón de Erick se aceleró de inmediato por dos razones, la primera: esa era la primera que escuchaba su nombre salir de los labios de Julieta y para ser sincero consigo mismo, le gustaba el sonido de su voz llamándolo y la segunda: la tontería que estaba a punto de decir.

—Si los dos perdemos...—susurró fingiendo pensar bajo la atenta mirada de Julieta.—Si los dos perdemos entonces haremos que el experimento llamado amistad funcione...—decidió.

—¿Y cómo se supone que haremos eso?—preguntó Julieta frunciendo los labios. Realmente se daba una idea de lo que aquello quería decir pero era mucho mejor fingir que no.

—Si los dos perdemos en el tiro al blanco entonces de verdad intentaremos ser amigos ¿aceptas?—preguntó Erick tendiéndole su mano libre.

Los ojos de la chica lo contemplaron fijamente mientras su cerebro terminaba de procesar la oferta de Erick. Si ganaba podía estar completamente tranquila pues sería responsabilidad de Erick hacerle creer a la señora Melrouse que ellos se llevan bien, si perdía entonces tendría que idear un buen plan para que la mujer creyera que su experimento había funcionado, en cambio sí perdían los dos tendría que tratar de arreglar las cosas con Erick de manera real. ¿Entonces, qué era peor...?

Inspiró profundamente y lo miró fijamente.—Acepto...—respondió tomando la mano del muchacho.

Erick le ofreció una pequeña sonrisa y luego la hizo avanzar hasta el frente del puesto. Le entregó un billete al hombre que los observaba y luego le pasó dos de los cuatro dardos que acaba de recibir.

Julieta lo observó fijamente mientras él se preparaba para lanzar el dardo y luego lo escuchó maldecir por lo bajo cuando dicho dardo ni siquiera se acercó a la diana. Erick le dio un suave empujón y ella suspiró. Se preparó mentalmente para tirar porque si algo sabía era que los grandes arqueros –en este caso, tiradores- necesitaban concentración. Soltó un gruñido de frustración cuando el dardo ni siquiera llegó a su destino y negó.

—¿De verdad dices que eres la mejor?—cuestionó Erick de manera burlona. Ella entornó los ojos y negó.—Yo al menos admití que no era tan bueno...

—Como sea...—masculló ella. Erick rio y volvió intentarlo. El dardo se clavó fuera de la diana y el chico entornó los ojos con molestia. Ya estaba, había perdido.

Y ese tiro era la oportunidad de Julieta para ganar. Llenó de aire fresco sus pulmones y se concentró un par de minutos tratando de esta vez no fallar. Tiró el dardo y chilló cuando el pequeño objeto se clavó a un lado del de Erick fuera de la diana.

—Que malos somos, por dios....—musitó Erick frunciendo los labios.

Julieta se echó a reír y luego lo observó un segundo.—¿Trato es trato, no...?

—Trato es trato...

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¿Qué creen que pasará ahora, eh? Yo digo que se matan en el intento, jajaja. No sé, sólo digo...

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