* 32 *

Tefi la observaba atónita mientras Esme le contaba una y otra vez lo que Leo le había dicho, estaba sorprendida por varios motivos. Primero, nunca había visto a Esme tan enfadada, solía enojarse un poco, pero era de esas personas que nunca explotaba, justo de esa clase de personas que te preguntabas qué debería suceder para hacerla enfadar. Segundo, hasta ese momento no había dimensionado cuánto le gustaba Leonardo a su amiga, creía que le atraía, sí, y a lo mejor un poco más que eso, pero en las palabras de Esme había dolor, desengaño, desilusión y una mezcla de rabia y tristeza, que le encendían la piel, los ojos, el alma. Ni cuando había terminado con Tony había estado así, Nunca la había visto así.

—¿No te parece que estás exagerando un poco, Esmeralda? Después de todo solo te dijo la verdad, ¿no? —preguntó Tefi sin saber cómo reaccionar ante esta nueva faceta de su mejor amiga.

—¿Solo me dijo la verdad? ¡Me mintió durante todo este tiempo! —exclamó furiosa.

—Está bien, tienes razón —afirmó Tefi pues pensó que contrariarla no era la mejor opción—. ¿Qué piensas hacer ahora?

—Nada, no le pienso volver a hablar. ¡No quiero hablar con mentirosos y embusteros! —dijo Esme y Tefi se largó a reír—. ¿Qué es tan gracioso? —inquirió Esme, colocó los brazos en jarra y miró desafiante a su amiga.

—Me encanta tu nueva forma de ser —dijo Tefi y eso desconcertó a Esme.

—¿De qué hablas? —inquirió confundida.

—Nada... Me gusta esta Esme que se enfada, que expresa lo que siente, que grita o llora. Me gusta más que la que acepta todo y se calla, que la que baja la cabeza y no discute —sonrió Tefi y luego se levantó para abrazar a su amiga, en ese momento la chica se echó a llorar.

—Yo... Esto me duele mucho —admitió.

—¿Sabes por qué? —preguntó Tefi sin romper el abrazo.

—No... —susurró como una niña asustada.

—Sí lo sabes, Esme —dijo Tefi alejándose un poco y secándole las lágrimas con cariño.

—Pensé que... He sido tan ilusa, Tefi... Él era tan dulce, era tan genial conmigo, tan especial. Me hizo sentir tan bien en todo momento. Cuando me besó el otro día... yo, sentí que podía gustarle, que a pesar de todo él podía verme, ver lo que tengo dentro y que eso podría gustarle. Pero no es así, ¿lo entiendes? Nunca podré gustarle a un chico como él —sollozó.

—Le gustas a Leo, me acabas de decir que te lo dijo. Me dijiste que te dijo que te quiere. ¿Por qué lo estás dudando ahora? —inquirió Tefi sin lograr comprender del todo a Esme.

—Porque... tiene novia, y seguro es perfecta y hermosa.

—Eso es solo una suposición y aunque así fuera, ¿qué importa? Tú también eres hermosa y es a ti a quien le dijo que le gusta, ¿no?

—Pero ¿de qué sirve que me diga que le gusto si sigue con ella? No quiero ser como Martha, Tefi —comentó.

Tefi asintió, Martha era una compañera del curso que salía con Tobías, un chico que todos sabían tenía una novia en otra escuela, pero hacía años que prometía a Martha que terminaría con su novia y sin embargo nunca lo hacía. Y por más que todos le decían a Martha que él solo jugaba con ella, la chica prefería seguir creyendo y esperando a Tobías.

—No te digo que seas como ella, solo que le des el tiempo que te pide. Si dice la verdad y termina con la chica te demostrará que en realidad le importas, si no lo hace, sabrás que miente y entonces puedes ser tajante y decirle que... mandarlo a volar —dijo Tefi con una media sonrisa.

—No lo sé, siento que no puedo confiar en él ahora. Quizá te parezca exagerado, pero yo creí en él. Él me hizo sentir importante, me hizo sentir aceptada, cuando pasó lo de Tony hizo que sintiera que merecía a alguien mejor... y ahora pienso que todo fue mentira. —Se quejó negando y sentándose en la cama—. ¿Cómo puedo creerle que me quiere y que le gusto?

—No, eso no fue mentira. Él lo hizo porque así lo sintió. Entiendo que estés dolida y enojada, pero no puedes mezclar las cosas. A él nadie lo obligó a ayudarte como lo hizo, a hacerse pasar por tu novio para que los chicos te dejaran de molestar, a defenderte como lo hizo, a estar de tu lado siempre. A él nadie le obligó a pasar tiempo contigo. Tú sabes lo insoportable que era cuando llegó recién, bien podría seguir siendo el mismo, ¿no?

—En eso tienes razón... Gracias, amiga —susurró y la miró con una sonrisa—. Nunca pensé que sería yo la que tuviera esta clase de problemas —añadió.

—¿Ves? Tú que dices que no eres linda mientras tienes dos chicos peleando por ti... mientras yo, sigo aquí viendo películas o leyendo alguna novela romántica mientras me imagino que soy la protagonista —respondió con aires exageradamente melancólicos. Esme rio.

—Te quiero, Tefi, no sé qué haría sin ti —admitió.

—¿Hablarás con Leo? —preguntó la muchacha.

—Lo pensaré... me tomaré unos días —suspiró Esme.

—Eso suena bien.

***

Cuando Leo llegó a su casa y encontró a su madre horneando un pastel en la cocina, se recostó por la heladera y la observó. Bea sabía que le sucedía algo, estaba nervioso y tenía los ojos un poco llorosos. No se lo veía nada contento.

—¿Quieres que hablemos de lo que te pasa? —preguntó su madre con ternura.

—Sí... quizá tú... Bueno, eres mujer y puedes ayudarme...

—¿Problema con chicas? —inquirió Bea mientras colocaba la masa en el molde y la metía al horno. Le hacía muy feliz saber que su hijo confiaba en ella.

—Algo así. —Afirmó Leo sentándose en una butaca que allí había.

—Te escucho —dijo su madre limpiándose las manos en un delantal.

Leo le contó sobre Vicky y sobre Esme, le contó también sobre las cosas que hacía con su novia y sus amigos en la antigua ciudad. Bea se enteró entonces de que su hijo había estado mucho peor de lo que ella pensaba, pero también entendió que su decisión de traerlo a ese pueblo había sido acertada. Además, Leo le dijo sobre su deseo de irse cuando terminara el año. Cuando Leo terminó, Bea le sirvió una taza de chocolate caliente que había preparado mientras lo oía atentamente.

—Hijo... con respecto a Victoria, debes ser sincero con ella y cuánto antes. Le estás mintiendo al seguir con ella y luego también se enfadará con mucha razón. Entiendo lo de su hermano, pero no puedes estar con ella ni con nadie por lástima, no es bueno para ninguno de los dos. Deberías hablar con ella y explicarle cómo te sientes, dile que la quieres mucho y que te preocupas por ella y que pueden seguir siendo amigos si quiere... No creo que funcione, pero como no se encuentra bien quizá le ayude.

—Hmmm —susurró Leo, no era fácil, pero sabía que era lo que debía hacer.

—Con Esme, bueno... una vez que estés libre puedes ir junto a ella y decirle lo que sientes. Si ella siente lo mismo por ti te perdonará y lo intentarán. Es lógico que esté molesta ahora, pero estoy segura de que se le pasará, es una chica muy noble para estar enfadada por mucho tiempo. Solo que debes pensarlo bien, Leo... antes de estar con ella —dijo su madre viéndolo fijo.

—¿Cómo? ¿Por qué? —preguntó Leo sin entender.

—Ella no es una chica como las que tú acostumbras a frecuentar —dijo Bea sonriendo con ternura—. Es una chica muy de su casa, no le dejan salir ni hacer nada, sus padres son muy especiales y está criada de una manera muy... un poco a la antigua, para mi gusto —añadió—. No podrás tener un noviazgo muy normal con ella...

—Lo sé, pero aun así durante todo este tiempo lo hemos pasado bien. Sus padres no lo saben, claro, pero pasamos mucho tiempo juntos y esas cosas —afirmó.

—No creo que ellos te acepten muy fácilmente. Tienen su forma de pensar con respecto a ti, claro que no ayuda mucho que ellos sepan la verdad sobre el por qué vinimos a esta ciudad, saben que yo quería de alguna manera rescatarte —comentó.

—Lo sé, pero quizá yo pueda demostrarles que no soy lo que piensan —dijo un poco entusiasmado, Beatriz sonrió.

—Esperemos que sí, Leo, pero Magali es una persona que no cambia fácilmente su manera de pensar y una de las cosas que no me gustan de ella es la manera que juzga a las personas. Tú no te ves como un chico que ella elegiría para su muchacha —afirmó.

—Lo sé, pero no me importa... Yo lucharé...

—Además, Leo —interrumpió Bea—. Si tú piensas irte al finalizar el año, y yo no voy a interferir en eso porque tú tienes derecho a tomar tu propio camino, ¿qué piensas hacer con Esme? Ella no podrá ir contigo, sus padres no le dejarían hacerlo jamás. ¿Tendrás que terminar con ella? Piénsalo, porque romperías su corazón, hijo...

—Tienes razón, mamá —dijo Leo que ya sabía que aquello en cierta forma era cierto, pero aún le parecía demasiado lejano.

En ese momento Beatriz se dispuso a desmontar su pastel. Leo se acercó a darle un beso y entonces salió de allí para ir a tomar un baño y luego llamar a Vicky por video llamada, tenía que hacer algo y lo haría lo antes posible. 

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