* 9 *

—Ava es mi ex novia —dijo finalmente Adler. Frieda se tensó al darse cuenta que le iba a contar algo un poco más íntimo y ellos no tenían esa clase de relación. Aun así entendió que él quería hablar y dejó que lo hiciera—. Estuvimos juntos por dos años, hasta que un día la encontré besándose con un chico que vino de intercambio desde España y se quedó en su casa. Los vi cuando la fui a buscar para darle un regalo por nuestro segundo aniversario.

—Oh... lo siento, eso se ha de sentir bien feo —añadió Frieda sin saber qué decir.

—Fue doloroso, sí... pero me dijo que había sido un error. La perdoné, volvimos... y pues, lo volvió a hacer... y la volví a ver. Una vez puede ser un error, pero dos...

—Lo entiendo... ¿Y por qué la otra noche...? —Frieda quiso preguntar pero luego no supo concretar la pregunta.

—Me la... tuvimos relaciones esa noche porque... —miró a Frieda y suspiró—. No está bien lo que hice, Fri... Ella quería que habláramos y yo le dije que buscáramos un sitio tranquilo. Ingresamos allí y ella me besó, todo se salió de control y bueno... pues terminamos así. Yo... sé que no estuvo bien porque ahora ella piensa que volveré pues aquello debió significar algo... y la verdad es que por más que la amé como a nadie, no quiero volver.

—Lo entiendo —añadió Frieda asintiendo.

—¿No me vas a regañar por haber estado con ella de esa forma?

—¿Por qué lo haría? —dijo ella encogiéndose de hombros—. Estabas lastimado y ella pues, te buscó... supongo que fue algo instintivo, además tú la querías... o la quieres... no sé, pero... no es tan loco lo que pasó. —Adler la miró sorprendido, todos sus amigos le habían dicho que se había equivocado y un par de chicas, amigas de Ava, le habían enviado mensajes diciéndole que era una malísima persona.

—Tú sí entiendes... No lo hice para lastimarla, solo se dio... Sé que debí pensar mejor las cosas, pero tenía rabia, dolor... y una sensación de necesitarla y extrañarla también. Cuando me besó... solo lo dejé fluir...

—Pues lo único que hiciste mal esa noche fue dejarme sola —añadió Frieda sonriendo.

—Eso es cierto, fue mi error. Debí haberme quedado contigo y te evitaba todos aquellos malos ratos. Discúlpame —dijo y a Frieda le pareció que se veía muy tierno, entendió en ese momento la forma en que siempre lo veía su madre y su tía.

—Discúlpame por lo de tu teléfono —añadió ella y él se encogió de hombros.

—Ya falta poco para que juntemos para uno nuevo —respondió.

—No tanto —dijo ella sabiendo que no les pagaban demasiado.

—Tengo algo ahorrado, lo completaré —susurró como si le contara un secreto.

—Nos dejaron en claro que debíamos trabajar hasta juntar ese dinero —añadió Frieda observándolo.

—Yo no diré nada —susurró de nuevo Adler y le guiñó un ojo. Ella sonrió.

—Siento lo de Ava... No eres un sapo que me agrade mucho pero supongo que tienes corazoncito, aunque sea uno verde, asqueroso y viscoso... y no me gusta que te hayan lastimado —dijo ella bromeando y queriendo hacer pasar la tristeza que veía en los ojos del chico.

—Supongo que el primer amor duele —añadió él—. Ya pasará, iré a tu país, conoceré nuevas chicas y... la olvidaré.

—¿Por eso es que quieres viajar? —quiso saber Frieda.

—No, solo quiero cambiar de aires, aventurarme un poco... crecer —dijo el muchacho y Frieda asintió.

Se quedaron allí en silencio hasta que llegó la hora de volver a la casa. Tanto Niko como Berta los miraron extrañados cuando entraron sonriendo a la cocina mientras Adler hacía algunas caras bobas y Frieda se reía. Ellos se observaron y sonrieron, parecía que los chicos estaban aprendiendo la lección.

Se sirvió la comida y luego pasaron a la sala a conversar y ver una película.

—¡Qué aburrida es esta película! —exclamó Adler bostezando cuando estaba ya por la mitad—. Mejor me voy a dormir.

—Lo mismo yo, mañana hay que trabajar —dijo Frieda y sus padres rieron.

—¡Qué chicos más responsables! —exclamó Rafael bromeando pero ellos no le respondieron y se fueron a sus habitaciones.

—¿De verdad tienes sueño? —preguntó Adler cuando ya estaban cerca.

—No, pero cualquier cosa es mejor que esa película, prefiero leer o escuchar música.

—Voy a mostrarte videos de algunos grupos musicales que me gustan —dijo el chico y ella sonrió—. Espérame en tu habitación.

Minutos después él estaba allí con su computadora persona, pusieron los videos y los empezaron a comentar.

—¡Ese me gusta! —dijo Frieda poniéndose de pie en la cama y empezando a bailar. Adler rio, se veía bonita y muy despreocupada. Frieda bajó y se colocó a su lado dándole una mano, él comenzó a bailar a su lado.

No se dijeron mucho, solo se sintieron bien. Adler la observaba moverse y pensaba en lo bella que era y en cómo le gustaba cuando se comportaba de esa forma, dejaba de ser la niña caprichosa y altanera para ser una joven espontánea y divertida, natural y alegre... era cómodo y se sentía bien. Frieda se perdía en la música y pensaba en lo bien que se encontraba en ese momento y en lo mucho que coincidían sus gustos musicales con los de Adler. De vez en cuando lo observaba y descubría lo guapo que era el chico, en un punto se encontró pensando en que Ava era una tonta por no haber valorado lo que tenía.

La madrugada los encontró allí, sus padres no se daban cuenta porque asumían que cada uno estaba en su cuarto ya que no solían estar juntos. Samuel no sabía dónde se había metido Adler y supuso que andaba con Frieda, pero a él eso no le importó, se acostó en su cama y luego de contarle a Galilea por mensaje todo lo que había hecho en el día, se quedó dormido.

—Será mejor que me vaya a dormir —dijo Adler luego de un buen rato, al día siguiente debían levantarse temprano.

—Sí... creo que sí —añadió Frieda.

Adler guardó sus cosas y se dispuso a salir, ella estaba sentada en la cama observándolo. Entonces se giró y le sonrió.

—Gracias, princesa Fri —dijo y fue la primera vez que aquello no le molestó en absoluto, ni siquiera se percató porque la sonrisa que salió de los labios de Adler se veía luminosa y profundamente atractiva.

—De nada, Frog —respondió ella y le devolvió la sonrisa.

Se quedaron mirándose por un par de minutos, envueltos en una nube extraña que les generaba comodidad y tranquilidad. Luego Adler le guiñó un ojo y se retiró. Ella se dejó caer en la cama preguntándose quién era ese chico que acababa de salir.

La mañana siguiente fue complicada, ambos tenían mucho sueño así que se la pasaron tomando café y hablando lo mínimo posible, parecían zombis o estaban demasiado adormilados para conversar. Cuando por fin llegó la hora de la salida volvieron a pasar por la confitería y luego de un rato volvieron a la casa.

Así transcurrieron los siguientes días, que pronto se convirtieron en semanas, y en un abrir y cerrar de ojos, ya solo faltaba una semana para que Frieda volviera a su tierra con su familia. La relación con Adler se había estabilizado y ambos hablaban y compartían algunos momentos. Sus padres estaban felices porque estaban convencidos de que habían aprendido la lección.

Aquel jueves en la cena, Adler avisó que el sábado bien temprano iría a la casa de campo de uno de sus amigos, allí pasarían una semana, pues le querían hacer una especie de despedida. Él viajaría en un mes más. Sus padres estuvieron de acuerdo, y el trabajo terminaba el viernes. Así que la semana siguiente la tenían libre.

De camino a sus habitaciones ya para descansar, Adler detuvo a Frieda antes de que ingresara a su cuarto.

—Mañana trabajamos hasta el mediodía, luego vamos a comprar el teléfono y si quieres... después hay un partido de fútbol de un equipo local, tengo dos entradas y como es nuestro último día juntos, pues pensaba que quizá querías divertirte conmigo —exclamó.

—Me da miedo divertirme contigo, es decir, siempre que tu concepto de diversión no implique abandonarme, me apunto —añadió sonriendo, Adler asintió.

—Ya verás que la pasamos lindo. Luego tú me mostrarás tus sitios cuando esté por allá —añadió guiñándole un ojo. Frieda asintió e ingresó a su habitación. Finalmente podía animarse a pensar que la vida, con Adler cerca, no sería tan mala como había pensado, después de todo.

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