* 53 *

La mañana de su cumpleaños, Frieda despertó algo tarde. La verdad es que no tenía ganas de hacerlo ya que sentía que su día no estaría completo sin Adler a su lado. Se levantó a regañadientes y bajó a desayunar, en la mesa encontró a Taís y Carolina cuchicheando misteriosas. Frunció el ceño adivinando que algo se traían esas dos entre manos.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron ambas muy eufóricas al verla ingresar y corrieron a abrazarla. Su madre ya la había felicitado la noche anterior apenas dieron las doce pero ahora volvía a hacerlo junto a Taís.

—¿Qué se traen entre manos? —inquirió Frieda algo desconfiada.

—¿Nada? ¿Por? —respondió Taís de forma tan rápida y con tanta naturalidad fingida que a Frieda le dio mala espina.

—Hmmm, espero no hayan organizado alguna fiesta sorpresa porque saben que odio las sorpresas y los cumpleaños y las fiestas —añadió.

—Mmmm... Sí, ya sabemos que eres el Grinch —dijo Taís levantando una mano como para no darle importancia.

—¿Vas a clases hoy? —preguntó Carolina.

—Voy, nadie tiene por qué saber que es mi cumpleaños —susurró.

—¿Te acuerdas cuando nació? —preguntó la mujer a Taís.

—¡Ay! ¡Sí! Era una cosita tan hermosa, rosadita y regordeta —respondió Taís emocionada.

—¡No! ¡No empiecen con lo mismo! ¿No se aburren de repetir esto cada año? —preguntó.

—Mejor vete a la universidad, eres una amargada —se quejó Taís y Carolina rio. La verdad era que necesitaban que se fuera lo antes posible.

—Puede que llegue algo tarde hoy —dijo Frieda ignorándola—. Marcia quiere invitarme a comer algo por mi cumpleaños... y bueno, hay que aprovechar que ella quiere pagar —añadió.

—¿Te acuerdas cuando pensaste que ellas tenían algo? —rio Taís burlándose de Carolina.

—¡Basta! —rio la mujer.

—No sé qué es lo que te pasó, Caro... la edad te hizo perder tus sensores esos que cuando yo tenía su edad estaban tan activados —dijo Taís burlándose de nuevo.

—Cierto, mamá... no sé cómo no te diste cuenta —rio Frieda.

—¡Ey! No me busques porque fue tu culpa, me mareaste con tantas mentiras —amenazó. Frieda rio y besó a su madre y a Taís antes de salir rumbo a la universidad. Muy temprano esa mañana Adler le había enviado un mensaje deseándole feliz cumpleaños, al despertar ella le había contestado pero el chico no había vuelto a responder.

Al término de las clases, Marcia la llevó a comer algo, Frieda aceptó sin saber que eso era parte del plan. Su amiga esperaba la señal para llevar a Frieda a la casa de campo, donde sería la fiesta sorpresa. Una hora antes de lo estipulado, Marcia la invitó a su casa. Frieda no quería ir, pensaba que sus padres se enojarían si no llegaba a cenar el día de su cumpleaños, pero su amiga tuvo que fingir que debía contarle un secreto que la atormentaba para que no le dijera que no. Al llegar a su casa, Marcia se sirvió algo de jugo de zanahoria en un vaso y se paró frente a Frieda con la idea de contarle aquello que tanto deseaba que supiera, entonces fingió —de una forma muy torpe— que se resbalaba y el vaso caía sobre Frieda.

La chica gritó porque el jugo estaba helado y se le había derramado desde la cabeza a los pies. Marcia se atajó las ganas de reírse mientras su amiga la mandaba al quinto infierno. La rubia le pidió que se tranquilizara y que tomara un baño, que le prestaría algo de ropa, le dijo que se lavara el pelo y que en compensación ella le haría un bonito peinado. Todo aquello le pareció muy extraño a Frieda, pero Marcia insistió que no debía enfadarse en el día de su cumpleaños. Cuando Frieda ingresó a bañarse, Marcia por fin pudo reírse todo lo que quiso. No fue fácil, pero lo logró.

Luego de salir de la ducha, Marcia le prestó un vestido de color verde yerba de algodón que caía suelto hasta sobre sus rodillas. La hizo sentar para peinarla y le inventó una historia sobre que había conocido a un nuevo chico que llamaba su atención. Frieda no le creyó nada, algo le decía que su amiga estaba muy extraña. Marcia intentó maquillarla, pero Frieda le dijo que nunca lograría ensuciarle la cara con esos colores ridículos. Su amiga bufó frustrada, al menos lo había intentado.

Cuando el mensaje esperado llegó, Marcia se ofreció a llevarla hasta su casa en el auto que le había regalado su padre hacía unos meses, Frieda asintió porque ya era tarde. Cuando se percató de que no estaba siguiendo el camino indicado se asustó.

—¿Dónde demonios vamos? ¿Marcia? —Su amiga la ignoró porque no sabía qué decirle—. ¿Marcia? ¡Habla!

—Tranquila, voy a secuestrarte —rio divertida—. Pero no te haré nada que no quieras —susurró con voz sexy y guiñándole un ojo.

—¿Estuviste tomando? ¿Qué demonios... —Frieda miró el sitio y supo a donde iban—. No... no me digas que organizaron algo, no, no, no... Sálvame de esta, por favor, secuéstrame... soy tuya —dijo poniendo ambas manos estiradas y juntas como si pidiera ser esposada, Marcia rio divertida.

—Lo siento, ya he hecho demasiado por hoy —negó con la cabeza.

Frieda bufó sintiéndose idiota, debió haberlo entendido todo cuando se dio cuenta que todas las mujeres de su vida estaban comportándose de forma extraña. Llegaron a la casa y ella observó la decoración, todo era negro, azul y rojo, había arañas y telarañas completando la decoración. Eso le agradó, siempre había querido un cumpleaños de spiderman.

Marcia la empujó para que ingresara y apenas atravesaron la puerta, de todos lados salió gente gritando: ¡Feliz cumpleaños!

Frieda rio, a pesar de todo le gustó saber que todo aquello había sido preparado solo para ella. La gente se acercó a saludarla y entonces se dio cuenta que allí estaban todos sus seres queridos, o al menos casi todos, pues faltaba el más importante.

Observó la decoración, los detalles, las mesas, los globos, las cintas y se sintió halagada, todo estaba hermoso y su madre debió invertir una fortuna. Miró su celular para ver si encontraba un mensaje de Adler pero el chico seguía sin aparecer, eso la hizo sentir triste pero no quiso empañar esa noche con su amargura, ya tendría tiempo para enojarse con él y mandarlo al demonio al día siguiente.

Un rato después, su padre subió a un pequeño estrado que habían montado en el centro de la sala. Atrás de él había una pantalla gigante, Rafael agradeció a todos por estar presentes y dijo que a continuación verían unos videos de cuando ella era chica. Frieda cerró los ojos intentando volverse invisible, aquello iba a ser bochornoso.

Con una música armónica y melodiosa unas cuantas fotos de ella y Adler llenaron la pantalla, no había ninguna de ella sola, todas eran con Adler y en muchas de ellas parecían estar jugando sin ganas de matarse mutuamente. Entonces en medio del video, la música se cortó de golpe y una imagen como de interferencia invadió la pantalla. Todos al unísono dijeron: «aaahhh» como si sintieran que el video hubiera fallado. Frieda miró a su padre y él se encogió de hombros.

Entonces la voz de Adler sonó en todos los parlantes y su imagen apareció en la pantalla.

—Hola, mi amor. ¡Feliz cumpleaños! —sonrió—. Apuesto a que tu noche no es perfecta porque yo no estoy ahí —añadió—. Pero no podía estar ausente un día como hoy, así que decidí grabarte este video. Quiero decirte que este es el mejor día del año, ¿sabes por qué?, porque es el día que naciste. ¿Qué hubiera sido de mi vida si no hubieras llegado al mundo? Sí, lo sé, hubiera pasado una infancia algo más normal, me hubiera evitado golpes indeseados, alergias, y todas las miles de cosas malas que me hiciste a lo largo de nuestra infancia —todos rieron—... pero, también me habría perdido de lo mejor que me ha sucedido en la vida, o sea tú. Así que hoy tengo que agradecer a la vida porque este día existe, porque tú existes. —El público en general lanzó un «awww»—. Ahora quiero que juguemos un juego, Frieda... yo te diré qué hacer y tú debes hacerlo, tengo una sorpresa para ti que solo funcionará si lo haces bien. Todos los presentes corroborarán que lo hagas, así que no intentes escapar.

Frieda sonreía entusiasmada y asentía como si el chico tras la pantalla pudiera verla.

—Antes que empiece el juego —añadió—, quiero darte el regalo que tengo para ti.

Entonces el Adler de la pantalla sacó del bolsillo de la camisa una cajita de color negra y mirando a la pantalla la abrió con lentitud. Acercó la caja a la cámara y todos entendieron lo que era, un hermoso y brillante anillo resplandecía en primer plano.

—No sabía qué regalarte hoy, princesa, pero sí sabía que quería que fuera algo especial. Hoy, en el día de tu cumpleaños, el día en que el mundo nos regaló a todos tu vida, quiero pedirte formalmente, porque informalmente vengo haciéndolo desde que tengo seis o siete años, que seas mi esposa —finalizó e hizo silencio. Todas las personas cuchicheaban emocionadas y Frieda sentía que las lágrimas comenzaban a caer de sus ojos, quería verlo, abrazarlo, decirle que sí en vivo y en directo.

—Había una vez un sapo —dijo Adler desde la cámara—, que vivía muy contento en su estanque. Ese sapo verde, asqueroso y pegajoso, se había enamorado de una bella niña que visitaba su estanque cada cierto tiempo. El problema era que el sapo estaba seguro de que ella era una princesa y rogaba a la niña que le diera un beso para así poder convertirse en príncipe, ya que había escuchado aquel viejo cuento. Pero la niña negaba que fuera una y creía que su beso no sería suficiente, para ella él era solo un sapo.

Frieda rio junto con todos los demás pero entonces un silencio intenso acaparó el ambiente. Frieda se giró a ver por qué callaban y siguió la línea de visión de todos. Alguien disfrazado de sapo entraba a la sala.

—Hoy, en el día de tu cumpleaños, debes romper el hechizo, Frieda —dijo el Adler de la cámara luego de un rato—. Tienes que besar al sapo para poder convertirlo en príncipe, de esa forma él te convertirá en su princesa —añadió.

Frieda no podía ver quién estaba tras el disfraz pero su corazón latía desesperado ante la sensación de saberlo cerca.

—Besa al sapo, Frieda —dijo el Adler de la cámara.

El chico del disfraz la tomó de la mano y Frieda sonrió nerviosa.

—¡Que bese al sapo! ¡Que bese al sapo! —empezaron a alentar los invitados. Frieda buscó con la mirada a su padre y a su madre que gritaban como el resto de los demás.

Entonces la chica se acercó al chico y le dio un tierno beso sobre lo que vendría a ser la nariz del sapo. La gente comenzó a aplaudir y el hombre disfrazado, abrió por completo la cremallera que iba a lo largo del traje dejando ver un cuerpo trajeado. Frieda lo identificó de inmediato así que sin poder esperar más, se puso de puntillas para sacarle la máscara. Ahí estaba él, más bello que nunca, su cabello rubio bien peinado, sus ojos miel brillaban emocionados. Frieda se colgó por su cuello y le estampó un beso urgente que nadie esperaba. Todos rieron felices.

Taís se acercó con un micrófono que Adler tomó en las manos.

—Cásate conmigo y déjame convertirte en mi princesa —sonrió. Frieda asintió emocionada y el chico sacó el anillo que hacía unos minutos había mostrado en cámara para ponérselo en su dedo. Cuando lo hizo, Frieda lo abrazó y volvieron a besarse. Entonces Adler volvió a hablar—. Sé que el día del cumpleaños eres tú la que debe recibir el regalo, pero tú eres nuestro regalo, Fri... el de todos los que te amamos... por eso este día quiero que te cases conmigo, aquí y ahora... para que nos regalemos mutuamente el amor que nos tenemos.

—¿Qué? —preguntó Frieda asombrada—. ¿Ahora?

—Ahora —afirmó Adler. Frieda miró de nuevo a su madre y ella lloraba, su padre le regaló una sonrisa y Marcia asentía de forma tan eufórica que parecía fan de algún grupo de rock pesado en medio de un concierto.

—Acepto —dijo Frieda entendiendo que nada podía ser más perfecto y que allí estaban todos los que amaba, incluso Berta, que había aparecido hacía un rato para pararse al lado de Carolina.

Adler la abrazó entusiasmado y entonces todos los felicitaron.

—¡Hora de preparar a la novia! —dijo Carolina y junto a Taís, Berta y Marcia la retiraron de la sala.

Rafael se acercó a Adler y lo abrazó mientras las chicas desaparecían en una de las habitaciones.

—Estoy orgulloso de ti, Adler, estoy seguro que Niko también lo estaría. Eres un hombre genial, y no hay nadie mejor para Frieda que tú. Siempre has sido parte de mi familia, Adler, siempre has sido un hijo para mí, así que no te puedo dar la bienvenida a un sitio al que siempre perteneciste. Solo cuídala, ámala y lucha siempre por ella —añadió.

—Gracias, tío. Gracias por tus palabras, por tu afecto y por traerla al mundo —sonrió y volvieron a abrazarse.

Carolina, Taís, Marcia y Berta llevaron a una sorprendida Frieda hasta una habitación donde ya la esperaban Wilka y Ale, ambas eran las mejores ayudantes de Carolina en su centro de belleza y estaban listas para preparar a Frieda en segundos y convertirla en la novia más hermosa. Taís sacó un vestido del armario, era blanco y de corte princesa. Frieda sonrió al verlo, realmente se vería como una princesa, como el día de la boda de su madre, en ese mismo sitio hacía tantos años atrás. Entonces, Marcia apareció con una caja enorme y se la pasó.

—Es tu regalo de cumpleaños y de boda —añadió guiñándole un ojo. Frieda abrió la caja para encontrarse con un conjunto de ropa interior de spiderman, una media tres cuarta de color rojo con aquella trama que simulaba la telaraña en negro, y unas zapatillas deportivas azules. Frieda saltó emocionada, eso era perfecto para su vestido de princesa. Abrazó a su amiga y le agradeció para luego empezar a vestirse con entusiasmo. Pronto estuvo lista, radiante y hermosa.

Wilka y Ale la hicieron sentar en la silla donde le arreglarían el pelo y la maquillarían.

—¿Qué demonios te hicieron en el pelo? —Se quejó la primera, ambas la conocían muy bien desde que era chica y solía visitar el salón de bellezas de su madre.

—¡Fue Marcia! —se quejó.

—¡Ey! Hice lo que pude —contestó su amiga.

—Nunca te dediques a esto, Marcia, haznos el favor —bromeó Ale.

—Es una clienta difícil, nació peleada con el peine —añadió Marcia divertida.

Bastaron solo unos minutos para que la dejaran más hermosa de lo que ya era, e incluso estaba tan emocionada que dejó que la maquillaran, un poco.

Unos minutos después, Taís —que había salido a cerciorarse de que todo estuviera en orden con la decoración que había que preparar para la ceremonia—, llegó para decir que estaban listos.

Frieda se levantó emocionada, su padre la esperaba al otro lado de la puerta para acompañarla hasta donde se encontraría con el amor de su vida. Las chicas salieron y dejaron sola a Carolina con Frieda.

—Quiero que siempre trates de ser feliz, Fri... No siempre es fácil, no todo es color de rosa ni en el matrimonio, ni en la vida... sin embargo lo importante es no olvidar nunca lo esencial, el amor que hoy se juran, ese es el que los mantendrá a flote cuando lleguen las tormentas, aférrate a él —añadió y abrazó a su hija.

—Te amo, mamá, eres la mejor —dijo Frieda sonriendo e intentando contener las lágrimas, por eso odiaba el maquillaje, entre otros miles de motivos más.

—Yo a ti, mi niña... Eres la mejor hija del mundo.

Carolina abrió la puerta y un Rafael trajeado apareció tras ella. Frieda lo abrazó y lo llenó de besos. Rafael rio.

—Te amo, papi, te amo mucho —sonrió la muchacha.

—Yo a ti, mi niña... mi super niña que ahora es una princesa —dijo el hombre mirándola de arriba abajo.

—No del todo —dijo Frieda mostrándole sus medias, su padre se echó a reír.

—¿Es en serio? —inquirió y Frieda asintió.

—Siempre seré tu super niña, papá —afirmó y el hombre la abrazó emocionado.

Luego de aquello ingresaron de nuevo al salón. Todo había cambiado y ahora había una alfombra que en medio de algunas flores guiaba a un sitio donde ya todo estaba listo para la boda. Adler observó a su chica caminando hacia él y sintió que todo en el mundo estaba en su lugar, nada podría borrar la felicidad de su alma en ese instante. Frieda se topó con sus ojos y encontró en su mirada la certeza de que aquella era la mejor decisión que había tomado en su vida.

La boda transcurrió emotiva, sencilla y alegre, y luego del beso que sellaba la alianza, Adler le habló al oído.

—Estás hermosa, princesa Fri.

—Y tú estás terriblemente guapo, Frog.

Espero que hayan disfrutado mucho de este final, he disfrutado muchísimo escribiéndolo. Me duele en el alma llegar aquí pero estoy feliz de que les haya agradado tanto la historia. Queda el epílogo que lo subiré esta noche o mañana y les responderé las preguntas que me hicieron :)

En multimedia más o menos como me imagino a Frieda en la boda pero  sería con medias de Spiderman en vez de superman.

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