* 49 *


—¿Cómo? —preguntó Adler intentando ocultar la sorpresa que aquella afirmación le generaba.

—Hace un tiempo un chico me pidió casamiento, no estaba segura de aceptarlo, pensaba que éramos muy jóvenes aún y que... no lo quería lo suficiente... El caso es que estos días aquí me hicieron entender muchas cosas... a valorar a las personas, a entender el verdadero significado de la vida y del amor, y a apreciar lo que realmente importa, Adler... y estoy decidida a aceptarlo... —afirmó.

—¿Lo amas, Frieda? —inquirió el muchacho sintiendo que se moría por dentro, que ya nada podía doler más que eso.

—Con toda el alma, Adler... lo he amado siempre, incluso cuando creí que lo odiaba —dijo la chica sonriendo.

—No sé qué decirte, Fri... —dijo sin poder articular palabras—. Si lo amas... —se encogió de hombros con tristeza.

—Pero no sé si él me aceptaría de nuevo —continuó Frieda—, han pasado muchas cosas y nos hemos hecho mucho daño...

—¿Qué clase de daños? —preguntó Adler para intentar entender mejor la situación o porque simplemente ya no sabía qué decir.

—Cosas como que... yo le rechacé el anillo que hizo para mí y él, en venganza, rompió mi muñeco favorito, un spiderman que tenía luces y con el cual me gustaba dormir —añadió la muchacha y Adler la miró confundido—, luego pasaron más cosas... pero nada tan importante como esa —agregó encogiéndose de hombros.

—Frieda... ¿qué estás diciendo? —preguntó Adler sintiendo que el corazón se le salía del pecho al entender que hablaba de él, pero no quería arriesgarse y equivocarse, no lo soportaría.

Frieda sacó el anillo de plástico del bolsillo y se lo mostró.

—¿Quieres casarte conmigo, Ad? No importa si no es ahora porque no tengo un vestido de princesa ni tú un traje de príncipe, cuando tú quieras, donde tú desees... solo... ¿quieres hacerlo? ¿Quieres ser mi esposo? Solo... no me pidas que me arrodille —inquirió sonriendo y pasándole el anillo.

—¿Me lo dices en serio? —preguntó el chico tomando el viejo plástico circular entre sus dedos—. ¿Lo guardaste? —inquirió.

—Todo hubiera sido distinto si esa tarde no rompías mi juguete, te hubiera pedido perdón y hubiera aceptado ser tu esposa a los... no sé... ¿cinco años? —bromeó la muchacha—. Pero mi spiderman era sagrado —añadió—. Y tuve que dormir a oscuras hasta que... bueno... hasta que luego de tantos años te colaste en mi cama, Ad... Te amo —admitió viéndolo expectante.

—Yo también te amo, por Dios, Frieda, siempre te he amado —dijo abrazándola y estrujándola entre sus brazos—. Y sí, quiero casarme contigo...

Adler tomó el rostro de la chica en sus manos y la besó con premura, con pasión, con desespero. Había extrañado su sabor, su calor, su aroma. Frieda le respondió el beso con la misma intensidad dejando que su lengua recorriera su boca y mordisqueando su labio con ardor. Cuando por fin se separaron ambos rieron.

—Por el momento con volver a ser tu novia me conformo —añadió la chica.

—¿Tan rápido te arrepientes? —preguntó Adler sonriendo—. Está bien, de todas formas debo ser yo quien pida tu mano formalmente algún día.

—¿Por qué? ¿Dónde está escrito? ¿Por qué debes ser tú? —se quejó.

—¿No que ya habías superado eso? —inquirió el muchacho.

—Bueno... dije que ya no era una fanática extremista, pero eso no quiere decir que no siga pensando que algunas cosas en el mundo están dadas vueltas —afirmó.

—Todo lo que estaba dado vuelta acaba de ponerse en su lugar en este preciso momento —susurró Adler volviendo a besarla.

—¿Te acuerdas cuando casi nos besamos aquí hace un montón de tiempo? —preguntó Frieda entre beso y beso.

—Me acuerdo de todo lo que tiene que ver contigo, princesa Fri... y solo quiero recuperar todo el tiempo perdido... Además, debo vengarme porque casi me matas del susto cuando me dices que te ibas a casar —afirmó mientras le mordía el labio inferior.

—No hablemos de venganza, porque tienes mucho que pagar, sapito —susurró la muchacha.

—Y tú a mí —añadió él.

—¿Cómo quieres que te lo pague? ¿Una lucha? —susurró ella acercándose a su oído.

—Una lucha, en la cama, sin ropa... ahora —dijo el muchacho y ella se apartó mirándolo sonriente.

—Eso me agrada, mucho... pero... sin vencedores... es decir, nadie pierde —añadió la chica tomándolo de la mano para correr juntos hasta la casa.

—Contigo nunca pierdo, Fri... tenerte a ti es ganar para mí —sonrió—. Vamos a buscar una cama para jugar esa lucha —añadió.

—¿A tu casa? —inquirió la muchacha.

—Vayamos por el auto y busquemos otro sitio, mejor. En la casa hay mucha tristeza aún y, no sé si... —dijo Adler y Frieda estuvo de acuerdo. Lo besó para que no siguiera hablando y le sonrió con ternura.

Llegaron riendo y corriendo pero apenas vieron a Rafael en la entrada cortando el césped como solía hacerlo con Niko y se quedaron quietos, se pusieron serios. Él les sonrió y fijó la vista en sus manos unidas.

—Lo sentimos —dijo Frieda pensando que estar feliz en ese momento no estaba bien, allí aún se respiraba dolor.

—No hay nada que sentir, chicos... ya oyeron a Niko: la vida es los momentos, las personas, las alegrías, el amor, los buenos recuerdos... Yo le agregaría el perdón, la reconciliación, el futuro. Disfruten lo que acaban de descubrir, porque es obvio que lo de ustedes tiene mucho por delante —sonrió—. Tu padre estaría feliz —dijo mirando a Adler—, cada vez que salíamos a cortar el césped, me decía que le gustaría que un día terminaran juntos, solíamos verlos discutir, pelear. Para ser sincero, yo lo dudaba... pensaba que era cosa de él por el inmenso cariño que les tenía a ambos... Él quería apostar, decía que ustedes no le fallarían. Y tenía razón, él había visto sus corazones, Niko tenía un gran don para eso —afirmó—. No lo defrauden —agregó sonriendo y guiñándoles un ojo, luego se metió a la casa.

Adler sacó la llave de la camioneta y subió a ella. Manejó sin rumbo un buen rato hasta que llegaron a un sitio que Frieda no conocía, ingresó tras él a la pequeña casita cuya llave tenía Adler.

—¿Y este lugar? —inquirió la muchacha.

—Papá y yo la estábamos preparando para regalárselo a mamá por su cumpleaños. Ella siempre soñó con tener una casita de campo en las afueras de la ciudad.

—Ohh... Adler... ¿y qué harás ahora? —inquirió la muchacha.

—Ya está lista, creo que será un buen regalo para ella en un par de meses... Será como tenerlo cerca por un rato —sonrió—. Cada cosa aquí tiene una historia de ellos, supongo que él lo sabía y lo preparó por eso.

—Qué romántico —dijo Frieda sonriente abrazando al muchacho.

—También tengo una habitación aquí, como es obvio, así que quiero estrenar mi cama —sonrió el chico guiándola.

—Por supuesto, yo feliz —añadió y caminaron en silencio.

Una vez dentro del cuarto que olía a madera y a barniz, Adler se quedó parado frente a Frieda.

—Aún hay algo que debo decirte —afirmó—. Cumplí mi promesa, no me tiré a brazos de otras mujeres ni me volví un hombre malo y sin corazón —dijo sonriendo mientras se sacaba la camisa.

—Yo... no quiero arruinar este momento pero... —Frieda bajó la vista avergonzada y se mordió el labio inferior.

—Si estuviste con alguien no me importa, Fri... no te sientas mal... —dijo el chico acariciándole una mejilla con ternura.

—No significó nada —afirmó ella viéndolo con tristeza y pesar.

—No importa, de verdad —asintió Adler.

—Me siento como el hombre aquí —admitió ella con una risita nerviosa—. Te dije que odiaba eso de ir a descargarse con otros y finalmente lo hice yo —susurró—. Es que... sé que no tengo excusas, pero estaba tan... molesta y dolida...

—No seas tonta, Fri. Ya ha pasado demasiado tiempo, nada de eso importa, solo el hoy y que estamos juntos de nuevo. Además, no eres el hombre porque yo sigo teniendo la espada —susurró acercándose a ella y besándole el cuello, Frieda lanzó un gemido al tenerlo tan cerca de nuevo y sonrió divertida.

—Estúpido, no sabes cuánto me ha hecho falta esa espada —sonrió acariciándolo.

—Otra vez, solo me tomas por un objeto sexual —dijo Adler recordando sus antiguas bromas.

—No te quejes y desenfúndala de una buena vez —añadió la chica con el torso ya desnudo mientras desfallecía de placer ante las caricias de su novio y desabotonaba con premura el botón de sus pantalones.

—Tranquila, no seas ansiosa —bromeó Adler que ya sentía arder su piel, su sangre, su carne.

Entre besos y caricias se acercaron a la cama y se arrojaron a ella. Frieda se aferró a la espalda del chico mientras lo llenaba de besos y él le sacaba con suavidad los pantalones junto con la ropa interior.

—Frieda... una pregunta... ¿cómo es que esos chicos sabían lo de tus pies? —preguntó Adler sintiendo la necesidad de saberlo. Frieda rio ante aquello y recordó las conversaciones que esos estúpidos se habían intercambiado en aquel grupal.

—Lo dijo Marcia una vez en una ronda de verdad o reto. Estaba con Alan cuando eso y eligió verdad. La consigna era contar un secreto de su mejor amiga, por supuesto la pregunta había sido guiada por Mauricio... Supongo que se enteraron allí —se encogió de hombros.

—Idiotas —zanjó Adler mientras besaba los pies de Frieda y ella no se quejaba—. Esto es parte de mi venganza —afirmó.

—En este momento puedes vengarte todo lo que quieras, Adler... por mí encantada, siempre y cuando no decidas dejarme así ahora mismo... Te deseo y te necesito con locura —afirmó la muchacha.

—Yo también a ti, princesa... —agregó Adler y después de aquello las palabras ya no fueron necesarias.

Un par de horas después, Adler abrazaba a Frieda y mientras le plantaba pequeños besos en la frente y la cabeza, le acariciaba con ternura la espalda desnuda.

—Te extrañé tanto, Fri, no te das una idea de cuánto —susurró.

—Lo sé, porque me pasó igual —sonrió ella acercándose más a él y cruzando una pierna sobre su cuerpo como si no quisiera dejarlo ir—. ¿Cómo haremos, Ad? Nosotros ya nos vamos, el semestre va a iniciar pronto y mamá y papá tienen sus ocupaciones. Mamá quería que tu madre nos acompañara, pero ella no quiere —suspiró.

—Me falta un año para terminar la universidad, Fri, si regreso ahora tendré que convalidar materias y no quiero eso, quiero terminar para poder casarnos —añadió—. ¿Crees que podamos seguir con esto a distancia?

—¿Lo preguntas en serio? Luego de todo lo que hemos vivido, por supuesto que quiero que sigamos esto como sea —respondió acariciando el abdomen del muchacho—, pero debes prometerme que te mantendrás alejado de las fiestas, las ex novias y las bebidas alcohólicas. Ahh... y además le pondrás clave de acceso a tu celular.

—Es una promesa —dijo Adler sonriendo—. Y tú te mantendrás alejada de las cámaras fotográficas —bromeó Adler.

—¡Eso es un golpe bajo, sapo! ¡Me las pagarás! —dijo Frieda levantándose de un salto y parándose sobre el colchón poniéndose en posición de lucha.

—No puedo luchar contigo así, debes vestirte, me harás perder... o en todo caso ganar, porque enterraré mi espada en ti —dijo Adler riendo.

—¡Tonto! Verás como ahora sí gano yo —dijo la muchacha tomando una almohada y empezando a golpearlo, Adler se quejaba entre risas y gritos hasta que finalmente la atrapó entre sus brazos y la besó.

—Tregua —pidió.

—No, no hay tregua, una lucha es una lucha —dijo Frieda y escapó de sus brazos.

Corrieron así a lo largo y ancho de toda la casita, arrojándose almohadas, deteniéndose para abrazarse o besarse, empujándose o tendiéndose pequeñas trampas. Rieron como niños pequeños y durante esa tarde se olvidaron de todo y fueron solo ellos, los mismos de siempre, los que se amaban con locura, los niños, los adolescentes, los jóvenes que se estaban convirtiendo en adultos.

Bueno, este capi vino porque en el Grupo pusieron una publicación que si llegaba a 49 likes me comprometía a subir otro capi. Y llegaron demasiado rápido, así que disfrútenlo. 

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