* 43 *
Cuando Frieda despertó, lo primero que hizo fue ver su celular, aún esperaba que Adler le respondiera algún mensaje o le escribiera para hablar, el corazón le empezó a latir de forma acelerada cuando vio que tenía un mensaje de él, posiblemente había leído la carta. Abrió el mensaje esperanzada, pero entonces vio una foto extraña, Adler acostado y una chica encima, a punto de besarlo... Solo se veía su boca y su torso, pero sabía que era él por su ropa y porque no confundiría esos labios nunca jamás.
Sintió que el corazón se le abollaba en el pecho y que paraba de latirle, un dolor intenso se apoderó de todo su ser al tener la certeza de que ya todo había terminado entre ellos. No dijo nada, Adler no solo la estaba engañando, sino que además tenía la desfachatez de enviarle la fotografía, quería que ella sufriera, quería que entendiera lo que él había sufrido, por eso lo hacía. Probablemente había leído la carta y esa era su respuesta. Se estaba burlando. Frieda sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas y en unos segundos más, ya no era capaz de contener el llanto.
La puerta de su habitación se abrió y Marcia apareció en el umbral. No habían hablado mucho desde la última vez, pero sabía que su amiga estaba muy avergonzada por lo sucedido ya que le había enviado cientos de mensajes. En ese momento no le importó nada, Frieda necesitaba su contención, su abrazo, sus palabras de aliento, y Marcia al verla así lo supo enseguida. Se acercó a ella y la abrazó dejándola llorar en sus brazos. Cuando pensó que se calmó le habló con ternura mientras le acariciaba la cabeza.
—No sé por qué estás así pero no vale la pena, Fri... Yo quería pedirte perdón, no entiendo lo que me pasó aquella noche y siento haberte causado tantos problemas... de verdad yo... no sé cómo me perdonarás —suspiró afligida.
—No importa, Marcia, no es tu culpa, estabas ahogada de alcohol —rio con tristeza—. Gracias por estar aquí, llegaste en el momento justo.
—Cuéntame qué te sucede —preguntó su amiga y Frieda le mostró la foto.
La chica volvió a llorar y Marcia, indignada e incrédula por lo que Adler estaba haciendo, se levantó furiosa.
—Escucha, Fri... vine a decirte algo... a mostrarte algo, en realidad. Creo que debes dejar de llorar por ese idiota que no te merece. Alguien que ama no hace las cosas que él está haciendo —zanjó molesta.
—¿De qué hablas? —inquirió la muchacha secándose las lágrimas y observando a su amiga.
—Mira esto —dijo Marcia sacando su celular de su bolsillo—. No sabía si decírtelo o no, pero, ¿sabes qué? ¡Adler es un idiota y si no te lo digo yo te enterarás de todas formas! Quizá esto ayude a que dejes de llorar por él —afirmó la muchacha y le mostró una imagen en su celular. Marcia había tomado un pantallazo de su foto desnuda en el grupo de la universidad de Adler—. Me la mandó Alan —explicó.
—¡Dios! ¡No lo puedo creer! No... eso no se lo perdonaré jamás... Lo odio, Marcia, lo odio... lo odio con el alma —dijo tomando una almohada entre sus manos y enterrando golpes en ella—. Ahora sí que ya no hay vuelta atrás, lo odio —dijo arrojándose en la cama y llorando aún más.
Marcia la dejó llorar y desahogarse para luego de un rato decirle que ya era suficiente, que ya no derramara ninguna sola lágrima más por quien no valía la pena. Y eso fue lo que Frieda se prometió a sí misma esa mañana, luego de que los ojos se le hincharan y la piel alrededor de ellos se le pusiera tan roja que parecía en carne viva. Ya había llorado suficiente, y Adler, no lo valía.
***
Cuando Adler despertó debido al dolor de espaldas que sentía, se percató de que era cerca del mediodía y estaba durmiendo en un banco de plaza. A su lado Ava lo miraba sonriente.
—Te traje algo de comer por si tienes hambre —dijo señalando un vaso de papel con café y unas roscas dulces.
—Gracias, Ava, pero prefiero ir a casa. Estoy algo cansado y creo que el alcohol me está por hacer estallar la cabeza.
—Bien... ¿me escribes luego? —preguntó la chica y él solo asintió sin darle demasiada importancia. Revisó el celular pero estaba apagado, así que caminó hasta su casa y sin decir palabra alguna a sus padres que estaban almorzando, ingresó a su habitación, se dio un baño, puso a cargar el celular y se acostó a dormir.
Casi cuatro horas después despertó y prendió la computadora, debía enviar un email a la universidad local para conseguir una reunión con el decano y ver las posibilidades de convalidar algunas materias. Al cargar los mensajes nuevos, uno de Frieda llamó su atención. Sin pensarlo decidió leerlo y cuando terminó de hacerlo estaba llorando.
Ella tenía razón, él no había sido justo con ella, con su relación, con lo que habían vivido. Se había comportado como un perfecto idiota al no darle la oportunidad de hablar, y aunque no sabía cómo podría explicarle tanto malentendido, tampoco se merecía aquello. Las palabras de Frieda en aquella carta eran tan maduras y acertadas, además demostraban tanto amor, que Adler se sintió un estúpido, un niñato torpe e inmaduro que no supo valorar lo que tenía y se dejó llevar por personas que ni siquiera conocía bien decidiendo dudar de la única persona en la que sí confiaba y en la que debió creer desde el inicio.
Él había sido el único en su vida, Frieda se lo decía allí y él lo había intuido, ella le había admitido en esa carta que siempre lo había querido e incluso le pedía perdón por todo, hasta por esas travesuras que él no cambiaría jamás si tuviera que volver a vivirlas. Él la amaba así, como era, y ahora no sabía cómo pedirle perdón y decirle que el idiota había sido él. Y en ese momento tuvo la certeza de que estaría dispuesto a besar el suelo que ella pisaba con tal de que lo perdonara. Debían hablar, aprender de lo que les sucedió y no dejar que nunca más nada los separara. Leyó la carta una y mil veces e incluso escribió una en respuesta, pero luego pensó que lo mejor sería llamarle y hablar en persona.
Se sentó en su cama y marcó a su móvil, pero estaba apagado. En el país de Frieda era probablemente el mediodía. Llamó a la casa.
—¿Bueno? —saludó su tía.
—Tía, soy Adler... ¿Está Frieda? —inquirió con algo de vergüenza, en esos días no había hablado con nadie.
—Está con Marcia, iré a llamarla —respondió Carolina.
La mujer con el inalámbrico en mano fue a la habitación de su hija. Frieda tenía los ojos tan rojos e hinchados que Carolina se asustó al verla.
—¿Estás bien, hija? —preguntó y mientras ella asentía Marcia negaba—. Es Adler... quiere hablarte —dijo su madre señalándole el teléfono.
—No quiero hablar con él —exclamó la chica y Carolina no entendió, pensaba que la llamada la pondría feliz.
—Háblale, no seas igual que él... dile lo que se merece —zanjó Marcia y Frieda asintió tomando el teléfono.
—Adler... —habló tomando una bocanada de aire y coraje para no derrumbarse.
—Fri... no sé por dónde comenzar a disculparme...
—No seas caradura, Adler, por favor. ¿Qué no fue suficiente el daño que me hiciste al creerle a tus amiguitos? ¡Pero qué si eres igual a ellos! La estúpida soy yo por haber creído en ti, y lo peor es que te hacías del víctima diciendo que era yo quien te había fallado. ¿Qué sucedió con la chica con la que te besabas en la foto? ¿Ya te cansó por eso me buscas?
—¿De qué foto hablas? —inquirió Adler completamente desorientado.
—No te hagas, Adler, ya no tengo ganas de jugar a este juego, se acabó, me cansé, me cansaste. Te amo y te lloré demasiado estos días, pero ya no lo volveré a hacer... no después de lo que hiciste, nada te daba derecho a faltarme así al respeto, yo nunca hubiera hecho algo como eso y solo habla mal de tu persona, quizá la persona que yo amo en realidad no existe.
—Frieda...
—Adiós, Adler... —zanjó y cortó la llamada, entonces se sentó en la cama y respiró, no quería volver a llorar.
—¿Me puedes explicar qué sucede? —preguntó su madre. Frieda y Marcia le contaron lo de la foto y se la mostraron.
—Mi reputación es un desastre —dijo Frieda mirando a su madre—. Mis fotos circulan por allí y todos creen lo peor de mí, en esta ciudad pequeña pronto seré señalada por todos... —sollozó.
—Mira, Frieda... tu reputación es solo una etiqueta que la gente usará para hablar de algo que realmente no conoce, y tú siempre has estado en contra de las etiquetas. No importa lo que piensen, ni lo que digan, ni lo que insinúen, no importa lo que la gente crea, mi amor. Tú eres la misma de siempre, y quienes te quieran y te valoren, sabrán descubrirlo, los demás no importan. No te dejes vencer ni te avergüences —dijo Carolina abrazando a su hija, Frieda se dejó abrazar y sollozó en brazos de su madre, era cierto lo que decía, pero no era sencillo a su edad.
—Es cierto, Fri, además verás que pronto todos se olvidan —quiso alentarla su amiga.
—Lo que debes aprender de esta lección es que hoy en día las fotos, así como son parte de sus vidas, también pueden arruinarlas en solo minutos. La próxima vez piensa mejor, hija, antes de dejarte fotografiar así, uno nunca sabe en qué manos caerán esas imágenes, y los resultados pueden ocasionar esto y mucho más. Si quieres demandaremos a esos chicos que publicaron esas fotos, incluso a Adler —zanjó Carolina muy molesta por lo que acababa de suceder, no esperó jamás algo así del chico que consideraba como su propio hijo.
—¿Demandar a Adler, ma? ¡No podría hacer eso! ¿Y los tíos? Ellos no tienen la culpa de nada —dijo Frieda con temor, eso era lo que siempre, incluso cuando no se llevaban del todo bien, habían protegido: la hermosa relación de amistad de sus padres.
—Adler ha ido demasiado lejos, Frieda... y merece un escarmiento por ello. Hablaré con Niko y Berta, veremos qué sucede —dijo la mujer decidida—, pero tú piensa en todo lo que tienes por delante, la universidad, nuevos amigos, nuevas historias y no te quedes en esto, ya es hora de salir adelante, Fri... tú eres fuerte y podrás hacerlo.
¿Qué tal? Gracias por sus mensajes que me dan tanta alegría. Les quería invitar a pasarse por la nueva historia que estoy subiendo, es romance (no tan adolescente) y bastante drama, pero espero les guste y me gustaría verlos por allí. Se llama "Acompáñame a estar solo".
Y a los que aún no estén en el grupo de Facebook "Historias de Lunna" ¿Qué esperan para unirse? Los quiero allí :)
¡Besos!
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