* 36 *
Durante el camino a casa Frieda se mostró ansiosa, la presencia de Mauricio allí le alteraba, eso sin contar que no había olvidado ese metejón que el chico tenía con ella. Tenía mucho miedo que dijera algo de la fiesta aquella que ya parecía tan lejana y de la cual nunca finalmente habló con Adler. Las palabras de Marcia repiquetearon en su interior: «Debes encontrar la forma de decirle a Adler lo de la fiesta, no será bueno que se entere por otro lado, además no pasó nada... pero las mentiras no son buenas».
Su amiga tenía razón pero el momento había pasado y ya no quería tocar un tema que había sucedido hacía tanto tiempo, ya no solo sería la culpa de lo sucedido sino la culpa de haberlo callado por tantos meses. Adler de seguro iba a molestarse por su falta de sinceridad. Sacudió la cabeza regañándose a sí misma, siempre le habían enseñado a decir la verdad, sus padres le habían insistido que eso era lo más importante y ella estaba envuelta en varias mentiras. No solo les había ocultado a sus padres lo de su relación con Adler, además le había mentido a Adler y por si todo eso fuera poco, llevaba dos semanas de atraso y no se lo había comentado a su chico por miedo a su reacción. Sabía que si ella estuviera embarazada, Adler se haría cargo sin dudarlo, era incluso probable que se pusiera contento, pero la sola idea de aceptar un posible embarazo la enloquecía, ¿qué le diría a sus padres? ¿Qué haría con la universidad y sus planes de futuro? ¡Era demasiado joven! Todo aquello la atormentaba tanto, que ni siquiera le había comentado a Marcia del retraso, prefería ignorar aquello y esperar a que todo volviera a la normalidad, quizás aún era demasiado pronto para preocuparse. Todo eso sin contar que Adler estaba por viajar y no quería decírselo antes de que se fuera, ¿qué tal si decidía quedarse? ¡No podía hacerle eso!, sabía lo importante que era para él volver con su familia en esos meses.
Suspiró y Adler notó su tensión, colocó una mano sobre su rodilla y le sonrió. Frieda respondió la sonrisa. Miró de reojo por el retrovisor para darse cuenta de que Mauricio dormía plácidamente en el asiento posterior. Era un buen momento para sincerarse, antes de que el estúpido obsesivo abriera la bocota... Sin embargo no halló el coraje, y ya estaban demasiado cerca de su destino como para tocar el tema en ese momento.
Adler la dejó en la casa y esperó a que entrara. Le dijo que volvería en un rato pero que mejor fuera a descansar, ambos tenían sueño y estaban cansados. Frieda le recomendó que manejara con cuidado y luego ingresó a su casa y a su habitación rogando porque Mauricio no dijera nada.
Cuando Adler llegó a la casa de Mauricio, intentó despertarlo sin éxito alguno, entonces se bajó del auto y abriendo la portezuela lo movió para que saliera de allí. Mauricio entre despierto y dormido, se dejó mover y le pidió que abriera la puerta y lo llevara a su habitación, era obvio que eso era lo que Adler planeaba hacer, el chico apenas podía sostenerse en pie así que no tenía alternativa. Buscó entre las llaves alguna que abriera la puerta mientras Mauricio se reía divertido, luego lo introdujo a su departamento y caminó en busca de la que sería su habitación. No era difícil, el sitio era pequeño y él vivía solo allí.
—Bien... te voy a recostar en la cama y te traeré un café a ver si despabilas un poco —dijo el muchacho y luego fue a la cocina para buscar lo necesario para el café. Unos minutos después se lo llevó y se lo pasó. Esperaría a que se lo acabara y luego lo dejaría solo.
—¿Qué tal con Fri... Fird... Frieda? —preguntó Mauricio con grandes dificultades para hablar de tanto alcohol que traía en la sangre.
—Bien... ¿Te sientes mejor? —preguntó Adler y Mauricio rio.
—Eres un maldito suertudo, alemancito —bromeó y Adler no le dio importancia—. ¿Qué es lo que te vio a ti? —inquirió.
—Pues... no lo sé —respondió el muchacho encogiéndose de hombros. En ese momento recordó de nuevo que Mauricio era el exnovio de Frieda y de solo pensarlo se le tensó el estómago.
—Besa bien, ¿eh? —preguntó Mauricio con tono lascivo y Adler sintió ganas de golpearlo.
—Ajá —afirmó—. Bueno, creo que te debo dejar ya —anunció levantándose.
—¿Tienes que ir a meterte en su cama? ¡Cómo te envidio, hermano! ¡No sabes cuánto me hubiera gustado... —añadió interrumpiéndose a sí mismo negando con la cabeza.
—Creo que es mejor que dejemos esta conversación aquí, Mauri, estás borracho y no me gustaría tener que golpearte en ese estado —dijo Adler apretando los puños. Aquella afirmación le molestaba, pero a la vez le daba una noción del pasado de Frieda. Ellos nunca habían hablado demasiado de sus novios anteriores, él nunca había preguntado y por lo poco que ella le había dicho había asumido que ellos habían estado juntos, sin embargo, cuando estuvo con ella por primera vez, le pareció que no había estado con nadie antes, no solo la había notado nerviosa, además había percibido su inexperiencia y una finísima línea de sangre había manchado las sábanas. Para no incomodar a Frieda no había dicho nada, y tampoco le importaba, no quería ser el primero, solo le importaba ser el único y si era posible, el último.
—Siempre me la quise tirar, tiene un cuerpo que ni te digo —comentó Mauricio ignorando a Adler y lanzando un silbido que al chico le pareció completamente vulgar—. Y además con esa boquita que tiene puede hacer tantas cosas —hizo un gesto obsceno que representaba una felación y eso fue demasiado para Adler. Apretó más los puños y se giró sobre sí mismo, se detuvo con la intención de decirle algo a Mauricio pero lo pensó mejor y no lo hizo, no tenía sentido, estaba borracho—. Ahhh, todavía puedo recordar aquello —añadió el chico y Adler sin poder soportarlo salió de la habitación.
Manejó enfadado apretando con rabia el volante de su vehículo, era cierto que Frieda le había dicho que Mauricio era su ex novio, y no tenía ningún sentido ponerse celoso del pasado, pero no podía expresar la sensación de rabia y enojo que se apoderaba de él en ese momento. Cuando llegó a la casa, todo estaba en silencio, era temprano y era domingo. Se dirigió a su habitación y se metió al baño para darse una ducha helada que le sacara de aquel estado. Se relajó bajo el chorro cuando sintió un ruido, era Frieda que lo miraba desde el umbral de la puerta del baño.
Adler la observó con seriedad, estaba enfadado y aunque la chica no tenía la culpa la simple idea de ella haciendo algo con Mauricio se le apareció en la mente. Frieda sin decir nada cerró la puerta tras ella y de un movimiento se sacó el vestido, seguidamente se deshizo de su ropa interior y se metió al baño con el chico.
No hubo nada qué decir, él la abrazó con fuerza y con cierta rudeza la colocó de espaldas a la pared, ella se dejó manejar y entre besos y caricias arrebatadas se entregaron el uno al otro en un acto mucho más intenso que de costumbre. Quizá por lo que Adler acababa de escuchar o por la larga noche que tuvieron, quizá porque pronto volverían a separarse por un tiempo o quizá por simple necesidad. Se siguieron bañando juntos por largo rato, incluso luego de aquel primer arrebato de pasión, se lavaron y enjabonaron mutuamente entre risas ahogadas para no despertar a nadie, finalmente se sentaron sobre las baldosas húmedas y mientras conversaban, jugaban con el agua que caía como dos niños traviesos.
—Mauricio es un idiota, no sé cómo es que pudiste salir con él —murmuró finalmente Adler, Frieda ya había olvidado aquella mentira con la que había iniciado todo, lo miró y suspiró, era hora de aclarar al menos eso.
—Yo... nunca salí con Mauricio, Adler... —admitió.
—¿De qué hablas? Tú... aquella vez... en esa fiesta...
—Solo fui porque quería molestarte, la idea de que estuvieras con Renée me enloquecía y cuando eso aún no podía admitir que tú y yo... pues... que tú me gustabas —dijo con vergüenza.
—Entonces... ¿nunca has salido con él? —preguntó de nuevo el chico aún dubitativo.
—No, nunca —afirmó Frieda—. De hecho lo conocí esa noche y él solo me siguió el juego —afirmó.
—Pero lo besaste —dijo Adler y Frieda frunció el rostro como si le diera asco.
—¿Nunca escuchaste eso de que a veces hay que besar muchos sapos hasta dar con el príncipe? —bromeó Frieda y Adler se echó a reír, se sentía ahora mucho más tranquilo—. O con el sapo indicado, en mi caso —agregó la chica.
—Fri... si te pido que hagas algo... ¿lo harías? —inquirió el muchacho avergonzado.
—¿De qué se trata? —preguntó la chica notando que su novio se excitaba rápidamente. Adler solo señaló los labios de la chica y luego sus partes y Frieda se echó a reír—. ¿Es en serio? ¡Estamos hablando! —añadió divertida.
—Es que... necesito sacarme algo de la cabeza y creo que solo tú me puedes ayudar —respondió el chico guiñándole un ojo.
—Bien... haré lo que pueda por ti, ya sabes... todo para que te sientas mejor —bromeó la muchacha y entonces lo instó a levantarse. El chico obedeció y se dejó llevar, la sensación de placer, el poder verla y tenerla de esa manera, y sus palabras dándole la tranquilidad de que no había sucedido nada con Mauricio lograban hacerlo experimentar algo único.
Un rato después de aquello, cuando ambos encontraron de nuevo la calma y ya se estaban secando fuera del baño mientras reían divertidos, escucharon unos pasos.
—Debo ir a mi habitación —susurró Frieda—. Mamá ya despertó.
—Bien, ten cuidado al salir —respondió Adler besándola—, y gracias... —añadió.
—Nada de gracias, me devuelves el favor más tarde —dijo Frieda riendo y besándole con ternura.
—Cuando quieras, por supuesto —afirmó Adler y la chica sonrió.
—Tenemos que hablar luego, Ad... quiero decirte algo —añadió Frieda antes de salir.
—¿Por qué me dejas así? ¡No es justo! ¿De qué tenemos que hablar? —inquirió el muchacho curioso.
—Te lo iba a decir pero... preferiste otra cosa, así que ahora te aguantas porque si no mamá nos descubre —dijo y salió de la habitación de Adler vestida en ropa interior, no sin antes percatarse de que el pasillo estuviera vacío.
Y no se dio cuenta que su padre estaba en el umbral de la puerta del baño que quedaba al final del pasillo que separaba las habitaciones de los chicos.
Sorpresas te da la vida... Es lindo recibir cuando uno no espera, ¿no? No es miércoles ni sábado pero tenía ganas de recordarles cuanto los quiero y no se me ocurrió otra manera que dejarles un cap.
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