* 35 *


Las clases iniciaron y con ella la rutina volvió, a pesar de que había cosas que no se habían dicho mutuamente, ninguno de los dos sentía que era el momento. Adler no estaba bien anímicamente y vivía bastante preocupado, cada vez que su celular sonaba con el timbre que había elegido para su familia, se alteraba y temía contestar. Frieda no consideró que fuera buena idea decirle sobre aquella fiesta en ese instante. Por otro lado, Adler la sentía tan cerca y tan comprensiva con todo lo que le estaba sucediendo, que sintió que ella era lo único que lo mantenía a flote y la única y verdadera razón que lo tenía viviendo allí, lejos de los suyos en un momento tan especial, por tanto, y aunque sabía que un día le debería contar lo que había sucedido, no quería hacerlo, sin duda se enojaría y todo ese apoyo se vería truncado; quedaría solo y aunque le parecía muy egoísta, él no quería sentirse más solo, no en ese momento en que tanto la necesitaba. Así que ambos callaron, y tampoco le dijeron de lo suyo a los padres de Frieda, porque temían que los comenzaran a vigilar o a imponer reglas que en ese momento no necesitaban.

Y así pasaron los días, convirtiéndose en semanas y en meses, hasta que de nuevo el semestre estaba a nada de terminar. Un mes antes de que terminen las clases, Nikolaus le avisó a Adler que todo marchaba en orden, los tratamientos habían surtido efecto y aparentemente todo estaba controlado. Aquello llenó de alegría el corazón del muchacho, que les prometió que volvería cuanto antes apenas terminaran las clases en la universidad, la verdad era que necesitaba verlos, festejar aquella noticia con sus padres y de esa manera desahogar un poco toda esa ansiedad que le había provocado la impotencia de estar lejos. Cuando se lo contó a Frieda, la muchacha se sintió realmente feliz, sabía lo mucho que le estaba costando a Adler seguir adelante mientras no tenía idea de qué estaba sucediendo con su padre a tantos kilómetros de distancia. Y a pesar de que todo eso ponía en constante incertidumbre la relación de ellos —ya que no sabían si Adler regresaría el siguiente semestre o si finalmente se quedaría en Alemania—, lo único que ella deseaba era que él se sintiera mejor.

Frieda por su parte, ya había terminado el colegio, solo quedaba la ceremonia de graduación y la fiesta, Marcia había salido por un par de meses con Alan pero luego decidió que deseaba estar sola, así que terminó la relación. Mauricio no buscó más a Frieda luego de aquella amenaza, además sabía que Adler había regresado pues lo veía a diario en la universidad, y como en cierta forma eran amigos, también sabía que estaban juntos. Sin embargo, se prometió a sí mismo esperar a que Adler regresara a Alemania para volver a inmiscuirse en la vida de Frieda, con él lejos sería mucho más sencillo.

Carolina y Rafael decidieron organizar una fiesta en la casa para celebrar la graduación de Frieda, la misma se llevaría a cabo dos días después que la fiesta oficial con todos sus compañeros. La verdad era que aunque a la chica no le agradaban mucho esas cosas, se sentía bien y feliz de haber culminado esa etapa de su vida, así que ninguna fiesta le parecía tan mala idea.

La relación de ellos era fuera de serie, no parecían tan jóvenes, se llevaban a la perfección y discutían muy poco, seguían conservando la frescura y la espontaneidad, bromeándose mutuamente sin ofenderse y burlándose el uno del otro, pero eso ya era parte de la dinámica de su relación. Carolina se dio cuenta de que ya no discutían y los había encontrado hablando como gente civilizada en varias ocasiones, ella lo adjudicó a que Frieda era una chica con el corazón muy grande y seguro estaba preocupada por la enfermedad de Nikolaus y la forma en que aquello afectaba a Adler. Rafael por su parte, estaba seguro de que algo sucedía entre ellos, pero no sabía a qué grado y eso en ocasiones le preocupaba. Pensaba que algo sucedía, y cuando se sentía lo suficientemente seguro, los chicos se discutían o hacían algo que lo volvía a hacer dudar. Se lo había planteado a Carolina pero ella le había dicho que no lo creía posible y que seguro eran sus celos de padre hablando, ya que no estaba acostumbrado a ver a su hija interactuar con chicos.

Luego de la ruptura de Marcia con Alan, coincidió que los padres de la chica debieron viajar al interior del país por unas semanas, por tanto, Marcia aparecía en casa de Frieda más de lo habitual o bien esta iba a la casa de la muchacha para quedarse con ella, y de paso encontrarse con Adler en libertad, sin que sus padres sospecharan. La cuestión era que Carolina no sabía lo de los padres de Marcia, y esa cercanía que últimamente tenían, sin contar la de veces que su hija había ido a la casa de la muchacha y había venido de allí más contenta o vistiendo otra ropa, le parecía demasiado extraño, estaba ya casi segura de que sus sospechas eran ciertas, además nunca veía a su hija con un chico. No quería decírselo a Rafael, no sabía cómo se lo tomaría y él le había insinuado algo sobre que Frieda y Adler parecían haber congeniado más de la cuenta, cosa completamente ridícula a sus ojos, ya que salvo por un par de veces, solo los encontraba bromeándose o discutiendo. Era cierto que en los últimos tiempos sus discusiones habían perdido todo atisbo de malignidad y parecían nada más que bromas de niños, pero eso no significaba nada, era solo la situación de Adler y la convivencia lo que había limado las asperezas, además estaban creciendo y quizás habían madurado.

A la ceremonia de graduación acudieron todos, amigos y familiares, y luego, fueron a la fiesta. Sin embargo, los adultos regresaron temprano y Frieda prometió que no regresaría demasiado tarde ni tomaría, por tanto la dejaron quedarse, además estaba Adler, que cuidaría de ella, o eso esperaban.

La primera parte de la fiesta, cuando aún estaban los adultos presentes, se desarrolló de lo más tranquila, pero cuando solo quedaron los jóvenes, el descontrol fue tomando toda la situación. Las parejas empezaron a perderse en sitios de poca luz, algunos se arrojaron a la piscina y otros empezaron a emborracharse. Adler y Frieda solo querían estar juntos, besarse, conversar y disfrutar una de las pocas noches que les quedaba juntos, el chico volvería a Alemania al día siguiente de la fiesta organizada en casa de Frieda, y ya solo quedaban dos días.

—Entonces, ¿crees que vuelves? —preguntó Frieda recostada en el césped con la cabeza sobre las piernas de Adler, habían buscado un sitio alejado del bullicio en el jardín.

—Pienso que sí, si todo está en orden como dicen creo que no habrá problemas —respondió Adler mientras acariciaba los cabellos de la chica.

—Si no lo harás avísame con tiempo para que pueda plantear la idea de ir yo a estudiar allá —añadió Frieda viéndolo.

—Sí, solo quiero llegar y cerciorarme que me dicen la verdad —afirmó Adler.

—No creo que te mientan, además la misma información le dieron a mamá. ¿Por qué mentirían? —inquirió Frieda encogiéndose de hombros.

—Papá tiene la tonta idea de no interferir en mi vida y todo eso, creo que pueden mentir con tal de que yo no deje la universidad... —respondió agachándose un poco para besarla.

—No lo creo, Ad... no exageres. Y, ¿finalmente les diremos a mis padres? —dijo Frieda señalándolos a ambos y Adler asintió.

—Luego de la fiesta que organizan ellos, como habíamos quedado. Así al llegar a Alemania, también se lo digo a los míos. Ya es hora, princesa, quiero ser tu novio oficial, el único príncipe de tu vida —susurró sonriendo.

—Aunque el sapo se vista de príncipe, sapo queda —bromeó Frieda y Adler rio.

—Ni siquiera es así el refrán —añadió besándola de nuevo—. Además luego de tantos besos ya he de tener algo de príncipe, ¿no? —inquirió poniendo cara infantil.

—Sí, la espada —dijo la muchacha señalando las partes íntimas del chico.

—¿Ves? Tú solo me quieres para eso, soy tu objeto sexual —fingió tristeza y llanto—. No sabes lo horrible que se siente ser utilizado —añadió.

—¡Tonto! —rio Frieda ante su expresión histriónica—. No te quejas mucho cuando te utilizo, ¿eh? —inquirió ahora incorporándose para sentarse en su regazo y comenzar a besarlo con más pasión.

—No, la verdad, soy tuyo... Puede hacerme lo que quiera, sus deseos son órdenes, majestad —dijo Adler colando sus manos en la espalda de la chica, su vestido estaba por completo arrugado y húmedo por haberse recostado en el césped a la noche.

—¡Qué molestoso es este vestido! —se quejó mientras intentaba ubicarse mejor.

—Te queda bonito, deberías usar faldas más a menudo, Fri —dijo Adler viéndola.

—¡Odio las faldas! —bufó la muchacha—. Siempre tengo que estar atendiendo para sentarme «como señorita» y no dejar a la vista cualquier «cosa» —bromeó señalando las comillas con los dedos—. ¿De dónde habrá salido eso de sentarse «como señorita»? No hay nada más ridículo que esa expresión. ¿Cómo se sientan las señoritas? ¡Pobres tipas que tienen que estar haciendo presión entre las rodillas siempre para mantenerlas cerradas! ¿Por qué ustedes sí pueden sentarse de forma cómoda? —se quejó.

—No lo sé, pero sea lo que sea no tengo la culpa... y por cierto... me encanta esa «cosa» —dijo Adler ante el arrebato de Frieda, estaba más que acostumbrado a sus quejas por las conductas estereotipadas que le proponía la sociedad a las mujeres, y de hecho, le divertía, podía quejarse en cualquier momento o sitio—. Conmigo te puedes sentar como quieras, y si tienes vestido y quieres abrir las piernas, por mí, mucho mejor —añadió divertido y Frieda le dio un golpe en el hombro para luego levantar las cejas una y otra vez.

—Ahora que lo dices, las faldas sí pueden ser divertidas —dijo trepándose por su chico y sentándose sobre él abriendo ambas piernas para dejarlo en medio.

—Mmmm, esto sí que me agrada —susurró Adler riendo mientras la acercaba más a él para besarla y colaba sus manos bajo su falda.

Se dejaron llevar por un buen rato entre besos y caricias furtivas, hasta que Marcia se acercó para decirles que volvía a la casa porque estaba muy aburrida. Frieda asintió y se despidieron para luego continuar con los besos.

El amanecer los descubrió en ese mismo sitio, Adler recostado por un tronco y Frieda sentada de espaldas a él, el chico colocaba su mentón en el hombro derecho de la chica y la abrazaba por la cintura.

—Te amo, eres lo mejor que me pasó este año... eres lo mejor que me pasó en la vida —le susurró al oído.

—También te amo, Ad... y... no sé si eres lo mejor, pero... por algo se empieza —bromeó Frieda y Adler le mordisqueó la oreja en reprimenda.

—Prométeme que veremos muchos amaneceres juntos —dijo el muchacho y la chica solo asintió.

—¡Qué lindos los tortolos! —La voz de Mauricio los sacó de su ensoñación.

—Hola, Mauri —saludó Adler viéndolo y Frieda solo lo ignoró, se notaba que estaba pasado de copas y solo quería molestar.

—¿Cómo están? ¿Adler... tomaste? —preguntó el chico.

—No, ¿por? —respondió Adler dándose cuenta de que su amigo sí había tomado.

—No logro encontrar las llaves de mi auto... creo que las perdí —dijo y Frieda vio que traía las llaves colgando del pantalón.

—Ni loco puedes manejar así —añadió Adler incorporándose y ayudando a Frieda a levantarse.

—Tengo que volver a la casa como sea —rio Mauricio.

—Te voy a llevar, dejamos a Frieda en la casa y yo te llevo, luego regreso. Y cuando estés mejor regresas por tu auto —zanjó Adler decidido—. ¿Nos vamos, amor?

—Ajá —asintió Frieda sin ninguna emoción. Adler sabía que a la chica no le caía bien Mauricio, lo adjudicaba a la relación que habían tenido antes, solo que en esa oportunidad no le quedaba de otra, debía ayudar a su compañero, además ya era tarde y ambos debían regresar a la casa.

Adler y Frieda caminaron delante y Mauricio los siguió, no entendía mucho lo que estaba sucediendo, pero sentía que su cabeza estaba por estallar así que no era buena idea seguir allí. Tampoco quería manejar en ese estado y la idea de Adler no era tan mala, además podría pasar unos minutos cerca de Frieda.

Hola mis chicas y chicos bellos. La novela está por llegar a los 300K, no me lo puedo creer, gracias. Todavía hay #Friedler para rato, estoy tratando de terminar de escribir esta historia, si lo logro pronto, subiré los capítulos más rápido. Espero lo estén disfrutando, y atájense porque empieza un viaje de emociones... Los quiero y a los que no están en e grupo de lectura de facebook, ¿qué esperan para unirse?

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