* 25 *

Apenas volvieron de aquella tarde, Rafael, Carolina y Adler se encontraron a Taís y a Frieda viendo una serie en la sala de la casa. El marido de Taís, Rodrigo, había llevado a los chicos a visitar a sus padres y ella había decidido ir a cenar a la casa y compartir un poco con aquellos que tanto amaba, además estaba muerta de la curiosidad de ver algo de esa interacción extraña entre Adler y Frieda y se preguntaba cómo es que los adultos de esa casa no se habían percatado. Cualquier ápice de bondad entre ellos debería llamar la atención de cualquiera.

—Hola, pequeña —saludó Rafael abrazando a su sobrina, a quien seguía llamando así a pesar de ser ya toda una mujer.

—Hola, papo, vine a cenar con ustedes y a pasar el rato.

—¡Hola, hermosa! —saludó Carolina abrazándola—. ¿Pasaron una bonita tarde?

—Sí, muy linda —dijo Taís sonriendo.

—Hola, Taís —saludó Adler y ella le devolvió el saludo. Entonces y sin siquiera mirar a Frieda, el muchacho se excusó diciendo que iría un rato a su habitación, pero no pasaron ni cinco minutos para que Frieda dijera que iría a darse un baño y luego volvía. Carolina estaba concentrada preparando ensaladas en la cocina y Rafael junto con Samuel, decidió ir a comprar algo para beber. Taís quedó allí mirando la televisión preguntándose qué estarían haciendo los chicos.

Sin embargo, Frieda no fue ver a Adler, en realidad fue a darse un baño y cambiarse de ropa. Se había tomado su tiempo bajo la ducha para lavarse el cabello y relajarse un poco. Salió de allí en ropa interior y con una toalla en las manos iba secando sus cabellos.

—¡Dios! ¡Eres perfecta! —La voz de Adler seguida de un clic la hizo sobresaltar, estaba sentado en su cama con una cámara de fotos y aparentemente acababa de sacarle una.

—¿En Alemania no acostumbran tocar la puerta antes de ingresar a las habitaciones? —preguntó la chica rodando los ojos y caminando hasta la silla donde había dejado la ropa que se pondría.

—Tenía que mostrarte la cámara que los tíos le compraron a papá. ¿No es genial? —dijo levantándose y acercándose a la chica para mostrarle el aparato—, la llevaré el fin de semana para tomar fotos bonitas en la casa de campo —añadió.

—¿Y no es un regalo para tu padre acaso? —inquirió poniéndose la blusa.

—Lo es, pero me lo está prestando, solo que aún no lo sabe —respondió Adler guiñándole un ojo.

—No la estropees antes de que se entere que tenía un regalo y te lo estaba prestando —dijo Frieda ahora calzándose los zapatos, enseguida los llamarían a cenar.

—¡No soy tan torpe, princesa! —dijo Adler defendiéndose mientras guardaba el aparato en el estuche.

—Estropeas todo lo que tocas, ¿no recuerdas cómo fue que rompiste mi spiderman? Yo adoraba ese muñeco, tenía luces y me gustaba dejarlo encendido por las noches al lado de mi cama y tú lo rompiste —se quejó divertida.

—¡Adler! ¡Frieda! —gritó Carolina desde la cocina.

—¡Ya voy! —respondió Frieda.

Adler se acercó y la abrazó por la espalda colando sus manos bajo la blusa de la chica.

—Tenemos que bajar —dijo ella entre susurros.

—Si vuelves a decir que estropeo lo que toco no te tocaré nunca más, princesa Fri —murmuró Adler muy cerca de su oído y ella sonrió girándose entre sus brazos.

—Bueno, me retracto —dijo la muchacha enrollando sus brazos entorno al cuello de Adler—, pero debes admitir que eso no te sería nada fácil. Me haces ver como si solo yo fuera la que muere por ti.

—Me gusta cómo suena eso... ¿Mueres por mí, princesa? —inquirió divertido.

—Me siento como una niña tonta admitiendo esto, pero sí... me gustas mucho, y... eres muy especial para mí... Ad... yo... te... —Adler la miraba fijamente a los ojos concentrado en las palabras que sabía estaba a punto de decir, pero entonces la puerta se abrió de golpe y Taís ingresó a la habitación cerrando tras ella.

—¡Yo sabía que los encontraría así! —dijo sonriendo, Frieda la miró con cara de enfado y Adler la vio con susto—. No me mires así, Frieda, no podía perderme esto... es como cuando pasa el cometa Halley o hay un eclipse... es algo que se da pocas veces en la vida. Los he visto reñir y odiarse durante... todo lo que tienen de vida —añadió—. No podía perderme esto —agregó buscando excusarse por su intromisión.

—¿Tú? ¿Lo sabías? —inquirió Adler confundido.

—Sí, esta tarde... digamos que me descubrió —dijo Frieda sonriendo incómoda separándose del chico.

—No te preocupes, por el momento no los delataré. Vine a llamarlos porque Caro estaba por subir ya que ustedes ignoran las mil formas en que los llamó... me apresuré a venir yo porque temía que si no bajaban era porque estaban concentrados en... algo... de paso me sacaba la curiosidad —dijo Taís divertida—. Ya ven que dicen: ver para creer.

—Bueno, bajemos —dijo Frieda algo contrariada, estuvo a punto de admitir que le quería. Odiaba a Taís por interrumpirla pero agradecía que no hubiera sido su madre la que los encontrara, las cosas estaban saliendo de contexto y esperaba ordenar pensamientos, sentimientos e ideas con Adler ese fin de semana.

—¡Ey! —dijo Adler tomándola de la mano.

—¿Qué? —preguntó Frieda girándose a verlo ante la atenta mirada de Taís.

—Yo también —dijo el chico y le dio un tierno beso en los labios. Frieda sintió que se derretía y que las piernas se le aflojaban. Sí... estaba enamorada, muy enamorada.

—¡Dios! ¡Son tan lindos! —exclamó Taís aplaudiendo emocionada.

—Vamos —dijo Frieda saliendo de su ensoñación al escucharla, aún se sentía incómoda—. ¡Y no digas nada! —la amenazó a lo que Taís solo rio mientras se volvía a preguntar cómo es que alguien tan perspicaz como Carolina no había notado eso que había surgido entre los chicos.

***

El viernes por la tarde Marcia fue a casa de Frieda a la salida de la escuela. Era el último día de clases antes de las vacaciones de invierno así que se sentían por fin libres. Al llegar y luego de comer algo, fueron a la habitación y pusieron música, se recostaron en la cama una al lado de la otra y permanecieron en silencio un buen rato.

—¿Entonces de verdad piensas hacer el amor con Adler este fin de semana? —quiso saber Marcia volteándose para ver a su amiga.

—Sí... quiero, pero me da miedo. No quiero que descubra que será mi primera vez —admitió la muchacha—. Me he leído miles de páginas webs, blogs, he visto videos... he aprendido bastante para saber qué hacer y cómo... de manera a no parecer una tonta inexperta.

—Y si te duele, ¿cómo harás para fingir? —inquirió Marcia curiosa.

—No lo sé, no creo que sea demasiado intenso el dolor, ¿o sí? Cierro los ojos y cuento... no sé... hasta diez, o algo así —respondió y Marcia se echó a reír.

—Eres una tonta, Frieda. ¿Qué tiene de malo que aceptes que es tu primera vez? Además que debes admitir que si has decidido que fuera él es porque de verdad lo amas, ¿o me equivoco?

—¡Eyyyy! ¡Para el carro, muchacha! —dijo Frieda sentándose de manera brusca en la cama—. Me gusta, me pone muy loca, me atrae mucho, y hasta podría decir que lo quiero, pero, ¿amor? No, no, no... vuelas demasiado alto, Marcia —añadió y la joven se echó a reír.

—¡Eres tan tonta, Frieda! Discúlpame, pero soy tu mejor amiga y no te puedo mentir —añadió entre risas.

—Estúpida —dijo Frieda tirándole una almohada.

Marcia le tiró otra y unos segundos después ambas estaban enfrascadas en una guerra de almohadas entre risas y gritos.

—¡Wow! Nada más sexy que esto. —La voz de Adler las sacó de su jueguito y ambas voltearon a verlo. El chico estaba parado en el umbral de la puerta viéndolas con los brazos cruzados sobre el pecho. Frieda pensó que se veía hermoso.

—¡No seas idiota! —le gritó tirándole una almohada que él atrapó sin dificultad.

—Me encantaría quedarme a jugar con ustedes a esta... guerra... pero debo volver a la universidad, solo vine a buscar algo que me olvidé —dijo devolviéndole la almohada e ingresando para plantarle un beso en la boca. Marcia aprovechó para ordenar un poco la cama y volver a sentarse en ella. Unos segundos después, Adler salió de la habitación.

Frieda se sentó a su lado acomodándose la blusa y entonces el teléfono de su amiga vibró. Ella tomó el aparato que descansaba en la mesa de noche y sonrió al leer el mensaje.

—¿Quién es? —preguntó Frieda curiosa ante su expresión.

—Es... Leyla —respondió Marcia. Había conocido a esa chica en la fiesta de cumpleaños de su prima.

—Ahmmm —añadió Frieda levantando las cejas.

—¿Qué sucede? —inquirió Marcia conociendo el gesto.

—Me pongo celosa —admitió su amiga y Marcia rio.

—¿Por qué? Tú eres mi mejor amiga, eso no lo cambiará nada ni nadie... yo no me pongo celosa de tu sapo.

—No es lo mismo... no es lo mismo compartirte con un chico que con otra chica, Marcia. Me será difícil acostumbrarme, ¿sabes? No es que me moleste... es solo que... los novios y las amigas pueden convivir, cada uno ocupa un plano diferente... pero... ella... es una chica y... ocuparía mi plano —dijo negando con la cabeza algo confundida.

—Primero no pasa nada con ella, de verdad, ya te dije que es solo una amiga —rio Marcia viendo la cara de consternación de Frieda—. Segundo, no es lo mismo, tu lugar está a salvo —dijo y Frieda sonrió.

—Eres genial, ¿lo sabes? —añadió observando con cariño a su amiga.

—Lo sé —bromeó Marcia abrazando a Frieda—. Tú también lo eres, aunque eso no te quita lo tonta —añadió riendo.

Dios, ando muy complicada con los tiempos porque estoy de mudanzas, pero aquí está el cap.

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