* 20 *

—No puedo creer todo lo que me has contado. Qué dura debió haber sido la vida de la tía... lo de mi papá lo sabía... pero no imaginé todo aquello. Además qué amor tan grande se tuvieron tus padres, ¿no?, cuantas cosas que atravesaron juntos —dijo Adler luego de haber escuchado atento todo el resumen de la historia. Al principio solo le iba a contar las partes apasionadas de la relación de sus padres, pero luego terminó contándole toda la historia.

Lo cierto era que Frieda adoraba a sus padres y tenía una gran admiración por la mujer que tenía por madre, sabía todo lo que había tenido que atravesar en su adolescencia y juventud y le parecía increíble que estuviera tan entera después de todo aquello.

—¿Sabes cuál es el mayor de mis miedos, Adler? —inquirió Frieda mirando al chico que negó con la cabeza—. Temo decepcionarlos... sobre todo a mamá. Ella ha luchado tan duro para salir a flote tras sus problemas de bulimia, el abuso al que fue sometida, el abandono, la depresión... y aun así fue capaz de juntar todas las piezas de su persona y volverlas a armar para darnos a nosotros lo mejor de ella... ha invertido tanto de su vida en enseñarme a ser una buena persona, que temo equivocarme, fracasar, hacerla sentir decepcionada de mí. Veo como mira a Taís, como la adora... pero Taís siempre ha sido perfecta, a veces siento que es la niña que mamá siempre quiso tener. Lo mismo solía pasarme contigo, eres como el hijo que ella adora, el perfecto que nunca se equivoca, el que es cariñoso, el que es educado... sin embargo yo siempre he sido la niña que no encaja, la que no es femenina, la que no es cariñosa, la que siempre se mete en problemas, la que de niña ensuciaba la ropa linda que me compraba o terminaba toda despeinada...

—¿Por eso es que siempre fuiste así conmigo? ¿Por celos? ¿Pensabas que la tía me quería más a mí que a ti o algo por el estilo? —preguntó Adler mirando a Frieda que en ese momento se dio cuenta de aquello que acababa de descubrir.

—La verdad, no lo sé... me molestaba tu perfección, sí... y oír a mamá y a papá siempre pedirme que me comportara contigo, que pusiera de mi parte... siempre era yo la que hacía todo mal y tú el niño bueno y perfecto —suspiró.

—Frieda, la tía Caro te adora... respira por ti, eres la luz de sus ojos. No deberías sentirte de ese modo, además, mi madre siempre dijo que el amor no pone etiquetas, queremos a las personas por lo que son, por cómo son... si alguien intenta cambiarte no te quiere, el amor es aceptar al otro como es, Fri. Estoy seguro que tía Caro y tío Rafa aman tu forma de ser, ¿quién podría no hacerlo? Eres única, original, espontánea, diferente... alocada y valiente.

—¿De veras piensas que soy todo eso? —preguntó la muchacha observándolo a los ojos, nunca había hablado con Adler de esa manera, nunca había hablado con nadie así... de hecho no sabía que sentía de esa forma con respecto a su madre hasta que simplemente lo exteriorizó.

—Por supuesto, y no deberías pensar así de la tía... ella está super orgullosa de ti... No te exijas de más tampoco, simplemente sé quién quieras ser. Eres la mujer anti estereotipos, recuérdalo —bromeó.

—Me gusta cómo suena eso de «mujer» —dijo Frieda divertida.

—Eres una hermosa mujer, Frieda —afirmó Adler acariciando el rostro de la chica que aun descansaba en su regazo.

Ambos se quedaron viéndose a los ojos por largo rato, perdiéndose en sus miradas y sintiendo que sus almas se iban conociendo cada vez más, se sentían cómodos en presencia del otro y sin darse cuenta se fueron acercando lentamente. Adler ya podía sentir la respiración entre cortada de Frieda y sus labios humedecidos y entreabiertos listos para recibirlo cuando el celular de la chica sonó.

Esta dio un brinco al oír la música que había elegido para cuando llamara su madre y atendió haciéndole gestos a Adler para que hiciera silencio.

—¡Hola, má! —saludó—. Ehmm... sí... acabo de salir del baño... Me fue bien... ahora vamos a ver una película... Mañana regreso después de clases, ¿está bien? Yo también te amo. Adiós, descansa.

Cuando cortó se sentó bufando en el sofá.

—Mamá llamó a Marcia y ella le dijo que me estaba bañando... Uff... me olvidé por completo de avisarle nada. Pero bueno, ya está... nos quedamos aquí hoy y mañana vuelvo para el almuerzo. Pero a mamá le parecerá raro que no regreses esta noche —dijo de pronto pensativa.

—Es cierto —rio Adler divertido ante el susto que había pasado Frieda. Se veía inocente e infantil en esos momentos—. La llamaré en un rato y le avisaré que me quedaré en casa de algún compañero.

—No puedo creer lo que estoy haciendo —dijo Frieda suspirando y tomándose la cabeza entre las manos.

—Vamos, no hay adolescente que no mienta a sus padres aunque sea una vez, Fri... no acabará el mundo por ello —dijo Adler sonriendo y abrazándola.

—No tiene sentido, ¿para qué mentir si podemos estar juntos en la casa? —inquirió sintiéndose culpable.

—Para divertirnos y estar desnudos. Eso no lo podemos hacer en la casa sin correr riesgos, ¿no? —dijo el chico sonriendo de lado.

—Ya veo que tú no eres el príncipe que mi madre cree —dijo la chica sonriendo mientras apretujaba las mejillas del chico.

—Convengamos que ni yo soy un príncipe, ni tu una princesa —dijo sonriendo.

—Eso me gusta —afirmó la muchacha—. Por cierto, estuviste a punto de perder la apuesta si no fuera por mamá y su interrupción.

—Le deberé a la tía que me salvó de la esclavitud —bromeó Adler.

—Ya te haré caer, Frog... no aguantarás la tentación y me besarás como nunca has besado a nadie —dijo Frieda divertida.

—Ya he vuelto en mí, Fri... yo te haré caer a ti y rogarás besar al sapo para poder besarme a mí —sonrió.

—Convengamos que tú eres el sapo —añadió Frieda divertida.

—Y si me besas me convertiré en un príncipe —dijo haciendo una reverencia.

—Ya, basta de tonteras, vamos a buscar algo de ropa para ir al parque, y además debo llamar a Marcia para avisarle que me quedaré aquí —informó la chica levantándose.

—Deja que yo llame a la tía y luego nos olvidamos del mundo —añadió el chico y Frieda asintió.

Luego de un rato y cuando organizaron todo aquello, fueron hasta el parque y la feria que se instalaba en una plaza cercana. Adler sacó dinero de un cajero —donde guardaba lo que le enviaban sus padres— y compraron dulces y pases a los juegos. Subieron a la rueda de Chicago, entraron a la casa fantasma —donde ninguno de los dos se asustó por absolutamente nada—, pasearon en un bote en un pequeño lago artificial y jugaron juegos de puntería donde fue Frieda la que ganó un peluche pues Adler perdió todos los tiros.

—Puede elegir un premio, señorita —dijo el señor que atendía el puestito.

—¡Quiero aquel sapito! —exclamó Frieda sonriendo y señalando un peluche en forma de un tierno sapo color verde manzana. El hombre se lo pasó.

—Admite que amas los sapos —dijo Adler mientras caminaban de la mano de regreso a la casa.

—Este es muy dulce —sonrió Frieda abrazando a su peluche—. Dormiré con él todas las noches.

—Me pongo celoso —dijo Adler fingiendo enfado—. Yo quiero ser el único sapo asqueroso en tu vida —añadió y la chica se echó a reír.

—¿Si beso el peluche vale como el beso a un sapo? —preguntó poniendo cara de niña y mirándolo con ternura.

—No me convencerás tan fácilmente, niñita tonta. Heriste mi corazón verde, viscoso y asqueroso cuando me dijiste que antes que besarme preferías besar a un sapo real, así que te tomé la palabra. Ese sapo no vale —dijo Adler divertido.

—Dios, me haces sufrir... quiero besarte —exclamó Frieda sonriendo.

—Y yo... pero un trato es un trato —aclaró Adler que se divertía teniendo a Frieda admitiendo que moría por besarlo.

Caminaron en silencio hasta llegar a la casa e ingresaron. Frieda fue a darse un baño mientras Adler buscó una película para que vieran. No podía evitar pensar en lo mucho que disfrutaba a su lado y en cuánto le agradaba la Frieda que estaba empezando a conocer.

La chica salió del baño vistiendo ropa interior y se sentó en el sofá con el pelo mojado. Adler la miró atónito ante aquel comportamiento y ella solo sonrió.

—¿Para qué me voy a poner ropa si más tarde me la vas a quitar? Dijimos que nos quedamos para estar desnudos, ¿no es así? —dijo fingiendo naturalidad. Adler apenas pudo asentir y decidió que necesitaba un buen baño también. Así que se dirigió al baño y se internó en él.

Frieda se quedó pensando en todas las cosas que estaba descubriendo al lado de aquel chico, no solo su cuerpo despertaba ante su presencia, sino su alma, algo de su ser que ni ella conocía y que solo reaccionaba ante él. Sonrió al pensar en lo bien que se sentía a su lado y lo esperó imaginando qué cosas harían luego de ver la película y prometiéndose a sí misma que no harían el amor... no podían llegar hasta allí o él descubriría que ella no tenía experiencia... y ella no quería eso.

Adler salió del baño solo en boxers y se sentó a su lado encendiendo la televisión y poniendo la película que había elegido, película que no duraron viendo ni quince minutos antes de que empezaran las caricias y la sangre se les convirtiera en lava ardiente que corría por sus venas exteriorizándose en besos, mordiscos, caricias y toda clase de juegos apasionados.

Esa noche Frieda y Adler experimentaron casitodo uno en brazos del otro y se durmieron exhaustos y abrazados bajo lasmantas, mientras sus cuerpos desnudos y sudados se compenetraban entre sí deforma mágica y única para ambos.

Perdón por la demora, estuve todo el día fuera de casa. Aquí viene el cap... y prepárense para el que sigue...

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