* 16 *

Luego de aquel beso fallido, Frieda y Adler tomaron distancia de nuevo. Ella decidió alejarse enfocándose en la escuela y él hizo lo mismo con sus clases. Lo que sea que les estaba sucediendo se volvía peligroso y los hacía sentir inseguros, sin embargo, en los almuerzos o las cenas, o cuando se cruzaban por los pasillos, ambos eran capaces de experimentar toda esa tensión entre ellos, aquellas chispas que parecían explotar en el aire. A veces —y delante de sus padres—, Frieda hacía comentarios despectivos o irónicos hacia Adler, lo que la ayudaba a mantener a raya aquella emoción que la embargaba cada vez que lo veía llegar a la casa. Él por su parte, en ocasiones solo reía o en otras, le contestaba de la misma manera.

Mauricio consiguió el teléfono de Frieda y empezó a escribirle o llamarle, la invitaba a salir y aunque en un principio le pareció una mala idea, tras una noche en la que Adler dijo que saldría con Renée, aquello no le pareció tan descabellado. Después de todo si él podía divertirse con la chica, ¿por qué ella no podía hacer lo mismo?

—Deberíamos organizar una salida doble un día —añadió ella cuando lo vio listo para salir. Estaba guapísimo y tuvo que contenerse para no derramarle algo encima y frustrar su salida, la sola idea de él besando a Renée le revolvía el estómago.

—Eso sería una buenísima idea —respondió Adler observándola mirarlo desde la escalera. Llevaba un vestido de algodón negro, holgado y corto. Traía el pelo oscuro desparramado por los hombros y sus ojos verdes más enormes que nunca. Adler se sintió invadido por el deseo y las ganas de acariciar su cuerpo completo. Frieda lo volvía loco y él tenía que contenerse.

Cuando lo vio partir, frustrada se fue a su habitación. Se sentó en la cama y llamó a su amiga.

—Se va con la tipa esa, ¡no la soporto! —exclamó enfadada.

—Hola Frieda, ¿cómo estás? Yo muy bien, gracias —respondió la muchacha con ironía.

—Ya hemos hablado más temprano, Marcia. No necesito saludar cada vez que lo hacemos —respondió molesta.

—Si estás tan celosa y molesta, ¿por qué no se lo dices de una vez? ¡Dile que te gusta y le tienes ganas! —respondió Marcia riendo.

—¿Estás loca? ¡No puedo decirle eso!

—¿Por qué? ¿Por qué eres la chica y el chico debe iniciar la conquista? ¿No que te molestaban los estereotipos? ¡Pues anda y rompe con este, inicia tú el flirteo! —añadió emocionada, Marcia dando pequeños saltitos en su cama, donde estaba sentada conversando con su amiga.

—No es eso, es mi primo, Marcia. Además, ¿qué le digo? Oye... Adler, ¿qué tal si me besas de una buena vez por todas? —Marcia rio.

—Me parece increíble que de verdad quieras besar al sapo. Quién sabe y luego se convierte en un príncipe como en el cuento —añadió—. Ahhh, y por cierto, no es tu primo.

—Uff... de todas formas lo que me pasa con él no tiene nada que ver con sentimientos... No me enamoraría de él nunca en la vida... esto es todo cuestión de piel... es...

—¡Calentura! —completó Marcia ante el silencio de su amiga.

—¡Ey! —exclamó la muchacha.

—¿Qué? Admítelo y será más sencillo, además no tiene nada de malo y es normal —dijo su amiga.

—Hmmm... pues... bueno, no lo sé... Lo que sí sé es que...

—No estás enamorada —repitió Marcia interrumpiendo y remedándola—. Ya lo sé... de tanto que lo repites pareciera que quieres convencerte a ti misma.

—No, no es eso... solo quiero dejarlo en claro. No me gustan los chicos como Adler... no para pareja... Solo que cuando estoy cerca de él... me pasan cosas muy fuertes que no sé cómo manejar... Uff... —bufó frustrada.

—Pues díselo, a ver qué sucede —rio Marcia.

—No lo haré... es mejor así...

—Pues aguántate que esté con quien quiera entonces —dijo Marcia divertida.

—Adiós, mejor hablamos luego, ¡te pones imposible! —respondió Frieda frustrada y molesta.

—¿Yo? —preguntó Marcia con ironía.

Bye —dijo Frieda y cortó la llamada lo que a Marcia le pareció por demás divertido, definitivamente ese chico sacaba con facilidad lo mejor y lo peor de su amiga.

***

Esa misma noche, cuando la casa quedó en silencio, ella decidió esperar despierta hasta que Adler regresara, quería saber a qué hora vendría de su salida con la chica. Cerca de las tres de la madrugada escuchó la puerta abrirse, se incorporó en su cama y salió a observarlo llegar, él debía pasar frente a su habitación sí o sí.

—¿Estuvo divertida la noche? —preguntó Frieda en un susurro cuando él pasó en frente. No había prendido la luz así que Adler no la vio y se asustó al oírla.

—¡Me asustaste! —susurró a lo que Frieda rio y se metió a su habitación. Adler entró tras ella y cerró la puerta—. ¿Me extrañaste por eso me esperabas despierta? —inquirió divertido.

—¿Por qué hueles a cigarrillo? ¡Qué asco! ¡No me digas que ahora fumas! —añadió la joven.

—Solo fue un poco...

—Apestas —se quejó Frieda—. Deberías bañarte antes de dormir, no sea que mi madre descubra que el príncipe se ha portado mal —añadió.

—Cierto, debo darme un baño. ¿Me prestas el tuyo? —dijo al tiempo que se sacaba la camisa y los zapatos.

—¡Adler! ¡Qué demonios haces! —exclamó Frieda al verlo desnudarse, no pasaron ni diez segundos y tenía a Adler en boxers en su habitación.

—Me dijiste que me tomara un baño, ¿vienes a ayudarme? —inquirió el chico ingresando al cuarto de baño. Frieda estaba allí con la boca abierta y tiesa ante aquella incómoda situación. Luego de un rato escuchó el sonido de la ducha. No supo qué hacer, se sintió estúpida y atemorizada, sin embargo la idea de tenerlo bañándose en su baño le generaba un extraño cosquilleo en todo el cuerpo.

Adler salió con el torso húmedo y una toalla rosada liada a la cintura, su sonrisa era inmensa y sus ojos brillaban. Vio a Frieda en el mismo sitio donde la había dejado, tenía la boca abierta y lo observaba de arriba abajo.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó levantando los brazos a los costados y la chica no contestó.

—Si entran y nos descubren... ¡No puedes estar así aquí! —añadió tratando de encontrar palabras. Adler caminó hasta la puerta y le echó llave.

—¿Así mejor? —inquirió el chico y Frieda asintió sin saber qué más decir.

—¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Qué demonios pretendes? —preguntó ella finalmente.

—Nada... solo cumplí tus órdenes de darme un baño —respondió encogiéndose de hombros—. Voy a vestirme y vuelvo —añadió riendo y desllaveando la puerta para salir. Frieda sintió que en el cuarto hacía demasiado calor.

Un rato después Adler —vestido con una camiseta de algodón y una bermuda— apareció de nuevo en su habitación.

—¿Estás borracho? ¿Drogado? ¿O qué demonios? —inquirió Frieda un poco más tranquila y acercándose a él.

—Ninguna de las anteriores —respondió sonriendo—. ¡Qué mojigata eres, princesita!

—No es cierto, no lo soy —exclamó la chica negando con vehemencia.

—Entonces, ¿es cierto que regresaste con Mauricio? —preguntó Adler y Frieda frunció el ceño sin entender—. Me lo dijo él ayer —explicó.

Frieda estaba confundida, aún no había aceptado salir con Mauricio —aunque él insistía a diario—, y no entendía por qué el chico le habría dicho a Adler algo así. Sin embargo, la idea no le pareció demasiado descabellada sobre todo luego de que él acababa de venir de estar con la tal Renée.

—Probablemente —respondió.

—No sabes dónde te metes —dijo Adler negando y llevando sus manos a su cabello húmedo, movimiento que a Frieda en ese momento se le antojó sensual.

—Sé cuidarme sola, además... ¿a ti qué te importa? —preguntó volteándose para dejar de verlo pues corría el riesgo de ser descubierta en ese cúmulo de sensaciones que estaba experimentando.

—Si tan necesitada estás para meterte con un chico como él, pues... qué puedo decir... —Se encogió de hombros.

—¿Y tú? Te tiras a los brazos de la primera mujer que se te cruza en frente, no hablemos de necesidades, Adler —dijo ella bufando sintiéndose ya algo encolerizada.

—Pensé que a Mauricio le gustaban las chicas con más... —añadió señalando sus propios pechos y Frieda puso los ojos en blanco.

—Tienes un metejón con mis pechos, Adler... deberías hacerte ver eso... —exclamó bufando.

—Deberías dejarme verlos a ver si existen en realidad —dijo él.

—Ahórrate los comentarios, no me importa lo que pienses. A Mauricio le gustan —exclamó y Adler apretó los puños de solo imaginarse al chico acariciándola.

—¿Así que ustedes ya...? —inquirió y Frieda tardó en entender la pregunta.

—Ahh... sí... claro... —respondió intentando sonar natural—. Pero eso tampoco te interesa, yo no te pregunto cómo es la ranita en tu cama, ¿no es así?

—No me he acostado con ella aún —respondió Adler mirando a los ojos a Frieda. De repente el ambiente se tornó pesado y las chispas entre ellos empezaron a explotar de nuevo. Adler se sentó en la cama y la tomó de la mano, Frieda no se movió, perdiéndose en la sensación.

Él subió su mano por el brazo derecho de la chica apenas rozando su piel y dejando una estela de estrellas al pasar. Frieda cerró los ojos y sintió todo su cuerpo tensarse. Adler acarició su mejilla y luego siguió bajando su mano por el cuello de la chica con lentitud, bajó entonces un poco más y rozó su pecho derecho por encima de la tela de su pijama. Frieda sintió que se volvería loca y entonces cuando el chico retiró la mano, ella abrió los ojos.

—Hasta mañana... —dijo el chico saliendo del cuarto.

Frieda no supo qué responder, se sentía increíblemente tonta y no le gustaba esa sensación, además no entendía a qué juego estaba jugando Adler, pero ella no se quedaría atrás, no dejaría que ese chico le ganase ni la humillase de aquella forma.

Gracias por tanto apoyo... estamos a nada de llegar a los 100K de leídos y entonces habrá maratón de 3 capítulos en un solo día.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top