* 42 *

Aneley fue a la delegación de policías a poner su denuncia contra Alan. Tenía miedo y se sentía insegura, pero Kristel y Nahuel no la dejaron sola. Al salir de allí se sintió liberada, como si se hubiera sacado un peso de encima.

—Bueno, ahora que ya hemos hecho lo que debía de hacerse, yo me iré a casa de Elián y los dejaré solos, creo que tienen mucho por hablar —dijo Kristel despidiéndose de su hermano y su amiga. Ellos solo asintieron y quedaron en silencio por un momento.

—¿Qué quieres hacer? —inquirió Nahuel.

—Nada... con estar contigo estoy feliz —respondió ella con una sonrisa y luego abrazó a Nahuel como si no quisiera volver a soltarlo nunca más.

Caminaron sin rumbo por las calles de la ciudad tomados de la mano o dándose algunos besos, ninguno de los dos parecía ser totalmente consciente de que todo había pasado y que de nuevo estaban juntos, a lo mejor es que no lo creían.

—¿Cómo te ha ido en este tiempo? —preguntó ella para romper el hielo.

—Bien, nada nuevo, estudio y más estudio. He estado tratando de no pensarte por sobre todas las cosas —dijo él con sinceridad.

—¿Y te ha funcionado? —inquirió la muchacha y él negó.

—Ni un poco —sonrió—. No he podido dejar de preguntarme miles de cosas. Pasaba de un estado a otro, a veces quería odiarte y otras perdonarte, no entendía por qué me habías lastimado así. La idea de que hubieras estado con él mientras estábamos juntos y de que lo hubieras disfrutado me hacía trizas, porque tú me habías dicho que habías intentado amarme y no lo habías podido. No podía creer que todo lo que vivimos fue mentira...—dijo con un hilo de voz, aún dolía.

—No lo fue, Nahui, pero tampoco lo es el hecho de que estuve con él —dijo bajando la vista con vergüenza—. Lo siento tanto...

—No fue una elección tuya y no lo disfrutaste. Ane, lo que te pasó a ti puede pasarle a cualquiera, si lo hubieras dicho desde el inicio todo hubiera sido más fácil...

—Lo sé, pero en ese entonces me sentía culpable...

—Porque eso es lo que hacen los abusadores, hacer sentir culpable a la víctima. Pero ya no hablemos de eso, Ane, olvidémoslo —sugirió. Ella siguió caminando a su lado preguntándose si eso sería posible—. ¿Tú? ¿Qué tal?

—Bien, he estado saliendo con Kristel, Elián y José, nos hemos juntado a ver películas y cosas así. Kristel me ayudó muchísimo y la terapia definitivamente es genial. Pero todo te lo debo a ti —añadió.

—¿A mí? Si yo no estaba —respondió con una sonrisa.

—Pero fue por ti que deseé salir adelante, no quería volver a hundirme en la desesperación y la desesperanza, tú ya me habías sacado de allí y no te merecías que yo ingresara de nuevo. Nahui, quiero que las cosas sean diferentes, quiero que tú y yo podamos ser felices, quiero ser feliz y que ya nada estropee mi alegría —dijo y él sonrió—. Ya no quiero tener miedo.

—Ya verás que todo irá colocándose en su lugar, las cosas se irán dando y tú y yo seremos felices —dijo él y la abrazó, entonces se acercó a ella y la besó con ternura—. Aquí a tu lado, yo ya lo soy.

***

La semana pasó más rápido de lo que esperaban y Nahuel debió regresar a Nueva Esperanza, Aneley había decidido ir con él y había comenzado a hacer los papeles en la universidad. En un inicio pensaron que su padre no le permitiría hacerlo, sin embargo, él no tuvo objeción alguna y prometió encargarse de Maylen para que Aneley no tuviera nada de qué preocuparse, lo cierto era que el hombre estaba preocupado por todo lo que había tenido que vivir su hija y pensaba que en realidad se merecía un respiro. Kristel también le prometió a su amiga que velaría por su hermana cuando su padre estuviera de viaje, así que solo quedaba empezar a vivir su propia vida.

Aneley debió declarar una vez más y le dijeron que la volverían a llamar, ella debía volver hasta que el juicio terminara si es que era necesario. Max y Sebastián parecieron desaparecer de la faz de la tierra, no se los vio por ningún lado y los chismes y especulaciones acerca de lo que había sucedido crecieron alrededor de todos ellos. Algunos decían que tenían miedo pues también estaban metidos en las drogas.

Al parecer Alan había escogido mal a su última víctima, era una chica de solo dieciséis años que era hija de una persona adinerada, la niña denunció y la ley le cayó encima. Ni su padre pudo hacer nada al respecto, las pruebas eran contundentes, además de la droga que se encontró en su departamento, en su vehículo y en su casillero del club al cual pertenecía. Todos decían que cuando Alan hacía algo así era solo bajo los efectos de las drogas, pero el caso era que de todas formas lo hacía y eso no lo libraba de culpabilidad. Aneley recordó que él había estado drogado aquel día y pensó que quizás era por eso que cuando la veía solo huía, y cuando estaba sobrio se avergonzaba de sus actos.

Toda la ciudad se conmocionó con el caso, pensar que cualquiera podía ser un posible agresor hacía que las personas desconfiaran hasta de sus propias vidas, después de todo se suponía que él era un chico de buena familia.

Kristel y Aneley despidieron a Nahuel y este prometió esperar a su chica que en unos días viajaría junto a él. Y así lo hizo.

Cuando ella llegó, sintió que todo iba a salir bien, toda su vida había soñado con conocer esa ciudad, pasear por sus calles y cruzarse con sus turistas. Estar ahí a solas con Nahuel hacía que todo pareciera mágico, la vida le estaba dando otra oportunidad y ella quería vivirla al cien por ciento.

Nahuel la llevó hasta su nuevo hogar, una pequeña habitación en un edificio estudiantil. El departamento tenía un cuarto, una cocina y un baño. En la habitación solo había una cama de plaza y media, una mesa de noche y un pequeño armario. En la cocina un pequeño refrigerador, un microondas, una cocina eléctrica y una mesa redonda con dos sillas.

—El sitio es muy chico, me preocupa que no te agrade —dijo Nahuel nervioso cuando ella ingresó, pero Aneley estaba feliz.

—Es hermoso, un paraíso solo para los dos —añadió.

—Lo bueno es que desde la ventana se puede ver la playa —sonrió Nahuel algo más tranquilo.

—Gracias por esto —dijo ella abrazándolo. Nahuel la levantó entre sus brazos y la recostó en la cama, y se besaron allí disfrutando de su soledad, de su amor y de esa nueva oportunidad.

Esa misma tarde, salieron a caminar por la ciudad, a pasear descalzos por la arena blanca de la hermosa playa, a sentir la brisa golpear su rostro. Aneley sintió que unas lágrimas se derramaban por su mejilla al no poder contener dentro de sí tanta felicidad.

—¿Por qué lloras? —inquirió Nahuel al notarlo.

—No lo sé, supongo que el gozo y la tristeza son situaciones igual de intensas —añadió sonriendo.

—Entonces, ¿esas lágrimas son de felicidad? —preguntó el chico secándoselas.

—Por supuesto —sonrió la muchacha—. Y no puedo negarte que en el fondo hay fantasmas que quieren despertar, que el miedo quiere llenarme para que vuelva a temer, pero no lo permitiré. No más.

—El miedo siempre está y siempre estará, más aún por las cosas que has vivido, pero no debe limitarte. Tampoco puedo prometerte que todo será perfecto, pero sí que haré lo que esté en mis manos para que las cosas salgan bien esta vez —dijo el chico y ella lo abrazó.

—Eres genial, Nahui, la mejor persona que he conocido en mi vida... Le pregunto al cielo si acaso merezco alguien como tú, pero Estela me dijo que no debo pensar así, que todos nos merecemos cosas buenas.

—Por supuesto que sí, además, no soy tan genial —rio el chico—. Soy una bola de inseguridades, Ane, y sé que eso no es bueno.

—Lo sé, pero también lo irás superando, sé que con el tiempo aprenderás a tener más confianza en ti mismo y a ver todo lo bueno que yo veo —prometió la muchacha y lo besó.

—¿Cuándo debes volver? —preguntó entonces Nahuel.

—En un mes —comentó la chica—. Todo este tema del juicio está siendo muy rápido, ¿no lo crees? Todo porque la víctima que denunció es una persona con mucho dinero y los padres no pararán hasta ver a Alan tras las rejas.

—Y eso está bien, ¿no?

—Sí, pero es triste que la justicia funcione así solo para los ricos. ¿Quién me hubiera creído a mí si hubiera sido yo la que denunciaba primero? —preguntó—. No tengo dinero ni influencias, y además había estado con los amigos. Todos hubieran preferido acusarme de mujerzuela a mí, él habría salido ileso y yo con la reputación aún más manchada. Así es nuestra sociedad.

—Es cierto, y no quiero decir que me alegro de que esto le haya sucedido a esa chica, porque no se lo deseo a nadie, pero sí me alegro de que él finalmente pague por el daño que ha causado.

—Me ha costado mucho entender que el abuso no solo se trata de una violación como lo vemos en las películas, que hay abuso desde el momento que te faltan al respeto o te obligan a hacer algo que tú no quieres. Estela me ha contado que incluso hay mujeres casadas, que son violadas por sus maridos, y que eso está tan normalizado que ellas callan pensando que es algo que deben aceptar. ¿Te das cuenta? Yo dentro de mí pensaba que me lo merecía, por haber estado con otros chicos de forma casual, ¿lo entiendes? Creía que yo le había dado lugar y debía aceptarlo —suspiró, Nahuel la abrazó.

—Lo importante es que tú lo has entendido y que dejes de culparte por las decisiones que has tomado, sean estas buenas o malas. De ambas se aprende. Si crees que te has equivocado al tener sexo sin amor con los chicos con los que estuviste, pues tú tomarás tus decisiones al respecto para el futuro, sin embargo, eso no le da a nadie el derecho de hacer algo que tú no deseas, y me alegra que finalmente lo hayas comprendido. Además, debes dejar de pensar mal de ti, Aneley. No importa con cuantos chicos te hayas acostado, eso no te hace una mala persona ni una chica fácil, fueron decisiones que tomaste en su momento por situaciones que estabas viviendo en ese tiempo —comentó el muchacho.

—Me encanta cómo hablas y lo maduro que eres, es una de las cosas que amo de ti —dijo la muchacha.

—Lo que quiero dejar en claro hoy, Ane, que aunque vivamos juntos, no tenemos que hacer nada que tú no desees, y por sobre todo, que a mí no me interesa tu pasado —añadió y luego tomó el rostro de la chica entre sus manos—. Te amo. 

Regresé, gracias por la paciencia, estuve trabajando muchísimo y hasta ayer estaba más muerta que viva. Espero les agrade este capítulo.

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