* 31 *

La menor de las hermanas se movió nerviosa en su sitio, no sabía por dónde empezar a narrar lo que había vivido aquella noche, además le daba algo de miedo ser sincera con su hermana, aunque sabía que no le quedaba otra opción.

—Necesito saberlo todo —dijo Aneley como si pudiera leerle el pensamiento.

—Te juro que no sabía que esa fiesta sería de ese estilo. Él me dijo que era un cumpleaños, yo le creí —respondió la chica avergonzada.

—¿De qué estilo?

—No sé cómo explicarlo, era una fiesta rara. Había muchos chicos y chicas, había música electrónica y mucha droga, eso lo noté enseguida porque todos estaban actuando raro. Las chicas no tenían inhibiciones... todo estaba muy descontrolado allí —sollozó.

—¿Y por qué te quedaste? Debiste decirle que te llevara a casa, Maylen, o salir de allí. Te estabas arriesgando —regañó la muchacha.

—Le pedí, pero no me hizo caso, me dijo que la pasaríamos bien, que no fuera amargada —lloriqueó.

—Escucha, Maylen, eres muy chica aún y a lo mejor no te das cuenta de todos los peligros que te rodean. Eres bonita, eres inteligente, entiendo que estés enamorada de un chico, pero si la persona con quien estás te quiere bien, no te llevaría por sitios que no son buenos para ti ni intentaría obligarte a hacer nada que no quieras, ¿me explico? De las drogas no se sale tan fácilmente, y ya dijo el policía que son chicos peligrosos —aconsejó Aneley.

—Pero Martín no es del grupo, él solo había ido de invitado —defendió la muchacha.

—No sabemos, no seas tonta y cuídate. No está mal que te enamores, pero no pierdas la cabeza, Maylen.

—Lo siento, Ane... no quise arruinar tu noche. —Se disculpó.

—No se trata de eso, te quiero y me preocupas, no quiero que nada malo te suceda —dijo la muchacha acercándose para abrazar a su hermana.

—¿Se lo dirás a papá? —preguntó Maylen.

—Tengo que decirle, pero no te preocupes, se lo explicaré —afirmó y Maylen suspiró. Se había metido en un buen lío.

***

La siguiente semana, todo volvió a la normalidad, Nahuel comenzó los trámites para el viaje y Aneley le acompañó en cada momento. Sabían que el tiempo que les quedaba era corto, pero lo pensaban aprovechar al máximo. Los exámenes comenzaron en noviembre y no quedaba mucho para que las clases acabaran, todos se esforzaron mucho por estudiar y terminar los trabajos prácticos que tenían pendientes, así que durante ese tiempo, aunque se veían a diario, no pudieron pasar todo el tiempo que les hubiera gustado solo besándose o pasando el rato.

Diciembre ya estaba cerca y la primavera iba llegando a su fin, el calor del verano ya podía sentirse y las fiestas de fin de año se acercaban. Maylen había logrado mantenerse alejada de los problemas, cosa que no le había resultado muy fácil. Nadie lo sabía, pero Martín le había insistido para que volvieran a salir juntos, le prometió que irían a otra fiesta y que esa vez las cosas saldrían bien.

Maylen estaba enamorada, pero no por eso iba a caer en la trampa de ese chico. Y aunque le costaba mucho decirle que no, pensaba que no podía fallarles así a su padre y a su hermana, que le habían dado total confianza y le habían hablado tan bien incluso después de lo sucedido. Así que se mantuvo alejada, a pesar de la insistencia del chico, que incluso llegó a agobiarle.

Aneley estaba cada día más enamorada y su vida iba mejorando cada vez más. Su familia estaba estabilizada y su año estaba culminando mucho mejor de lo que había iniciado. Todavía había noches que recordaba a Abel, algunas de esas noches despertaba en medio de una pesadilla, todavía extrañaba a su madre y se planteaba lo que ella pensaría de su relación con Nahuel, sin embargo, había entendido que su vida no se había quedado allí y que tenía derecho a ser feliz, a seguir adelante, a volver a intentarlo.

Lo único malo de la universidad eran Max y su pandilla, todavía seguían gritándole cosas obscenas cada vez que tenían oportunidad, a veces escribían su nombre junto con símbolos groseros en el pizarrón. Parecían habérselas tomado con ella y aunque Kristel decía que ya llegaría otra víctima de sus burlas y ella pasaría al olvido, por lo que quedaba de ese año, eso parecía que no iba a suceder. Alan también seguía insistiendo en lo de salir, le decía que no la dejaría tranquila hasta obtener de ella lo que quería, Aneley llegó a pensar que el chico no estaba bien de la cabeza y que tenía una suerte de obsesión con ella. Sin embargo, lo ignoraba, los ignoraba a todos, era lo único que podía hacer.

A veces, esas bromas le hacían sentir muy mal, en realidad se sentía muy estúpida por haber caído en la trampa de esos chicos, ella sabía que tenían mala fama pero en ese momento estaba tan ensimismada en su dolor que no se fijó en ello. José le seguía alertando que tuviera cuidado, Aneley solo lo escuchaba y asentía, pero a veces creía que él era un poco exagerado, quizá como su madre, siempre pensando lo peor de las personas.

Nahuel estaba feliz, más enamorado que nunca y a punto de tocar un sueño con sus manos. Aún le costaba la idea de dejar a su novia sola por unos meses, sin embargo, sabía lo bueno que sería aquel viaje para él, no solo por sus estudios sino también a nivel personal, sentía que necesitaba crecer, madurar, y que ese sería un buen momento para hacerlo.

Kristel ya se había acostumbrado a ver a su hermano con su mejor amiga, ella y Elián habían tenido algunos problemas pero habían logrado superarlos. Casi siempre salían entre los cuatro y se habían convertido en un grupo muy sólido y unido. Definitivamente era una buena época, le agradaba que la Aneley que conocía hubiera vuelto y que volvieran a vivir todo aquello que solían compartir, noches de películas románticas o comedias, pijamadas en la casa de una o de la otra, secretos que solo ellas se contaban. Le agradaba que las lágrimas en el rostro de su amiga finalmente se evaporaran y su sonrisa volviera a brillar. Aneley era bella, y aún más cuando estaba feliz, con algo más de peso y mucho más saludable que unos meses atrás.

Habían organizado que las fiestas las pasarían con sus respectivas familias y luego de las doce, se juntarían en casa de Nahuel y Kristel, estarían allí en la terraza, compartiendo alguna bebida y en pareja, disfrutando de la amistad y del amor. Nahuel viajaba el cinco de enero, así que después del año nuevo, no quedaban muchos días para preparar todo, arreglar ropas y documentos para partir.

—¿Sabes quién me llamó? —dijo Aneley aquella tarde, venían de la universidad de revisar sus últimas notas, finalmente estaban de vacaciones.

—¿Quién? —inquirió Nahuel mientras caminaban de la mano.

—Salma —sonrió—. ¿Te acuerdas? La dueña de la casa del señor mayor al que una vez me acompañaste.

—Sí, la recuerdo —dijo él asintiendo.

—Me preguntó si podría ir a limpiar el departamento la semana que viene —informó.

—¿No que lo había vendido? —preguntó Nahuel.

—Sí, algo así, pero el dueño nuevo es su tío. Él le pregunto si conocía a alguien que pudiera hacer la limpieza del lugar y ella me recomendó a mí —sonrió.

—¿No deberías dejar de hacer limpieza? —inquirió Nahuel—. Es decir, quizá puedas encontrar otro trabajo, ahora que empieza la temporada seguro habrá muchos sitios que contraten gente por el verano, qué se yo, alguna heladería o algo así —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Te avergüenza que limpie casas? —preguntó la muchacha extrañada ante el comentario de su novio—. Es un trabajo como cualquier otro y creo que es respetable —añadió—. Llega el verano y voy a necesitar un poco más de dinero para poder ir un fin de semana con Kristel a la playa o ir a la casa de verano de mi tía.

—Yo no dije que me avergüence —aclaró Nahuel—. Solo me parece que puedes conseguir algo mejor.

—Tal vez... sabes que trabajo de lo que sea —explicó la muchacha—. Pero ellos pagan muy bien y no es un departamento grande, en un par de horas lo tengo limpio, además estos trabajos de limpieza a domicilio y de niñera me gustan porque yo manejo mis horarios.

—Tienes razón —asintió Nahuel—. Perdón si te he ofendido, sabes que jamás me avergonzaría de ti —añadió abrazándola.

Caminaron en silencio hasta llegar a una plaza donde ambos se sentaron y se tomaron de las manos mientras disfrutaban de unos helados paletas que habían comprado en la tienda que estaba al lado.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —inquirió la muchacha.

—Claro —respondió él sonriendo.

—Esto es algo que siempre quise saber pero nunca me animé a preguntarte —dijo Aneley y Nahuel frunció el ceño.

—¿Es en serio? —preguntó y la muchacha asintió.

—Bueno, yo... sé que dices que jamás te avergonzarías de mí, y sé que nunca ha parecido importarte demasiado, pero... quisiera saber si a ti...

—Habla, Ane.... Me pones nervioso —interrumpió el chico tras su silencio.

—Lo siento... Tú y yo no hemos avanzado de besos y caricias... A veces me pregunto si acaso a ti te influye el hecho de que yo haya estado con muchos chicos antes que tú —dijo finalmente—. Cada vez que veo las palabras groseras con que se burlan de mí esos chicos no puedo evitar pensar en ti, Nahui... ha de ser horrible...

Nahuel no respondió, se quedó allí un rato tomando su helado y pensando en las palabras que utilizaría.

—Me molesta que hablen así de ti, eres mi novia y la mujer que amo y respeto, no me gusta que digan esas cosas. Pero, a mí no me influye tu pasado, Ane... es decir, si no hemos llegado al final es porque no quiero que a mi lado te sientas así, como si solo deseara eso, quiero que te sientas amada y respetada, quiero que te sientas valorada.

—¿De verdad? —preguntó la muchacha y él sonrió.

—Claro que sí. Pero tienes que saber que los hombres también somos muy inseguros... o al menos yo lo soy —añadió—. Tú sabes que yo siempre pierdo en las comparaciones, hay otros chicos más guapos, más fuertes, más altos, más... todo... y a veces me da miedo que cuando suceda, tú me compares y yo... también pierda —admitió.

—No seas tonto, Nahui —sonrió la muchacha abrazándolo, aquel comentario le había parecido demasiado tierno—. Ojalá yo pudiera borrar el pasado, ojalá me hubiera dado cuenta a tiempo del error que estaba cometiendo, sobre todo al meterme con chicos de la calaña de Max y sus amigos, sin embargo, tú eres mucho más que ellos en todos los sentidos. Ni siquiera deberías preocuparte.

Nahuel la abrazó y la besó en la frente, quedaron allí en silencio por un rato

—Tengo miedo que por Nueva Esperanza conozcas a alguien más —susurró Aneley—. Sé que no soy la novia perfecta, que te he pedido paciencia, sé que a veces estoy triste y que tú lo notas. Sé que sabes que te amo, pero siento que no siempre es suficiente...

—No seas tonta tú, Ane. ¿Crees que voy a ir a meterme con otra chica cuando al fin conseguí estar con la chica de mis sueños? Sé que a veces estás triste, y que tienes pesadillas, sé que tienes mucho miedo a que lo nuestro no funcione y vuelvas a sufrir... Pero te amo, y tú y yo saldremos adelante pase lo que pase —prometió—. Ya verás que de ese viaje solo vendré más enamorado de ti.

—A veces el futuro me da mucho miedo, Nahuel —admitió la muchacha, solo con él podía hablar de esa manera—. Siento que camino sobre arena movediza y que un día sucederá algo malo y terminaré de hundirme, no sé si tenga fuerzas para volver a salir si...

—Shhh... Debes cambiar esa manera de pensar, Ane. Entiendo que tu pasado te lleva a tener ese temor, pero no puedes vivir pendiente de lo malo que puede llegar a suceder. Seguro pasarán cosas malas en nuestras vidas, pero también sucederán cosas buenas. De eso se trata la vida, y tú eres una luchadora, eres fuerte y pase lo que pase saldrás adelante. Deja de temer, pierdes energía y tiempo.

—Me encanta oírte hablar, me das fuerzas —sonrió la muchacha escondiéndose en su hombro y aspirando su aroma—. Prométeme que no me soltarás, que no me dejarás hundirme en esa arena. Tú eres el único que tiene ese poder.

—Tú tienes ese poder, yo solo estoy a tu lado para demostrártelo —añadió el muchacho—. Pero sabes que no te soltaré, Ane... siempre estaré allí, siempre que tú me lo permitas.

Este es un capítulo muy bonito y lo traigo a modo de festejo en un día demasiado especial. En este momento siento lo que dice Nahuel "deja de temer, pierdes energía y tiempo". Los sueños se cumplen cuando se trabaja por ellos y algo muy bello está por suceder, pero también las cosas nuevas dan un poco de miedo. 

Voy a hacer un viaje y conoceré si Dios permite a muchos de ustedes. Ya pronto estaré avisando el país al que iré, pero también haré una escala en Perú donde por pocas horas que me quedaré en el aeropuerto de Lima, espero conocer a los que puedan ir. 

Para las estrellitas peruanas que estén en Lima, pueden unirse al grupo de facebook de Perú:

www.facebook.com/groups/estrellasperu

a ver si podemos encontrarnos en mi camino de paso por su bello país.

Los quiero mucho, gracias por ayudarme a cumplir mis sueños. 

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