* 30 *

Los minutos pasaron mientras los besos se intensificaban, el cuerpo de Nahuel presionaba sobre el de Aneley permitiéndole sentir el efecto que tenía en él. El muchacho dejó de pensar y sus manos se colaron bajo la blusa de ella hasta llegar a aprisionar uno de sus montículos entre sus dedos, Aneley se estremeció.

De pronto, el sonido de un auto ingresando al hogar hizo que Nahuel se pusiera alerta.

—Rayos, es papá —dijo sin moverse de la posición en la que se encontraba, Aneley rio.

—Será mejor que te muevas —afirmó y él asintió.

La muchacha se levantó y arregló su blusa para luego ordenar la cama cuyas sábanas habían quedado arrugadas. Nahuel estaba enfadado y frustrado, odiaba que en su casa siempre hubiera alguien que interrumpiera algo. Aneley lo abrazó.

—Ya tendremos tiempo, no te pongas así —susurró en su oído.

El chico la abrazó y le plantó un beso en los labios.

—Me vuelves muy muy loco —exclamó.

—Y tú a mí —sonrió ella sintiéndose ruborizada.

Decidieron bajar antes que su padre ingresara y se sentaron en la sala como si hubieran estado allí todo el tiempo. Cuando el hombre ingresó los saludó a ambos sin detenerse mucho en ellos, tanto él como su señora ya sabían que Nahuel y Aneley tenían algo, y lo habían aceptado muy bien.

Los chicos sonrieron y luego de un rato decidieron que lo mejor sería que la muchacha fuera a su casa, en la noche tenían la fiesta de disfraces y todavía quedaba prepararse.

—Nos vemos en un rato —dijo ella despidiéndose del chico con un beso en los labios, él la abrazo aprisionándola contra sí y ella sonrió.

—Nos vemos —le susurró al oído—. Odio que te vayas así, ahora —añadió y ella rio.

—Tranquilo, ve y tómate una ducha bien fría, yo haré lo mismo —bromeó.

—Ane... ¿De verdad te gusto tanto? Digo, ¿de verdad te sientes así? ¿Conmigo? —preguntó con inseguridad.

—Contigo y con nadie más, Nahui... por favor, necesito que lo creas —respondió ella sintiéndose de cierta manera incómoda. Sus pensamientos y sus recuerdos en brazos de otros chicos la hacían sentir extraña, Nahuel sabía todo de ella y aun así la quería, aun así la deseaba, pero no como un trofeo o como un objeto para pasar el rato, sino con el corazón.

—Te creo... Me gusta creerte —sonrió él y la besó en la frente.

Aneley se marchó sintiéndose feliz, enamorada, viva, esperanzada y agradecida con el universo por la llegada de Nahuel a su vida.

Ya en su casa ayudó a Maylen a prepararse para su cita, le prestó una de sus blusas y la maquilló suavemente, una vez que la chica se fue, se dedicó a prepararse ella. Más temprano se había metido a bañar y se había colocado unos tubos en el pelo para conseguir algunas ondas. Se vistió con el uniforme que le había conseguido Kristel y la túnica negra encima. Sonrió al observar la varita y notar el esfuerzo que había puesto su mejor amiga en conseguir trajes que se vieran muy reales. Entonces, se agitó el pelo como para dejarlo desordenado y se observó al espejo, la verdad era que le agradaba la imagen que le devolvía el mismo. Ya no había ojeras enormes bajo sus ojos, ya no había cansancio ni tristeza en su mirada, ahora tenía una sonrisa que casi no podía eliminar y un brillo especial tanto en su piel como en sus ojos.

—Un gusto verte de nuevo, Aneley —se dijo a sí misma. Se había extrañado mucho, había extrañado a la muchacha que un día fue. Una chica divertida, arriesgada y alegre que no temía enfrentar a la vida, que no temía vivir y experimentar lo que el mundo tenía para ofrecerle. Le agradaba verse al espejo y saber que a pesar de todo, ella seguía allí, que nada había logrado apagar su esencia.

Kristel la llamó para avisarle que la esperaban en el auto, tomó entonces su teléfono celular, lo guardó en su bolsa y salió sintiéndose bien, saltando de dos en dos los escalones y dando zancadas para llegar a la puerta.

Subió al auto en el asiento de atrás y se encontró con sus amigos igual de bien disfrazados que ella, la peluca pelirroja les quedaba simpática a los hermanos.

—Ese pelo se ve sexy —dijo abrazando a su novio y besándolo en los labios.

—Oh... por Dios —mencionó Kristel que iba adelante, Elián manejaba pues estaban en su auto—. ¿Sabes? Ella es mi mejor amiga y él es mi hermano, esto debería ser natural para mí, pero creo que no me acostumbraré jamás —afirmó mirando a su novio, el chico rio y negó, Kristel era pura ocurrencias y a él le parecía divertido.

—¿Nos vamos? —preguntó Elián y todos asintieron.

Ya en la fiesta, todo resultó muy agradable. Los cuatro amigos no se separaron demasiado, comieron y bebieron algo y luego decidieron ir a bailar. Aneley se concentró en Nahuel mientras Kristel disfrutaba de su novio. Por suerte, ni Max ni sus amigos estuvieron por allí esa noche, lo que hizo de la velada una mucho más tranquila. José no quiso ir por más que le insistieron, decía que disfrazado se vería más estúpido que de costumbre y no tenía ganas de ser el centro de los comentarios y las burlas. Los chicos le dijeron que no sería así, pero no lograron convencerlo, además, ¿qué iba a hacer él solo en medio de dos parejas?

La noche pasó más rápido de lo que pudieron percatarse, y cuando eran cerca de las cuatro de la mañana, decidieron regresar. Elián iba a llevar a Aneley primero y luego a los demás, sin embargo, justo cuando estaban en camino, el celular de Aneley sonó, era un número desconocido. La muchacha atendió pensando que podría ser su padre que andaba en alguna ciudad lejana y que podía necesitar algo.

—¿Hola? —inquirió—. Sí, soy yo, ¿quién habla? —preguntó. La sonrisa se le borró entonces del rostro—. Mi padre no está, soy mayor de edad... ¿Puedo ir por ella? Sí, está bien... yo me haré cargo.

Cuando cortó el teléfono, aún se sentía confundida y nerviosa.

—¿Quién era? —inquirió Nahuel al ver la expresión de su rostro.

—La policía... Maylen está detenida. Necesito ir por ella a la estación, ¿puedes llevarme Elián? —inquirió.

—Por supuesto... ¿Está bien? ¿Qué pasó? —preguntó el muchacho.

—No dijo mucho, no lo sé... —respondió.

—Vamos todos —zanjó Kristel—. ¿A dónde estaba ella?

—Dijo que iba a un cumpleaños del primo del chico con el que está saliendo. Estaba entusiasmada, pensé que era algo inofensivo... Ella me pidió permiso para salir y yo se lo di —dijo negando.

—Tranquila, seguro es un mal entendido —añadió Nahuel abrazándola.

—Espero que sí... estoy preocupada —agregó.

Minutos después, los cuatro bajaron en la estación de policías y no pudieron evitar atraer las miradas y sacar algunas sonrisas de los que allí se encontraban. Tampoco faltaron los comentarios irónicos por la forma en la que estaban vestidos, pero Aneley no tenía tiempo para eso. Se acercó solicitando información y entonces un policía le informó lo que había sucedido.

—Recibimos una llamada, los chicos estaban consumiendo drogas en esa fiesta y los vecinos nos alertaron —explicó—. Nos apersonamos en el sitio y detuvimos a todos los que encontramos allí. Su hermana es menor de edad y aparentemente no sabe mucho en donde se está metiendo, tienen que hablar con ella y tener más cuidado, esos chicos son mala influencia.

—Gracias, oficial —dijo Aneley aún sorprendida por la explicación. Le comentó al policía sobre lo que Maylen le había dicho, le dijo que pensaba que se trataba de un cumpleaños común y corriente.

—Entiendo, señorita. Lo único que le puedo decir es que esos chicos son peligrosos, no sé con quién estaba su hermana, lo que sé es que hay denuncias graves con respecto a algunos de ellos, aún no hemos podido hacer mucho y ya hemos interrogado a su hermana. Ella dice que no le ha sucedido nada malo esta noche, pero si usted sabe algo más o ella le dice algo, por favor, comuníquese conmigo —dijo dándole una tarjeta—, cualquier información nos puede ayudar a desbaratar a esa banda.

—Está bien, oficial —añadió mirando la tarjeta—. ¿La puedo llevar ahora? —preguntó y el hombre asintió.

Aneley esperó a que trajeran a Maylen y al verla le dio un abrazo, la muchacha se sentía avergonzada y confundida, sin embargo la mayor de las hermanas no quiso hacerla sentir así, sabía que no era bueno en ese momento, ya hablarían luego. Maylen se echó a llorar.

—Tranquila, ya vamos a casa —afirmó Aneley.

—Cuídense —dijo el oficial al verlas partir—. Y avisen si saben algo.

Maylen subió sin decir palabras al auto de Elián y en un silencio profundo, el chico manejó hasta la casa. Nadie hizo preguntas ni comentarios, Nahuel solo tomó la mano de Aneley para darle fuerzas y una vez llegados a la casa le preguntó si estarían bien o querían que se quedara.

—No, ve a dormir, estaremos bien... tenemos que hablar —susurró la muchacha al oído de su novio, él lo entendió y sintiéndose preocupado las dejó solas. Deseó que su padre regresara pronto, a veces la idea de que estuvieran solas en esa casa durante las noches, no le agradaba en absoluto.

Maylen ingresó delante de su hermana y una vez adentro solo pudo pedir perdón. Aneley se sentó en la sala y la llamó para que la acompañaran, necesitaban hablar y eso es lo que harían.

Subo este cap para festejar que hoy NPNP cumple un año en la plataforma, pero estoy triste porque mi país quedó fuera del mundial :(

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