CAPÍTULO 6:


Al despertar lo primero que hago es entrar a ducharme. La verdad no puedo quejarme de la bañera, es blanca y enorme. Además, cuenta con diversos productos en la estantería: Agua de rosas, burbujas, jabón, shampoo, aceite lubricante para juanetes, acondicionador...espera, ¿leí bien? ¿Juanetes? Tomo el frasco para ver la etiqueta con más atención: "El aceite lubricante para juanetes, <<Juanete Feliz>> cuenta con extractos de fruta de la pasión, que le otorga una consistencia sedosa de efectos afrodisíacos, así que no solo podrá tener los pies de su juventud, también volverá a sentir la adrenalina desenfrenada de..." ¡¡QUE ASCO!!

Lo arrojo a un rincón con total repugnancia y enfado. Cada día el Tío Berto está más desagradable.

Después de permanecer en el agua lo máximo posible (no es que esté demasiado frío, por suerte esta casa cuenta con calefacción generalizada...pero, ¿a quién no le gusta el agua caliente?) me visto y salgo. Casi en seguida va papá, Nacho y por último mamá.

Bueno, ahora a enfrentar nuestra triste realidad: Tenemos hambre; pero se desencadenó una tormenta de nieve afuera y papá no puede sacar el auto así como así. Igualmente ya le advertimos a mamá, es más probable que nos la comamos a ella antes que a esas asquerosas y duras papas.

Nos encontramos en el living, viendo las llamas como si en cualquier momento nos fueran a mostrar maravillas, pero ni eso sirve para ignorar lo que pasa.

Todos nuestros estómagos gruñen en sintonía, dándonos una remota idea de la rebelión que estamos sufriendo por dentro, ya hasta imagino mis intestinos devorando a uno de mis riñones...

— ¿Qué tal si contamos un par de historias de terror para pasar el tiempo? —Papá está sentado en el sillón con mamá, mientras que Ignacio y yo nos pusimos en la alfombra, acariciando a Anaís.

—Papi, mejor di que nos vamos a morir de inanición, eso sería más honesto —. Nacho se agarra la cabeza con ambas manos y las arrastra por su cara. Sí, mi hermano es especial, pero tiene razón.

—A ver, nadie en esta familia va a morir de nada, ¿entendido? Ustedes no saben lo que es tener que comer un pez o dos al día —. Y ahí aparece mi madre con su clásica enseñanza...sí, ya nos contaste que conociste a papá en un avión, y que terminaron en una isla. También que los rescató el tío Sheng. Pero vamos, no puedes negar que hay hambre.

—Sin embargo, sí sabemos lo que es estar encerrados en una cabaña, sin internet, sin comida, sin televisión...—y, como si mis quejas no fueran suficientes, las luces se apagan de la nada, dejándonos casi a oscuras— ¡¿Y sin luz?! ¡Maldita sea!

Ella abre los ojos a lo grande y se incorpora:

—Emily...no maldigas.

Abro la boca sin poder creerlo...¿que no maldiga? ¡No hay nada que pueda empeorar estas vacaciones!

— ¡Tú vives maldiciendo!

Frunce el ceño:

— ¡Yo tengo como cuarenta años!

—Ah sí...como eres una vieja puedes decir lo que quieras, ¿no?

—Amores...

— ¿A quién llamas vieja? ¡Soy tu madre! Un poco de respeto —. Me señala.

—Además, ¡papá me contó que eras una caldera caliente a mi edad! ¡Tengo el mismo derecho que tú!

—Hey, por favor...

— ¡¿Que tu papá dijo qué?!—Se voltea hacia él— ¡No puedes dejarme mal parada frente a los niños!

—Eh...

— ¡Mamá! ¿Puedes dejar de gritar aunque sea un día? —Extiendo los brazos.

— ¡No lo sé! Después de todo soy una vieja loca, ¿no? —Realiza gestos con las manos.

—¡¡ESCUCHEN LAS DOS, MANGA DE INMADURAS!! —Oh, se enojó papá...él casi nunca se pone así...tal vez nos excedimos. Le prestamos toda nuestra atención, aunque claro, ninguna suelta su cara de perro constipado— Se van dar un abrazo, se van a disculpar y contaremos las tontas historias de terror hasta que pase la tormenta. ¿Quedó claro?—Asentimos al mismo tiempo, y obedecemos a papá al pie de la letra. Luego cada quien se sienta en su respectivo lugar, suspirando —. Bien —dice conforme— una vez leí en internet que aquí en las montañas habita una criatura enorme, salvaje y peluda, que gruñe en busca de víctimas humanas. Se dice que las arrastra a su cueva, ¡donde las mata y se las come! —Recrea las garras del animal con los dedos y muestra los dientes.

Mamá sonríe de costado, viéndolo con amor:

—Cariño, ¿a ti te parece una historia de terror?

Se molesta un poco:

— ¿Qué? Al menos Anaís sí se asustó —señala al animal, pero este solo estaba limpiándose el hocico—. Bueno, está bien, ¿quieres intentar?

—No, lo que te faltó agregar es que de verdad ocurrió...y que el mismo tío Berto me contó lo que pasó con uno de sus inquilinos. Era un turista francés muy apuesto, y siempre se jactaba de ser el más valiente del lugar. Una noche, durante un fogón, alguien mencionó la historia del Yeti solitario, uno que había sido expulsado del Himalaya por los de su misma especie debido a las costumbres horrendas que tenía...

— ¿Y cuáles eran esas?—. Genial, ya me enganché en la historia.

Ella sonríe y se inclina hacia adelante:

—El canibalismo.

Abro los ojos por el poder de su imaginación, no porque esté asustada...creo.

— ¿Y? —Ahora es Ignacio quien quiere saber más.

—Se decía —continúa— que el Yeti solitario vagaba por las zonas nevadas, destrozando cualquier ser que se le cruzara. Incluso cuentan que llegó a estas tierras oculto en un barco que más tarde se encontró destruido...con toda la tripulación asesinada dentro —hace una pausa—. El punto es que todos estaban enterados de que existían reportes de animales muertos en las inmediaciones...pero al francés no le importó. Ignorando las advertencias, se fue al día siguiente con una linterna, una cámara y su arma...quería cazar al supuesto "Lobo" que había causado tanto revuelo. Se le vio marchar temprano...pero nunca regresó. Mi tío, preocupado, fue con unos amigos y sus perros a buscarlo unas horas más tarde...siguieron sus huellas, hasta que desaparecieron en medio de unas gotas de sangre. Todo estaba roto, las cortezas de los árboles se abrían como si unas enormes y monstruosas garras hubieran lanzado zarpazos al aire, rastros de todo tipo en la nieve, más sangre, pólvora...Sin embargo, lo más perturbador no fue la evidencia de una lucha con algo, no. Lo más perturbador fueron las enormes marcas de pies que se perdían en la espesura del bosque congelado...y la cámara ensangrentada que había quedado enganchada en una rama cercana.

Volvieron a las cabañas solo con aquello y la conectaron a la computadora. Por fortuna, habían logrado recuperar la mayor parte de la información, incluyendo el último video...donde lo gritos desgarradores del joven y gruñidos altísimos funcionaban como sonido de fondo. Las imágenes solo eran manchas confusas llenas de blanco, marrón, rojo...hasta que casi al final, cuando la cámara cayó y no se oía más que una pesada respiración llena de soplos roncos...pudieron vislumbrar como una enorme bestia blanca cargaba con el cadáver del muchacho. Después eso, el tío Berto prohibió la entrada al bosque...y me ha contado que siente ,en los días helados como este, los quejidos hambrientos del monstruo, que busca desesperadamente probar la carne humana de nuevo.

Mamá acaba con una risa malvada y todos, todos quedamos traumatizados. Papá, está pálido viendo a la nada, y yo, bueno...digamos que me dieron un poquito de ganas de trancar las ventanas. ¿Y Nacho?

—Ey, Nacho, ¿estás bien? —Le pongo la mano en el hombro. Él tiene el rostro rojo, muy rojo y tiembla.

—No...me hice pipí —. Acaba llorando de la vergüenza.

— ¡Oh! Mi amor, cuanto lo siento —nuestra madre se acerca y lo levanta rápido mientras van al baño—. Vamos, mamá te va ayudar con eso, ¿sí?

Y nos dejan a nosotros dos solos. Y no, no vamos a limpiar aquello, ella lo provoca, ella lo limpia.

Papá libera el aire de forma áspera y comenta:

—Solo tu madre es capaz de hacer una cosa así...ya nos traumó al niño.

Ruedo los ojos y me encojo de hombros:

— ¿Recuerdas cuando me contó sobre la llorona?

Asiente haciendo una mueca:

— ¿Me lo vas a decir a mí? Fui yo el que tuvo que afeitarse de memoria por casi seis meses debido a que no querías saber nada de los espejos —. Se ríe.

—Sí...menos mal que solo son historias.

En eso, un sonido proveniente de afuera nos detuvo, algo así como un...gruñido.

—Emm...papá, ¿oíste eso?

Dios, creo que mi corazón acaba de irse saltando.

Con la expresión congelada en confusión (y miedo), clava los ojos en la puerta.

—Sí...hay algo del otro lado —. Automáticamente se aproxima a mí y me cubre con los brazos.

Los dos tragamos saliva, pero decido dejar el seguro refugio de mi padre y marchar con paso tembloroso hacia la ventana, él no deja que vaya sola, sino que también viene. Poco a poco nos acercamos a la luz que sale desde afuera. Estoy tan asustada, que hasta el más mínimo rechinido por parte de la madera, me eriza todos y cada uno de los vellos...

NARRADO POR DEREK:

A ver...soy padre, se supone que no puedo ser más miedoso que mi hija. Pero esos sonidos raros no ayudan mucho que digamos. Ya, lo más probable es que se trate de una estupidez, la sugestión, sí, eso...es la sugestión.

Una vez en la ventana, colocamos nuestras caras contra el vidrio. La tormenta no nos deja ver más que pequeños e incontables copos de nieve moviéndose de un lado a otro. No...no hay nada.

— ¿Ves cariño? Solo éramos nosotros —.La calmo con una risa despreocupada.

Un bulto negro salta sorpresivamente, enorme y peludo.

—¡¡ES EL YETI SOLITARIO!! —Caemos hacia atrás en un grito rotundo y nos arrastramos como podemos sin despegar la vista de aquello.

La sombra golpea la ventana y gime...ay, ay, ay... ¡Rápido, un palo, escopeta o bazooka!

Me levanto y tomo la mano de Emily, que continua en el suelo con los ojos más que abiertos.

—Amor, toma ese atizador, en la chimenea, yo me haré con el otro —.Asiente sin decir nada y corre hasta allí, me pasa uno. El peso del objeto me da algo de seguridad, pero no la suficiente como para no sudar.

Le indico que haga silencio con el dedo índice. Nos acercamos, cada quién a un lado de la puerta, pido que se coloque detrás de ésta por si acaso.

—Em...cuando yo te diga, abrirás la puerta. En cuando avance, la cierras y vas con tu madre, ¿bien?

Frunce el ceño, preocupada:

—No, yo iré contigo...sabes que no podrás solo.

—Pero...

—No podemos perder más tiempo, papá.

Me sorprende su seriedad, y aunque soy capaz de noquearla con tal de que esté a salvo...tengo miedo porque termine empeorando la situación, como en el bar.

Afirmo el hierro en mis manos y dirijo la mirada a la entrada, donde los golpes y balbuceos son más insistentes. Emily agarra el pomo, nerviosa, y clava sus oscuros ojos en mí, esperando. Trago saliva una última vez y...

— ¡AHORA!

En cuestión de segundos estamos afuera, golpeando con un grito de guerra al monstruo que nos acecha. Como la tormenta no nos deja ver bien, damos palazos al aire.

— ¡Oigan!, ¡oigan! ¡Deténganse!, ¿quieren? —Hay un hombre hecho un ovillo en la nieve, con la cabeza escondida entre los brazos. Cuando paramos, levanta un poco su barbuda cara, cubierta casi en su totalidad por una capucha peluda y unos lentes para la nieve— ¿Qué diablos les pasa?

Esto nos descoloca bastante...¿qué acaba de pasar?

—Escuchamos el gruñido...—Murmura mi hija, viendo hacia todos lados, confundida.

El hombre por fin se pone en pie, algo dolorido, y se queja:

— ¿Gruñido? ¡Fue mi maldita moto de nieve! —Señala con el pulgar y por supuesto que hay un vehículo ahí, lleno de cajas—. Vine a entregar unos víveres cuando Berto me dijo que no quedaban. Me asomé por la ventana porque no parecía haber nadie. Llamo a la puerta...¡Y ustedes se me tiran encima con unos maniáticos!¿Qué les pasa?

NARRADO POR EMILY:

No puede ser... ¡Estaba segura de que se trataba del animal! Peludo, grande y gruñón (sigo sospechándolo). Ajj, mi madre y su habilidad manipuladora. Ahora mi padre tiene que explicarle al hombre:

1) Por qué lo atacamos igual que bárbaros hambrientos (y ya de paso, decirle que nuestro problema no se debe a la falta de comida).

2) Por qué no debe demandarnos por acoso y violencia.

3) Por qué creímos que se trataba de una criatura de las nieves, siendo una chica de diecisiete y un hombre de cuarenta con los que está hablando.

4) Por qué, aunque no lo parezca, no tenemos ningún tipo de retraso o deficiencia mental.

A pesar de nuestras infinitas disculpas, el hombre no nos creyó...pero cambió de opinión cuando mamá apareció y le rogué que le contara una de sus historias de terror. No solo empalideció tres tonos menos, sino que justificó completamente nuestro temor y antes de marcharse, le dijo a papá algo así como: "Esa mujer da miedo", lo peor es que sonrió y le respondió: "Lo sé, es mi esposa".

¡Hola! ¿Cómo están? Quería agradecerles por sus  estrellitas y sus lindos comentarios :3, más allá de que no los responda. Bueno, si quieren les explico el problema: Sufro de un mal llamado "Vagancis cerebral aguda" con un poco (bastante) de "Falta de memoria de corto, medio y largo plazo", desgraciadamente la cura no la han inventado (o no me enteré, o me olvidé debido a mi estado). Pero sepan que a pesar de todo las quiero mucho...mi corazón vibra cada vez que se ríen de algo que estos locos hicieron, cada vez  que me dedican palabras bonitas. ¡PORQUE LOS QUE SUFRIMOS LA ENFERMEDAD TAMBIÉN TENEMOS SENTIMIENTOS! :') 

Si les interesa colaborar, les dejo el número de cuenta para depositar... Ok, no XD. ( Bueno, si me quieren dar dinero tampoco me quejo :V).

 Ya, ya paro, perdón >_<.

¡Saludos desde mi rincón! :D

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