CAPÍTULO 18:


NARRADO POR EMILY:

Sé que estamos cerca, por eso cada uno de nosotros se encuentra más nervioso que langosta en restaurante caro.

—¿Y qué vamos a hacer cuando lleguemos allí? — pregunta Nacho. Buen punto, hermanito. No tenemos un plan.

—Pues ustedes se quedarán aquí mientras yo ingreso, haciéndome pasar por uno de ellos —. Alto ahí, ¿quedarnos?

—Sí cómo no...tú, extraño, vas a rescatar a nuestros padres. ¡Te lo prohíbo!

—Soy el mayor, y el único que conoce la franquicia —Desvía los ojos momentáneamente hacia mí— son hombres peligrosos, Emily. No me puedo dar el lujo de arriesgarlos así.

—¿Por qué te preocupas tanto por nosotros? —¡Me exaspera! ¡Este tipo es lindo, bondadoso y no gay! ¡Vamos, muéstrame un defecto!

—Me parecen buenas personas y...creo que esto fue por mi culpa.

—¡¿Qué?! —Me giro ciento ochenta grados, completamente consternada.

Me envía una mirada de disculpas, una que se puede meter ya sabe dónde si de verdad fue su responsabilidad.

—Es que últimamente nuestra compañía está ganando nuevos clientes, y por lo que sé, el jefe ha "adquirido" —realiza las comillas unos segundos, soltando el volante— una receta revolucionaria, la llama "Amanecer mexicano". Consta de una salsa bastante picante con un poco de aguacate y unos nachos por arriba bañados en...—me le quedo viendo con pesadez— ya, eso no importa. El asunto es que les ha robado la fórmula del aderezo a los Frijolitos.

—¿Cómo lo sabes? —Esta historia suena estúpida, pero hagamos de cuenta que es interesante para que no se sienta mal.

—Escuché al jefe accidentalmente cuando salía de mi turno, estaba en el callejón con una anciana—alterna la vista entre mí y la calle—. Ella le dio un papelito y le sonrió mientras le decía algo sobre por qué su nieto no le había pedido la receta él mismo, que por qué mandaba a un amigo.

—¡Engañó a la señora! —Ignacio se horroriza. Bueno, ¿soy la única que lo ve exagerado y tonto?

— Sí, es por eso que estoy planeando buscar otro trabajo. No me agrada la idea de convivir con mentirosos. Soy un informante, no un ladrón—suspira—. Tal vez quisieron ir por mí y tomaron a tus padres por equivocación.

Nos mantenemos en silencio unos minutos, hasta que nos detenemos frente a un local de chapas oxidadas con un taco mal pintado. Tiene un aspecto bien mugriento, tanto así que, juro, vi a una cucaracha cambiar de senda.

—¿Me estás jodiendo? —Sonrío de costado. Donde sea una broma le rompo la nariz y cada uno de sus salidos músculos escondidos.

—No, esta es la guarida principal. Esa cosa es una fachada. Detrás está la casa del Rey de los Frijolitos.

Me río. ¿Estoy formando parte de una película infantil? Falta que el malvado sea un ogro y que mis padres hayan sido transformados en sapos. Cuando termino, tanto Nacho como Harry me increpan silenciosamente. No pueden exigirme seriedad, no pueden.

Nos bajamos, ocultándonos atrás del auto, tomo mi lápiz y comienzo a rayar la vereda:

-Un trozo de pizza.

- Un círculo.

- Una estrella.

—Bien, el trozo de pizza eres tú, el círculo es Nacho y la estrella soy yo —Señalo cada uno. Hago un par de flechas indicadoras— Nacho y yo distraeremos a los que encontremos en la entrada, tú te colarás haciéndote pasar por conserje...

Harry larga una risotada. ¿Dónde está el chiste? Porque yo no lo veo.

—Emily, creme. Soy el más indicado para la maniobra —me regala una semi sonrisa bastante sobradora— espérenme en el auto.

Frunzo el ceño y le clavo el índice en el pecho. Estúpido y creído de nariz minúscula:

—No podrás hacerlo solo. Por más que tengas algo de músculo, no es nada comparado con los mafiosos que pueden haber allí. Hay que usar la inteligencia, no la fuerza —. Decreto.

—Lo sé bien —se pone serio de repente— por eso es que no deben intervenir. Eres joven e impulsiva y tu hermano muy pequeño. No te preocupes, no serán capaces de sorprenderme...

Ah, ¿no? Yo te voy a sorprender, tarado.

Lo agarro firmemente de la ropa y le doy un beso en los labios. Lo suelto unos segundos después, triunfante.

Parpadea, completamente descolocado e incapaz de largar palabra. ¡Ja! Aprende a no juzgar...

—Bueno, me sorprendiste —carraspea—. Y también verifiqué tu carácter impulsivo —. Desvía la mirada y observo un poco de rojo en su cara, lo cual creo que es contagioso, porque estoy igual.

Pero espera...¿Y los reclamos de Ignacio?

Muevo el cuello de un lado al otro y ni señales de él.

—¡¿Nacho?! —Me pongo de pie, sumida en el pánico— ¡Nacho! — Harry cubre mi boca.

—Mierda, se lo llevaron mientras discutíamos —gruñe con frustración— ¡Te dije que era peligroso!

—¡Mmmm! —Mi hermanito no, ¡no! Se hubieran llevado a este imbécil y nos hacían un favor.

Me levanta sin esfuerzo alguno y me encierra dentro del auto, ignorando mis insultos, gritos y golpes al vidrio. Es idéntico a mi padre, con razón se caen tan bien.

Lo observo meterse en la cueva del lobo sin nada más que su presencia. ¡Lo van a matar! Dios, como la mente femenina, tengo que aportar un poco de brillantez. Ahora...analicemos la situación.

1) La llave no está puesta, el muy maldito se la llevó.

2) Mi celular tiene carga, pero llamar a la policía no es una opción.

3) Tengo una navaja suiza en la guantera, si no recuerdo mal. ¿Podría usarla como arma? Sí, Emily, seguro que el fideo andante que tienes por cuerpo puede apuñalar a un hipopótamo con pistola. Genial, ya estoy hablando conmigo misma otra vez.

4) Podría tener un arranque de locura y conducir el coche hacia esa achacosa construcción y jugar con el factor sorpresa. De ahí en más...improvisar.

Miro la pantalla de mi móvil y una idea presuntuosa y peligrosa surca mi mente. Oh sí bebé, van a conocer mi lado Díaz.

Busco en Internet como una saeta un tutorial sobre "Cómo encender un coche sin las llaves". Menos mal que papá ama a este cacharro. Los modelos más actuales son complicados. De todas formas, están de moda las "nuevas antigüedades".

Después de arrancar tapas, seleccionar y pelar cables, maldecir ochocientas veces, revisar el video otra vez, preguntar en Yahoo!, casi electrocutarme y dejar el circuito irreconocible, por milagro, consigo el ronroneo del motor.

Mi padre no ha querido enseñarme a conducir. Pues que se joda, aprenderé hoy yo sola. Sólo debo poner la palanca esta y...¿qué pedal es? Ah, ya.

Levanto la cabeza. Del otro lado me espera una colisión que podría matarme.

Bueno, me lancé desde una ventana, aquí por lo menos tengo air bag.

¿O este no tiene? Por mi tranquilidad mental, haré de cuenta que sí.

Me coloco el cinturón y reafirmo mis dedos en el volante:

—¡¡Nadie se mete con mi familia!! — Hago las maniobras necesarias y avanzo, adquiriendo velocidad a medida que cruzo la calle.

Cierro los ojos cuando todo a mi alrededor se convierte en ruido y destrucción. Mi cráneo baila zumba y pronto la bolsa de aire se activa, asfixiándome.

Manoteo el globo enorme que me cubre la cara una vez el auto se detiene. No pisé el freno así que... se rompió, ups.

Toso por el polvo y abro la puerta, o eso intento, porque se cae liberando un estrepitoso sonido de lata vieja.

Me quito el cinturón y salgo un poco tambaleante. Está todo lleno de escombros, ¡no veo nada!

Muevo la mano de un lado a otro y en cuestión de unos instantes la cosa se aclara, mostrándome al menos unos seis tipos enormes con armas de fuego, mirándome sin expresión alguna.

Ok, este no fue el efecto sorpresa que esperaba.

Utilizo mis ojos rápidamente y observo un cartel semi caído en el que se lee: "Baby shower y fiesta de no divorcio". Mmm, extraño. Pero es una fiesta, y toda fiesta tiene...

—¡Ta dán! —Me abro de piernas y estiro los brazos, sonriendo— ¡El entretenimiento ya está aquí! —Intento disimular el sudor y mi constante pensamiento de "Me van a asesinar"

—¿Y tú quién eres, güerita? —El más bestia del sitio, con al menos tres metros de alto y dos y medio de ancho, arruga sus pobladas cejas y me apunta con el revólver— ¿Por qué rompiste todo?

Rápido, habla Em, di algo, lo que sea:

—Soy Emilia —ni borracha les tiro mi nombre en inglés—, su jefe me contrató para la fiesta. Me pidió una entrada sorpresa, y como tiene el dinero suficiente como para restaurar todo esto...—Pasan unos segundos en silencio y mis pantalones temen ser mojados. Pero por suerte alguien más abre la boca:

—Tiene razón, al Jaimito le encantan estas cosas —levanta una botella de tequila, dando su aprobación— ¡Pos únete al Karaoke! —¡¿Cantar?! ¡No sé cantar! ¡Es mi fin!

—No sé si yo...

—¡Sí! ¡Que cante, que cante, que cante! —Los machos dan palmadas y gritos.

Espero que mi familia sepa que la amo, y que me humillé hasta el fondo del tarro por ella.

Busco en la selección de canciones. Todas mexicanas y más viejas que momia jubilada. ¡No me sé ninguna! Maldición, hasta aquí llegué.

Un minuto...

Paquita la del barrio, "Rata de dos patas". Seh, será un placer cantarla. Una vez la descubrí por casualidad, y me resultó tan graciosa que la aprendí. Jamás pensé que formaría parte de mi vida.

—¡Esta canción va dedicada a mi ex! ¡El desgraciado me engañó el día de su cumpleaños! —Ellos aúllan divertidos y me animan.

Voy de principio a fin, entonando:

"Rata inmunda

Animal rastrero

Escoria de la vida

Adefesio mal hecho

Infrahumano

Espectro del infierno

Maldita sabandija

Cuánto daño me has hecho

Alimaña

Culebra ponzoñosa

Deshecho de la vida

Te odio y te desprecio

Rata de dos patas

Te estoy hablando a ti

Porque un bicho rastrero

Aún siendo el más maldito

Comparado contigo

Se queda muy chiquito

Maldita sanguijuela

Maldita cucaracha

Que infectas donde picas

Que hieres y que matas

Alimaña

Culebra ponzoñosa

Deshecho de la vida

Te odio y te desprecio

Rata de dos patas

Te estoy hablando a ti

Porque un bicho rastrero

Aún siendo el más maldito

Comparado contigo

Se queda muy chiquito

Me estás oyendo inútil

Hiena del infierno

Cuánto te odio y te desprecio

Maldita sanguijuela

Maldita cucaracha

Que infectas donde picas

Que hieres y que matas

Alimaña

Culebra ponzoñosa

Deshecho de la vida

Te odio y te desprecio

Rata de dos patas

Te estoy hablando a ti

Porque un bicho rastrero

Aún siendo el más maldito

Comparado contigo

Se queda muy chiquito"

Al acabar, la sala parcialmente destruida estalla en vítores y aplausos.

—¡Esa es una hembra que se respeta!

NARRADO POR HARRY:

Encerrar a Emliy estuvo mal. Pero es la única manera de mantenerla a salvo. Esa chica está mal de la cabeza, ¡me besó por la fuerza! Me quedé con ganas de más...¡Pero no importa! Es, es una niña. ¡Una niña demasiado extraña!

Borro los pensamientos para concentrarme en dónde pasar. Es un pasillo angosto color mostaza con algunas puertas de madera. Por ahora no me he cruzado con nadie, pero es cuestión de tiempo, el lugar es más laberíntico de lo que suponía. Agudizo el oído: Risas y choque de envases de vidrio. Deben estar aquí en la izquierda, en la primera entrada. Sus hombres se han reunido en esa habitación, pero no creo que la familia esté ahí.

De la nada, un rotundo golpe hace temblar las paredes y de manera instintiva llevo mi espalda hacia atrás. La gente tose y hay algunas quejas...¿Qué demonios acaba de pasar?

Espero con el corazón acelerado el sonido de las balas, o algo que indique una batalla inminente, pero en vez de eso, música.

Alguien canta espantosamente mal, una mujer joven.

Por favor...dime que no es ella. Dime que no.

Qué digo, ¡por supuesto que lo es!

Ingreso lentamente y veo en todo su esplendor, la escena más irreal del mundo. Emily tiene un micrófono en mano con el que emite insultos de distinta índole. Los hombres (todos armados) aplauden al ritmo de la canción, metidos en la atmósfera. Ah...y, ¿esa masa de hierro retorcido que larga humo es el auto? Me estás jodiendo. ¡¡Y ella quería que usara la inteligencia!! ¡¿Acaso es estúpida?! Ni sé por qué lo pregunto, es obvio que algo le falla. Algo grande.

Cuando nuestras miradas se cruzan, realiza un ademán para que me vaya. Sin embargo, es tan poco disimulado que se dan vuelta y me cavan sus grandes ojos de depredadores latinos.

—Huelo a gringo —. Escupe uno.

Me quedo quieto, muy quieto. Si muevo un pelo, soy hombre muerto. Y más si descubren que trabajo en la pizzería. Sip, me van a masacrar, destrozarán mi cuerpo y lo harán carne picada para nuevos tacos que le obsequiarán a mi madre. Eso van a hacer.

—¡Franco! ¿Qué haces aquí? —¿Eh? La drogaron— Él es mi hermano, Franco Jesús De la Huerta.

Por Saturno, no creo que me vaya a meter en esto.

—Perdona, hermanita. Es que mamá quería saber dónde metiste la harina de las tortillas—reprobaría actuación, es un hecho. Igual creo que estos se han tomado más de una y nos creen, más o menos.

— Al lado de los huevos, detrás de la sal. Como siempre —. Se enoje de hombros.

— Mejor ven, que ella sola no encuentra las cosas.

Los tipos no se convencen demasiado, diría que son mayores las sospechas.

—Déjala, que no terminó el show —el peludo del sillón me mira mal. Noto por el rabilo del ojo cómo Emily se pone nerviosa. Estamos en un aprieto—. De seguro tu jefa la encuentra.

Sonrío con pena y estrujo mi cerebro para hacer surgir la imaginación:

—Nuestra madre es ciega, y sin saberlo se acostó con un gringo —liberan un suspiro de horror al unísono— dos veces —me lamento. Uno de ellos hasta se desmaya de la impresión—. Por eso somos así, y por eso necesito a mi hermana. Si no luchamos juntos como familia, no saldremos adelante.

Ella aprovecha la conmoción y corre a abrazarme:

—¡Es tan doloroso, hermano, tan doloroso! — mientras me envuelve con sus brazos susurra— Bien metida, ahora busquemos al resto.

—Te odio —. Hablo de igual manera.

Justo planeamos salir de la mano como una linda pareja fraternal cuando nos detienen.

—Yo no les creo ni madres —. Gruñe. Apunta con su pistola hacia nosotros. Pongo a Emily detrás de mí.

Pero ella no entiende lo que es una situación de riesgo y corre, arrastrándome consigo:

—¡Ahí se ven, idiotas! —Grita, atravesando la puerta.

Las balas nos rozan, hacemos una curva cerrada y nos dirigimos a la puerta del fondo en el instante en que comienzan a salir.

NARRADO POR EMILY:

¡Dios! ¡Dios! ¡Dios! ¡Por mi boina! ¿Qué acabo de hacer? ¡Nos persiguen!

Entro como toro alzado sin importarme si reviento mi cara contra la puerta y la cierro, poniendo una mesa cercana repleta de cosas (con la ayuda de Harry) contra esta.

Sin aire suficiente me doy vuelta y...

1) Mamá está aquí.

2) Papá está aquí.

3) Nacho está aquí.

4) Hay un pastel de tres pisos con un cochecito de bebé encima.

5) Un cartel que dice "¡Feliz no divorcio y Baby shower!".

6) Flores, muchas flores y hombres fornidos, idénticos a los que nos quieren matar. Excepto por un viejo gordo y bigotón que está detrás de la torta.

—¡¡EMILY!! —Vienen hacia nosotros y nos abrazan con fuerza. En este momento ella no puede atenderlos, está intentando entender qué sucede, llámenla en un día o dos.

¡JO! ¡JO! ¡JO!*Se atora por culpa de una miga de budín con chispas de chocolate y comienza a boquear, finalmente se recupera* Lo siento. Simplemente quiero desearles una muy feliz Navidad a todas esas personitas especiales que están detrás de la pantalla. Mi corazoncito pa' ustedes :'D.

¡Saludos desde mi rincón! :D.

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