CAPÍTULO 11:


Después de tres Guerras Mundiales, un Apocalipsis, el descubrimiento de la cura de dos enfermedades mortales y una colisión planetaria...Escriboymegusta actualizó su historia XD. Sé que decir lo siento no es suficiente. Pero es que ha pasado de todo este año. ¡De todo! Entre algunas cosas, se me había borrado un gran trozo del libro. Ahora por fin estoy a muy poco de terminar, así que traigo capítulos nuevos. Espero que les gusten. Entendería si nadie los lee, pasó una vida desde la última vez. Tranquilos, comprendo (no se vayan, ¡LES PAGARÉ, NO ME DEJEN! Lloraré en la oscuridad...cholita T_T). Bueno, eso es todo. ¡Saludos desde mi rincón! :D.


Ok...después darme una respuesta de esa magnitud, no me quedó otra que huir nuevamente, pero esta vez por la entrada, y ya de paso, recuperar mi libreta, si es que todavía queda algo. Lo único que me consuela es que la cara de Neithan debe estar arrugadísima y fea.

El frío mortal me abraza por delante con mucha fuerza. Hundo mi nariz en la bufanda y entrecierro los ojos...hay demasiada nieve para mi gusto, diría que mucho más que antes. Donde siga así, no podremos salir de la casa.

Camino precavidamente hasta quedar debajo de mi ventana. Investigo el lugar, incluso excavo en la zona, pero no, no hay ni pista de mi libreta... ¡Tenía cosas importantes ahí! Soy estúpida.

Al regresar encuentro unos paquetes amontonados en la entrada, apilados y asegurados con una cuerda. Tal vez ya estaban ahí y no las noté por la rapidez con la que salí. Mmm...mejor las entro, puede que sean de Harry.

Las levanto en un quejido y las llevo conmigo...Pero aguarda un momento, ¡es pizza! ¡¡es NUESTRA pizza!!

Una gran sonrisa se instala en mi rostro, y mejora el ánimo que tenía por el suelo...ya puedo comer hasta morir con la excusa de un desengaño amoroso.

Cierro la puerta estrepitosamente, haciendo saltar a Harry y Papá, que está sentado a su lado con una taza de lo que parece ser café. La mochila con la que apareció descansa a sus pies, sin ser abierta.

—¿Qué traes ahí? —Curiosea mi padre.

—¡Comida! —La dejo en el suelo y me tiro en otro de los asientos, llevándome su reproche. Siempre odian que haga eso...¡pero vamos! Por algo hacen los almohadones tan inflados— ¿Y Mamá?

Señala la escalera y rueda los ojos:

—Con Nacho, tratando de convencerlo para que se vaya a acostar.

Frunzo el ceño:

—¿Qué hora es?

Mira su reloj unos instantes:

—Las cuatro.

Wow, no suelo quedarme despierta tan hasta tarde, todo fue culpa de este tipo. Él nota mi mirada, porque carraspea antes de hablar:

—Lamento el atraso y los problemas...lo único que puedo hacer es que la comida vaya por mi cuenta— Se rasca la cabeza, incómodo. Su cabello reacciona, sacudiéndose al ritmo de sus dedos.

¿Pizza gratis? Espectacular, salvarlo valió la pena.

—No te preocupes, pagaremos —le da un sorbo al café—. Pero yo ser tú, voy denunciando a la pizzería, ¿cómo puede ser que te mandaran a ti? ¿No tienen un dron o algo parecido?

¿Cómo que pagar? ¡No! ¡Papá! ¿Por qué tienes que ser bueno en momentos como éste? A veces creo que tendría que ser más como Mamá.

—Es una de las pocas que mantiene la tradición... ¿No leyó el eslogan? "¡Las entregamos donde sea! Llueva, nieve o truene!" —Dice imitando la voz de un comercial—. De todas formas, no me dijeron que tendría que venir a una montaña, de haber sabido me hubiese abrigado más —Se cubre la cara con las manos—. Creo que seré despedido...

—Oye, no es por ser un entrometido, pero... ¿Por qué no cambias de trabajo? Creo que arriesgarías menos tu vida —. Se encoje de hombros y desvía los ojos.

—Es que se trata de un trabajo de medio tiempo...y lo necesito para la Universidad.

Papá se sorprende bastante. Sonríe y apoya los codos en sus piernas.

—¿Universidad? Vaya...¿qué vas a estudiar?

Su pregunta parece cohibirlo un poco:

—Aún no lo sé, señor... Me gusta bastante la astronomía.

—Wow, qué bien... ¿Sabes? Cuando era joven también me gustaba...eso y acampar. Dime, ¿tú pescas?

—A decir verdad...

Y ahí caigo en la cuenta de que sobro en la conversación. No entiendo...¡es un chico! ¡El sexo opuesto! ¿Por qué Papá no muestra su lado celoso y enfermo?

Ruedo los ojos, suelto un bufido leve y tomo una caja sin pedirle permiso a nadie. Y más vale que no me digan nada porque:

1) Fui engañada por mi novio.

2) Perdí mi libreta.

3) Son las cuatro de la mañana y no he podido pegar el muy bien el ojo.

4) Tuve demasiados ataques de adrenalina hoy.

Mi repentina hambruna es absolutamente justificable.

Al subir a mi habitación, me encuentro con Mamá y Nacho, quien lucha por ver que hay más allá de los escalones.

—¡Mamá! Por favor... ¡No tengo sueño! ¡Quiero jugar con el nuevo!

—Amor, está recuperándose, cuando te levantes en la mañana podrás estar con él. ¿De acuerdo?

Hace un puchero:

—¡Pero!

No puedo creer lo buena hermana que salí:

—Hey, Nacho, ¿vamos a comer pizza en mi cuarto? Mira que si no vienes me la quedo yo —. Muevo las cejas con provocación.

Se lo piensa con mirada inquisitiva unos segundos, pero como todo niño, termina cediendo a la comida chatarra fuera de hora.

Mamá me da las gracias (justo después de decirme que no podemos comer demasiado...y por supuesto que le voy a hacer caso, porque claro, nosotros preferimos nutrirnos con vegetales orgánicos...noten el sarcasmo).

No acabo de cerrar la puerta cuando Nacho se arroja a mi cama y se sienta estilo indio.

—¿Qué sabes del nuevo? ¿Va a quedarse? ¿Es un hermanito que Mamá me ocultará pensando que no sé lo que es el embarazo?

Me río por su ocurrencia al tiempo que abro la caja. Está un poco fría, pero debe saber genial. Me coloco a su lado y lo rodeo con un brazo:

—Se llama Harry, es repartidor. Ahorra para la Universidad y le gusta la astronomía. Y no, no es un hermano nuevo... ¡Ni lo menciones! ¡Bastante tengo contigo, feo! —. Bromeo. Él responde con una leve sonrisa, sin dejar de ver el círculo de masa condimentada que nos espera.

Comemos poco a poco todas las porciones hasta que nos rendimos al sueño.

Despierto con la sensación de algo peludo en mi boca...donde sea una rata, voy a vomitar.

Pero no, se trata de la coronilla de mi hermano. Todo su cuerpo está sobre mí...y agradezco que sea un niño, porque si no, mis pobres músculos estarían más aplastados que el soufflé que hice a los diez años.

—Nacho, despierta —. Me quejo sacudiéndolo.

—Mmmm...—Se gira, clavando su lindo codo en una de mis pequeñas para seguir durmiendo. Ah, no, ya me enojé.

—¡Levántate o meteré tus dinosaurios en el horno! —Ya lo hice una vez, y nunca volvieron a ser los mismos. Él abre los ojos de golpe y se reincorpora asustado.

—¡No! ¡Todavía no he jugado con el tricératop! —Cuando lo veo, descubro que tiene salsa por doquier...Ahg, este niño es un puerco.

—Ven, vamos a lavarte esa cara antes de que te vean —. Le tomo la mano y juntos bajamos las escaleras. Camino al baño le echo una mirada al sillón...la manta fue ordenadamente doblada en cuatro y la mochila sigue ahí...por lo demás, sin rastros del congelado. Bien. No es que el tipo me caiga mal ni mucho menos...pero tampoco es lindo recordar ese maldito incidente, y ni hablemos de que casi hago caca del susto...¡¿a quién se le ocurre aparecer así de la nada?! Comprendo que estaba muriéndose... ¡Pero igual!

Ambos no lavamos la cara. Antes de ir a la cocina me observo un par de segundos en el espejo...nada fuera de lugar (a no ser mi horrible pelo electrificado, y la marca de la sábana en mi mejilla izquierda...pero ni que amaneciera maquillada y con sonrisa brillante. Hablando de sonrisa, creo que tengo tomate entre mis dientes).

Gasto un mínimo de energía en hacerme un poquito más presentable, después de todo tenemos visita... ¿Qué hago? Pues...me enjuago la boca y ya.

En cuanto atravesamos la puerta del comedor, todas las miradas se posicionan sobre nosotros como búhos en el bosque, incluido el repartidor, por supuesto.

Saludo con la mano (normalmente les daría un beso en la mejilla...pero no, justo hoy no) y me pongo en mi lugar.

—¡Nuevooo! —Nacho corre a ver a Harry— ¿Vas a jugar conmigo a los dinosaurios? O, ¿prefieres jugar a los forenses?

Él sonríe y le desordena el cabello.

—¡Hola! Tú debes ser Ignacio, ¿no? —mi hermanito asiente con mucha ilusión...¡vamos! ¡ni que fuera un famoso! —Lo siento amiguito, pero tengo que trabajar.

—Exacto, él tiene que irse pronto porque si no lo van a despedir—. Sonrío y me lo llevo conmigo, ¿quién me dice que el tipo no es pedófilo?

—¡Emily! —Mamá me recrimina (lo hace mucho últimamente). Papá tuerce la boca, incómodo.

—Déjela...tiene razón —. Me sonríe con su falsa simpatía. Puaj, me está dando asco. Debe ser un...un asesino serial que se acerca a las familias con malas intenciones—. No he hecho más que abusar de su hospitalidad, mejor me voy retirando —Se pone de pie—. El desayuno estaba delicioso, muchas gracias a todos, de verdad.

Claaro, ahora yo soy la maldita que quiere echarlo a la nieve, ¡qué manipulador!

Mamá, Papá y Nacho me fulminan con la mirada...parecen parientes de Terminator.

—Quédate un poco más Harry, no le hagas caso a la bruja de ahí—"Bromea" Papá. ¿Se olvida de que soy su hija? ¡Tiene que defenderme a mí! ¡EL CINCUETNA POR CIENTO DE SUS GENES!

—Sí Harry, todavía es muy temprano... ¿No quieres quedarte a almorzar? — Mi madre, la que me tuvo nueve meses en la panza, la que me crio, insiste también.

Sí...adóptalo, será un estupendo hijo lame botas.

—No...descuiden, muchas gracias. Voy a buscar mis cosas—. Se va con paso normal hacia el living.

Me pongo en una silla libre, lista para comer. Los presentes se levantan y continúan viéndome mal.

—Tenemos que ir a despedirlo —. Papá comenta con gesto serio, me atrevería decir que hasta duro.

—Bueno, pues le dicen adiós de mi parte—. Sonrío con la esperanza de que dejen alimentarme de una vez. Pero es imposible hacerlo si me apuñalan mentalmente.

—TODOS tenemos que ir a despedirlo —. Ahora no solo su expresión es fría, su voz también. Por lo que no me queda otra que ponerme de pie cual soldado, e ir con la cabeza gacha.

Ya está todo preparado, le dieron ropa de abrigo, tiene el resto de sus pizzas en la mano, la mochila en el hombro. Genial.

—Déjame abrirte la puerta —. Sonrío con cortesía al tiempo que agarro el pomo con delicadeza y lo invito cordialmente a retirarse.

Él tuerce la boca como queriendo expresar: "Ya me voy, no es necesario que me odies aún más".

Ha comenzado a nevar con un poco de fuerza, y la nieve cubre unos...veinte centímetros de la entrada, pero no es grave.

Mis padres intentan retenerlo, pero se niega. Sonríe, saluda con la mano y nos da la espalda.

Lo veo marchar lentamente hacia donde, supongo, está la salida. Perdiéndose en la blanca nebulosa que no para de sacudir su ropa y envolverlo...hay mucho viento al parecer. Creo que me excedí.

Al cerrar y voltearme mi hermosa familia me da un abrazo cálido y me llenan de elogios por ser tan responsable, y deshacerme del extraño reparte pizza...mentira, más bien tienen deseos no tan ocultos de matarme.

—Fuiste muy grosera, y nosotros no te criamos así —. Mamá se cruza de brazos y alza la cabeza.

—Él no tenía la culpa de que te sientas mal, Em...

—Me tienen cansada con los retos y los reproches, ¡no soy perfecta! ¿Entienden? ¡Me rompieron el maldito corazón!

—¡Te vas a tu cuarto señorita! —grita mamá— ¡Y no bajes hasta que se te pase la altanería!

Les clavo los ojos a los dos y gruño. Una vez esta mujer dice una orden, todos tienen que acatarla, ¡estúpido matriarcado!

—¡Nadie me entiende! —marcho con paso apresurado hacia la escalera. Anaís, que justo pasaba por ahí, se detiene en mis pies y se trepa a mi pierna para que la tome en brazos, lo cual hago— ¡¡Solo ella!!— La sostengo por las patas delanteras, dejando su panza y su confundida cara expuesta a mis padres. Casi enseguida subo corriendo con el mapache bajo el brazo.

—¡¡Es macho!!—Reclama "Penélope".

—¡¡No me interesa!! —Doy un portazo y por fin quedo sin compañía humana.

Apoyo al animal en la cama y le acaricio su áspera cabecita.

—Tranquilo amigo, esa vieja decrépita no volverá a gritarte —sonrío al ver como baja y pretende jugar con mis botas —. Está bien, podemos ser amigos...¡Pero ni creas que entablaré una conversación contigo, no estoy tan loca!

Quince minutos después:

—Ya...¿pero has visto la mirada que me dieron? ¡Soy su hija! Y ese tipo puede ser un pedófilo, ¡incluso un zoofilo!

Para de mordisquear la pata de la cama para verme.

—Lo siento, no quise decir eso...¡pero tengo razón!

Anaís salta al colchón y de ahí rasca el vidrio de la ventana con sus negras y tiernas manos.

—Qué, ¿quieres salir? — Me muevo de rodillas y corro la hoja. Él sale disparado por la pared, la verdad envidio su habilidad. Mis ojos se desvían inevitablemente a la gran tormenta nevada que se está dando afuera. El pecho se me apurruña por la culpa...eché al chico, habiendo una ventisca.

Pero...¡fue él quien decidió irse!

Las voces de mis padres me hacen regresar sobre mis pasos y entreabrir la puerta. Están en su cuarto, por lo que percibo.

—Ay Derek, me siento mal...espero que el muchacho esté bien. ¿Has visto la tormenta que hay afuera?

—Sí, está horrible. Pero le dimos abrigo, puede que llegue antes de que todo empeore.

—No lo sé...debe estar congelándose, aparte, avanzar con tanta nieve es casi imposible.

Cierro de nuevo, con los pulmones llenos de culpa y angustia...incluso mi mente colabora con mi propio martirio:

1) Va a morir congelado (otra vez).

2) Encontraré su cuerpo cuando regrese a casa, con el brazo extendido y el rostro desesperado.

3) Lo peor es que lo confundiremos con un bache, y cuando vea hacia atrás, descubriré que lo atropellamos.

4) Mis padres me considerarán una asesina y tendré que vivir en un sótano alimentándome de arañas y ratas, seré el secreto oscuro de la familia.

5) Y todo, todo será mi culpa.

No, no lo permitiré... ¡es mi deber hallarlo!

Con una valentía que no es digna de mí, me abrigo con todo lo que encuentro y pienso una manera de escapar... por la puerta es un hecho que no, jamás dejarían que saliera...pues, la ventana será.

Pongo mis manos en la madera y...ah, me falta avisar. A ver, no soy tan irresponsable como para desaparecer así sin más.

Busco mi lápiz y, como ya no tengo libreta, no queda de otra de rayar la pared: "Mamá, papá. Voy por Harry. Ya vuelvo :)". Wow, ¡me quedó bonito! Creo que lo borraré cuando me vaya.

Ahora sí, a practicar mi muy probable intento de suicidio.

La apertura, obedientemente cede ante mi tacto y me deja ver de nuevo el fondo. Trago saliva y observo alguna vía "segura", pero, aunque el nivel de la nieve es superior al anterior, no es suficiente como para arrojarme...Pero Emily Freeman nunca abandona una idea. Mmmm...¡ya sé!

Me hago con las sábanas, colchas y almohada y las tiro afuera. Afortunadamente se forma un montón más suavecito...creo que puedo.

Me siento en el borde, un tanto nerviosa, y dejo colgar mis piernas. Aunque no quiera, me detengo a apreciar la caída de varios metros que me espera.

—Dios, si vas a matarme, más te vale mandarme al cielo —. Cierro los ojos, aflojo mi cuerpo y...caigo. El frío me ataca como serpientes enojadas y la sensación de vértigo me hace querer gritar, pero presiono mis dientes para impedirlo.

Entonces, un golpe. Levanto los párpados esperando no ver a un portón dorado y por suerte no, solo es la cabaña un poco borrosa, pero después de un par pestañeos estoy bien.

Me pongo en pie con cuidado y muevo mis miembros. Más allá del dolor por la caída, no aparece ningún hueso expuesto ni músculo hinchado. ¡Wow! ¡eso fue emocionante! Sin embargo, no lo haré otra vez...soy heroica, no retardada.

P9W5

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