CAPÍTULO 7:
Dormí abrazada a una tortuga y no pienso negarlo, pero ella me abandonó en el alba como un amante que huye. ¡Wow! Hoy desperté poética, será una canción. Definitivamente un Hit, lo llamaré "Mi gran amor, la tortuga". Sí, y la compondré golpeando unos cocos, y con mi cabello, eso, haré un violín con mi cabello y una vara.
En mi campo de visión aparece un muy mojado y sonriente Derek sin camisa, sosteniendo un pez que no deja de menearse.
—¡Buenos días!, ¿quieres desayunar?
Parpadeo un par de veces:
—No puedo creerlo, ¿Derek de buen humor? Es la peor pesadilla de todas —.Sonrío.
Pone los ojos en blanco mientras se dirige al fuego, yo me pongo en pie y camino también. Su piel ya está libre de ronchas, pero mucho más bronceada, al igual que la mía, sólo que a él hay que agregarle lo pinchos negros que tiene dispersados por toda la mandíbula. Ah, no, espera, que mis piernas deben lucir igual... ¿O no? Con cuidado levanto mis pantalones y...oh ¡Dios, Virgen y todos los muñequitos del pesebre!, ¿tan rápido? Genial, cuando nos rescaten me van a confundir con un gorila caquéxico...
—¿Qué haces? —Ya está asando el bicho, y ahora me mira con una ceja alzada.
—Observo la magia del cuerpo humano —. Levanto mis pantalones hasta la rodilla para que sepa a qué me refiero.
—No sé de qué te quejas, a mí me pasa en la cara —.Se rasca la barbilla con molestia.
—Ya, pero a los hombres no les afecta, podrías quedar atractivo igual —. Pongo los brazos en jarra y frunzo el ceño.
Él se me queda viendo de una manera muy extraña y con una sonrisa aún peor:
—Espera, ¿te das cuenta de lo que acabas de decir?
Oh no, esto es malo Penélope, ¿qué le dijiste a este idiota? Vamos, piensa por un momento, procesando...procesando...no...NO, ¡¿CÓMO?! ¿Lo llamé atractivo? ¡¿Qué rayos me pasa?!
¿Dónde tengo los ojos? No te preocupes Pen, inventa algo que te salve de la situación, algo inteligente...
—¡El pescado se quema! —Señalo con ojos bien abiertos. Él voltea por un momento y yo salgo corriendo como histérica. Sin mirar atrás.
Lo escucho gritar luego de unos segundos:
—¡Cuando vuelvas encararemos el tema!
Presiono los párpados... ¡Maldición!, ¡olvidé que él nunca olvida nada! Pues bien, no pienso regresar, tengo todo lo que necesito...excepto fuego, agua y comida.
Golpeo mi frente con la mano varias veces para acomodar la única neurona que creo tener y me siento a descansar un rato las piernas, y ya de paso, pensar algo para mejorar mi persona, y no, no estoy hablando de yoga, lo que mi cuerpo precisa en este momento es ropa nueva, pues mis pantalones ya parecen mugre y mi manga corta, mugre. Además, hasta mis calzones (los cuales lavé luego del encuentro con el simio) lucen algo...sí, mugrientos.
Si al menos tuviera un coco, podría crear ese gracioso sostén de hula, pero como no, despliego mis otras opciones:
1) Cortar la ropa que ya tengo para transformarla en una especie de traje.
2) Buscar pasto, hojas o algo así para crear una falda.
3) Descuajaringar al maldito mono que casi me deja desnuda y usar su piel como taparrabo.
4) Noquear a Derek (usar una piedra más grande) y robarle la ropa para hacer algo bonito.
Aunque la opción cuatro es muy tentadora, la más sencilla y rápida por ahora es probar suerte con lo que hay.
Tomo la tela de una de las piernas de mis pantalones (que afortunadamente es bastante delgada) y comienzo a rajarla lentamente y con fuerza hasta un poco más por encima de la rodilla. Hago lo mismo con la otra, aunque esta quedó un poco más corta... Nah, impondré moda.
Con mi playera hice un lindo bikini, ¿cómo? Solo la anudé. ¿Por qué no lo hice antes? Porque quería preservarme completa el mayor tiempo posible y no lucir como una naufraga hecha y derecha. Pero ya qué, cuatro días en una isla no los pasa cualquiera.
Ya un poco más aliviada (el calor me estaba matando) me dirijo hacia la espesura para obtener hierba lo suficientemente dura como para hacer algo. Después de ver millonadas de palmeras encuentro unas hojas no venenosas y bastante grandes. Sí, haré mi falda. (Decidí que mejor dejo los pantalones para después).
Tomo unas cuantas y las entrelazo alrededor de mi cintura con unas tiritas flexibles vegetales (y por supuesto que las saqué de una palmera, no hay otra cosa).
Mi abuela me hacía unas parecidas cuando era pequeña y quería jugar a las hadas, pero no tenía idea de que sería capaz de reproducirlas.
Salgo con una sonrisa triunfante, y seguiría sintiéndome así si no fuera por mi tonto estómago y su costumbre de arruinar los momentos.
Decido que es hora de ir con Derek, en realidad mi panza lo hace, pero da igual.
Camino pateando arena con los pies, tranquila, hambrienta, pero tranquila.
Y justo cuando estoy por llegar, siento algo húmedo escurrir por mi pierna, desvío la vista algo asustada y ahí lo veo: Sangre.
Maldita...sea, mi período. Ni se me había pasado por la cabeza. ¿Ahora qué hago?, definitivamente no hay toallitas en ninguna parte, pero tampoco puedo ir sangrando por la vida. Ay, y encima tengo a un chico por compañero, que está a unos pocos metros de mí, en cualquier momento vendrá y notará esta cochinada. Emm, bien, tal vez me dé tiempo de correr otra vez...si me apresuro.
—¡Oye, pensé que nunca volverías, la comida casi está lista! —Oh no, viene trotando hacia acá, ¡rápido Pen, ocúltate, entiérrate o algo! Ya, si me agacho no verá nada, sí, es mejor... Coloco mis rodillas contra el suelo como si fuese a rezar y no me muevo de ahí. Cuando se acerca y ve que no me levanto, su gesto se transforma a uno confundido y preocupado— ¿Qué te pasa?
—Nada, ¿por qué?
Evita la vergüenza Penélope, evita la vergüenza.
—Porque te pusiste roja como trasero de mandril, usas hojas por ropa y estás tirada en la arena, ¿acaso eso es normal? —Alza una ceja, sí, lo hace mucho conmigo.
—Eh... — ¡maldición!, ¿porque tengo que ser yo la de los ovarios?— estoy perfectamente, gracias —. Aparto la mirada, esperando a que se vaya.
—Vamos, dame la mano —. Me tiende la suya con tono aburrido, como si lo mío fuese un capricho.
—N-no deberías... —Me la toma y sin esfuerzo hace que me incorpore, viendo entonces que, efectivamente, hay algunas gotas de sangre debajo de mí.
Escondo mis ojos, ahora mismo no quiero ver su cara, y tampoco quiero que observe la mía. Genial, apuesto a que debe estar asqueado o riéndose.
—Está, está bien — susurra al tiempo que presiona mis dedos con suavidad— haremos algo con eso. Sólo... —libera el aire— mejor ven.
Me lleva hasta la zona de la mochila, donde descansa su campera azul (la suele usar de almohada, y la verdad parece mullida).
Me suelta, se inclina sobre ésta y sin previo aviso, rasga la tela, dejando la guata al descubierto.
No me lo creo:
—¿Qué haces?
Sus labios se curvan en una sonrisa un poquitín orgullosa:
—Improviso —agarra un poco del relleno, lo coloca entre dos telas de algodón y me lo da— .Aquí tienes...espero que sirva —.Clava sus ojos en mí como si esperara respuesta.
Quedo estática por unos instantes, es que no sé qué decir...fue muy amable de su parte, incluso lindo. Muerdo mi labio para evitar una mueca extraña y me le acerco con los pómulos calientes. Está bien, lo haré una única vez...
—Gracias —. Beso su mejilla y me voy a cambiar entre la espesura. Por cómo quedó, lo tomé por sorpresa. Espero que haya sido una buena.
Comimos en silencio, cada quien pensando en sus cosas, yo por ejemplo, en que no quiero saber más del pescado en unos días... ¡Me tiene harta! Juro que sí mañana tengo que comerlo otra vez, cruzaré el mar a nado e iré a una pizzería.
Me alimentaré de algo que no parezca vivo...como... ¡Fruta!, sí, conseguiré fruta.
Estuvimos todo el día buscando piedras para el SOS, hablando alguna que otra cosa sin sentido, por ejemplo, descubrí que tiene diecisiete, su color favorito es el azul, le gustan las hamburguesas con queso, y que sus amigos le dicen Dek. Pero como se supone que somos enemigos simbióticos (sí, lo acabo de inventar), lo llamaré Derek de todas formas. ¡Ah!, y su apellido es Freeman, raro en mi opinión.
—¿Y a ti, qué te gusta, Pen? —Desde que rebelé mi sobrenombre, el tipo no ha dejado de usarlo, algo me dice que lo hace a propósito, no sé si será por la sonrisa boba que pone, o porque arrastra las letras al pronunciarlo, pero puede que sean imaginaciones mías...puede.
—Pues...los videojuegos, los gatos, el helado de cereza con chocolate y la pizza—. Asiento conforme con mi respuesta.
—¿Los videojuegos? —Sonríe incrédulo.
—Claro, me gusta la competencia...y los lindos protagonistas.
—Humm —se rasca la barbilla y me lanza una mirada de mafioso—. Datos interesantes... ¿Así que a la competitiva Pen le gustan los militares musculosos?— Hace como si estuviese acalorado, abanicándose.
Le golpeo el brazo para que deje de ser tan idiota, pero él sólo se ríe.
—Pues bien, es lo mínimo a lo que puede aspirar una chica sexy como yo —. Hago una pose "sensual", sin contar la mugre, las greñas, las ojeras, etc, etc, etc. Pero no dura ni tres segundos porque suelto la carcajada.
—¿Perdón? El único sexy aquí soy yo, es más, no sé cómo has podido resistirte a este cuerpazo de soltero—. Se señala entero con ambas manos y sonrisa petulante. No mentiré, Derek tiene un físico bien cuidado y proporcionado, pero si se lo digo, probablemente deje de ayudarme a sobrevivir, así que...
—¡Ja! Igual a como lo hicieron las demás.
Finge estar dolido, secándose una lágrima ficticia:
—Eso fue una patada baja, aunque no es que pudieras llegar más allá con esa estatura.
—¡Que mido uno cincuenta y ocho! Soy completamente normal, no es mi culpa si tienes problema con eso—. Me cruzo de brazos.
Sacude la cabeza con resignación:
—Vamos a mojarte para que te calmes un poco, enanita —. Sin previo aviso me carga como bolsa de papas y corre hacia el agua.
—¡Derek, suéltame!, ¡suéltame, estoy con el período! —Sacudo los pies y los brazos pero es como si se lo hiciera al aire— ¡Idiota!, ¡que me sueltes!
—¿Estás segura?
—¡Sí! —Grito sin siquiera darme cuenta de lo que está a punto de hacer.
—Como tú quieras...
Me arroja al agua de lleno.y quedo completamente sumergida, luego de escuchar el "splash" provocado por mi espalda. Apenas si pude gritar antes de que pasara...sé que tendría que matarlo, pero fue divertido, sí, fue divertido.
Salgo con una gran inspiración estilo "Tiburón" y estallo en risas.
—¡Eres el chico más idiota que he tenido el disgusto de conocer!
Hace una reverencia ridícula:
—Puedo decir lo mismo de ti.
Le tiro agua como si me creyera ametralladora, y por suerte, estaba tan distraído que recibió todos y cada uno de mis disparos... ¡Muere!, ¡muere acuáticamente, Derek!
Él se aproxima para detener mi masacre, me atrapa igual que un pulpo y comienza a darme vueltas, haciéndome reír a lo loco.
Cuando se cansa me baja y quedamos enfrentados, lo veo y puedo decir que está feliz, ambos lo estamos.
—¿Qué te parece si te vas a acostar pequeña? Se está haciendo tarde —.Me guiña un ojo.
Asiento con una leve curvatura de boca.
La verdad, tanto ejercicio, entre la caminata y el agua, me ha molido los huesos. Así que luego de reunir palitos para la fogata, me siento a descansar.
Mientras Derek enciende el fuego observo el horizonte, y no me agradan nada esas nubes horribles que vienen hacia acá, tan negras y ásperas como el terciopelo del sarcófago de un vampiro, definitivamente malas... Espera, ¿eso que vi fue un rayo? Ay no, no, no.
Un estruendo interrumpe mi pensamiento haciendo que libere un grito y salte en el lugar. Odio las tormentas, con su ruido y su agua y sus luces... Pero tal vez se vaya, ¿no? Eso espero, si apareció tan rápido, puede darse al revés.
—Argh, qué porquería, tendremos que dormir en otro lado —.Informa mientras levanta las maderas que ni siquiera pudo frotar.
—¿A dónde, a la selva? —Sonrío con sarcasmo.
—Pues... Sí.
Mis párpados se abren a no dar más, ¿así que era cierto? Tendremos problemas...
Caminamos apresurados, él sostiene las ramas y yo llevo la mochila con las botellas y mis "toallitas" precarias. Parecemos unos de los programas de sobrevivientes, ah, espera, somos sobrevivientes.
La lluvia nos alcanzó a mitad de camino, y digo camino porque hoy en la mañana, durante nuestra incansable búsqueda de piedras, encontramos una cueva con algunas de ellas dentro. Decidimos dejarlas ahí para llevarlas a la costa después, pero ya, el punto es que se transformó en un refugio anti-lluvia, o al menos algo parecido. Bueno, tiene un colchón de hojas para cada quien...supongo que es un lujo.
Al entrar suelto un suspiro de alivio, porque juro que grité como en "Psicosis" cada vez que algún maldito ruido tormentoso se hizo presente.
—Bien, intentaré encender esta cosa, tú si quieres podrías hacerme el favor de no gritar.
Ok...puedo hacer eso, es fácil.
Un rayo enorme cruzó el cielo iluminando la cueva como si hubiese una lámpara. Y por supuesto, vino acompañado del más grande estruendo.
—¡Ahh! —Chillo al tiempo que golpeo mi colita contra las piedras— ¡Auch!
Me ve con mala cara antes de seguir con su trabajo, incluso le escuché murmurar algo así como "Era mucho pedir".
Después de un rato, él chasquea la lengua con negación:
—Está muy húmeda, hoy toca dormir a oscuras —. Dice mientras se acomoda en su montón correspondiente.
—¿Puedes intentar otra vez? —No estoy nerviosa, sólo creo que si oigo otra explosión más moriré de un síncope.
Tiene los ojos cerrados y los brazos detrás de la cabeza.
—No, lo siento.
—Nah...no importa, ni que fuera una niña —.Lanzo una risa rápida y estúpida.
Me envuelvo las rodillas con las manos para no brincar otra vez y tarareo mentalmente alguna canción boba que me distraiga. El continuo repiqueteo de la lluvia no ayuda en nada, tampoco los destellos irregulares que iluminan los nubarrones igual que paparazzis gigantes con sus cámaras; sólo sirven para mantenerme en un estado de alerta constante, peor que en una maldita película de suspenso...¡mejor truena de una vez!
Y el bondadoso cielo, como me quiere tanto, casi parte el suelo donde estoy sentada del estruendo que hizo... ¡Estúpidas nubes, rayos y ovnis! No tengas miedo Pen, sólo debes esperar a que acabe...aunque escuché que en estas zonas las tormentas son muy comunes.
Al pensar eso no tengo más que meter la cabeza entre las rodillas y suspirar.
—Hey, ¿estás asustada?
Humm, veamos:
1) Estamos en una cueva.
2) A oscuras.
3) Hay tormenta.
Definitivamente estoy asustada.
—Sí —. Respondo con la voz ahogada por la falda.
Hace una pausa:
—¿Qué haces cuando algo te da miedo?
Pienso por unos segundos:
—¿La verdad? Si veo una película de terror, me acuesto con mi hermana.
—Ah, y... ¿Cuántos años tiene?
Esto es lo más vergonzoso:
—Nueve —.Tuerzo la boca y escondo aún más la cabeza, pero qué le vamos a hacer, ella es la valiente de la familia.
—Ok, no voy a reírme...no voy a reírme —asegura—. Bueno, un poco —libera una carcajada fresca a la que yo respondo con un gruñido y el infaltable insulto a su inteligencia—. Si permito que te acuestes aquí, ¿dejarás de gritar como una desquiciada?
—Depende, ¿tú dejarás de ser tan feo?
—Lo que sí dejaré de ser, es amable contigo.
—Bueno, bueno, voy. ¡Pero sólo porque es absolutamente necesario! Además, juro que donde te pases de listo te castraré con las uñas.
—Cariño, probablemente te las romperías —. Al llegar le golpeo la cabeza —¡Bien! Me callo.
Se corre un poco para dejarme espacio y me coloco como puedo sin tocarlo. No sea que me contagie la peste.
—Descansa —digo.
—Tú también.
—Se lo decía a la piedra del rincón.
Escucho una risa por lo bajo antes de que un estruendo resuene de nuevo haciéndome gritar... Va a ser una noche larga, muy larga.
¡Feliz cumpleaños a mí! ¡Feliz cumpleaños a mí!... Sí, más allá de la fecha que haya puesto en mi perfil (la cual no tengo idea) ¡hoy es la fidedigna! Y quise festejarlo subiendo no uno...sino DOS, ¡DOS capítulos extra! Voy a llorar :'D. Por favor, de regalo quiero comentarios y estrellitas. ¡Muchas gracias por leer!
¡Saludos desde mi rincón! :D.
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