CAPÍTULO 14:
Si no lo maté fue por no ensuciar con sangre la única ropa que tengo. Porque juro, juro que tuve mis manos sobre su cuello bastante tiempo...diría que hasta un poquito de más.
Lo odio, ya lo dije, odio a Derek Freeman con todas mis fuerzas, en verdad, debí dejarlo revolcándose en la selva cuando lo encontré. Incluso le voy a hacer un monumento a la serpiente.
No lo he visto desde que casi lo ahorco de manera no accidental. Al menos en eso fue inteligente...si llego a tener su cara en frente, lo destrozaré igual que un perro a su peluche. Pero él no es mi peluche, no, es un grano en mi trasero, una piedra en mi zapato, una mosca en mi sopa, un...un... ¡Un pepino en mi hamburguesa! Odio los pepinos, son verdes, largos y flacuchos...como él.
—Maldito hombre pepino —. Escupo con fastidio mientras entrelazo con fuerza las cintas vegetales para mi nueva falda (y no cerebro, no me hagas recordar que recibí a esos japochinos sin más que mi playera estirada). ¿Qué pasó con mis hermosos pantalones? Los extravié...ya ni recuerdo cómo, pero es cierto, ahora tendré que cubrir mi honra con hojas hasta que nos encuentren...o se acaben las plantas, pero supongo que para ese entonces ya me habré convertido en salvaje.
Veo que se me termina la tira y busco otra con el ceño fruncido, tanteando la arena sin despegar la vista mi creación. Una llega a mí junto con una voz irritantemente conocida:
—Hola...
—¿Qué quieres? —giro mi cabeza dispuesta a gritarle cuando noto que trae flores, un pequeño ramo de florecitas blancas con aspecto aromático— ¿Qué? —Es lo único que pudo decir sin sonar absolutamente sorprendida, pero lo estoy, por supuesto que lo estoy.
—Lamento haber arruinado nuestro escape... —baja la mirada y se rasca la nuca, nervioso— ¿Aceptarías mis disculpas? —termina la oración en un susurro y me tiende las flores lentamente, como si temiera a que las arrojara o lo golpease. Bueno, puede que sea un poquito malhumorada, pero hasta yo necesito que me traten como dama al menos una vez en la vida.
Igualmente, como tengo algún parentesco con el dios de la maldad, lo hago sufrir por al menos un minuto. Guardando silencio y frunciendo el ceño.
—N...sí —tomo las flores, abrazándolas con delicadeza—. Gracias —. Sonrío y las huelo para descubrir un aroma a miel que me envuelve, muy dulce. Me recuerda a los desayunos, hummm, extraño los desayunos.
Cuando las acepto se anima a verme otra vez, con un brillo de alivio.
—¿Te gustan?
—Son muy lindas —. Asiento con los labios curvados hacia arriba y algo de sonrojo, que puedo decir, admito que los detalles son mi debilidad.
Nos quedamos viendo un rato sin abrir la boca, yo sentada y él de cuclillas, bastante cerca uno del otro.
—Pen... ¿Me dejas hacer algo? —El tono que utiliza para hacer esa pregunta me pone nerviosa, no sé por qué, pero mi estómago lo siente. Trago saliva antes de responder.
—Sí —.Susurro sin dejar de verlo, algo extraño pasa, algo nos inunda y no se trata del agua. Una sensación para nada incómoda, pero que es capaz de alterar a cualquiera.
Él retira una de las flores del ramo y la lleva a mi oreja, rozando imperceptiblemente mi mejilla con sus dedos, dejando un rastro de calor donde pasa. La flor se queda allí de forma obediente, pero su mano baja hasta mi rostro de imprevisto, y aunque se movió con extrema lentitud, mi cerebro no es capaz de captarlo. Está en estado de suspensión, o más bien en estado de "¿Qué demonios está pasando?".
—Te ves hermosa —. Sonríe de forma dulce.
Bajo la vista avergonzada:
—No es cierto, estoy sucia, peluda y... —Me interrumpe tomándome de la barbilla para que alce los ojos.
—Lo siento, debí decir que eres hermosa — . Susurra al tiempo que acerca su rostro al mío y me besa. Derek, mi enemigo mortal, me está besando en este preciso momento. Por favor mente, grábalo y mantenlo en la carpeta, porque definitivamente no puede ir a papelera.
Dios, que besa bien, digo, se siente mejor que cuando Julio quería forzarme a hacerlo... No, pero está mal, está muy mal, deberíamos buscar una manera de salir de la isla y... ¡Me importa un comino!
Cierro los ojos rindiéndome y tomo su cara con ambas manos para que no se aleje. Su barba me recibe rapándome las palmas, pero no me molesta para nada, es más, hasta resulta varonil, sí ya lo dije, Derek es un hombre hecho y derecho, nada de Derekiana, nunca más.
Levanto los párpados en cuanto nos separamos y logro verlo por un instante con los suyos cerrados, respirando agitadamente (ok Pen, tú tampoco estás demasiado tranquila). Es una imagen un tanto extraña...si me la hubiesen mostrado sólo unos minutos antes, hubiera dicho que estaba teniendo un ataque o algo, pero nunca que me había besado.
Al abrirlos, su verde parece mucho más vivo y revuelto, como hojas enternecidas por la lluvia.
—Lo siento, lo siento fui un idiota...—sus palabras salen disparadas igual que un cohete— Yo...no sé lo que pasó, te vi y...lo jodí todo, ¿verdad? Lo siento —se cubre la cara con las manos y continua hablando así—. Puedes golpearme si quieres, me lo merezco.
Una idea cruza por mi mente y me hace sonreír.
—¿Puedo? —mi voz suena dura y seca, el asiente —Descubre tu cara y cierra los ojos, porque sí que va a ser doloroso—. Hablo entre dientes, como si estuviera enojada.
Derek libera un suspiro y deja caer los brazos a cada lado de su cuerpo. Afortunadamente sí me hizo caso, porque si no vería mi cara y no creería nada.
Espero unos instantes y me aproximo a sus labios, plantando un leve beso en ellos.
La expresión que tiene es digna de premio, en serio. Lanzo una carcajada por su reacción, pero él sigue estático, como ido.
—Tú... ¿tú me besaste? —Dice confundido.
Ruedo los ojos, sí que tiene retraso:
—¡No! Te besó mi abuela, ¿sabes?
Tuerce la boca en una semi sonrisa incrédula, hasta algo de rosa se deposita en sus mejillas dándole una apariencia muy tierna. Derek, cambia ya esa cara o tendré que besarte de nuevo, y eso supondría un gran gasto emocional para mí, porque no dejas de ser mi enemigo mortal, para que sepas.
—Pues tu abuela tiene los mejores labios del mundo —.Me da un guiño.
—T-tonto —murmuro—. Ya te pusiste raro —.Sonrío un poco y continúo con mi falda mientras él me mira haciéndola. Con la misma mueca, feliz.
Después de aquello no dijimos nada, así que no sé cómo quedan las cosas, ¿seremos enemigos con beneficio? O ¿nada? Igual, no me importa...ya, sí me importa, maldición. Idiota, por su culpa me va a costar odiarlo. Encima que si él no aborda el tema voy a tener que hacerlo yo, y no quiero. ¡No quiero! Nadie nunca me preparó para esto...
—Pen, ¿en qué piensas? —Estamos en la cueva porque hace un poco de calor y aquí es más fresco. El pez que Derek capturó está asándose en mi fuego (puedo llamarme Reina de las llamas, por fin). La verdad que al principio me angustió esto de dos comidas al día, pero ahora estoy más acostumbrada, de hecho creo que mi estómago está más plano— ¿Pen?
Termina de deshacer mis pensamientos cuando toca mi hombro.
—¿Qué? —Pego un pequeño salto.
—¿En qué piensas?
—Eh...en nada, sólo —presiono mis labios— nada, en que tengo hambre —. Me encojo de hombros viendo los ojos vidriosos del pez, que parece querer venganza. Lo siento amigo, debemos llenar nuestro estómago. Pero la verdad que comienza a darme miedo...
—Pues yo sí estaba metido en algo —rasca su barbilla—. ¿No recuerdas nada de la noche anterior?
Oh, cierto, había olvidado la laguna mental...bah, el pozo mental, porque una noche entera no la borra cualquiera.
—Sí, ahora que lo mencionas, recuerdo algo que tiene que ver con mi ropa interior y una canción—. Ok, eso sonó más que estúpido.
—¡Ja! Y yo que pensaba que lo del helado de chocolate era raro...
—¿Cómo? —Alzo una ceja.
—Sí, recuerdo que tú me hablaste sobre el helado.
—Estaba ebria, agradece que no te haya matado —.Le golpeo un brazo amistosamente.
Comemos el pez y decidimos quedarnos hasta tarde (no tenemos reloj, pero supongamos que es tarde) jugando un juego llamado "Lo que extrañas de la civilización", pero es sobre objetos, tampoco somos tan depresivos como para ponernos a llorar por amigos y familiares.
—La pizza —. Digo cuando es mi turno otra vez.
—Las hamburguesas.
—El jabón.
—El papel higiénico.
—Los autos.
—¿La escuela?
Quedamos en silencio unos segundos...
—Nooo —halamos al unísono y comenzamos a reír.
Lanzo un bostezo de la nada y me rasco un ojo.
—Oh... ¿La pequeña tiene sueño? —Sonríe de costado.
—Bueno, al menos yo no parezco que me voy a desplomar en cuanto pestañee.
—Yo no estoy así —.Se cruza de brazos.
—¡Claro que sí! Tienes los ojos rojos Derek, es una clara señal.
Los rueda.
—Que no.
—Que sí.
—Que no.
—¿Quieres apostar?
Su cara es la encarnación del temor:
—No, no Pen, la última vez que competimos por algo las cosas terminaron mal, muy mal—. Sacude la cabeza como un padre que acaba de escuchar una petición absurda por parte de su hijo.
—Eso es porque temes perder...
—Penélope... —.Advierte.
—Es un juego inofensivo...será sólo para demostrar que tengo razón.
Se calla un rato, suelta un bufido y me dirige una mirada pesada.
—Si te derroto, ¿dejarás de inventar cosas tan raras? —Me pregunta con un tono de duda.
—Sí, y si yo lo hago...no volverás a besarme—. Le digo seria. Ya está, me cansé de hacernos los idiotas, tal vez no encaré el tema de la mejor manera, pero lo hice. Por primera vez en la historia de la humanidad... ¡Pen lleva los pantalones! (Eh...falda de hojas cuenta, ¿no?).
Mi propuesta lo altera, lo sé por cómo todos sus músculos se contraen al mismo tiempo y los ojos se le abren de par en par.
—Pero, ¿a qué viene eso?
—Para que te tomes la competencia en serio —utilizo una voz coqueta que ni siquiera sabía que tenía, me le acerco, beso su mejilla con fuerza y me vuelvo a sentar en mi lugar—. Ese podría ser el último...
No lo muestra, pero está molesto, siempre que frunce los labios imperceptiblemente está molesto. Eso y cuando arruga su ceño, pero ahí más bien es por enojo. Baja la mirada, piensa unos momentos y cuando me ve, su brillo me sorprende:
—No perderé —.Afirma.
Ay Dios, Pen, creo que te metiste con un gran adversario...
¡Hola!, ¿qué tal todo? Tengo algo que comentar... ¡¡Muchas gracias por las estrellitas!! Juro que cuando empecé a verlas creí que Wattpad se había roto XD.
Pero voy a ser honesta, me sorprenden gente. Les agradezco de corazón.
También le doy las gracias a mi querida Darling por hacer esto posible (y por soportarme en esos viajes de veinte minutos :D) . Y a Paloma, que apoya fielmente esta historia y me hace sonreír con su entusiasmo.
Jaja, ya parezco haber recibido un Oscar.
¡Saludos desde mi rincón! :D.
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