06- ELLA SERÁ MÍA (ANDREW)
Ryan Gosling había sido despedido del papel protagonista de la serie The Mobsters por sus roces con la actriz que interpretaría a su pareja romántica.
Después de volver de la playa recibí el mensaje: "Sr. McConie, ¿sigue interesado en el papel?". Por supuesto que acepté, ya que viviría cerca de mi familia durante un tiempo. Luego me dijeron que fuera a la oficina a firmar los contratos, y después al estudio de vestuario de Vall. Me duché rápidamente, para quitarme el exceso de arena, porque las cosas pasan muy rápido en el mundo del cine, cada hora que pasa supone un aumento de los costes.
- ¿Puedo entrar? - me preguntaron mientras estudiaba mi personaje.
- Puedes -respondí sin darme cuenta de lo hermosa que era la dueña de la voz que me interrumpió. Sin embargo, pronto su estado de sueño me desconcentró por completo. Bostezo tras bostezo... ¡Qué agonía! Necesitaba ver quién era la persona más cansada del planeta. Por la forma en que la chica me miró, noté que me conocía. Aunque trató de no mostrarlo, sus mejillas se sonrojaron en el mismo momento, se volvió tímida.
No parecía americana. Tenía un acento diferente. Tal vez mexicana, puertorriqueña... No lo sé. Ella era diferente, tenía algo más que me gustaría descubrir. Era inevitable no mirarla. Me encantó el lunar que tenía en la mejilla junto a sus hermosos ojos marrones de color miel. ¿Y su sonrisa? ¿Qué fue eso? Una pena que sólo lo haya disfrutado una vez. Llevaba unas gafas demasiado grandes para su cara, pero de algún modo estilosos. Se notaba que era de la zona artística.
La aprendiz no parecía ser una fanática de mi trabajo. Me miró con seriedad y desconfianza. Me sentí intimidado. ¿Qué le he hecho? ¿No te gustó mi comentario sobre el nuevo traje? Supongo que sería demasiado trabajo para ella y, con ese cansancio inusual, debió de entrar en pánico.
Tras la entrada de Val, vi que una enorme tensión se instalaba en sus gestos. Conocía al diseñador desde mi primera película, había sido testigo de muchos llantos y estrés durante las evaluaciones. No quisiera que la joven estudiante pasara por los mismos disgustos.
- Oh, mierda... - Fue imposible contenerme. No fue un simple pinchazo. Cuando me abrí el traje, me di cuenta de que la gota de sangre manchaba mi camisa blanca. Era pequeño, sin embargo, sería la causa de un alboroto.
Estaba acostumbrado a quedarme en ropa interior para que los diseñadores de vestuario me vistieran, sin embargo, Cawola... creo que se llamaba así.... Al menos eso es lo que he identificado como .... La estudiante de pelos largos y castaños se mordía el labio, lo que me dio a entender que le gustaba lo que veía. De hecho, yo también disfruté de su tacto, aunque fuera frío. Confieso que tuve que pensar en otras cosas para no faltarle el respeto con una erección fuera de tempo.
¿Por qué tenía que ser tan torpe? Tienes razón en que su somnolencia interminable debería robarle toda su destreza. Ansiaba poder aclarar esa historia en un futuro próximo.
Vallentina la echó de la habitación. Ni siquiera pude despedirme. Me quedé inmóvil, descalzo, rodeado de un mar de alfileres. La diseñadora me prohibió realizar cualquier acción, sólo quitarme el traje inmediatamente. Y cuando vislumbró la maldita mancha roja, se le salieron los ojos.
- Vall, por favor... No le hagas nada a la chica - le rogué. Chasqueó la lengua, arqueando la ceja exageradamente. Tenía miedo.
- Mantén esa polla tuya lejos de mi interna. - advirtió ella, autoritária. No esperaba tu actitud.
- Joder, Vall. ¿Incluso tú? - bromeé. Resoplé, indignado por la fama que tenía. - ¿Es Cawola? - Miré a la mujer, riendo.
- Carola. Chico, lo digo en serio. La chica pronto se perderá en tus aventuras... Es una buena estudiante. Déjala en paz.
- No voy a hacer nada - afirmé, impaciente. Por supuesto que lo disimulé, por respeto a nuestra amistad. Pero ni siquiera Vallentina creer que yo tuviera un buen carácter, me entristecío.
Tres días después, volví al estudio muy ansioso, el miércoles. Era la última prueba de ropa. La grabación comenzaría después de las vacaciones de Acción de Gracias. Como iba a caer en jueves, decidieron que lo más lógico sería posponerla al lunes.
- ¡Andrew McConie! ¡No puedo creer que te esté viendo! - gritó un chico que pasaba por la puerta de la habitación. Margot, que estaba a mi lado, tuvo una crisis de risa con el susto que me llevé. - Oh, lo siento... Es que soy un gran fan suyo. Me encanta tu trabajo - Dijo el portador de la ropa más extravagante que me he encontrado en mi vida.
- Gracias - sonreí, tímido por el cumplido.
- Yo también soy un fan tuyo, Robbie. No te pongas celoso - le señaló a ella. Todos nos reímos. - Así que he traído tu ropa. Espero que todo esté bien ahora. - Puso la capa protectora de los trajes en la percha.
Pronto nos probamos el traje y finalmente terminamos los ajustes, todo fue perfecto. Me pregunté si esa pieza había pasado por las manos De la interna que no salía de mi cabeza.
Preferí creerlo, sonreí ligeramente frente al espejo, recordando su mordida de labios. Quiero conocerla mejor.
Seguramente se quedará en nada, como siempre. Se supone que tiene qué, ¿18 años? Podría ser mayor a pesar de parecer bastante joven, tenía demasiada responsabilidad. Aunque eso no tiene mucho que ver. He trabajado con adolescentes que superan en número a los adultos por mil a cero... 22 años, creo que es la edad. 12 años de diferencia no es tan malo...
- Vamos, Andrew. ¿Dónde vas a comer? - preguntó Margot, que sería mi pareja romántica en la serie. Cogí mi mochila de la silla y me puse una de las correas en el hombro.
- Voy a una barbacoa. Mira, si hubiera gente normal allí, te invitaría. Pero ese no es el caso...
- No, está bien. - Sonrió, sacudiendo la cabeza.
- Lo digo en serio. Sólo habrá hombres, se volverían locos con la Harley-quinn entre ellos.
- Lo dejaré para otro momento. No hay problema, mi amor - Se puso de puntillas y me besó la mejilla.
No podía creer que estuviera en el conservatorio y no encontraría Carola. Mientras caminaba hacia la moto, decidí volver. No tenía ni idea de por dónde empezar, simplemente caminé por el campus.
- ¡Buenos días, señor! - He saludado a un limpiador. - Te conozco...
- Sí. Tú eres el tipo que derramó los alfileres. Todavía encuentro uno cada vez que entro en ese lugar. - refunfuñó.
- No... no fui yo. - Intenté contener una carcajada. - Estoy buscando a la chica que hizo esto.
- Pero la chica dijo que eras tú. - explicó. Fruncí el ceño negándolo. ¡Qué chica tan mentirosa! Ahora mismo no me voy a ir de aquí. Quiero saber la razón de esta calumnia. - No sé de la vida de nadie. Busca a otra persona. - añadió, malhumorado.
- Gracias por su ayuda - dije. El hombre sonrió forzosamente. No me burlé, fue una información valiosa, muy intrigante.
De repente me topé con Vallentina Romano de pie en la puerta del taller. Parecía un perro guardián, ella no me vio. Sin embargo, no se quedaría allí para ser descubierto, me desvié en otra dirección.
Entonces sonó mi teléfono móvil.
- ¿Qué pasa, Cara? ¿Vienes? - preguntó mi primo Alec. Era difícil de entender, por el volumen de la música. Era un DJ, que insistía en presentarse en todos los eventos, sin importar la cantidad de gente.
- Sí, estoy en camino - resoplé, mirando la entrada del local, que aún tenía la vigilancia de Val. La mujer estaba hablando por teléfono. Ella ni siquiera sabía que la espiaba, pero mi enfado con ella crecía igualmente.
- Entonces ven pronto. ¿Vas a traer a alguien?
- No, ¿por qué? - Pregunté, preocupado. Odiaba las fiestas íntimas llenas de intrusos. - Pensé que éramos sólo nosotros cinco. Mira, por eso deseché a Margot Robbie. Si estos chicos se enteran me odiarán... Pondré su ausencia en tu cuenta.
- ¿Hablas en serio?
- Muy serio. - Me reí.
- De todos modos, no funcionaría. Me estoy quedando con una chica y ella viene. Si quieres traer a alguien... -dije. Al mismo tiempo, pensé en el estudiante. Pero Val acababa de sentarse en el banco junto a la puerta.
- ¡Hostia! - Grité sin darme cuenta.
- ¿Qué?
- Nada... me voy. No voy a llevar a nadie. - Me rendí. Cogí mi moto y me fui a Malibú.
Era la víspera de un día festivo y el tráfico estaba intenso incluso a la hora de comer. Aunque mi transporte podía pasar fácilmente entre los coches, en algunos tramos era bastante arriesgado. Me quedé quieto durante minutos bajo un cielo claro y soleado. Seguramente me lanzaría a la piscina nada más entrar en la casa que alquilamos, luego me preocuparía por el hambre gigantesca.
- ¿Cómo estás, Hollywood? - bromeó mi primo, viniendo a abrazarme. Su San Bernardo también corrió a mi encuentro. He echado de menos los momentos en grupo.
- ¡Oye, Vegas! - Me burlé, imitando a las animadoras. Al principio, sus actuaciones tenían lugar más bien en la ciudad de los casinos. - ¿Dónde están los demás?
- Están allí comiendo - respondió. Teníamos un grupo de los amigos de infancia que se reunía de vez en cuando.
Fui a verlos. Todo el mundo se reía y hablaba en voz alta, como siempre.
- Ni siquiera tenía fe. Has venido de verdad - dijo Mike, el nutricionista. Siempre lo exploté solicitando dietas
- Una de estas veces tengo que aparecer, ¿no? Entonces, ¿la familia está bien? - Lo abracé, saludando con la cabeza a los otros dos que se acercaban. Mike asintió.
- Habla, hombre - David me dio un beso en la mejilla. Mi amigo no tenía una profesión que conociéramos. Le llamábamos profesor Walter White, decíamos que era un cocinero de metanfetamina, pero sabíamos de su legado familiar. Tal vez nunca trabajaría, ya que su hermana fue la que se hizo cargo de la empresa de su padre,m y un porcentaje de los beneficios le llegaría sin esfuerzo.
- ¿Qué te pasa? - Pregunté.
- Todo tranquilo.
- ¿Has oído las noticias? - preguntó James, estrechando mis manos.
- ¿Qué es? - Tenía curiosidad.
- Voy a ser padre - anunció David.
- ¡Qué guay! Enhorabuena. Así que tú y Julia se mantienen firmes...
- No con ella... - Mike me arregló. Todos se rieron.
- ¡Coño! No tienes que contarlo todo de una vez -dijo David, tomando un sorbo de cerveza en lo cuello de botella.
- Hollywood fue el que preguntó. ¿Qué ibas a decir? - Respondió mi primo, que estaba colocando las carnes en el ahumador. Cogí una hamburguesa, ya servida en la mesa, y la llené de salsa barbacoa.
- Pásame la cerveza - le pedí a Alec, que estaba al lado de la nevera. Me quité la camiseta, muy sudada. Me cambié los pantalones por unos shorts negros, que llevé en mi mochila, allí mismo - Voy a comer rápidamente y a sumergirme. - Mi error. Devoré dos hamburguesas más y una salchicha picante. El calor no hizo más que aumentar.
Estábamos charlando dentro de la piscina cuando sonó el timbre. Alec, en el teléfono, enviando un mensaje a su casi novia.
- Llegaron. Les pedí que entraran por detrás. - Mi primo estaba sentado en el borde, se levantó para recibirlas. Tobby, su perro, le siguió. - Abriré la puerta.
- La dejé abierta - hablé, justo cuando las chicas entraron. Uno tenía el pelo negro oscuro, hasta los hombros. Y la otra, era ella. - Cawola...
- ¿Qué? - preguntó, confundido. Qué difícil es la pronunciación, pensé tontamente, hasta que me enfrenté a una cruel incógnita.
- Alec - llamé mientras caminaba alrededor de la piscina. - ¿Qué chica es la tuya?
- La del piercing en la nariz - respondió. Suspiré, aliviado.
- La otra ya es mío - David se anticipó, el padre mujeriego del año.
- ¡No jode, gilipollas! - Casi avanzé sobre él. Pero dirigí mi mirada a la chica que me robaba el sueño nocturno. Era preciosa, llevaba un vestido lila, un sombrero negro, unas zapatillas deportivas blancas, y sostenía una mochila de color oscuro.
- Ih... ¿Sólo porque eres famoso crees que tienes derecho a salir adelante? - preguntó el nutricionista.
- Además de este cornudo tener novia, ella y yo ya nos hemos conhecido. - expliqué, con la esperanza de hacerse notar. Así que saludé con la mano, sin embargo, la aprendiz fingió no verme. Me quedé atónito.
- ¡Aêêê! - rieron Mike, David y James, echándome agua. Sonreí, desconcertado. Pero pude ver la incomodidad en su semblante. Pronto me miró, conteniendo una tímida sonrisa de lado. Me mordí el labio.
Va a ser mía.
Espero que lo estés disfrutando. Estoy muy emocionada.
Hasta el próximo capítulo!❤🥰
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