Prólogo


p r o l o g o  d e  l a  h i s t o r i a

El cielo rugía con un tono carmesí, un reflejo del infierno que se extendía por la otrora verde y vibrante Tierra. Las olas, ennegrecidas por la contaminación, lamían las costas de ciudades fantasma, vestigios de una civilización que sucumbió a su propia arrogancia. El humo acre de los últimos incendios se elevaba hacia la atmósfera, un velo que oscurecía el sol moribundo.

En las profundidades de un búnker sellado, un grupo de científicos y técnicos observaba con solemnidad la pantalla gigante que transmitía las últimas imágenes del planeta agonizante. El silencio era ensordecedor, solo roto por el ocasional sollozo ahogado o el crujir de las consolas.

Entre ellos, dos figuras se distinguían por su determinación inquebrantable. Callahan Ramsey, un joven ingeniero de mirada penetrante y mente aguda, apretaba los puños con furia impotente. A su lado, Luna Sutton, una hacker de cabello azabache y ojos que brillaban con una mezcla de tristeza y rebeldía, apretaba con fuerza un pequeño dije que colgaba de su cuello.

Un anciano de cabello cano y mirada serena se dirigió al grupo con voz temblorosa, pero firme: "Hermanos y hermanas, la Tierra ya no es nuestro hogar. Hemos fallado en protegerla, en custodiar el legado que nos fue entregado. Pero aún hay esperanza."

Con un movimiento solemne, el anciano levantó un pequeño dispositivo con forma de esfera. Un holograma se proyectó en el aire, mostrando un planeta azul verdoso, bañado por la luz de dos soles. "Proxima Centauri b", anunció el anciano con voz llena de esperanza. "Nuestro nuevo hogar. Nuestro último refugio."

Un murmullo recorrió la sala. Algunos rostros se iluminaron con la posibilidad de un nuevo comienzo, mientras que otros se entristecían por la inevitable despedida. Callahan y Luna se miraron a los ojos, una chispa de determinación encendiéndose en sus miradas. Juntos, enfrentarían los desafíos del viaje espacial, la incertidumbre del nuevo planeta y la ardua tarea de construir una civilización donde la humanidad finalmente aprendiera a vivir en armonía con la naturaleza.

Callahan apretó su mandíbula con fuerza, luchando contra la ola de emociones que lo embargaba. Rabia por la destrucción que había presenciado, miedo por lo desconocido que les esperaba, pero también un profundo anhelo de comenzar de nuevo. Su mirada se posó en el dispositivo esférico, con la imagen de Proxima Centauri b proyectándose como un oasis en medio de la desolación.

"¿Cómo podemos estar seguros de que ese planeta será habitable?" cuestionó una voz temblorosa. Era una anciana bióloga, sus ojos cansados reflejando la incertidumbre de muchos.

El anciano líder asintió. "Las sondas espaciales han enviado datos prometedores. Atmósfera respirable, temperatura similar a la Tierra, presencia de agua... Pero sí, existe la posibilidad de que algo nos sorprenda. Sin embargo, no tenemos otra opción."

Su mirada recorrió el grupo, buscando la chispa de esperanza que aún ardía en sus corazones. "¿Quién está dispuesto a dar el salto, a construir un futuro sobre las cenizas de nuestro pasado?"

Un silencio cargado de peso se asentó en la sala. Luego, con voz firme y decidida, Luna dio un paso adelante. "Yo lo haré."

Los demás la siguieron, uno a uno, movidos por una mezcla de desesperación y una tenue llama de idealismo. Callahan fue el último, acercándose a Luna con una sonrisa triste. "Parece que estamos destinados a viajar juntos, hacker."

Luna sonrió de vuelta, un destello de desafío en sus ojos. "Siempre pensé que tú serías el héroe galáctico, Ramsey. No la hacker rebelde."

Callahan rió con amargura. "Los héroes son producto de historias, Luna. Nosotros somos supervivientes."

El líder asintió. "Más que supervivientes, somos semillas. Llevamos en nosotros la esperanza de una humanidad mejor. Una que aprenda de sus errores y construya un futuro sostenible."

Su mirada se elevó hacia el holograma del planeta distante. "Nexus nos espera. Hagamos que valga la pena el viaje."

Los días previos al lanzamiento fueron un frenesí de actividad. Callahan, siempre pragmático y metódico, se sumergió en los planes de ingeniería de la nave espacial, asegurándose de que cada componente funcionara a la perfección. Su mente brillante y su afán por la resolución de problemas lo convertían en una pieza clave del equipo de ingenieros.

Luna, por el contrario, se movía con la agilidad de un gato montés, infiltrándose en sistemas de seguridad para adquirir información adicional sobre Proxima Centauri b. Su ingenio hacker y su espíritu rebelde la hacían cuestionar constantemente los planes y buscar soluciones alternativas. La complicidad entre ella y Callahan era palpable, aunque ambos también reconocían la necesidad de trabajar juntos.

Un día, mientras Luna descargaba nuevos datos sobre el planeta, se detuvo bruscamente, su rostro pálido. "¿Qué pasa?" preguntó Callahan, acercándose.

"Las últimas lecturas son... extrañas," murmuró Luna, señalando las pantallas. "Hay altos niveles de radiación desconocida en una región del planeta. No encaja con los informes anteriores."

Callahan frunció el ceño. "¿Podría ser un peligro?"

Luna se encogió de hombros. "Es imposible saberlo con certeza. No hay suficiente información."

La incertidumbre colgaba en el aire. La esperanza de un nuevo comienzo se enfrentaba a un nuevo obstáculo desconocido. Los ojos de Callahan se encontraron con los de Luna, una pregunta flotando sin palabras: ¿aceptarían el riesgo, o buscarían otro camino?

Una fría noche sin estrellas se cernía sobre el complejo espacial. En la plataforma de lanzamiento, la nave Nexus brillaba como un faro solitario, lista para desafiar la inmensidad del cosmos. A su alrededor, las familias se despedían en un mar de lágrimas y abrazos. El aire vibraba con una mezcla de tristeza y esperanza.

Callahan observaba la escena desde una esquina, su corazón pesado. Las imágenes de su ciudad natal, ahora en ruinas, desfilaban por su mente. Había dedicado su vida a la ingeniería, soñando con construir un futuro mejor, pero nunca imaginó que se vería forzado a dejar atrás todo lo que conocía.

Un toque suave en su hombro lo sacó de sus pensamientos. Era Luna, sus ojos oscuros reflejando la misma melancolía. "Pensando en todo lo que dejamos atrás?"

Callahan asintió, una sonrisa triste adornando sus labios. "Y en todo lo que nos espera allá afuera."

"Un planeta desconocido, radiación misteriosa... No suena precisamente a un picnic espacial," bromeó Luna, aunque la tensión en su voz delataba su preocupación.

"No," coincidió Callahan. "Pero al menos estaremos juntos. Un ingeniero y una hacker. No es el equipo más convencional, pero tenemos lo que hace falta para sobrevivir."

Luna sonrió con una chispa de desafío. "Siempre que no planees construirte un robot gigante y obligarme a pilotarlo."

Callahan rió entre dientes. "Tal vez lo haga si tú te ofreces a piratear su sistema."

En medio de las bromas, un sentimiento de complicidad surgió entre ellos. En las semanas previas al lanzamiento, su rivalidad inicial había dado paso a un respeto mutuo, incluso una especie de amistad incipiente. Quizás era la situación desesperada, o la proximidad del viaje desconocido, pero se sentían extrañamente conectados.

Un altavoz crepitó, rompiendo el silencio. "Pasajeros del Nexus, por favor diríjanse a sus cápsulas de hibernación. El lanzamiento comenzará en cinco minutos."

Callahan y Luna se miraron una última vez, la despedida sin algún gesto en sus ojos. Luego, con un nudo en la garganta, se abrazaron brevemente, un gesto de apoyo silencioso antes de emprender la aventura más grandiosa y peligrosa de sus vidas.

Las cápsulas fueron selladas, las luces se apagaron. Callahan cerró los ojos, escuchando el rugido de los motores encendiéndose. "Proxima Centauri b," susurró. "Aquí vamos."

La primera sacudida los despertó de su sueño artificial. Desorientados, Callahan y Luna abrieron los ojos a la oscuridad claustrofóbica de sus cápsulas. Una voz automatizada llenó el espacio: "Fase de despertar iniciada. Tiempo restante hasta la llegada a Proxima Centauri b: 20 años."

Un largo suspiro escapó de los labios de Luna. Veinte años encerrada en este ataúd de metal. Le parecía imposible, toda una vida comprimida en un caparazón incómodo. Callahan, siempre pragmático, se centró en la información. Veinte años. Eso significaba que estaban a mitad de camino. Comprobó sus signos vitales y las lecturas ambientales de su cápsula, todo estaba bien. Entonces, su mente se dirigió a Luna. Sabía que ella no manejaba bien el confinamiento.

"¿Ya te sientes claustrofóbica, hacker?", preguntó, con una sonrisa juguetona en su voz.

Una respuesta amortiguada llegó de la cápsula de al lado. "Peor. Me siento como una rata de laboratorio glorificada en una lata de metal gigante".

Se rio entre dientes. "Bueno, al menos estás despierta. Creí que ibas a hibernar durante todo el viaje".

Un gruñido juguetón emanó de su cápsula. "No me tientes, ingeniero. ¿Veinte años a solas con tus esquemas? Suena peor que enfrentarse a cualquier anomalía de radiación a la que nos dirigimos".

Callahan sintió una punzada de preocupación. La anomalía era el elefante en la habitación, la variable desconocida en su viaje. Se aclaró la garganta. "Lo resolveremos. Juntos. Recuerda, ¿equipo hacker-ingeniero?".

Un momento de silencio, luego, "No abuses de tu suerte, Ramsey. Pero sí, juntos. Por ahora".

A pesar de las bromas juguetonas, una sombra de preocupación se cernía sobre su conversación. La inmensidad del espacio, la incertidumbre de su destino y la amenaza inminente de la anomalía de radiación los presionaban. En esos cinco cortos minutos, se forjó un acuerdo silencioso, un pacto de confianza mutua frente a lo desconocido.

La voz anunció: "Comenzando la despresurización de la cápsula". Con un silbido, los sellos se abrieron y el familiar olor a aire reciclado llenó las cápsulas. Un nuevo mensaje resonó: "Tripulación, por favor, diríjanse al centro de operaciones para recibir instrucciones adicionales".

Al salir Callahan de su cápsula, vio a Luna hacer lo mismo, su cabello oscuro flotando sin peso alrededor de su rostro. Se miraron a los ojos, una determinación compartida reemplazó la tensión anterior. Era hora de afrontar el siguiente paso, fuera lo que fuese. Juntos, se adentraron en el vasto vacío de la nave, el peso de su misión y la esperanza de un nuevo comienzo asentándose sobre sus hombros.

El Centro de Operaciones era un laberinto de pantallas iluminadas, botones parpadeantes y técnicos afanados. Callahan y Luna se abrieron paso entre ellos, asimilando la enormidad de la nave que ahora era su hogar. En el centro, la capitana Amara Singh, una mujer con cabello gris corto y ojos que hablaban de años de experiencia, los esperaba.

"Bienvenidos a bordo de Nexus," dijo su voz firme a través del intercomunicador. "Callahan, Luna, su historial y habilidades los preceden. Los necesitamos."

Ella explicó brevemente la situación. Habían pasado 10 años desde el lanzamiento. Todo iba bien, hasta que las últimas sondas enviadas desde Proxima Centauri b enviaron datos perturbadores: la anomalía de radiación se había intensificado, cubriendo una zona más amplia del planeta. Era un riesgo mayor del esperado.

Un murmullo recorrió la sala. El miedo se apoderó de algunos rostros, mientras que otros mostraban determinación. Luna frunció el ceño. "¿Hay opciones alternativas?"

La capitana negó con la cabeza. "No. Proxima Centauri b es nuestro único destino habitable. Pero tenemos un plan."

Ella proyectó un holograma del planeta, mostrando la zona de radiación. "Hemos desarrollado un escudo experimental que podría proteger la nave al atravesar la zona. Pero es prototipo, no hay garantías."

Un silencio tenso se instaló en la sala. Callahan, siempre analítico, habló primero. "¿Cuáles son las posibilidades de éxito?"

"Un 70%," respondió la capitana con seriedad. "No es alto, pero es nuestra mejor opción."

Los ojos de Luna brillaron con desafío. "Entonces lo haremos. Aterrizamos en ese planeta, con escudo o sin él."

Un nuevo murmullo de aprobación recorrió la sala. La capitana asintió con un gesto de respeto. "Luna tiene razón. No tenemos nada que perder, y mucho que ganar."

Se dirigió a Callahan. "Ingeniero Ramsey, usted supervisará el escudo. Necesitamos que funcione."

A Luna le dirigió una mirada penetrante. "Hacker Luna, necesitaré tus habilidades para infiltrarte en los sistemas del escudo y adaptarlo en tiempo real."

Ambos asintieron con determinación. Sabían que el éxito de la misión dependía de ellos. La capitana sonrió levemente. "Muy bien. Entonces comencemos. Proxima Centauri b nos espera."

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