Capítulo veintiocho.

»¿Ellas?«


Ya estaba un poco más calmada pero aún no superaba la traición tan horrible de "Mi mejor amigo".

Estoy aún sentada en esta estúpida silla, las ataduras ya hicieron marcas en mis muñecas y tobillos, el silencio es tedioso pero me trasmite paz, estoy sola y agradezco eso, no quiero ni siquiera mirar de nuevo a ese chico que alguna vez considere un hermano.

Miré todo el lugar nuevamente como por quinta vez en un rato, tratando de encontrar algo que me pueda ayudar a librarme de estas cuerdas, pero por quinta vez no encontré nada más que oscuridad y una luz tenue en la entrada de la habitación.

De la nada se abrió la puerta de la habitación y entró un Allan muy apresurado, y con unas ojeras inmensas.

―Hola linda, ¿Cómo has pasado la noche? ―preguntó sentándose junto a mí en la cama que estaba allí.

― ¿La noche? ―cuestioné confundida.

―Si hermosura, ya has pasado una noche en esta linda habitación. ―lo miré con unas ganas horribles de patearle el trasero, ese imbécil.

En eso entró Derek a la habitación mirándome con esa picardía con la que me ha mirado desde que llegué a este lugar.

―Hola niña ―espetó mirándome y luego desvió su mirada a Allan―. Allan tenemos que apuntar toda la información de ellas, tengo unos clientes que con sólo decirle que son jóvenes nos quiere transferir una gran suma. ―Allan asintió y buscó una libreta en la un cajón que estaba junto a la cama.

― ¿Ellas? ¿Hay más chicas? ―pregunté confundida.

Derek me miró con burla y me dijo― ¿Quieres conocer a las otras chicas?

Lo dudé un momento, pero luego de maquinar miles de cosas que podría hacer tan sólo al levantarme lo miré y dije― Sí.

―Allan suéltala ―le ordenó Derek―. Y tú, no intentes nada, o te va a costar. ―me advirtió severamente.

Allan empezó a desatar las cuerdas que ataban mis pies y luego desató las de mis manos. Cuando me soltó finalmente me dolían un las muñecas y se me hacía difícil mantenerme de pie sin marearme.

Cuando me puse de pie, luego de pasar varios mareos, inmediatamente Allan me tomó del brazo fuertemente para evitar que me escapara o algo así. Derek nos guio a través de un pasillo donde habían varias puertas, Derek se frenó en una de madera oscura y sacó unas llaves de sus pantalones, abrió la puerta y antes de entrar le dijo a Allan.

―Cúbrele los ojos, quiero que sea una sorpresa.

Allan me cubrió los ojos con la palma de sus manos y escuché la puerta frente de mí abrirse, Allan guio mis pasos dentro de la habitación y al estar totalmente dentro retiró sus manos de mis ojos y vi algo que me heló la sangre y en ese momento comprendí que esto no es algo que hay que tomar a la ligera, ellos son unos monstros.

― ¿Ellas? ―pregunté en un suspiro ahogado.

Derek asintió con una sonrisa burlona y dijo― Las mismas que vez.

Y ahí estaban. Hannah tenía un pañuelo cubriendo su boca y lágrimas caían por sus mejillas, Lindsay estaba atada en el suelo y también tenía un pañuelo cubriendo su boca, y junto a ellas estaba Roxy recostada en el suelo, creo que desmayada y además de ellas había una chica aparentemente menor que nosotras, pero sollozaba descontroladamente con una cinta adhesiva cubriendo su boca.

―Fue fácil capturarlas ―dijo Derek sacándome de mi pequeño trance―. Allan solo tuvo que invitarlas a una "fiesta" luego del baile ―hizo comillas con los dedos―. Le dimos esta dirección y bueno aquí están. ―terminó con una sonrisa victoriosa que me causó nauseas.

― ¡Derek esto tiene que parar! ―le espeté enojada, apretando tanto mi mandíbula que mis dientes rechinaban.

Allan apretó mi brazo bruscamente, como advirtiéndome.

― ¿Por qué debería? ―cuestionó con una sonrisa más amplia y burlona.

― ¡Esto está mal! ―grité y me giré rápidamente y pateé a Allan fuertemente es su entrepierna.

Corrí para intentar acercarme a Hannah, pero fui interrumpida con un fuerte puñetazo de Derek en mi estómago, tumbándome al suelo, dejándome tosiendo por falta de aire. Derek se posicionó sobre mí a horcajadas y me sostuvo.

―Calma perra, te recuerdo todo lo que te hizo tu amiguita Hannah y que merece estar aquí y mucho más. ―me susurró al oído mientras yo me retorcía en el suelo por el dolor.

― ¿Cómo sabes lo que ella hizo? ―dije en un grito ahogado.

―Allan es buen mensajero y que aún tienes una venda en el pie ―dijo y se levantó para salir de la habitación pero antes de salir le dijo a Allan―. Cuando te levantes puedes hacer lo que quieras con ella.

Mi piel se erizó y sentí todo darme vueltas y sin darme cuenta comencé a llorar. Lágrimas gruesas bajaban por mis mejillas mientras veía la desesperación de todas en los ojos.

Allan se levantó mientras yo intentaba recobrar fuerzas para intentar huir, pero él fue más rápido y me tomó fuertemente de los brazos, levantándome bruscamente.

―Esta me la pagas niña. ―musitó airado y empezó a arrastrarme fuera de la habitación de donde estaban las chicas.

Ya no lo reconozco, éste no es el Allan que conocí, ni menos el que siempre estaba ahí para mí y me mostraba que nunca dejaría que me hicieran daño, ese Allan ya no está, ahora está el verdadero Allan, no la fachada de lo que de verdad es.

Allan me llevó a la habitación donde yo estaba atada hace un rato. Me empujó hacia la cama y caí acostada bruscamente en ella.

― ¡Allan por favor! ―grité pero el hizo caso omiso.

―Nada de por favor, no cumpliré tus caprichos niña. ―espetó y se posicionó sobre mi entre mis piernas, tomando mis muñecas con fuerza y colocando las sobre mi cabeza.

Yo ya no tengo fuerzas, no he comido y estoy cada vez más débil.

― ¡Allan! ―comencé a llorar sin control sintiendo unas ganas horribles de ver a Adam, de abrazarlo de sentirlo junto a mí, de que las caricias que siento sean de él y no del imbécil que tengo sobre mí, lo extraño mucho.

―Calla Morgan, no te haré daño ―se rio sonoramente y volvió a hablar―. No por ahora linda.

Iba a gritarle y decirle mil cosas pero fui interrumpida cuando sus labios chocaron con los míos y se movían desenfrenadamente sobre los míos. El me besaba ferozmente pero a la vez suave y dulce, con una mano sostenía mis dos muñecas sobre mi cabeza y con la otra tomaba mi muslo y lo apretaba, logrando que jadeara.

―Anhelaba tanto hacer esto. ―dijo al separarse de mí.

Aun corrían lagrimas por mi ojos, tomé un respiración para calmarme y dije con voz rota― Eres una basura, ¿Lo sabes?

Sus labios se curvaron en una sonrisa y espetó― Besaste a esta basura.

Sus labios tomaron ahora mi cuello y dejaba besos mojados en él, mordidas ardientes y chupetones que dejaran una marca claramente, yo intentaba imaginarme que eran de Adam, no quiero que el momento sea peor de lo que ya es. Quiero salir de aquí y regresar a mi casa, ver a mi madre hacer el desayuno, quiero reír, no llorar, quiero que todo vuelva a ser igual.

―A-allan, ¡Para! ―grité y él se detuvo mirándome con odio.

―Te dejaré en paz, pero no hagas nada que te dañe a ti misma niña. ―me dio un beso corto y se fue cerrando con llave.

Lloré, como si me hubieran arrebatado todo, como si hubiera perdido lo más importante de mi vida, lloré hasta que mi pecho me decía que debía parar para poder respirar con normalidad. Lloré por un rato más hasta que aun llorando me quedé dormida.


***

Nota de la autora:  ¡Nuevo cap!. Discúlpenme que no pude estar con ustedes esta semana, tuve unos pequeños inconvenientes y no tuve tiempo para escribirles un poco. Bueno rikuras, espero les guste este cap y lo llenen de comentarios y votos. Si aun no me sigue, recuerden seguirme y sin mas que escribir Besos <3.

Betzabeth A.

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