Capítulo cuatro.

»No estoy de humor«


Morgan Grayson.

Hoy me desperté gracias a que mi hermano entró al cuarto con un paño húmedo y me lo puso en la cara, me reí mucho pero justo ahora tengo que apresurarme sino voy llegar tarde a clases. Me duché a la velocidad de flash –exagero pero ya me entenderán lo rápida que traté de ser–, luego salí y me vestí, me coloqué un jeans, una sudadera gris y unos converse negros, al bajar veo que mi madre (que llegó hoy de su salida con Leonardo) está con el ceño fruncido y veo molestia en su cara, me apresuré a tomar mi desayuno pero cuando estaba a punto de salir, la voz de mi madre me interrumpió.

―No creas que no me enteré de tu salida a esa fiesta, le diré a Rut que hoy ensayaras horas extras por haber llegado tarde y cuando llegues a casa, estás castigada. ―me dice aun con el ceño fruncido y con notorio enojo.

― ¿Por qué?, si yo nunca salgo a fiestas, además Diego siempre llega tarde y ebrio pero a él no le dices nada. Yo ni bebo en la fiestas, trato de ser lo mejor que puedo solo para complacerte a ti, ¿Cuándo llegara mi turno de ser feliz? ―le digo algo molesta.

Esto es algo injusto y no me dejaré esta vez, siempre es lo mismo.

―Diego ya es mayor de edad y tiene buenas notas en la Universidad, al igual que es un gran ejemplo para muchos, en cambio tú no eres nada de eso, quizás debas esforzarte más para complacerme, porque lo que haces me saca de quicio y me hace decepcionarme más de ti cada día. ―replica aun más enojada.

¿Qué si me dolió? Sí, y mucho, pero he aprendido a ignorar sus comentarios, o buscar una forma de que no duelan. Lástima que algunos comentarios sean totalmente difíciles de ignorar.

Si los padres supieran el daño que les hacen a sus hijos con este tipo de comentarios, lo mucho que marca que un padre le hable así a su hijo, creo yo que en el mundo muchas cosas fueran diferentes.

― ¡Ah! se me olvidaba que tu solo quieres que aparentemos ser una "familia perfecta", sabiendo que no somos ni la mitad de la palabra "Perfecta" ―grité ya muy irritada.

―No aparentamos nada Morgan, somos y tenemos que ser una familia perfecta, no puedo dejar que tus estupideces arruinen las cosas con Leonardo, ¿Qué crees que pensaría la gente si la hijastra del empresario Leonardo Livinston es una chica totalmente fuera de control? —apreté mis puños con fuerza pero no repliqué nada, como odio el cambio que le ha ocasionado Leonardo a mamá—, y yo lo único que quiero es que te comportes, pero estás actuando una fracasada y desordenada, y vas a terminar siendo la burla de muchas personas. ―me espetó ella con una mirada totalmente seria pero roja de furia.

― ¿Sabes qué? mejor me voy, discúlpame por no ser la hija perfecta que tanto anhelas. ―sentí mis ojos arder pero me prohibí llorar, no puedo llorar, no ahora, me veré débil.

―Pues me temo que poco a poco te estás convirtiendo en alguien detestable. ―me miró directamente a los ojos, sin parpadear en ningún momento.

Sentí un fuerte nudo en mi garganta al escuchar sus crudas palabras. No le dije nada más, solo salí de casa molesta y de mal humor, Diego ya me estaba esperando afuera, no le dije nada cuando me preguntó qué había pasado, solo le dije que condujera al instituto y así pasó todo el camino en silencio hasta que llegué, le indiqué a qué hora debía pasar por mí y me adentré a los casilleros, al llegar a mi casillero mis amigos ya estaban parados allí esperándome para entrar a clases.

―Vaya que cara, te pareces una pasa toda arrugada. ―dice Eiden tratando de hacerme reír, pero solo logra que curve un poco mis labios para volver a estar seria.

―En serio estás mal, porque ¿Quién no se ríe con un chiste de este chico sexy? ―vuelve a hablar Eiden, esta vez si logra sacarme una sonrisa de boca cerrada que no llegó a mis ojos.

Después de hablar un poco con mis amigos nos dirigimos a las primeras clases –muy aburridas por cierto–, no presté mucha atención a las clases aun pensando en las palabras de mi madre las cuales fueron muy hirientes, las palabras que más duelen son las que viene de las personas que más amas.

Después de las primeras clases salimos a la cafetería para comer nuestro almuerzo, nos sentamos en la misma mesa de siempre y mis amigos me miraban sabiendo que algo me pasaba.

― ¿Te sucede algo? ―preguntó Alisa preocupada.

―No, estoy bien no te preocupes. ―digo forzando una sonrisa.

Hannah me miró y sé que ella no se lo creyó, ella me conoce demasiado al igual que Alisa, pero Hannah cuando habla conmigo me hace sentir tranquilidad, ella me da consejos y ayuda cuando la necesito, aún estamos sentados hablando y en eso alguien se detuvo junto a nuestra mesa, volteo y veo a Lindsay que me mira con odio.

― ¿Por qué esa cara?, descubriste que eres adoptada o que tu amor platónico no te quiere, ¡Ah cierto que lo segundo ya lo sabes! ―hizo un puchero y con un puño se limpiaba una lagrima imaginaria, luego me miró con una sonrisa hipócrita que siempre usa.

―No es de tu incumbencia nada que tenga que ver con ella, niña. ―Alisa le espetó con odio a Lindsay.

―Pues tuya tampoco querida, estaba hablando con tu amiguita. ―le dice con una ceja alzada y noto que Alisa aprieta sus puños.

―No es necesario que gastes saliva en ella Alisa. ―le dijo Hannah a Alisa.

―Y tú estúpida, ¿No piensas decir nada? ―vuelve a hablar un poco enojada y mirándome de frente.

Yo solo baje la mirada y apreté mis puños, no me siento bien como para pelear con ella.

―Sí, lo sé te da miedo responder, porque eres otra niña estúpida que quiere aparentar ser alguien que no es, enfrentándome para hacerle creer a todos que eres una chica fuerte sin miedo alguno, súper confiada de sí misma y tan protegida por tus amigos y conocidos que puedes enfrentarte a quien sea y ellos saldrán a defenderte, que todos te miren y te alaben por eso, no te basta con ser amiga del más popular del instituto si no que buscas más, te gusta ser el centro de todo ¿no es así?, pero a mí no me puedes mentir, sabes que estás rota, no vales ni la mitad de lo que aparentas, la gente como tú jamás podrá ser reconocida. ―dice Lindsay y sentí un nudo en mi garganta cuando dijo lo último.

Me levanté rápidamente y caminé hacia el pasillo del instituto no me sentía nada bien, así que me senté en una de las escaleras que lleva a los salones, ya allí deje salir algunas lágrimas pero las limpiaba rápidamente, ya que cada vez que lloro recuerdo las palabras de mi padre "Que nada te afecte. Pero si te afecta, procura que nadie se dé cuenta", él siempre fue mi apoyo y ahora que no lo tengo conmigo es difícil afrontar los problemas de la vida.

Pensando en esas palabras noté que alguien se sentó junto a mí, giró un poco mi cara para ver de quien se trata encontrándome con alguien que me dejó perpleja.

―Hola, ¿Cómo estás? ―musita Adam con ese tono suave y esa sonrisa que me hace estremecer.

―Bien. ―miento, utilizando un tono neutro y algo frío para evitar mostrar algún sentimiento.

El frunció el ceño y analizó mi rostro un momento, sé que soné demasiado brusca, pero en este momento no me importa siquiera sonar grosera.

―No es lo que parece Morgan, te vi cuando ibas saliendo de la cafetería y no te veías muy feliz. ―comenta con una sonrisa de lado.

―Perfecto, ahora todos saben que no estoy bien —dije con sarcasmo, sonando totalmente borde, así que miré a Adam con algo de pena el cual había desviado la mirada—. Disculpa no quise sonar grosera. No pasó nada estoy bien. ―digo apartando ahora yo la mirada de la suya, para reprimir las ganas que tengo de sonreír como el endemoniado gato de Alicia en el país de las maravillas.

―Deberías avisarle a tu cara que estás bien. ―ahora nos miramos y mi fachada se fue, sonreímos ambos, pero luego bajé la mirada.

―Sabes Adam, hoy está siendo un día difícil, no empezó nada bien y al parecer seguirá yendo mal, pero bueno no todos los días son malos, ¿no? —Adam sonrió y ¡Ahg! sentí que moriría, así que decidí cortar la conversación allí—, hoy no estoy de humor pero gracias por intentar subirme el ánimo. ―susurré muy bajo, pero al parecer escuchó.

―No hay de qué, solo hay que empezar a subir tu ánimo, me gusta verte sonreír ―dijo y se puso de pie―. Adiós Morgan espero verte sonreír pronto.

Y así con esas palabras se fue, me quedé un rato, aun con sus palabras retumbando en mi cabeza y sacándome una sonrisa de vez en cuando.

La hora de salida había llegado, me despedí de mis amigos y salí a esperar a Diego, él llegó un rato después, me subí a su auto y él me llevó al estudio. Al llegar al estudio calenté y esperé mi turno para ensayar mí solo, no estoy de humor pero la danza siempre me ha ayudado a olvidar y a sentirme mejor.

Después de esperar un rato llegó mi turno, pasé al frente y empecé mi solo, en ese momento me olvide de la realidad, ya no habían problemas, las palabras hirientes de mi mamá ya se habían ido, el problema con Lindsay también, me había olvidado de todo solo éramos la música y yo. Todas las sensaciones malas se fueron y mis ánimos empezaron a surgir, sacándome de la oscuridad donde estaba sumida.

Al terminar todos me miraban como asombrados y yo no entendía por qué me miraban así, cuando los observo a todos escuchó a mi profesora de baile llamarme, me dirigí hacia donde estaba ella y me miraba como con asombro.

―Vaya Morgan debo felicitarte, haz mejorado mucho y estas trasmitiendo bien cada sentimiento de tu danza, quiero que así mismo estés en la competencia que tendremos, tendrás un solo. ―dice con una sonrisa que me dejo algo atónita, ella nunca ríe con nadie.

―Gracias. ―digo devolviéndole la sonrisa y en ese momento, en ese pequeño momento, la felicidad volvió a mí.

Al terminar el ensayo me fui a casa en bus como ya acostumbraba. Al llegar a casa estaba sola, y agradecí por eso, no quiero lidiar por ahora con Elenor o cualquiera de esta familia. Me dirigí a mi cuarto, me duché y luego me recosté en mi cama, en eso recibí un mensaje por WhatsApp.


*Hannie:

―Hola, ¿Cómo estás?


*Morgan:

―Un poco mejor.


*Hannie:

―Sé que no estabas bien, lo noté en tu cara, espero estés mejor quiero a mi mejor amiga la graciosa de vuelta. Te quiero amiga y cuenta conmigo para lo que necesites ;)


*Morgan:

―No te preocupes aquí estoy ;) y claro, sé que cuento contigo.


Cuando terminé de enviar el mensaje escuché la puerta de mi cuarto abrirse, subí la mirada y allí estaba Elenor mirándome, ya llegaron a casa.

― ¿Cómo te fue en el estudio hoy? ―preguntó en un tono frío.

―Bien. ―le dije sin prestarle mucha atención.

―Espero que al menos para el ballet sirvas. ―espetó con amargura y se fue.

No me sentí tan mal, ya estoy acostumbrada a escucharla hablar así, desde que mi padre murió ella se ha vuelto fría, no la entiendo pero sé que en el fondo de ella aún sigue siendo la madre amorosa que era cuando mi papá estaba vivo. Todos en la familia hemos cambiado, pero Elenor ha cambiado todo en ella, no solo parte de ella si no todo en ella ha cambiado.

Luego de un rato logré conciliar el sueño, espero que el día de mañana sea mejor porque hoy no fue un gran día...


***

¿Que les pareció?

Y una pregunta extra

¿De qué país son? quiero saber desde donde me leen ;)

Betzabeth A.

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