Único
Hace muchos años, Jimin no era más que un joven lleno de vida y esperanza, alguien cuyo corazón latía con una pasión inquebrantable por el amor y la belleza del universo. Vivía una vida que muchos considerarían envidiable, pero el destino tenía otros planes para él.
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La noche estaba en su punto más oscuro cuando Mina caminaba sola por las calles desiertas de la ciudad. Las luces de los faroles parpadeaban débilmente, creando sombras inquietantes en los callejones. El viento soplaba con un escalofrío que parecía penetrar hasta los huesos, pero el frío no era lo que hacía temblar a Mina. Era el miedo, el temor de que algo, o alguien, la estaba acechando.
Todo había comenzado unas semanas atrás, cuando sus amigas murieron una a una y en todos los casos, la única pista era un susurro siniestro que los familiares decían haber escuchado luego de que las chicas murieron en esa noche de Halloween.
Ese susurro, apenas audible, decía un nombre: “Jimin”.
Mina sabía quién era ese tal Jimin, pero el nombre se había convertido en una especie de maldición en su mente. Cuando sus amigas murieron, Mina comenzó a tener pesadillas. En ellas, veía una figura alta y esbelta, con el cabello negro azabache que caía en suaves ondas alrededor de su rostro. Sus ojos eran de un verde esmeralda brillante y su sonrisa, aunque atractiva, estaba teñida de una oscuridad aterradora. El nombre “Jimin” resonaba en su mente cada vez que veía esa figura muy diferente a la que vio.
Una noche, después de que volviera a ser interrogada, Mina decidió buscar respuestas por su cuenta. Había oído rumores en su familia sobre el antiguo amigo de su padre, alguien que había caído en la oscuridad y perdido su humanidad. El nombre de ese amigo era Yoongi.
Al investigar más, Mina descubrió que su padre, Taehyung, había sido muy cercano a Yoongi. Juntos habían compartido una amistad profunda, una conexión que iba más allá de las palabras. Pero algo había salido terriblemente mal. Yoongi había muerto de repente y sin ninguna explicación, dejando a Taehyung sumido en una profunda tristeza. Incapaz de vivir sin su amigo, Taehyung se quitó la vida al no encontrar la respuesta correcta a su muerte, dejando a Mina sola con preguntas sin respuesta.
Ahora, mientras Mina caminaba por las calles desiertas, esas preguntas volvían a su mente con más fuerza que nunca. Sabía que la clave para la masacre de sus amigas estaba relacionada con el destino de Yoongi, el de su padre y el espectro que lo perseguía: Jimin.
Mina se detuvo en seco cuando escuchó un ruido detrás de ella. Su corazón comenzó a latir descontroladamente mientras giraba la cabeza lentamente. No había nada allí, solo la calle vacía y el viento que susurraba entre los edificios. Pero Mina no se dejó engañar. Sabía que no estaba sola.
De repente, una figura apareció en la oscuridad, emergiendo de las sombras como si formara parte de ellas. Era Jimin, el espectro que había asesinado a sus amigas, el ser que se había llevado a Yoongi el amigo de su padre a la muerte.
Jimin avanzó hacia Mina con pasos lentos y seguros, sus ojos verdes brillando con una intensidad sobrenatural. Había algo en su presencia que paralizaba a Mina, como si una fuerza invisible la mantuviera en su lugar. Quería gritar, quería correr, pero su cuerpo no respondía. Estaba atrapada en la mirada de Jimin, una mirada que prometía dolor y muerte.
—Te has quedado sola, Mina. —dijo Jimin con una voz suave, pero mortal. —Tus amigas ya están conmigo y pronto, tú también lo estarás.
Mina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. Era como si una garra invisible se apretaba alrededor de su corazón, impidiéndole respirar. Jimin levantó una mano y en su palma, la cual escurría sangre oscura y putrefacta.
—¿Por qué? —fue lo único que Mina pudo susurrar, sus labios temblando mientras el terror la consumía.
—No siempre fui así. —murmuró, como si hablara más para sí mismo que para Mina. —Hubo un tiempo en que era… humano.
Los ojos de Mina se llenaron de lágrimas mientras escuchaba las palabras de Jimin. Su vista se posó en un pálido chico que se acercó y se puso a la par del espectro, las lágrimas de la chica resbalaron mientras los miraba.
—Yoongi. —susurró Mina, recordando al amigo perdido de su padre y la reacción de Jimin fue inmediata.
El espectro se tensó, y sus ojos destellaron con una furia contenida.
—Yoongi está conmigo ahora. —dijo con voz firme. —Él fue el único que me hizo sentir algo después de tanto tiempo. Pero incluso eso no fue suficiente para detener lo que soy.
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Jimin se encontró atraído por la calma que Yoongi emanaba, empezó a sentir una atracción incontrolable hacia Yoongi, no solo por su talento y su forma de ser, sino porque Yoongi veía más allá de la superficie.
Esta atracción fue lo que llevó a Jimin a preservar lo que sentía por Yoongi, por ello pese a que el ritual había sido cerrado, Jimin aún mantenía la necesidad de tener a Yoongi a su lado. Yoongi ni siquiera sabía lo que el espectro quería de él y al aceptar su juego, Jimin terminó con su vida.
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Mina al ver como la luz del sol se asomaba corrió lo más que pudo y sintió un poco de paz al ver que el espectro había desaparecido. Ella entró a su casa y se puso a llorar por lo que estaba pasando, ella buscó las cajas que tenía su padre con todo lo ocurrido en los 19 años.
Como información sobre su ritual, ella vio el papel donde estaban los nombres de sus amigas y en cada nombre estaba una gota de sangre menos donde estaba el suyo. Ella miró la cámara de su padre donde explicaba a detalle que decía que muchas veces repitió el ritual y nunca hubo resultado alguno. Mina se puso a llorar al ver el rostro de su padre atreves de la cámara, ella se levantó y se puso a guardar todo y sus experiencias vividas.
Todo el día se pasó arreglando el departamento para la llegada del espectro y así ponerle fin a todo eso, ella vio por la ventana como el sol se ocultaba. Suspiro mientras apretaba su puño con nerviosismo; el sonido de la llave del baño se escuchó y ella se encontraba de pie en medio de la habitación oscura, con un temple que no sabía que tenía. El espectro apareció con una bruma que era densa y fría y la oscuridad que emanaba parecía succionar todo el calor del aire. Sin embargo, Mina no retrocedió. Había aprendido mucho desde la muerte de su padre y las muertes de sus amigas. Sabía que enfrentarse a Jimin era su única opción.
—¡Park Jimin, no tienes poder sobre mí! —gritó con voz firme, su mirada fija en los brillantes ojos verdes del espectro. —No participé en el ritual que te invocó, no soy parte de este juego y no puedes controlarme.
Jimin la miró, una sonrisa fría curvándose en sus labios, su presencia llenaba la habitación con una presión abrumadora, como si el mismo aire estuviera bajo su control. Pero el brillo en sus ojos no era de simple maldad; había una sombra de algo más, un destello de comprensión, de conocimiento profundo.
—¿De verdad crees que es tan simple? —respondió Jimin, su voz suave, casi hipnótica, pero teñida de una amenaza subyacente. —El ritual, las palabras, los símbolos… son solo una pequeña parte de lo que me une a este mundo, no necesitas haber participado directamente para estar involucrada, Mina.
—No estoy ligada a ti. —Mina frunció el ceño, sus pensamientos corriendo mientras trataba de entender lo que Jimin estaba insinuando. —no tengo nada que ver con tu maldición.
—No, Mina, no estás ligada a mí por el ritual. —Jimin avanzó un paso, su figura espectral flotando ligeramente sobre el suelo mientras escurría el líquido negro. —Estás ligada a mí por algo mucho más profundo… tu sangre.
—¿Qué estás diciendo? —El corazón de Mina se detuvo un segundo. —yo no te di mi sangre.
—Tu padre, Taehyung y Yoongi estaban unidos a mí mucho antes de que te dieras cuenta. —explicó Jimin, su voz ahora más baja, como un susurro que se deslizaba en los rincones más oscuros de la mente de Mina. —Cuando Yoongi cayó en mis manos, tu padre hizo todo lo posible para salvarlo, incluso si eso significaba sacrificar su propia vida. —soltó una risa burlesca. —Esa misma sangre corre por tus venas y por eso, aunque no participaste en el ritual, sigues siendo parte de esta maldición.
Mina sintió un nudo formarse en su estómago, había escuchado rumores sobre la profunda amistad entre su padre y Yoongi, pero nunca había sabido la verdadera extensión de lo que su padre había hecho por él. Y ahora, esa conexión la estaba arrastrando a la misma oscuridad.
—Taehyung trató de salvar a Yoongi, pero falló. —continuó Jimin, su tono casi compasivo, como si reconociera el sacrificio del hombre. —Pero en ese intento, su vida se entrelazó con la mía y por extensión, la tuya también.
—Eso no significa que debas perseguirme. —dijo Mina, tratando de mantener la calma, pero sintiendo cómo el miedo comenzaba a infiltrarse en su voz. —Mi padre hizo lo que creyó correcto, pero eso no me convierte en tu víctima.
—No lo entiendes, Mina. —replicó Jimin, con una mezcla de frustración en sus palabras. —No se trata de elección, es destino.
—Sea destino o no. —retrocedió un poco. —eso no te da derecho en nada.
—La sangre que corre por tus venas, la misma que te conecta a Taehyung y a Yoongi, es lo que me atrae hacia ti. —hablo. —No puedo simplemente ignorar esa conexión, es por ello que eres participante en mi juego.
Mina sintió un frío aterrador mientras procesaba lo que Jimin estaba diciendo. No solo estaba siendo perseguida por un espectro implacable, sino que ese espectro creía estar ligado a ella por una conexión de sangre, una maldición que no había pedido ni comprendido hasta ahora.
—Pero eso no significa que tenga que someterme a ti. —dijo Mina con renovada determinación. —Soy más que la sangre en mis venas, soy más que lo que mi padre hizo.
—¿Eso es lo que crees? —preguntó.
—No puedes controlarme, Jimin. —contestó. —No dejaré que lo hagas.
—Eres fuerte, Mina, mucho más de lo que imaginé. —Jimin se detuvo, su expresión mostrando una extraña mezcla de respeto y resignación. —Pero no puedes huir de lo que eres y tarde o temprano.
Mina sintió una oleada de ira y tristeza, pero también de determinación. Sabía que la lucha no había terminado, pero entendía que su poder no venía solo de la sangre que corría por sus venas, sino de su voluntad de romper las cadenas que la ataban al destino oscuro que Jimin le describía.
Fin.
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