El Plan Maestro
Hermione decidió que necesitaba otra copa. Tal vez dos. O un traslador que la llevara directo a su casa, lejos de la extraña reunión en la que Theodore Nott parecía decidido a hacerla parte de una comedia romántica mal escrita.
Draco, por su parte, seguía apoyado en la pared, observándola con esa mezcla de arrogancia y diversión que parecía venir de fábrica con él. Era el mismo Draco Malfoy de siempre, excepto por el atuendo, que seguía desconcertándola.
—¿Qué haces aquí? —se atrevió a preguntar cuando finalmente se acercó a él con una copa en mano.
—Podría preguntarte lo mismo, Granger. Pero si debes saberlo, Nott me chantajeó.
—¿Chantaje?
Draco suspiró.
—Me prometió que si venía, dejaría de enviarme esos ridículos libros de autoayuda. El último se llamaba Cómo ser un mago funcional después de una guerra.
Hermione casi escupe su bebida.
—¿Te los envía a ti? Pensé que eran solo para Harry.
—¿Potter también los recibe? —Draco hizo una pausa y luego negó con la cabeza—. Por supuesto que sí. Theodore tiene demasiado tiempo libre.
Mientras los dos intercambiaban comentarios sarcásticos, Theodore, desde el otro lado de la sala, observaba con una sonrisa satisfecha. Luna apareció a su lado, llevando un vaso de algo que brillaba en tonos pastel.
—¿Crees que funcione? —preguntó Luna, inclinando la cabeza.
—Por supuesto que sí. Es cuestión de tiempo. Ambos son demasiado tercos para darse cuenta de que tienen química.
Luna asintió con serenidad.
—Podrías haber elegido un método menos complicado.
—¿Y perderme la diversión? Nunca.
De vuelta en la conversación, Hermione se encontraba sorprendentemente cómoda hablando con Malfoy. Claro, él seguía siendo irritante, pero en algún momento entre la tercera copa y la llegada de un duende que intentó venderles sombreros con orejas de dragón, ambos comenzaron a reírse.
—Admite que lo estás pasando bien, Granger —dijo Draco, con una media sonrisa mientras la ayudaba a quitarse confeti del cabello.
—Solo un poco —concedió ella, sin mirarlo directamente.
Theodore apareció entonces, interrumpiendo el momento con una teatralidad característica.
—¿Disfrutando de la fiesta?
—No del todo, Nott —respondió Draco, aunque su tono carecía de verdadera molestia.
—Bueno, prepárense. Porque cuando el reloj marque la medianoche, tengo una sorpresa planeada para ustedes.
Antes de que pudieran interrogarlo, Theodore desapareció, dejando a Hermione y Draco intercambiando miradas de sospecha.
—Esto no va a terminar bien, ¿verdad? —preguntó ella.
Draco se encogió de hombros.
—Con Theodore, nunca termina bien.
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