Capítulo 7: Como En Los Viejos Tiempos.
[Islington, Londres, 01:20 AM]
La ciudad estaba en silencio, la mayoría se encontraba descansando de sus largas jornadas escolares y de trabajo preparados para levantarse en unas horas con la misma rutina, sin embargo aquel silencio se vio afectado por el sonido de un arma de fuego descargando sus cartuchos. Amy despertó de golpe, había tenido una pesadilla donde era perseguida por un sujeto con arma.
—Fue solo eso… — susurró en voz alta, segundos después se escuchó otra descarga. —O tal vez no. — se dijo nuevamente.
La rubia se sacó la cobija de encima, se levantó para buscar sus pantuflas y luego caminó hasta la sala de estar donde estaría Andrew durmiendo.
—¿Lo escuchaste? Creo que no fue muy largo de aquí. — dijo la chica mientras salía de la habitación, observó el sofá esperando recibir respuesta del pelinegro pero se dio cuenta que aquel no estaba en el lugar. —¿Por qué no me sorprende? Amy Brismonth, hablaré seriamente contigo mientras dormimos. — se dijo a sí misma en voz alta y luego dio media vuelta para volver a la habitación.
En un bar no tan lejos del departamento de Andrew había una pelea, miembros de La Disidencia contra miembros de la mafia se asesinaban a sangre fría uno al otro, las personas que estaban en el lugar bebiendo de forma pacífica se ocultaron tras la barra cuando Mónica y sus hombres habían aparecido hace unos minutos.
—¿¡Dónde están!? Habla ahora, pedazo de basura. — dijo Evans a un sujeto que tenía amenazado con una katana sobre su cuello.
—Prefiero morir antes que ser un cobarde. — contestó el sujeto.
Mónica le dirigió una mirada fría y luego contestó.
—Como quieras. — luego de sus palabras apretó aquella katana más fuerte contra el cuello del sujeto y la deslizó a su derecha con rapidez causándole una herida grave al hombre que segundos después le provocó la muerte. —Busquen a esos malditos, los quiero vivos… El resto no me interesa. — agregó mientras le entregaba aquella arma a uno de los hombres a su lado.
—¡Señorita Evans! Al sur de Islington, en unas bodegas abandonadas… ahí se esconden. — dijo uno de los hombres de la Disidencia mientras se acercaba a la pelinegra.
—Bien hecho, Ford, nos marchamos al sur. — contestó la mujer quien salió de aquel bar junto a sus hombres luego de la conversación. Caminaron algunos metros para ingresar a los callejones de la ciudad, la mujer se adentró primero mientras sus hombres la seguían, tras una pequeña caminata el grupo se encontró de frente con una pareja joven quienes usaban aquellos callejones como atajo para llegar a su destino.
La pareja, al ver a aquellos hombres con katanas y máscaras en sus caras se asustaron pero al intentar correr uno de los sujetos tomó a la mujer del cabello y la empujó contra la pared, una vez en el suelo sacó su katana y la colocó en el cuello de la chica, dos hombres más hacían lo mismo con el joven muchacho.
—No es necesario. — agregó Mónica.
—Señorita Evans, te vieron, nos vieron… sabemos las reglas. — dijo el que sometía a la muchacha.
Mónica soltó un suspiro, sabía que su compañero tenía razón, sin embargo antes de lograr dar la orden el hombre con la katana fue golpeado por otro sujeto que apareció en el lugar.
Aquel enmascarado de negro había caído sobre el estómago del hombre con tal fuerza que casi lo mata, rápidamente se puso de pie y lanzó un objeto a los otros hombres que amenazaban al muchacho impactando en la cabeza de ambos, dejándolos aturdidos y brindándole tiempo al enmascarado para atacarlos, una vez lo hizo y los dejó inconscientes se puso de pie y se giró hacia Evans.
—Te dije que no te metas en mi camino. — dijo la pelinegra mientras empuñaba sus espadas.
—Sí, te escuché… pero soy terco. — contestó Andrew.
Los demás hombres tras Mónica también sacaron sus espadas para pelear.
—Ustedes vayan al sur, busquen a nuestro objetivo, yo me encargo del justiciero. — ordenó la mujer.
—Señora…
—¡Larguense ahora! — exclamó con algo de rabia.
Sin más, aquel grupo obedeció y se marchó del lugar.
—Wow, son muy fieles tus perros sabuesos. — dijo el enmascarado.
—La última vez intenté advertirte, si no sales del camino ahora yo misma te sacaré a patadas. De todas formas nunca me has ganado en un mano a mano.
Andrew soltó una risa con un tono burlón, luego contestó.
—Suerte con eso, cariño.
Mónica enfureció y sin pensarlo se abalanzó sobre el enmascarado para atacarlo.
[Nueva York, finales de 1971]
La ciudad Neoyorquina se preparaba para las fiestas de fin de año, los locales y edificios estaban decorados por la época y las tiendas comenzaban a llenarse para la venta de regalos navideños. La noche se acercaba a la ciudad, una pareja caminaba por Hell's Kitchen cerca de un pequeño restaurante del lugar.
—Esa es una gran historia falsa, señor Wilson. — dijo la mujer, una chica pelinegra de tez morena.
—Bueno eso fue lo que sucedió, mi historia es más creíble que la tuya, Evans. — contestó el hombre mientras se guiaba con su herramienta para ciegos.
Siguieron caminando mientras conversaban hasta llegar a un edificio donde se encontraba el departamento del pelinegro, ambos subieron para tomar unas cervezas y seguir conversando.
—¿Y desde cuándo entrenas de esa forma? — preguntó la mujer a Andrew mientras tomaba asiento.
—Luego de que me dí cuenta que tenía estas habilidades decidí desarrollarlas de mejor forma, mi madre adoptiva estaba en contra de eso pero quiero creer que esa fue su actitud luego de la muerte de su esposo. En fin, creo que toda esa rabia sobre la pérdida de mi padre adoptivo, la vista… fueron un motivador.
—Cuándo te conocí a principios de año en aquel callejón donde me salvaste… me recordaste a un viejo amigo. — dijo la chica.
—Sí, mencionaste algo sobre mi forma de cubrir la cara. ¿Conociste a Nómada? — preguntó el pelinegro.
Mónica asintió con su cabeza al mismo tiempo que colocaba su botella de cerveza sobre la mesa cercana.
—Es una larga y complicada historia pero sí, lo conocí.
—Suena a una decepción amorosa. — dijo el hombre para después darle un trago a su botella.
—¿Qué? — preguntó la pelinegra a la defensiva. —No, era un hombre guapo y admito que intenté coquetear con él pero no por atracción… era un caballero.
Andrew se concentró para escuchar el corazón de Mónica y así darse cuenta si decía la verdad o no.
—¿Mónica Evans coqueteó y no funcionó? Definitivamente hay ciegos peor que yo. — agregó el hombre mientras sonreía.
La pelinegra también sonrió, luego de unos segundos de silencio, la mujer se puso de pie y caminó hacia la ventana cercana.
—El amor es complicado, no es algo para mí así que me concentro en cosas más importantes.
Andrew también se puso de pie y dio un par de pasos hacia Mónica.
—¿Cómo qué? — preguntó él, luego de sus palabras se apartó esquivando un golpe de la pelinegra.
—Pelear. — contestó, con una sonrisa algo maliciosa pero que también expresaba felicidad.
Mónica lanzó una serie de golpes hacia Andrew quien esquivó todos con agilidad moviéndose de un lado a otro, en el último puñetazo de la mujer, el pelinegro tomó su mano y la torció causando que ella girara y quedara de espaldas a él.
—Si logras darme un golpe, seré tu abogado gratis cuando me gradúe. — dijo.
Mónica sonrió y aceptó el reto, se soltó de aquel agarre y nuevamente lanzó golpes hacia Andrew el cual había vuelto a esquivarlos.
—Eres bueno. — dijo Mónica, respirando entrecortadamente por el esfuerzo que había hecho.
—Es fácil leer tus movi… — antes de lograr terminar su frase, recibió un golpe de la pelinegra justo en su cara. —... Bueno, me diste. — agregó, luego recibió otro golpe.
—Te distraes fácilmente. ¿Vas a quedarte ahí? Vamos, pelea. — dijo la chica, después de eso fue enviada al suelo por una patada que recibió de Andrew pero rápidamente se puso de pie y lanzó golpes hacia el hombre frente a ella, logró impactar un par y con habilidad tomó al pelinegro y lo lanzó al suelo junto a ella. —Perdiste. — susurró.
—¿De qué hablas? Este es el primer round. — contestó Andrew quien se giró para quedar sobre la chica.
Ambos cruzaron miradas, una leve sonrisa se dibujó en la cara de la pelinegra y la única acción del muchacho ante aquel gesto fue acercarse para darle un beso el cual Mónica correspondió, aquella acción llevó a algo más grande dejando ver a ambos los sentimientos que sentían uno al otro.
[Islington, Presente]
Evans y Nómada se batían en un combate mano a mano, sin armas de por medio, los golpes que la mujer le lanzaba al enmascarado eran todos errados, el hombre era muy rápido para esquivar y contraatacar, con una maniobra ágil el tipo saltó en el aire e impactó una patada en la cara de la chica que la lanzó al suelo.
—¿Qué planean esta noche, Evans? — preguntó el hombre con tono serio.
—No te entrometas o terminarás mal. — contestó ella.
El enmascarado tomó la katana cercana al suelo y la colocó en el cuello de la pelinegra.
—Habla ahora. — soltó.
—Vamos, hazlo… mátame de una vez por todas y acaba con el problema de raíz.
El pelinegro apretó un poco aquella arma contra el cuello de la mujer, luego de unos segundos la apartó y la lanzó al suelo de nuevo.
—¿Quieres escapar tan fácil de este miserable mundo? — preguntó el hombre. —Afronta las consecuencias de la vida que elegiste… — agregó después.
La conversación del par se vio interrumpida por el sonido de las sirenas policiales qué se acercaban a aquel callejón con rapidez, Mónica se levantó del suelo y tomó sus espadas para guardarlas.
—Vete al diablo, Prince… — soltó la chica con algo de rabia mientras veía al enmascarado alejarse.
—El diablo está aquí, no te metas en su camino. — contestó para después subir con agilidad las escaleras de incendio del edificio más cercano y marcharse del lugar.
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