Capítulo 3: Reclutamiento.

[Greenwich, Londres]

—Recuerda mantenerte sereno y liberarte de cualquier carga cuando estás en una pelea. — decía una voz femenina a un joven que se encontraba en medio de una sala rodeado por hombres con katanas y trajes rojos similares a unos ninjas.

Luego de las palabras de aquella mujer, los sujetos con katanas comenzaron a atacar al joven quien se defendía con todas sus fuerzas y habilidades, en segundos logró derrotarlos a todos usando solo dos palos de madera en sus manos, volteó su mirada hacia la pelinegra en la sala quien le devolvió una sonrisa.

—Me siento listo, señorita Evans. — dijo el muchacho.

—Lo hiciste bien, Reed, pero yo te diré cuando estés listo, ahora toma una ducha y vuelve a tu lugar de descanso. — contestó Mónica mientras salía de aquella habitación.

La chica se dirigió al muelle de aquel lugar donde varios de sus hombres preparaban el barco para llevarlo a su destino, los sujetos metían en el transporte a mujeres y niños para su tráfico.

—¿Qué tal el entrenamiento? — preguntó un japonés que se acercó a la pelinegra, se trataba de Bushida.

—El niño está listo, puede ser útil en esta guerra. — contestó mientras seguía apreciando a los hombres que subían gente de forma obligada a aquel barco.

—Él puede someter fácilmente a muchas personas comunes pero siento que aún no está al nivel de nuestros reales enemigos. — dijo Bushida, la pelinegra le dirigió la mirada.

—¿De qué estás hablando, Bushida? Ha entrenado por años, está casi a nuestro nivel… incluso me atrevería a decir que ya nos superó. Además, Prince no está en su mejor momento y hay que aprovechar eso, su modo de pelea bajó muchísimo luego de la última paliza que le brindaste.

El japonés comenzó a reír un poco mientras dirigía la mirada hacia Mónica, luego apartó su vista de ella y habló.

—Evans, Nómada es un hombre muy parecido a mí, creí que lo conocías mejor… Su propósito es detenernos, sin importar lo que deba hacer estoy seguro que volverá a desarrollar sus habilidades de pelea al máximo, incluso se superará, eso es lo que los hombres como nosotros hacemos.

Mónica también apartó su vista del japonés y la dirigió hacia el barco nuevamente, luego de algunos segundos en silencio la pelinegra se apartó y salió de aquel lugar.

[Ciudad de Londres]

Andrew se encontraba en el sótano de aquel refugio entrenando arduamente para recuperar su condición, motivado por la aparición de La Disidencia en Inglaterra y cegado en deshacerse de aquella organización a como dé lugar. El pelinegro decidió tomar un pequeño descanso sentándose sobre una banca cercana mientras quitaba el vendaje qué tenía en sus manos el cual usaba para protegerse cuando lanzaba golpes a los sacos de arroz qué había colgado en aquel lugar para entrenar.

—Parece un hombre con mucha ira. — dijo otro sujeto, algo más mayor que Andrew mientras caminaba por el lugar.

—Me gusta canalizar la ira en otras cosas, así evito lastimar a la gente. — contestó el pelinegro con una leve sonrisa.

—Necesito llevarme uno de estos sacos de arroz, espero que eso no provoque tu ira y por consiguiente, me lastimes. — dijo el señor para después soltar una risa, Andrew extendió su sonrisa tras aquel comentario.

—Déjeme ayudarle, de todas formas fui yo quien los colocó aquí. — soltó el pelinegro mientras se ponía de pie, con cuidado bajó uno de aquellos sacos y lo llevó hasta el lugar donde el otro hombre lo necesitaba.

—Gracias por su ayuda, joven Andrew. — escuchó decir Giah a alguien en la cocina, rápidamente se giró hacia la puerta y observó a Andrew salir de ahí con una leve sonrisa en su rostro.

—Al último hombre que creía ver… — dijo la pelinegra.

—Mi condición no me exime de ayudar a las personas. — contestó el muchacho mientras seguía su camino, rápidamente Giah lo siguió.

—Señor Prince, no me malinterprete, me gusta que interactúe con las personas del lugar, usted es uno más de este gran grupo de personas. — dijo la mujer.

Andrew se frenó y giró para dirigir su mirada a Giah.

—Tampoco quiero que usted me malinterprete, agradezco la ayuda que me brindó y el hecho de tenerme aquí aún a pesar de que ya no parezco un hombre moribundo. — contestó Andrew.

Giah sonrió levemente y luego dijo unas palabras.

—No le vendría mal conocer algo en Londres, el callejón Diagon… Incluso Hogsmeade, hay cosas muy interesantes que estoy segura que le pueden llamar la atención. — dijo la muchacha.

—Justo por mi mente pensaba algo similar… gracias por la sugerencia, señorita Wagner y gracias, una vez más. — contestó el hombre medio sonriente y luego se marchó del lugar.

[Hell's Kitchen, Nueva York]

Amy Brismonth estaba en su oficina de trabajo, la mujer había obtenido recientemente su licencia de investigación por lo que se encontraba leyendo algunos archivos sobre el primer caso que le había llegado. Su lectura fue interrumpida pues a las afueras de aquel edificio se escuchó discutir a un par de hombres, la rubia se asomó por la ventana para observar la situación, uno de los hombres sacó un arma de fuego y rápidamente le apuntó al otro.

—¡Te dije que soltaras la billetera, idiota! — exclamó el hombre, amenazante.

—¡Olvídalo, vete al diablo! — le contestó el otro.

Las sirenas de una patrulla se escucharon cerca, dos oficiales se acercaron rápidamente pero antes de lograr detener al ladrón este último le disparó a su víctima en el hombro y huyó.

—¡Ve tras él, yo me encargo del herido! — exclamó la oficial mientras se agachaba para analizar al hombre en el suelo.

De repente, la puerta de aquel lugar se abrió, Amy se giró rápidamente algo asustada y luego observó quien cruzaba la puerta.

—Venía de camino, entré al edificio y escuché un tiro así que corrí lo más rápido que pude… por suerte estás bien. — dijo McCoy mientras cerraba la puerta.

—Sí, sí… Hubo un robo, justo afuera de mi ventana, al parecer hay un herido pero la policía se hizo cargo. — contestó la rubia mientras se sentaba nuevamente en su silla.

—La ley siempre protegiéndonos. — soltó el hombre con una sonrisa la cual borró de inmediato al observar la mueca de su amiga.

—Bueno, tú ley llegó tarde, hubo un herido y el tirador escapó. — contestó Amy algo desanimada.

McCoy notó una tristeza en su mirada, el muchacho se sentó en la silla frente al escritorio y luego dio un suspiro grande.

—Eso no hubiera pasado si “Nómada” estuviera aquí, ¿no crees? — dijo el hombre.

—Hablando del diablo, literalmente… Estuve investigando algunas cosas sobre lo que te conté el otro día, las desapariciones en Inglaterra cesaron pero anoche un barco fue robado del puerto y los encargados se dieron cuenta cuatro horas después.

—Yyy… ¿Qué tiene que ver con Andrew? — preguntó McCoy.

—No precisamente con él, Frank, si no con La Disidencia, nadie puede hacer desaparecer un barco de la nada y que las personas lo noten horas después. — dijo la rubia algo exaltada.

—Amy… Ya he pasado por esto antes justamente con Andrew, desde que me enteré que él era ese loco con traje de diablo todos los días en adelante intenté detenerlo, discutíamos sobre eso a diario pero nunca logré convencerlo en dejarlo, mira lo que pasó ahora…

—¿Qué intentas decir? — preguntó la rubia.

—Los únicos que pueden hacer desaparecer un barco sin que nadie lo note son los magos y brujas que hay en el mundo, no un grupo de ninjas con katana que “resucitan” cuando les plazca. — contestó el hombre mientras movía sus manos por los aires. —No te obsesiones con esa organización o podrías terminar mal, peor que Andrew. — agregó después.

Amy suspiró mientras desviaba su mirada hacia el rincón más pequeño de la habitación al mismo tiempo que se recostaba totalmente sobre el respaldar de la silla.

—Te necesito aquí conmigo y justo ahora lo necesito más… tengo información que podría ponerte los pelos de punta. — dijo McCoy nuevamente.

—¿Qué? Habla ahora. — soltó la rubia.

—Algunas fuentes han dicho que Blake podría estar cerca de salir de prisión… al parecer controla la mitad de la prisión y hay algunos guardias que podrían estar involucrados en una reunión que tiene mañana con un sujeto extraño, mis fuentes no saben su nombre.

Amy se puso de pie rápidamente, colocó sus manos sobre su cabeza mientras procesaba la noticia y luego habló.

—Debe haber alguna forma legal de evitar que eso suceda, tú eres el abogado, deberías saberlo.

—Sí, pero sí logro meter mano en eso la policía me interrogará sobre cómo obtuve esa información, tendré que revelar mis fuentes y luego pasarán dos cosas, me quedo sin soplones y luego ellos mueren. — contestó McCoy.

—Tienes razón, no pensé en eso… — susurró la chica mientras comenzaba a caminar por el lugar.

—Yo me haré cargo sobre cómo podemos intervenir pero necesito que trates de investigar el nombre del sujeto con el que Blake podría reunirse, ya sabes cómo es esto, colegas, socios, cualquier persona de su pasado.

—Sí, comenzaré enseguida, te avisaré cuando tenga algo… Gracias, Frank. — dijo Amy, luego tomó su bolso y salió de aquella oficina.

[Caldero Chorreante, Londres]

A pesar de ser más de medio día, aquel bar estaba repleto de personas, la barra estaba llena y no había ni una mesa con espacios, Andrew entró a aquel lugar observando todo a su alrededor con las manos en los bolsillos de su suéter, varios magos ahí presentes le devolvían la mirada, unos de forma amable y otros todo lo contrario.

—Disculpe, señor, creo que está perdido, permítame dirigirlo a la salida. — dijo un hombre que se puso de pie al ver al pelinegro caminando sospechosamente por el lugar pues creyó que se trataba de un muggle.

—Busco la entrada al Callejón Diagon, como puede notar soy un mago extranjero y no conozco bien este lugar. — contestó Andrew con algo de amabilidad.

El hombre frente a él apartó sus manos de sus hombros, luego analizó a Andrew por unos segundos y por último sonrió.

—Claro que sí, lamento la confusión… por favor, sígame. — dijo el hombre quien se dirigió a la parte trasera del bar, el pelinegro lo seguía. —¿Tienes tu varita a mano? — preguntó el hombre.

—No, yo… realmente no uso varita, no tengo poderes como ustedes pero pertenezco a este mundo de alguna forma.

—Ah, un squib, por esta vez te dejaré entrar, solo porque pareces un buen sujeto. — dijo el hombre con semblante serio mientras sacaba su varita.

Hizo un par de movimientos mientras tocaba el muro frente a él con aquel objeto, luego de eso algunos ladrillos se movieron y dejaron ver la entrada hacia aquel lugar.

—Se lo agradezco mucho, con su permiso. — dijo Andrew para después cruzar aquel muro, tras poner sus dos pies en el callejón comenzó a observar todo lo que en aquel lugar había, caminó algunos metros mientras apreciaba las tiendas y distintos locales.

—¿Busca ropa menos casual? Venga, venga, acá tenemos todo lo que usa un mago habitual de su edad. — dijo un anciano en la puerta de una de las tiendas.

Andrew se negó extendiendo su mano y luego siguió su camino, el pelinegro se interesó en una de las tiendas a su alrededor, parecía la más reciente, alzó un poco la vista para apreciar el nombre pero su concentración se vio interrumpida por un hombre gritando.

—¡Ya llegamos a Diagon, visite la “Paten Store” ahora y sea partícipe de muchos descuentos! Hey, usted, señor observador. ¿Le interesa una colección única en figuras de “Los Patengers”? — preguntó el hombre a Andrew.

—Disculpe, no tengo idea de que sea eso. — contestó el pelinegro.

El hombre dentro de la tienda se acercó, tomó a Andrew del brazo y lo encaminó hasta dentro de aquel local.

—¿En qué mundo vives? Tenemos de todo, solo echa un vistazo, hay figuras, pañuelos, bufandas… ¡Mucha mercadería de ellos! — exclamó el vendedor.

Andrew comenzó a caminar por el lugar observando todo lo que aquel hombre vendía en la tienda, de fondo escuchaba al sujeto mientras hablaba pero él no le prestaba atención pues se había interesado en una de las figuras del mostrador.

—Disculpe, señor… esta figura se me hace conocida. — interrumpió el pelinegro al vendedor.

—¡Es uno de los líderes de aquel grupo! — exclamó él con entusiasmo mientras se acercaba. —Jameson Sawyer, también lo conocían como “El Capitán Sawyer” o también como…

—Nómada… — volvió a interrumpir el más joven, el vendedor dirigió una mirada al hombre frente a él mientras asentía con su cabeza. —¿Qué más tiene sobre él? — preguntó Andrew.

El vendedor figuró una sonrisa en su rostro, luego se giró para dirigir a Andrew más adentro de aquella tienda, caminaron algunos metros y luego el vendedor se frenó frente a un montón de maniquíes.

—Veo que eres un gran fan de la faceta de “Nómada” más que de la del Capitán… — dijo el vendedor. —Por acá tenemos trajes, también juguetes simulando sus armas y su varita, cromos, una versión de Grageas pero esa incluye a todos los Patengers.

Andrew sonreía levemente mientras observaba todo a su alrededor, sin embargo al levantar su vista una prenda sobre un maniquí llamó su atención.

—¿Esa es la máscara que usaba? — preguntó mientras señalaba con su mano.

—Bueno, no es la original, en realidad es una réplica, pero fue fabricada de la misma forma que la creó Isaac Thargot, tela de capa de invisibilidad modificada con algunas pociones y encantamientos. — contestó el vendedor, rápidamente se acercó al maniquí para tomar la máscara y se la entregó a Andrew.

—La quiero. — dijo el pelinegro al tomarla, el vendedor simplemente esbozó una sonrisa.

[Greenwich, Londres]

Bushida caminaba por los pasillos de aquel lugar escondido, el japonés se dirigió hasta una puerta que había en el lugar, tocó un par de veces y luego entró, dentro de la habitación estaba Mónica con un libro entre sus manos, sentada sobre la cama.

—Se supone que debes abrir la puerta después de que te dé permiso de hacerlo. — soltó la muchacha algo enojada.

—Sabes que la privacidad aquí no es una opción… ¿Qué estás leyendo? — preguntó el hombre, curioso.

—Alquimia avanzada, intento aprender algo diferente que pueda ayudarnos a ser mejores en el combate. — contestó Evans mientras dejaba el libro a un lado y se levantaba de la cama, rápidamente ambos salieron de la habitación rumbo al muelle de aquel lugar.

—Está todo listo, enviaré el barco de inmediato hacia el continente asiático, uno de nuestros contactos se hará cargo. — dijo Bushida mientras dirigía una mirada a Mónica..

—¿No me haré cargo yo? — preguntó la pelinegra.

—Hay cosas más importantes en las que te necesito, mañana viajaré a América, tengo una reunión importante por lo que debo dejarte totalmente a cargo en mi ausencia. — contestó el japonés.

—Sabes que puedo hacerme cargo, Bushida, si Prince ataca lo resolveré.

—No te preocupes por Nómada, me hice cargo para mantenerlo ocupado… — dijo Bushida mientras se apartaba de aquel lugar.

Mónica observó al japonés mientras se marchaba, cuando desapareció de su vista le dio una mirada a aquel barco por algunos segundos y luego se dirigió a las afueras de aquel refugio, una vez ahí la mujer sacó su varita y conjuró un encantamiento, la figura de un águila pequeña se presentó, rodeada por un aura blanca.

—Ministro Potter, un barco cargado de personas para tráfico humano saldrá esta noche rumbo a Asia, envíe a sus aurores de confianza a interceptarlo, no tengo más información… entrega el mensaje, querida. — dijo Mónica entre susurros, a los pocos segundos aquel ave emprendió su vuelo dejando a la pelinegra solitaria en aquella pequeña oscuridad.

Andrew había salido de Diagon hace un rato, se encontraba camino hacia el refugio escondido de Giah Wagner, mientras caminaba observaba los lugares de Londres con suma atención, por su distracción no se percató de un hombre que se acercaba a él, ambos chocaron y el pelinegro de inmediato se disculpó.

—Lo lamento señor, déjeme ayudarle. — dijo el muchacho mientras se agachaba para recoger algunos papeles que el otro hombre había lanzado al suelo.

—No se preocupe, veo que es un turista, es difícil no apreciar estos lugares con admiración. — contestó el otro hombre. —Por suerte encontré lo que estaba buscando, señor Prince. — agregó después.

Andrew levantó su vista y luego se puso de pie lentamente, adoptó una posición de defensa y luego habló.

—¿Me conoce? — preguntó después.

—No se angustie, mi nombre es Jeffrey Harmont, conozco su trabajo en Nueva York junto al abogado McCoy, supe que ustedes encerraron a Liam Blake… lo reconocí a lo largo, me sorprendió realmente verlo acá en Inglaterra, señor.

Andrew desconfió un poco pero le siguió la plática al hombre frente a él.

—Sí, fue un arduo trabajo, estoy aquí por unas vacaciones… — contestó.

—¡Lástima! — exclamó el hombre, luego metió su mano en el bolsillo de su saco, de él tomó una de sus tarjetas de presentación y se la entregó al pelinegro. —La firma de abogados en la que estoy busca consultores y al verlo realmente pensé que sería impresionante tener a un hombre con su conocimiento en nuestras filas, si está interesado en algún momento, por favor llámeme.

Andrew tomó la tarjeta, le dio un corto vistazo y luego dirigió su mirada al hombre frente a él.

—Gracias, lo tomaré en cuenta… ahora, si me disculpa debo marcharme. — contestó para después dar media vuelta y retomar su rumbo.

Jeffrey sonrió ante el acto de Andrew y luego también se marchó del lugar.

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